Una fórmula para cuando no se nos ocurre nada

Que Dios te ayude

Que Dios te ayude

Gente, paso por acá a decirles que todo lo que creemos que fue idea nuestra, no es un concepto tan preciso porque en el principio fue el verbo y el verbo era Dios.

¿Y quién es Dios?

Alguien, tan hábil y tan enigmático, que ni siquiera tenemos una foto de Él, a pesar de que nos obliga a escribir Él con mayúscula y decir de movida que el verbo es él y por ende todas las palabras del mundo entero.

Porque Él creó todo en siete días y se tiró a descansar apropiándose del cielo y de todos los derechos, convirtiéndose en alguien divino. Inventó todo el chabón, pero lo que mejor hizo es diseñar la génesis de todo relato: el personaje frente al llamado. ¿Lo escucho o me quedo en el molde? Si no trasgredo, todo sigue igual de bien, florcitas, un weather channel perfecto, nada que temer, nada que anhelar. Arcos de transformación, camino del héroe, ¿de qué hablaís? Pero trasgredo, ergo peco, la rockeamos y empieza el quilombo. Gran elección queridos Eva y Adán. Pero en un punto se fueron al pasto.

Expulsión del paraíso terrenal. Miguel Ángel

Dios echó a todos y se puso de mal humor porque los muñequitos le fallaron. Ingratos.Y como con echarlos no le alcanzó se puso a pensar un plan y de esos pensamientos vengadores nació EL VILLANO. Sin el villano, colegas, nuestras historias tendrían una tibieza somnífera.

Y no es que lo sacó de la nada, la pista se la dio un ángel bueno que andaba haciendo preguntas incómodas, lo echó de su lado y al verlo convertido en ángel caído supo que el gran quiebre había llegado. Eva y Adán lo aburrían un poco aún deportados y sin asistencia de nadie, luchando para encaminar a dos hermanos bipolares. Pero el Villano, naaa… ese fue el as bajo la manga, su caballito de batalla, la sonrisa eterna. ¡Qué cosa hermosa!

Encontró el lado reversible de los personajes, el lado B y eso le dio la textura que necesitaba, el doblez. Y tanto le garpó el malo, que construyó religiones enteras bajo el paradigma de si no me hacés caso a mí mirá lo que te espera. Y a partir de ahí: la biblia. Su proyecto editorial más ambicioso. Como en ese momento su verbo no se imprimía inventó el relato oral en episodios: Génesis, San Juan, Eclesiastés, San Mateo, el Apocalipsis y todos los proverbios. Ahí está todo, chiques.

Sumergida en estos temas consecuencia de un guion “a pedido” descubro, por ejemplo, la historia del Rey David. Jodeme. El niño rey, el futuro padre de Salomón. La vida de este pibe David es un culebrón del que se pueden sacar cien ideas: es el menor de varios hermanos, se enfrenta a un gran conflicto (GOLIAT) lo vence, Dios lo unge y lo proclama rey siendo apenas un adolescente. A partir de ahí debe lidiar con envidias, batallas, esposas, la búsqueda del amor verdadero, amigos fieles a los que él traiciona, culpa y castigo (¿escuchaste, Fedor?), el amor perdido y el eterno, un bebé fallido, dos hijos que lo traicionan, una esposa despechada, un ex suegro vengador que lo traiciona a través de un hijo un poco loco. Alcohol, batallas, sexo, amistades, traiciones, hermosos decorados. La trama del rey David es una bolsa de ideas crocantes y productivas. Y esto solo como ejemplo porque hay tanto en los dos testamentos que solo basta hojear y pescar y empezar a reproducir los peces.

Digo, para cuando no se nos ocurre nada.

Para cuando es menester recordar que lo que garpa siempre es el cuentito bien contado y las historias bíblicas son cuentos de estructura casi siempre perfecta.

Entender y adaptar, sin olvidar jamás al ángel caído, el personaje más hermoso de todos.

Amén.

 Belén Wedeltoft