CON EL PRODUCTOR, DIRECTOR Y GUIONISTA JUAN PABLO BUSCARINI

Showrunner: arte y gestión, en pos de un “tono”

Showrunner: arte y gestión, en pos de un “tono”

El 28 de octubre, en el auditorio Gregorio de Laferrère de Argentores, un público atento siguió la clase magistral que el productor, director, guionista Juan Pablo Buscarini dio acerca del rol de showrunner. Organizada por el Consejo Profesional de Televisión, la clase abordó el desafío de hacer series con estándares globales: su proceso autoral, las estrategias creativas y la planificación de la producción. Buscarini (Rosario, 1962), es graduado con un “Master of Arts in Image Synthesis and Computer Animation”, en la británica Universidad de Middlesex. Trabajó en Europa en el universo de las nuevas tecnologías de imagen. Tras un período junto a Carlos Sorín, realizando comerciales para marcas internacionales, desarrolló en Buenos Aires su carrera como director y productor de contenidos.

Podemos citar, entras distintas concreciones, sus películas El Ratón Pérez, que obtuvo un premio Goya, la multilaureada Cóndor Crux o la coproducción internacional El inventor de juegos/The Games Maker. También fue el creador y showrunner de la serie de ficción El grito de las Mariposas y productor de películas como Un cuento chino, Patoruzito, Nieve negra y Kóblic, entre muchas otras. Tras su paso por Patagonik Films, Buscarini forma parte ahora de Pampa Films, de la cual es socio fundador.

Un  showrunner  -esa actividad clave en el proceso global de una serie-, es, según los especialistas,  quien “dirige el curso del proyecto desde su concepción (por eso debe de ser sobre todo autor o autora) hasta la posproducción (por eso también debe ser productor o productora), asegurándose de mantener la integridad de la visión de ese proyecto durante cada parte del proceso.”

De todo esto hablamos con Buscarini en una charla efectuada en el Espacio Encuentro de nuestra entidad.

Te invito a que definamos esta actividad específica.

Es el profesional que asume un rol que es un híbrido, que combina al creativo dedicado a un proyecto que convertirá una idea en un guion, con un rol que se vincula a lo que llamaríamos “productor”, lo cual lo obliga, a veces, a dejar de lado lo “artístico” para convertirse en un garante de una visión uniforme, de la unidad conceptual de un producto en el que intervienen otros elementos. Es mitad artista-mitad productor cancerbero.

Es quizá la mayor y última instancia en un proceso de filmación.

Bueno, a veces hay que tener en cuenta también las distintas filosofías que sostienen cada una de las plataformas. No es lo mismo producir para una cadena pública que para Netflix. Doy un ejemplo, con algo que está claro: las series en su mayoría suelen convocar a varios directores. El showrunner está por encima de ellos y es quien los elige. Ojo, no está por arriba en el momento de la ejecución de la tarea, eso sería una competencia poco sana. Pero es alguien que tiene que estar en ese lugar para lograr que esos directores (recordemos habitualmente que uno de ellos dirige un capítulo y el siguiente lo hace otro) logren una uniformidad y el espectador no note que trabajaron distintos realizadores. Es el justo y equilibrado mediador entre las apetencias de la plataforma y las del equipo autoral, los directores, o de los intérpretes, que defienden sus posiciones. Está por encima de todo, pero no desde el sentirse “dueño” del producto, sino desde el ser “el” nexo entre lo artístico y lo financiero, si querés. Repito: el showrunner no le dice al guionista qué tiene que escribir o al director cómo tiene que poner una cámara. Coordina aspectos generales. Además, está el tema presupuestario; el showrunner debe tener el equilibrio para indicar eventuales correcciones, esa decisión es nuestra.

Es relevante agregarle al lector que casi siempre, también, es el creador total de una serie, alguien que genera personajes, un universo, la historia, el concepto y algo estratégico y absolutamente central: el tono. Además, suele escribir el guion del piloto, donde ya se perfila la visión totalizadora que servirá de pauta de allí en adelante. Una vez escrito, por lo general, se contrata a otros guionistas para armar un grupo de donde en conjunto -bajo la atenta dirección del showrunner- se arma el resto de la serie. Luego se designa la escritura de los episodios a distintos autores. Al final los revisará para asegurar algo que no se puede perder jamás: la uniformidad y la coherencia narrativa.

Asimismo, es interesante puntualizar que un showrunner selecciona a los protagonistas y directores -como ya se ha señalado- y que está presente durante el rodaje supervisando todo, al igual que en el período de la edición o de la musicalización. Suele indicarse que algunos showrunner también dirigen, pero no es lo más usual. En síntesis, tiene un rol definitorio en una serie. Es la persona que tiene la visión definitiva del proyecto.

¿En tu caso, cómo fue que llegaste hasta esa posición?

Siempre escribí. Sería un mentiroso si dijera “cuando empecé, lo que quería en realidad, era ser un “showrunner” (risas). No era un objetivo profesional.  Unos pueden decir “quiero ser guionista”, otros dirán “director”, etc. Uno llega a este lugar tras acomodarte en otros lados. Incluso, hoy si tuviera que poner en un papel en el aeropuerto “qué soy”, escribiría “organizador visual” o “director-productor”. Mi constante es que he sido y soy muy cinéfilo.  Entendía que tenía que trabajar en la industria, por eso me fui joven al exterior y me especialicé. A mi vuelta, en 1993, se alinearon los planetas cuando Carlos Sorín me ofreció asociarme a su productora de cine publicitario.

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 Buscarini va a contar que esos cuatro años de trabajo en el mundo de la publicidad en los noventa junto al director de Historias mínimas (unos setenta comerciales por temporada, en un contexto de enorme actividad), obraron como una práctica ideal para expresar la mayor cantidad de ideas en la menor cantidad de tiempo y hacer confluir formulación artística y capacidad de gestión. Casi, un anticipo de todo lo que luego llegaría. Un training ideal.

Y lo que arribó fueron sendos pasos por dos fuertes generadores de contenidos: Patagonik y Pampa. Recuerda a Dibu, primer gran impacto en la primera productora mencionada, en la que estuvo diez años. Fueron tiempos en los que en Patagonik estuvo al frente de un área de contenido infantil. Condor Crux, la película que dirigió fue en ese período. Transitó por proyectos de impacto popular y otros, de refinada realización. Sintió que había un sentido de equilibrio y que se lo consideraba un “tipo con los pies en la tierra” para manejarse con soltura entre mundos supuestamente diferenciados. Comenzó a presentir que ser productor ejecutivo era un gran camino, al permitirle estar dentro de la industria, en un set, aprendiendo. “Cuando estás en un set y no sos el director, tenés una frescura mayor para evaluar equipos. Comprendés con claridad si un director de fotografía, por ejemplo, quizá no tenga el carácter o la actitud necesarios para una película que pasa en una montaña. O si un asistente de dirección es idóneo para un tipo de historia, pero no para otra”, advierte.

Regresa a Pampa. Habla de un inicial ofrecimiento para asociarse, en 2016 a esta productora de contenidos para cine y televisión, la cual, en estos años generó películas como El inventor de juegos, El cuaderno de Tomy o Monzón. La empresa se encuentra actualmente expandiendo su operación en Uruguay, Colombia, México y España, y desarrollando más de 20 proyectos entre series y largometrajes en Argentina, Brasil, México y España para plataformas como Star+, Amazon Prime Video, Disney+ y HBO Max.

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Volvamos a otra de sus pasiones: la autoría.

Tuve mucha participación en los guiones de las películas que dirigí. Es el caso de Condor Crux, que dirigí y cuyo guion fue de Omar Quiroga. Pero, lo que me gusta más es lo que denominaría “desarrollar” una idea fresca. Decir “tengo esto, vamos a encararlo para este lado”. Y confiarlo a los guionistas con talento, oficio.

Es curioso observar que si uno te “busca” en Wikipedia, tu nombre aparece como “creador” y no como “showrunner” de El grito de las mariposas. ¿Qué significa?

A ver, hay algo muy interesante para desarrollar ahí. Tendría que decir “creador”… y también  “showrunner”. Si solo yo hubiera dicho “hagamos la serie de las hermanas Mirabal” y conectado con Star Plus y con mi amigo, el autor Ricardo Rodríguez, etc., hasta ahí habría sido un “creador”. O sea, si hubiese llegado hasta esa instancia y no me hubiera instalado meses y meses en Colombia durante la preproducción y la producción, habría sido eso, repito: un “creador”. Pero, como lo hice, como fui, como me instalé en Colombia y pisé cada jornada el set de veras, entiendo que tuve el rol de “showrunner”. Cómo equilibrar las cosas que van pasando para que lo que dice el guion y lo que vos soñaste no sea frustrante, es nuestra tarea. Incluso, uno estando ahí, en la batalla, tiene además la posibilidad de -si las cosas no se pueden dar, si por cuestiones presupuestarias, logísticas, etc.-, coordinar con los guionistas la reescritura de una escena. Hay mil ejemplos. Un guion puede pedir algo, pero si no se puede hacer por una cuestión de costos, bueno, lo reformulamos eficazmente con los autores. En El grito de las mariposas nos pasó muchas veces.

Hoy parecerían coexistir tres módulos industriales audiovisuales: el mundo de las series de las plataformas de streaming, la tevé con su menguadísima producción de ficción y el universo del cine tradicional, también en crisis. ¿Cómo se vinculan con la actividad propia del showrunner?

Claramente es en el streaming donde más se desarrolla esta actividad. En el cine, incluso, se debería decir “filmrunner”. Un showrunner aparece en una serie de streaming porque, por ejemplo, existen varios guionistas. O directores. En el cine dirige una sola persona, no ocurre así en las series.

Ricardo Rodríguez y Juan Pablo Buscarini

¿Ustedes suelen dirigir capítulos?

Lo que te puedo decir es que, si el showrunner tiene capacidad de realización, muchas veces dirige el capítulo uno, el piloto, que es el que indica a todo el mundo para dónde va la cosa.

Es imaginable el desafío que conlleva no perder el tono, hacer el seguimiento para nunca perder homogeneidad en lo que se cuenta.

Es muy complejo. Si sentís que estás en un problema, que no hay continuidad, es seguro porque previamente tomaste decisiones desacertadas. Si convocaste para un capítulo a un director muy “industrial” y a otro muy “independiente”, no te quejes porque las cosas se empiezan a ver muy distintas Lo previo es crucial. Tengo que buscar directores que, sumados, conjuguen. Ojo: algo que da coherencia también y que es interesante aclarar: el hecho de que no haya un director de arte o un vestuarista por capítulo. Son siempre los mismos. Hay una estética visual que siempre se mantiene. Lo mismo ocurre con el elenco.

¿Quién elige los actores y a las actrices?

Cada proyecto es un mundo. Diría que el productor y el showrunner, generalmente. Hay proyectos que nacieron o lograron la baja de martillo de la plataforma por la contratación de una figura. Pero, hay casos, como El grito de las mariposas o Monzón, donde no se conocían al principio los nombres de los actores y actrices, que ayudó a que el proyecto se hiciera; es lógico.

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 La mirada femenina suma siempre en los equipos autorales, agrega Buscarini. “Y en la comedia sobre todo”. Tras afirmar que el número ideal para escribir es entre dos y tres, “más dialoguistas que se puedan sumar”, dice que, si tuviera que elegir entre los showrunners de Estados Unidos, optaría por Vince Gilligan, el factótum de, nada menos, The Breaking Bad y Better Call Saul. Y rescata el trabajo de un showrunner del pasado reciente y en el universo de una cadena de televisión de aire (Chuck Lorre, Dos Hombres y medio). ¿Proyectos laborales? Muchos. Menciona uno que se encuentra en etapa de desarrollo: la serie épica Fordlandia (basada en la novela Fordlandia, un oscuro paraíso, de Eduardo Sguiglia), que cuenta la historia del loco sueño del magnate automovilístico Henry Ford de fundar una ciudad en pleno Amazonas para probar allí su propio caucho, lo que terminaría siendo un desastre ecológico y cultural. También cita otros dos: uno es El empapelador, para el streaming de Max, en asociación con Particular Crowde, con Juan Minujín, guion de Facundo Agrelo y dirección de Martin Hodara, donde será el productor creativo y que se filmará en la Triple Frontera en el primer semestre de 2025. Luego habla de La línea de la sombra. En este último trabajo será director. “Es la adaptación de una novela de Carlos Domínguez, La casa de papel. Ojo: no tiene nada que ver con la serie española. Sucede entre Cambridge, Buenos Aires, Montevideo y La Paloma y será una coproducción con Inglaterra”, culmina.

Leonardo Coire

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