Actor, guionista y director e intérprete formado “que encontró interés en la escritura y la dirección de forma autodidacta, a veces haciendo las tres cosas a la vez”, según su propia definición, Gerardo Tassan incursionó por primera vez como autor del campo audiovisual en 2016. En ese año escribió 8 capítulos de la serie web ¡Muy Bien Gerry! Y con lo donado vía crowdfunding logró después filmar el episodio piloto doble y varios fragmentos de tipo promocional. En 2017 ya realizó ya su primer cortometraje, El Púgil, escrito, dirigido y protagonizado por él. En 2018 escribió y protagonizó la obra de teatro Amateurs, que se presentó en la sala de El Método Kairós. Y más cerca, en 2023, ganó distintos premios en los festivales Buenos Aires Rojo Sangre y Cine fantasy con su segundo cortometraje, el ya mencionado Cuando los santos vuelven marchando. Este trabajo también fue distinguido en el rubro mejor guion en el Festival Latinoamericano de Cine de Terror y Fantástico por un jurado integrado por miembros del Consejo Profesional de Cine de Argentores. En la actualidad, Tassan trabaja como editor de video y busca financiamiento para su primer largometraje, Arquimimo.
Cuando los santos vuelven marchando es un cortometraje que muestra al personaje de Norma celebrando su cumpleaños, el primero tras la muerte de su madre. Aunque el encuentro familiar es para compartir una comida, está marcado por la melancolía y los pequeños conflictos entre los presentes. La fiesta parece seguir su curso con normalidad hasta que un inesperado visitante aparece: la madre muerta de Norma, Irma, cumpliendo quizás uno de los deseos de su hija, para bien o para mal. A través de una narrativa de humor negro, el corto explora las dinámicas familiares y cómo las relaciones perduran a pesar del duelo y el sentimentalismo que la muerte puede generar. La película juega con la idea de cómo las familias a menudo santifican a los muertos durante el proceso de duelo, ignorando las complicaciones y tensiones que existían en vida. La presencia de Irma, que regresa sin ceremonias, se toma como algo natural, y las interacciones familiares continúan como si nada, aunque con la sorpresa de su retorno. Irma, interpretada por Inés Martín, tiene una agenda propia: ganar un concurso en el más allá, lo que implica traer a más miembros de la familia con ella. Para esto, Irma trajo alfajores del más allá, que la familia ya está comiendo. Al enterarse de las intenciones de su madre, Norma, interpretada por Irma Lusewicz, reacciona con enojo hacia ella, aún manipuladora, a pesar de su muerte.
La tensión entre madre e hija es evidente a lo largo del cortometraje, mostrando que las relaciones disfuncionales no desaparecen con la muerte. Irma propone a su madre tener otra oportunidad para vivir batiéndose a duelo jugando una partida de Ludomatic, como solían hacerlo. Mientras el resto de la familia especula en la sala de al lado sin saber que técnicamente ya están muertos, a modo de limbo. Irma termina por ganar la partida y toda la familia queda resignada a morir. Juana, la hija menor, quien no había estado presente durante la ingesta de alfajores aparece sobre el final, cuando todos se están volviendo con Irma, para preguntar qué está pasando. Su madre le comenta que están muertos y que se venga con ellos. Juana, distinta al resto de su familia, argumenta que tiene motivos por los que quedarse: amor, trabajo, una carrera. Irma, insistente en seguir a la familia, la arrastra a suicidarse con la vieja escopeta de su padre para así acompañarlos al más allá, en donde continúan discutiendo. El giro final subraya que, aunque las relaciones familiares puedan ser problemáticas, son algo de lo que no podemos escapar, ni siquiera más allá de la muerte.
En diálogo con Florencio, Tassan abordó distintos aspectos laborales que lo ha llevado a merecer la especial atención de los jurados de la sociedad de autores.
¿Qué encierra un cortometraje, cuál es la fascinación secreta que genera el poder contar una historia en solo 15 minutos?
Creo que lo fascinante de un cortometraje es que casi siempre el espectador se sienta frente a él sin grandes expectativas, quizás ante su escasa duración o quizás también ante la incredulidad de no ser afectado por otra cosa que no sea un largometraje o el episodio de una serie, simplemente lo invita a entregarse a la sorpresa. Esta libertad convierte a la realización de un corto en un espacio ideal para experimentar. No hay fórmulas estrictas ni caminos predefinidos, podés sumergirte en algo evocativo y sin contexto, o elegir una narrativa tradicional, ya sea autoconclusiva o abierta. En mis dos cortometrajes “grandes”, opté por narrativas más convencionales, quizás como ejercicios para eventualmente hacer proyectos más ambiciosos. Sin embargo, tengo un aprecio profundo por los cortos que, como algunos largometrajes, se sostienen plenamente en lo evocativo, dejando lo narrativo en segundo plano e invitando al espectador a asignarle un significado durante y después del visionado. Este enfoque es aún más desafiante en un cortometraje, donde cada segundo y cada fotograma tienen un peso muy relevante. En 2020, junto a mi hermano, realicé un microcortometraje de 15 segundos para un festival online de terror, acá se ve cómo en apenas 360 fotogramas, el sonido y la economía visual se vuelven herramientas imprescindibles para generar el impacto que más te interese.
¿Qué dificultades o ventajas encierra al principio del proceso creativo, el saber que hay un tiempo tan acotado para narrar una historia?
Una de las principales ventajas del cortometraje es su flexibilidad económica. Podés hacer un corto de 5 minutos en una única locación y con un solo personaje, y va a ser tan cortometraje como ese de 25 minutos con tres locaciones y diez personajes. Sin embargo, esta misma flexibilidad también genera su mayor desafío: el de encontrar una idea lo suficientemente sólida para encajar en esos parámetros tan específicos. Sin dudas creo que la rotura de cabeza debe hacerse durante la escritura del guion. Una vez que estás conforme con la razón de ser del corto y sabés que tenés los recursos para llevarlo a cabo, el resto se siente más cercano y alcanzable.
¿Qué relación existía entre el personaje de Norma y su madre, qué lo hace tan importante en la trama?
Inicialmente se entiende como una relación idílica, una relación tan perfecta que no podía ser rota ni por la mismísima muerte de una de las partes y obviamente por eso el antinatural deseo de Norma de volver a tenerla con ella. Sin embargo, concretado el deseo y pasados los primeros minutos de “luna de miel”, comienzan a aparecer las asperezas que probablemente siempre existieron en su relación y hasta una Irma que redobla la apuesta con su carácter vengativo. La clave está quizás en pensar su vínculo como cualquier otro de similares características. Cuando extrañamos a alguien que ya no está, añoramos todo lo bueno que nos daba, pero si vuelve, vuelve con todo lo que era.
Continuando con tu vinculación con el cortometraje, ¿en qué sitios se puede ver una proyección (AMBA o ciudades más importantes), existe público interesado en él y hay escuelas especializadas en dirección, producción y escritura de cortometrajes en el país? ¿Y como se puede describir su situación en nuestro país?
Creo que el cortometraje ha sido históricamente la puerta de entrada a la realización audiovisual, como dije anteriormente esto es tanto por la flexibilidad económica, pero asumo que también por una cuestión de prueba. Hay tantas cosas que infieren en el resultado final de un producto audiovisual que es normal tener ciertas inseguridades o no querer comprometerse a hacer algo realmente largo, y por eso como en todo, se empieza de a poco. Sin embargo, el espectador promedio suele estar alejado de los cortometrajes quizás justamente porque lo ve como algo “estudiantil”, interpretado y gestado por gente desconocida. Y si bien esto es cierto por lo mencionado antes, también es cierto que hay y siempre hubo una industria sólida de cortometrajes, por eso su histórica presencia en festivales de cine de Clase A y en premios internacionales. El largometraje está vinculado con la “consagración” y el cortometraje con el “ensayo”, sin embargo, en ambos formatos podemos encontrar joyas y bodrios. Quizás solo haya que abrir un poco primero la cabeza y luego los ojos. En Argentina afortunadamente hay montones de espacios tanto privados como públicos que incentivan la realización audiovisual, teniendo usualmente como tesis o mismo trabajo práctico la realización de un cortometraje. Y muchas veces estos cortos “estudiantiles” han salido a pararse junto a otros cortos internacionales de mayor calibre, y es ahí donde recién se desdibuja esa línea que le quitaba credibilidad al corto estudiantil de un joven del interior. Sin embargo, si no llegase a pararse junto a esos otros cortometrajes, también estaría bien. Hay cada vez más festivales y distintos tipos de ciclos de cine independiente por todo el país y que veinte personas detengan sus rutinas y preocupaciones para sentarse frente a un camión proyector a ver el corto que hiciste es, en sí mismo, un gran logro. Sin embargo, es más fácil apoyar cuando el trabajo ya está terminado y solo queda verlo para subir o bajar el pulgar. Los palos que el realizador, el escritor, el actor o el artista se comen durante el proceso no se ven.
¿Hay algún país donde el cortometrajismo esté consolidado?
Creo que justo el formato de cortometraje permite que haya una mayor equidad a nivel internacional. Entre los realizadores locales le prestamos mucha atención porque es más accesible económicamente y nos desafía a sacar algo valioso de la adversidad, una constante nuestra. Sin embargo, lo mismo sucede en otros países de la región y hasta en gigantes de la industria como Estados Unidos, donde, aunque la industria es más grande, los costos para hacer un largometraje siguen siendo altísimos, de modo que casi inevitablemente uno queda destinado a hacer cortometrajes o buscarle la vuelta y hacer un largo filmado con un celular, editado y auto distribuido por uno mismo o juntarse con otros directores de cortometrajes y crear una antología que pueda ser distribuida como largo. La industria del cortometraje siempre se vio como un trampolín de prueba y error que eventualmente te lleve a hacer un largometraje, sin embargo, creo que esta visión desvaloriza a los cortos, que, aunque impliquen menores costos, no tienen por qué tener un valor artístico inferior.
Hablanos de tu interés en las áreas de actuación y dirección y tu relación con el mundo de la autoría teatral.
La actuación es quizás mi área de interés más antigua, indudablemente anexada a lo lúdico, a la fantasía y al escapismo en la infancia, ya sea de mí mismo o de mi entorno. De adolescente entendí que, si bien siempre fui tímido, esto no tenía por qué ser un impedimento para actuar, justamente todo lo contrario. Quería ser otra persona para dejar de ser yo. Y ya adentrado en mi primer año de actuación entendí que efectivamente así funcionaba, pues seguía siendo una persona tímida pero lo suficientemente desvergonzada para ponerme en rol de. Conforme avanzaba en las clases de mi primer año con Nesti Domínguez, él nos incentivaba a escribir nuestras propias escenas que después otros compañeros o nosotros mismos actuaríamos. Fue en el año 2013, una escena de 3 minutos sobre una discusión entre John Kennedy y Robert McNamara, el secretario de Defensa, en el despacho oval que finalizaba con la madre llamándolos a comer y el personaje que interpretaba a Robert quejándose de que siempre el otro era el que elegía ser Kennedy. Luego de ver eso interpretado en primera fila tuve el primer y claro indicio de que no solo me divertía escribir, sino que conforme pasaba el tiempo, lo necesitaba. Quizás como una forma de controlar mi mundo (que después mutó en control absoluto cuando además de escribir también dirigía, actuaba y editaba lo que producía). Posterior a eso continué escribiendo varias escenas tanto para la clase como para los eventos de mitad y fin de año que se hacían en su estudio y, a veces en simultáneo, escribiendo mis primeros guiones audiovisuales. Recién en 2018 escribí mi primera obra de teatro, Amateurs, que también dirigió ya en ese entonces mi ex profesor Nesti Domínguez y que surgió de una de esas escenas cortas que se presentaban en el estudio. Creo que desde entonces no he tenido mayores ideas ni inquietudes que quiera escribir para teatro, si bien es más accesible y crudo, y desde luego hermoso para un actor, terminé de enamorarme del formato audiovisual. Sin descartar la posibilidad de volver a escribir una obra de teatro, está lejos de ser mi prioridad ahora; sin embargo, sigue siendo el espacio en el que más disfruto actuar.
¿Cómo nació la idea de Cuando los santos vuelven marchando, dónde se hizo, cuál ha sido el criterio de selección de elenco?
La idea nació casi literalmente. Sucede que, viviendo con nosotros, mi abuela materna siempre había sido una presencia indesplazable en la mesa de los cumpleaños, la primera en estar sentada y arreglada frente a la mesa y preparada para recibir a los invitados ya sea a su propio cumpleaños o el de cualquier otra persona. De modo que, en el primer cumpleaños de mi mamá posterior a la muerte de mi abuela, su ausencia se hizo notoria. Y es durante el momento en que se está cortando la torta que suena el timbre y nadie podía pensar en quién sería si todos los invitados ya estaban ahí. Es obvio que lo primero que pensé al ver la mesa en la que faltaba mi abuela es “debe ser ella”. Acá la realidad aburre y resultó ser el marido de mi tía que la venía a buscar. Con esta premisa empecé a escribir el corto y, sobre la marcha, ver qué pasaba. Naturalmente se convirtió en una historia algo oscura de rencores y toxicidad familiar en tono de fantasía y comedia, pero por las dudas esta parte ya nada tiene que ver con la génesis verídica. El corto se filmó en Hurlingham, en una casa muy hermosa y enorme bastante vista en producciones audiovisuales de todo tipo pero que era perfecta para enmarcar a esta familia viviendo en un limbo de oscuridad y desidia. En cuanto al elenco, puede verse complicado por la cantidad de personajes que son, pero la verdad es que, en la etapa de casting, suelo disfrutarla mucho, aunque no niego tener cierta preocupación emergente cuando la protagonista no aparece o te gustaría poder crear un monstruo mezclando la interpretación de una y el physique du rol de otra. Después, con los ensayos y asumiendo la improbabilidad de que tantas cosas salgan exactamente como las imaginaste, te conformás con convicción y está todo bien. Sin dudas, acostumbrado a que en el cine independiente uno quiera que el rodaje se termine rápido probablemente por el estrés y la seguidilla de obstáculos con los que uno se choca, puedo asegurar que resultó ser todo lo contrario. Calma y conformidad desde el inicio hasta el corte final, incluso logrando terminar el rodaje antes de tiempo, teníamos programado grabar el último plano al atardecer para tener el cielo más naranja, pero eran las 3 de la tarde y ya habíamos terminado todo. Lo grabamos a esa hora, nos fuimos y después agregué el atardecer con After Effects. Creo que quedó mejor porque al final el sol no iba a pasar por ahí.
Se viene tu primer largometraje…¿cómo creés que será tu adaptación a ese sistema, cuál será el conflicto argumental central?
No se sabe cuándo se viene, pero se tiene que venir, algún día y quien sabe cuál. Pero ojalá sea el primero que escribí y no otro hipercompactado que sea resultado de la frustración ante el sistema de desarrollo. Desde el rodaje de Cuando los santos vuelven marchando que me siento listo para saltar al largo, incluso volviendo a adoptar uno de los papeles protagonistas. Creo que no es solo una cuestión de tener de experiencia varios días de rodaje como director/actor, sino también el haber formado un equipo que te entiende, con el que te sentís cómodo trabajando y que inevitablemente terminan siendo amigos. El eje central de esta película se mueve con solo dos personajes: un actor deprimido, en decadencia y castigado socialmente que se refugia en alguna ubicación remota de la Argentina a modo de “retiro actoral” y otro ex-actor, bastante excéntrico y misterioso, que obra como su mentor para darle claridad a sus ideas y a su carrera. En medio de este vínculo filosófico se dan algunas situaciones que nos llevan a descubrir el pasado oscuro de estos dos actores desconocidos, inicialmente dispares, pero cada vez más unidos por compartir un tipo de adversidad en particular. Mientras tanto, el entorno hostil que los rodea hace que el tiempo apremie y tengan que tomar rápidamente decisiones de vida o muerte.
¿Hay algún cortometraje que haya gravitado especialmente en vos como espectador y que te haya despertado la necesidad de ir “por ahí”?
La verdad que antes de hacer mi primer cortometraje tenía muy pocos cortos encima. A lo sumo habría visto algunos de Chaplin y Buster Keaton, pero todavía no había abierto la cabeza al mundo de los cortometrajes. Quizás por eso también mi primer corto, El Púgil (23′) recae en una narrativa más larga y con historias de trasfondo. Más cercano a ser una película corta que a la concepción de “corto”. Hoy puedo decir que el cortometraje Rey Muerto de Lucrecia Martel no solo es una de mis obras favoritas de su autoría, sino también uno de mis cortos preferidos. Por otro lado, el director independiente de los Estados Unidos, Jim Cummings, también es fuente de admiración, tanto por el tono de sus películas (Thunder Road – It’s All Right, It’s OK), con las que me siento cercano, como por su papel de “hombre orquesta” en la industria, oscilando entre cortometrajes y largometrajes autofinanciados o colaborativos con amigos.
¿Cuál es la importancia que le adjudicásal haber sido galardonado por una entidad autoral como Argentores por tu cortometraje?
No es algo que esperaba en absoluto, ni ahora ni antes. Siempre tuve a Argentores como el lugar al que iba a buscar el cheque por los pocos miles de pesos de recaudación de mi primera obra de teatro. Resultó ser una enorme y grata sorpresa haber sido convocado esta vez para subir al primer piso y conocer a las autoridades que reconocen el trabajo de uno, quienes, además, demuestran ser parte de una entidad presente, que realmente se ocupa y preocupa por lo que asegura encargarse. Como alguien que se maneja por y para el arte, puedo asegurar casi con obviedad que nunca me sentí motivado por el dinero, de modo que obtener un reconocimiento de este tipo e incluso tener este espacio para explayarme para mí tiene más valor que recibir más de esos cheques… al menos por ahora.
L.C.