BELÉN WEDELTOFT Y UNA INDAGACIÓN SOBRE UN TEMA ETERNO

Por qué escribimos los que escribimos 

Por qué escribimos los que escribimos 

“De las cosas que han ocurrido y de todas las cosas que sabes y de todas las que no puedes saber, extraes algo mediante tu capacidad de invención que no es una representación sino una cosa totalmente nueva, más real que cualquier cosa viva y real y le das vida y, si lo haces bien, le das inmortalidad. Por eso escribes, y no por otra razón.” Ernest Hemingway. 

Es raro. Nacemos con ese toque. Por suerte nuestros padres no lo saben. Desean un comerciante, una arquitecta, un ingeniero, una abogada, alguien con habilidad para hacer dinero, un talento especial para el deporte, un político, algo que los tranquilice, pero no. A lo sumo, los más adaptados se suben a una carrera universitaria o a un oficio, terminan no encajando en nada. Hay algo raro en nosotros que se expande, que preocupa, que intimida. Nos gustan las historias, nos gusta escribirlas y tarde o temprano esta realidad se impone y a llorar a la iglesia, familia, guarden sus expectativas en la baulera. La criatura rara escribe. ¿De qué va a vivir entonces el pequeño Horla* poseído por el espíritu maligno? En el mejor de los casos de los medios audiovisuales, del teatro y de otros rubros que generan ingresos y que juntos conforman: el mundo del espectáculo. Y ahí, ojo porque el cero coma cero cero cero uno por ciento atravesará la Mátrix y adquirirá prestigio y fama, ganará premios, será entrevistado en todo el mundo como lo que es: un fenómeno que inventa personajes y los mete en una trama. ¿Y qué escribís? Preguntan los más osados. Cosas, responden tranquilamente los que escriben. ¿Y qué tipo de cosas? Cosas, no sé, de todo. Ahá, bueno. Habrá que buscar atenuantes entonces para no estigmatizar en el rubro “locura” a los que escriben. ¿De qué trabaja? Escribe series para televisión. Apa. Casi igual a decir: es alguien extraño, nació en Júpiter, la trajeron a los cuatro años, pero nunca se adaptó del todo. Es dramaturgo. Sonrisitas de disimulo. ¿Dramaturgo? Mirá vos. ¿Guionista? Sí, guionista. Ah, qué bien. Hay un poco de intriga y compasión en ese interlocutor, pero te apuesto lo que quieras que al ratito ya está contando la historia de su vida “que deberías escribir” y te ganás el Nobel. Yo siempre sugiero (a veces amablemente): ganate el Nobel vos, o sea, sentate a escribirla, fiera. 

¿Qué nos convierte en personas que escriben? No hay información confiable al respecto, es todo muy impreciso, un mar de hipótesis, no hay datos científicos. Hay cosas en el mundo que no tienen explicación, conductas, no todo tiene un por qué. 

Nora Ephron, y fotogramas de cuatro de sus filmes.

A ver si me explico 

Hagamos un paneo por el resto del mundo para legitimizar esta actividad que poco tiene que ver con la lógica de la supervivencia. Aquí va un acotadísimo estudio de mercado sobre aquellas rara avis que convirtieron el barro en oro y por qué. 

Quentin Tarantino amaba el cine, le fascinabas los diálogos y la violencia estilizada. Entendió eso de crear mundos, tomó todas las referencias como algoritmos precisos y construyó su voz propia. Touché. 

Aaron Sorkin sentía pasión por la justicia social, tenía facilidad para los diálogos ágiles y divertidos, le gustaba explorar temas políticos y sociales. Lo hizo. 

Los hermanos Cohen, y un fotograma de su film “Fargo”

David Cheese: amaba las historias de mafiosos y concibió la deslumbrante serie de Los Soprano. Le gustaba meterse hasta el cuello en la exploración profunda de la psicología humana, en las complejas dinámicas familiares. Lo logró. 

Joel y Ethan Coen: amantes del cine negro, del humor absurdo y los personajes border, crearon, por ejemplo: Fargo. Lo hicieron. 

Nora Ephron: lúcida observadora de esa cotidianeidad que parece aburrida y gracias a su talento se convierte en Cuando Harry conoció a Sally, Tienes un email y tantas otras. Sublime. 

Guillermo del Toro: Su fascinación por los monstruos, lo fantástico y lo gótico, y su deseo de explorar temas universales como el amor, la pérdida y la identidad lo llevaron a escribir guiones originales y conmovedores: El Laberinto del Fauno, La Forma del Agua, Crimson Peak. Superó todo. 

Larry David: un ser caótico, maldito y neurótico. Convirtió todo eso en Seinfeld.  

Y la lista es larguísima, pero el tiempo es tirano también en Florencio y entonces retomo y voy cerrando. 

Jerry Seinfeld y Larry David

Entonces: 

¿Por qué escribimos los que escribimos? 

Yo, por ejemplo, escribo por el mismo motivo por el que leo, porque no me alcanza una sola vida, quiero vivir otras posibilidades sin alejarme mucho de mi sillón y sin usar la tarjeta. Entrar en otros mundos, disfruto de la posibilidad de ser un hombre, una niña, un perro, un extranjero, una asesina, una cirujana o un homeless. Sin duda no era lo que mis padres esperaban de mí, pero con el tiempo resulté ser alguien apreciada en las sobremesas y en los velorios, lo terminaron agradeciendo.  

Finalmente estoy reducida a un mundo de gente que escribe. El noventa por ciento de mis amigos se dedican a alguna disciplina vinculada a la escritura y de cara a esta nota se me ocurrió este pequeño viaje por las mentes de la gente que tengo a mano y empecé a pedir respuestas a la pregunta: ¿Por qué escribo? Algunos se quedaron pensando y siguen pensando, otros me desestimaron con un gesto de la mano, como espantando una mosca, unos pocos dijeron no quiero contestar eso y muchos me mandaron respuestas entusiastas que transcribo a continuación. Gracias, colegas por regalarme estas respuestas, los quiero y compadezco por igual. 

Ahí van: 

1.Escribo desde los 8 años. Composiciones, cartas, diarios, relatos, cuentos, guiones y hasta ojalá novela. Mientras escribo recuerdo, pienso, invento, conozco, descubro, entiendo. No sé de otra actividad más reconfortante, movilizante y completa como la de escribir. Marily Pugno 

2.Porque estoy grande para el onlyfans. Soledad Girardi  

3. Escribo por curiosidad de otros mundos, de otras miles de vidas y, sobre todo, de miles de muertes, también la mía. Escribo para aliviar el camino, para vibrar universos imposibles, países inventados. Escribo para exorcizarme, para amigarme con mis demonios, escribo para poder llorar, y reírme mucho del motivo por el que estoy llorando. Anita Accorsi 

4. Soy hija menor, pasaba mucho tiempo sola y aburrida y no me salía la medialuna, entonces leer y escribir se parecía a inventar un mundo para salir del propio. También escribo para poder pensar porque pienso despacio. Porque me gusta el lenguaje, que es bien complejo, y todavía ahora no entiendo cómo combinar 27 letras puede ser un acto infinito. Agradezco a la vida tener que escribir a diario porque es mi trabajo. Luciana Porchietto 

5. Escribo porque es lo único que me sale más o menos bien. Lily Ann Martin 

6. Escribo para poder pensar. Para poder ser quien quiera ser, porque en el papel se puede más que en la vida. Porque me gustan los vínculos. Porque quiero hacer sentir lo que siento cuando leo. Sandra Finkelstain 

7. Escribo para tener mil vidas. Pamela Rentería 

8. Escribo porque me gusta vivir otras vidas a través de los personajes que aparecen. Escribo como un método práctico, económico y sano para iniciar viajes a destinos insospechados. Y escribo entre muchas otras cosas, porque siempre fui muy malo para las matemáticas. Me despido con la palabra que más satisfacción y angustia nos da a los que escribirnos. Fin. Gabriel Mesa 

9. Empecé a escribir para encontrar novio. Pero me arrepentí. Entonces decidí escribir para tener mucha plata. Ahora estoy pobre. Y soltera. Micaela Libson 

10. Porque es mi manera de lidiar con la neurosis alta y de filtrar los pensamientos intrusivos. Escribir me salvó de enloquecer. Florencia Alcorta 

11. Escribo porque me permite soñar con técnica, volar sin alas y bautizar sin agua bendita. Ana Franco 

12. ¡Qué cosa maravillosa y ordenadora son las palabras! Escribo para contarME el mundo. Escribo para clarificarme. Escribo para que emerja mi voz.  Escribo. Jessica Valls 

13. Mi segundo nombre es Edmundo, me lo puso mi madre por el escritor Edmundo de Amicis, autor, entre otros títulos, de Corazón. Digamos que, según Freud, no me quedó más remedio. Oscar “Tato” Tabernise 

15. Escribo porque es la única forma que encuentro de asimilar la vida y versionar mi punto de vista sobre las cosas. Vicky Crespo 

16. Escribo para entender qué pasó o que me hubiese gustado qué pase con aquello que no pasó. Valeria Goldstein 

17. Escribo porque puedo sentir sin presiones ni limitaciones. El acto de exteriorizar las palabras las convierte en hechos en la práctica que, en algunos casos, de otra manera quedarían guardados sin posibilidades de ser más que ideas. Escribiendo soy todas y todos los que quiero ser, vivo múltiples vidas, pertenezco a este y otros universos. Escribir es una aventura infinita y por eso nunca dejo de hacerlo. Escribo porque ahí no hay imposibles. La realidad tiene sus reglas, la creatividad es mayormente libre. Carolina Parmo  

18. Porque es mi manera de respirar. Patricia Suárez 

19. Un impulso de visibilizar lo que está en las sombras. Susana Torres Molina 

20. Porque no podría sobrevivir sin hacerlo. Ivonne Fournery 

21. Mi “por qué escribo” empezó por un camino extraño. Leyendo novela policial, género, allá por mis 14 años, me dije: yo puedo hacer esto. Puedo imaginar historias y escribirlas. Fue un auto desafío llegado de quién sabe dónde. Y empecé. Porque quería. Luego porque podía. Y más tarde, porque aprendí que no se trataba de querer o poder, sino de tener una herramienta para entender el mundo, y entenderme a mí mismo. Hoy conviven en mí el que reflexiona, y aquel niño que disfrutaba de inventar historias para sus amigos, solo porque podía. Ninguno quiere dejar de escribir. Marcelo Cabrera 

22. Para construir mundos desconocidos y poder compartirlos. Adela Basch 

23. Vuelo, me encuentro e imagino. Kitty Hallan 

24. Un intento de descubrir lo que me rodea, elucubraciones sobre aquello que jamás podré saber de verdad. Adriana Tursi 

25. Escribo, luego existo. Mercedes Di Benedetto 

26. Cuando era chico mi abuela me decía que no pensara tanto que me iba a hacer mal. Cuando crecí y entendí su sabio consejo, me tuve que poner a escribir para que la olla de mi cerebro pudiera controlar la presión, y se me ocurrió ponerme a escribir porque me gustaba mucho leer. Ya bastante más grandecito puedo decir que me encanta trabajar de escribir. ¡Gracias Iaia! Pablo Iglesias 

27. Escribo porque un día escribí una letra sobre la música del tango Volver para pedir un aumento de sueldo en el Depto. de Relaciones Públicas del diario La Razón. Y me lo dieron. Ese fue mi debut como escritor directamente profesional. Ricardo Talesnik 

28. Escribo porque entendí desde muy chico que el humor podía darme alegría y que era la mejor forma de mirar el mundo. Así que a través de la escritura tuve y tengo la oportunidad de trasmitirlo a los demás para que el mundo sea un lugar más llevadero. Y escribo también porque, aunque a veces trabajosa, es la forma mejor y más divertida forma de ganarme la vida. Por el placer de imaginar una historia y luego verla hecha. Y porque si lo que escribo lo cuento en una reunión de amigos no cobro nada por Argentores. Miguel Gruskoin 

29. Escribo porque no puedo dejar de escribir. Escribo para entender, para pensar, para imaginar. Escribo para crear otros mundos, para vivir otras vidas. Escribo para respirar, porque si no escribo muero. Laura Farhi 

30. Escribo porque no puedo dejar de hacerlo y lo hago desde los siete años cuando le escribí un monólogo a una rama con forma humana llamada Pancha que me regaló mi abuelo luego de podar un árbol. A partir de ahí no paré más de ponerle texto y voz a todo lo que me generaba preguntas y curiosidad. Escribir es una necesidad, un impulso y, al mismo tiempo, un estado meditativo que a lo largo de los años fui encaminando con disciplina, técnica, práctica, principios y mística; y en ese recorrido fui y voy encontrando nuevos horizontes creativos que conversan con la escritura. Cecilia Propato.  

31. Para quedarme callada un rato. Vero Lorca 

32. Para viajar sin moverme ni pagar pasaje. Sol Levington 

33. Escribo para ver si en la pantalla, el cuaderno, el block o la libretita, las palabras se ven tal como suenan en mi cabeza. Ale Bavera 

                                                                                                                                                           B.W. 


*El Horla, cuento de Guy De Maupassant 

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