Antón Chéjov, el gran cuentista ruso, recomendaba nunca escribir cansado. A veces no se puede porque la entrega es contrarreloj, pero en lo posible es mejor evitarlo.
El CANSANCIO tiene dos efectos negativos: el primero, que hace que te resulte más difícil conectar la idea y bajarla a palabras. Vas más lento, por decir así, no fluyen las palabras. Aquello que podría ser escrito en 40 minutos, acaba siendo escrito en tres horas o en todo el día.
El segundo efecto negativo es que escribir cansado te genera mayor cansancio. Por eso, cuando leas aquello que escribiste, no tendrás siquiera la energía para discernir qué corregir y qué no. Y es posible que te sientas FRUSTRACIÓN, la enemiga número uno del escritor.
Una forma de evitar esta situación es, obvio, no llegar a ella. Programar las entregas con la antelación suficiente para no tener que escribir inyectándose café en las venas -o algo peor- o bajarse un paquete de caramelos de miel -la glucosa ayuda al cerebro a traquetear cansado-. NO PROCRASTINAR.
Otra forma es que, si no hay más remedio que escribir, sólo iniciar el texto. Es decir, escribir 1/3 o ¼ y dejar el resto para la mañana siguiente, o cuando fuera, después de unas horas de sueño.