Argentores premió al cine nacional

El Consejo Profesional de Cine de Argentores entregó los Premios Argentores 2025 a lo mejor de la producción autoral. También se entregó la distinción otorgada por la Comisión Asesora de Nuevas Tecnologías de nuestra entidad

Durante la tercera jornada de conmemoraciones y festejos en Argentores, el pasado miércoles 17 de septiembre se llevó a cabo la ceremonia destinada a entregar los Premios Argentores 2025, Producción Autoral 2024 en el rubro Cine, conjuntamente con las distinciones correspondientes a Nuevas tecnologías. Los jurados de dichos premios estuvieron integrados por el Consejo Profesional de Cine y la Comisión Asesora de Nuevas Tecnologías.

Recordado que, en nuestro país, cada 11 de septiembre se celebra el Día de las Autoras y Autores y con motivo inaugural del acto, la Presidenta del Consejo de Cine, Irene Ickowicz, dijo: “Celebrar a los autores y las autoras de cine y sus producciones en el contexto actual, vale doble. Y es mucho más que una costumbre. Es un legado. Una palabra que para muchos es prediluviana, y para otros de una solemnidad patética. Los legados son complejos pero respetuosos, piden permiso. Nos llegan si nos abrimos a ellos para resignificarlos y en ese mismo acto estamos configurando otros para pasarle la posta a los que, por deseo o por contingencias de la vida, se inician en la escritura audiovisual. La población de estudiantes que se capacitan como guionistas en escuelas y universidades públicas y gratuitas se incrementa pese al panorama actual. Somos conscientes de que no les dejamos una cinta transportadora que los traslade de una oportunidad a otra. Más bien, hoy el escenario cinematográfico se parece a una pista de autitos chocadores. Pero sí les dejamos un presente donde trabajamos duro, honrando un pasado de luchas y sueños, para que los derechos ganados no se diluyan bajo la imposición de las leyes de mercado que no solo roban oportunidades sino que nos obligan, una vez más, a defender la cultura y en nuestro ámbito: el lugar del guion y a sus creadores. No voy a hablar de cómo nos afecta la falta de inversión en el cine, la escasez de recursos y el desinterés por desarrollar una industria por parte de quienes detentan el poder. Ni que en momentos como estos la imaginación se convierte en nuestro recurso más valioso. Tampoco sobre la urgencia de contar lo que realmente importa frente a tanta superficialidad que se difunde a los gritos y con insultos; o que nuestras obras no son meras proyecciones de nuestra subjetividad, sino también reflejos de nuestra sociedad que necesita ser explorada y comprendida. Y mucho menos de que la crisis nos lleve a la resignación y que la escritura es un acto de resistencia. Ni se me ocurre alentar a que sigamos creyendo en el poder transformador de nuestras narrativas; ni subrayar que cada relato es un intento de capturar la fragilidad de la existencia, de dar voz a lo que a menudo permanece en el silencio No voy a insistir en estas cuestiones, porque ya han sido expresadas a través de las valiosas historias que nos ofrecen las películas estrenadas en el 2024, tanto las premiadas como las no premiadas. Les voy a hablar de dinero. Porque el cine es cultura y es un negocio. Aunque utilicen la palabra negocio para insultarnos, negocio quiere decir no ocio. Y para que el cine sea cultura y negocio el INCAA tiene que activar los planes de fomento y el apoyo a la exhibición y a la comercialización de nuestras películas, a los festivales de todo nuestro país y garantizar nuestra presencia e n los del exterior. Tiene que respetar ese circuito virtuoso que supimos construir e invertir en el cine lo que recauda en las salas de cine y que por fin se cobre a las plataformas lo que corresponde para que podemos expandirnos. Porque cuando hay producción, nuestro trabajo aporta al producto bruto interno, trae divisas al país y promueve el desarrollo de otras actividades conexas necesarias para las filmaciones. Y como los guionistas somos parte de la producción, que se modifique la ley de Cine del `94 que nos deja afuera, que nuestros representantes en el Congreso traten la Ley que presentamos desde el Espacio Audiovisual Nacional, en la que se propone una reestructuración del INCAA para un funcionamiento eficiente y medidas para el desarrollo y la producción de un audiovisual federal, inclusivo, que contenga las diversidades”.

Irene Ickowicz concluyó: “Mantengámonos unidos, defendamos las instituciones que protegen obras y creadores y sostienen una actividad mutualista como Argentores, y reconquistemos las instituciones que regulan y promocionan nuestras actividades culturales para que no avasallen los derechos que tanto nos costó conseguir. Celebremos tanto la creación individual como a la comunidad de autores que no cesa en su lucha. Y en tiempos donde se alienta el individualismo, permítanme recordar las palabras de Margaret Mead: ´Cada uno de nosotros somos únicos. Absolutamente únicos, como nuestros semejantes´”.

Palabras de Irene Ickowicz, presidenta del Consejo de cine

El Premio ´Mejor guion de Ficción´ fue para Alejandro Agresti por “Lo que quisimos ser”, entregado por Irene Ickowicz a Fernando Sokolowicz en representación. “Lo que quisimos ser” tiene la densidad dramática de una narrativa austera que elude los efectos y que instala el juego de dos adultos que eligen ser personajes. Por el sólido trabajo autoral que pone de manifiesto un sensible encuentro humano en el que estas criaturas desentrañan lo más profundo de su naturaleza. Imaginación, sueños, deseos abren un espacio de creatividad para sobrellevar los duros tiempos sociales de los años 90 y los dolores personales que ellos deciden dejar en la puerta de los bares donde se reúnen, pero sin perder conciencia del implacable acontecer de la vida que tiene sus propias.

En la categoría “Mejor guion de documental”, entregado por Salvador Valverde, fue para Gustavo Gersberg por su obra “Traslados” Este documental exhibe el poder de este género cinematográfico en nuestra cultura. En un fino entramado de testimonios, reconstrucciones, material de archivo y animaciones, va construyendo con pericia detectivesca uno de los hechos más duros de nuestra historia, que bajo la denominación de Traslados, encubría el método de exterminio de las personas en los vuelos de la muerte, durante la última dictadura cívico-militar argentina que se extendió de 1976 a 1983. Los recursos narrativos se vuelven abrumadoras evidencias y convierten esta obra cinematográfica en un legado a las nuevas generaciones, para seguir sosteniendo con nuestra memoria el nunca más.

En el rubro ´Premio al guion de documental´ el ganador fue para Maximiliano Acosta, por la autoría de “San Pugliese”. Entregado por Martín Salinas, en la obra “San Pugliese” los hechos narrados sobre el gran artista popular Osvaldo Pugliese traspasan el carácter de anécdotas, para instalar con afecto, humor y rigurosidad, los valores artísticos y humanos que el maestro supo sostener durante toda su vida. El conmovedor relato, en su ágil transcurrir, evidencia el lugar cultural de la orquesta típica durante las décadas 40, 50 y 60 y que continua en el entrañable vínculo con su pueblo. El documental reúne con una fina orquestación de personajes, a la gran familia artística que lo acompañó en su extensa trayectoria. Músicos, compositores, cantantes, dramaturgos hacen su tributo y revelan no sólo la coherencia social de este artista sino el mito alrededor de su figura.

Por su parte, Ana Hayzus y Leandro Eljall Qüesta recibieron de Leonel D´Agostino una Mención del jurado al guion de documental por El agujerito, obra que tiene una aguda observación e investigación de un fenómeno contracultural de la comunidad rockera que se dio en Buenos Aires en la década del 70, y que se materializó entre otras manifestaciones con la creación de la disquería el Agujerito, de los hermanos Epstein. El documental convoca a figuras emblemáticas, que exponen con profunda emoción lo que significó esa movida que se dio a partir de 20 metros cuadrados en un local de la Galería del Este para expandirse al Instituto Di Tella, a las galerías de arte, las librerías y bares, de la emblemática calle Florida. Cada artista que participa expone algún aspecto de esta corriente cultural que tuvo que sortear los avances represivos y de censura de la dictadura de Onganía y el relato en su conjunto pone en valor la significativa importancia del encuentro entre creadores, que dialogan, intercambian y se nutren como forma de traspasar sus propios límites creativos.

La Mención del jurado al guion de documental, entregada por Martín Salinas, fue para Alejandro Vagnenkos y Silvina Kaspin por “Abandono de cargo” que tiene una creativa fusión de las imágenes y los sonidos de esas voces que no siempre hablaron, la sólida reconstrucción de la desaparición de un docente durante la dictadura cívico- militar, bajo la figura de “abandono de cargo” en una comunidad de Lobos, provincia de Buenos Aires, la insistencia de quienes persiguen que la verdad aflore más allá del tiempo transcurrido. Porque Plano a plano, escena tras escena, este documental expone las posibilidades del cine y sus recursos para decodificar el ocultamiento y la complicidad como conductas humanas que no permiten sanar las heridas que el terror de estado ha dejado en un pueblo.

La siguiente Mención del jurado fue al guion de ficción de adaptación ópera prima y lo entregó Salvador Valverde. El guion, en este caso, es una adaptación de la obra teatral donde la narrativa se atreve a focalizarse en la dramática audiovisual y las particularidades de sus síntesis. Encerrados en sus propios deseos y expectativas, los personajes transitan los primeros años de adultez y experiencias de paternidad. Deciden apelar a la complicidad o al autoengaño para eludir responsabilidades. Caracteres contrastantes, sumamente reconocibles, instalan un cotidiano que abruma por la aparente banalidad que defienden. La autora transita con momentos de humor un universo ficcional en el que bajo el costumbrismo manifiesto se construye una reflexión sobre nuestras propias maneras de responder a las necesidades de los otros. Esta Mención del Jurado quedó en manos de Victoria Hladilo por su autoría de La culpa de nada.
El Consejo Profesional de Cine otorgó la Distinción Especial 2025 ENERC, Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica. Recibió dicha distinción por parte de la Presidenta Irene Ickowicz, su Rector Gabriel Rojze. Desde 1965, ENERC ha brindado educación audiovisual de calidad, pública, nacional, gratuita y federal, ofreciendo la especialización en ocho carreras terciarias: Realización, Guion, Producción, Montaje, Sonido, Fotografía, Dirección de Arte y Animación y técnicas digitales, en varias sedes a lo largo del país (CABA, NOA, NEA, CUYO, Mar del Plata, Rosario y Comodoro Rivadavia). Porque en sus aulas se han formado profesionales del audiovisual cuya trayectoria ha trascendido en el mundo y enorgullecido a nuestro país.

NUEVAS TECNOLOGÍAS

La Distinción Especial “Salvador Pocho Ottobre” 2025 fue entregada por la Comisión Asesora de Nuevas Tecnologías de Argentores a Pablo Accame, Ignacio Pol y Nicolás González por el aporte invalorable a los efectos visuales de la serie “El Eternauta“, producción que honra al audiovisual argentino. Esta comisión asesora a los consejos profesionales y trabaja en conjunto para gestionar el cobro del derecho de autor en las nuevas plataformas digitales y está integrada por su Presidente, Ramiro San Honorio; Luis Sáez, Secretario, y Mariano Cossa, Vicesecretario.

Mariano Cossa, Luis Sáez, Nicolás González, Ignacio Pol y Ramiro San Honorio

Ramiro San Honorio, brindó unas palabras, previamente a la entrega de la Distinción Especial “Salvador Pocho Ottobre” 2025. “Cuando hablamos de audiovisual, hablamos de tiempo. De aquel tiempo en el que la edición se hacía con tijera y cinta, al presente donde un click nos permite transformar mundos enteros. El audiovisual siempre fue un espejo de su época. En los años cincuenta, el celuloide era una hoguera donde se proyectaban sueños colectivos. En los ochenta, la televisión era la ventana de lo posible: una caja mágica que unía familias. Hoy, las pantallas caben en la palma de la mano. Ese cambio no es solo tecnológico: es cultural, filosófico y político. Porque cada nueva tecnología no reemplaza a la anterior: la resignifica. El VHS convivió con el cine, el DVD con la televisión, el CD con la Radio, el streaming con todo lo previo. Cada época creyó vivir la revolución definitiva, hasta que otra llegó para cuestionarlo todo. El presente no es distinto: Inteligencia Digital, algoritmos, hologramas, realidades inmersivas. Herramientas que parecen inabarcables, pero que siempre dependen de la creatividad humana. Y allí surge una paradoja: cuanto más avanza la tecnología, más esencial se vuelve el autor. Porque detrás de cada pantalla late una voz, una intención, una historia. El desafío es no perder esa raíz en medio del vértigo digital. Que la velocidad no nos robe la profundidad. Que el algoritmo no silencie la identidad. Que la inteligencia digital potencie, pero no sustituya. El audiovisual de hoy tiene la inmediatez de un clic y la permanencia de un archivo eterno en la nube. Pero lo que lo hace inmortal sigue siendo lo mismo que en el celuloide: la emoción. La lágrima, la risa, eso que nos conecta con lo humano. Porque no hay tecnología capaz de reemplazar el temblor de una sala oscura ni la magia del relato compartido. Y en esa encrucijada de épocas, aparece el rol de quienes creemos en el futuro. No para negar lo nuevo, sino para integrarlo. No para temer a las máquinas, sino para humanizarlas. Y no para perder la memoria, sino para construirla con nuevas herramientas. Esa es la tarea de cada creador, de cada guionista, de cada director. Y también de cada institución que defiende los derechos de autor en esta era de transformaciones. Por eso, hoy la Distinción de la Comisión de Nuevas Tecnologías lleva el nombre de alguien que entendió antes que nadie esta necesidad. Un hombre que supo tender puentes entre lo artístico y lo digital. Alguien que entendió los medios también para educar. Un autor que no le temió al cambio, sino que lo abrazó como oportunidad. Pocho Ottobre. Caballero de la orden nacional del mérito de Francia. Creador de la cátedra sobre nuevas tecnologías en la universidad de Barcelona, fundador de AITED (asociación internacional de televisión educativa). Además autor de innumerables ficciones, y de libros sobre tecnología y comunicación. Su nombre es brújula, su legado es impulso, su mirada sigue siendo presente. Que su ejemplo nos recuerde siempre que la verdadera revolución no está en la herramienta, sino en el autor que la sabe usar. Volvemos al concepto con el que inicie este discurso: el tiempo. Y si hablamos de tiempo, hablamos de El Eternauta. Esa nevada que nunca cesa, esa tecnología que nos permite hoy re imaginarla con efectos visuales que la vuelven palpables. Los efectos mediante pantallas (virtual producción) drones, fondos verdes, y generación de imágenes 3D, abren portales entre pasado y futuro en una misma pantalla. Cada píxel es una nueva escena escrita en clave digital. Así, la nevada se vuelve código, y la resistencia, en imagen expandida. EL ETERNAUTA vive en cada render que reinventa su epopeya. El tiempo se transforma en materia prima de la creación audiovisual. La tecnología, en herramienta para desafiarlo”. Y concluyó, Ramiro San Honorio: “Este premio celebra esa unión: memoria, innovación y visión compartida. Un eterno homenaje que viaja del papel a la luz, de la viñeta al futuro. De los autores a los magos de la tecnología”.

Palabras de Ramiro San Honorio, Presidente de la Comisión Asesora de Nuevas Tecnologías

IMÁGENES DE UNA NOCHE DE FIESTA PARA EL CINE

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