Los concursos literarios -aun cuando sean de dramaturgia o guion nos generan inquietud. Los beneficios son sabidos: la lectura de personalidades reconocidas en el rubro artístico, su selección, su premio. El premio puede consistir en la producción de la obra, o bien en dinero. A veces, la premiación incluye viajar a recibir el premio, y en general, el nombre del premiado es publicitado por los medios, de manera que se hace un poco más conocido entre sus pares y colegas, y tiene la posibilidad de ascender un escalón más en su oficio.
¿Cómo saber si el concurso es limpio o está arreglado? ¿Depende sólo de la calidad del material o de la suerte? No hay nada más arbitrario que el arte, y lo que a un jurado le parece calamitoso, a otro puede parecerle genial. Todo puede suceder: esa es la verdadera respuesta. Lo cual no significa que nos quedemos de brazos cruzados: la suerte favorece a los valientes. Entonces, van aquí algunas recomendaciones a la hora de presentarse.
Los concursos y convocatorias de dramaturgia y de guión, por lo general, son muchos menos que los de narrativa. Conclusión: hay que presentarse a todos ellos. En más concursos participes, más posibilidades tenés de ganar. Para evitarse el chasco de ser descartado antes de jugar, lo ideal es cumplir al pie de la letra con las bases. La obra presentada debe tener la cantidad de páginas requerida, con el formato requerido (interlineado, tipo de letra), y sin faltas de ortografía. Debe estar firmado con seudónimo, es decir, un nombre de fantasía donde no se reconozca tu identidad. En los concursos donde la identidad del autor está velada, es decir, no se revela quién la escribió hasta el momento del fallo, hay muchas probabilidades de que sea un evento honesto y no esté amañado. A muchos se puede enviar por correo electrónico, y otros exclusivamente por correo postal. Algunas personas registran su obra en la Dirección Nacional de Derecho de Autor (por la web) para protegerla de robos y plagios. No obstante, es improbable que el jurado robe las ideas de los guiones y las obras que lee.
Además de las consideraciones formales, está la política del concurso, que debemos tener en cuenta. Si se trata de un concurso con temática de humor, enviar el melodrama del año, no hará que lo gane. Si parte del premio es la puesta de escena, y la obra que envío tiene veintitrés personajes y sucede bajo el mar, no la hará elegible en primera instancia. También a la hora de enviar a un concurso se pueden elegir aquellos que tengan menos competidores, de aquí que las posibilidades de ser seleccionado sean mayores. Existen concursos exclusivos para menores de 35 o de 40 años, sólo para mujeres, existen concursos municipales, provinciales y nacionales. Existen concursos para socios de una entidad: SGAE, ARGENTORES, etc; existen concursos con temáticas específicas: el mundo rural, la comedia, adaptaciones teatrales, el colectivo LGTBQ, etc.
Un concurso literario también es una oportunidad para terminar esa obra que venís dejando estar, y ahora hay un dead-line por cumplir. También puede ser el puntapié inicial para aventurarse en otro género dentro de la literatura dramática. Por ejemplo: si lo tuyo es escribir guiones, pero te atrae un concurso de dramaturgia, ¿por qué no intentarlo? Y viceversa.
Si salís premiado, felicitaciones; y si salís entre los finalistas, ya es un premio en sí. En un concurso en el que hubo mucha participación, no suele haber diferencias de calidad entre el primer premio y las menciones. Y una frase para el final que pertenece a Ariel Barchilón: “Los concursos no se pierden, ocurre que a veces no se ganan.”
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Algunas páginas para saber sobre concursos literarios son
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Argentores suele realizar concursos y convocatorias de guión y obras de teatro con regularidad y actualmente está vigente: