ENCUENTRO CON EL CREADOR DE LA FIESTA DEL CIGOMÁTICO MAYOR

El humor como elemento liberador 

El humor como elemento liberador 

La Fiesta del Cigomático Mayor es un ya consolidado festival de teatro de humor con proyección nacional, en el que concursan textos de todo el país. Luego de un proceso de selección, las obras se publican y se ponen en escena con grupos teatrales provinciales. 

Esta fiesta teatral existe desde hace ocho años, fue creada y conducida por el actor y autor pampeano Omar Lopardo, gestionada desde la Secretaría de Cultura, Educación, Deportes y Turismo de la Municipalidad de Santa Rosa y cuenta con el auspicio de Argentores, además del apoyo del Instituto Nacional del Teatro y la CPE de Santa Rosa. 

En fecha reciente el jurado del certamen, formado por la profesora Dora Batisttón y el director teatral Gustavo Rodríguez, dio a conocer los trabajos ganadores y el primer premio fue para La última Navidad, de Patricia Suárez (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). El segundo fue para El valor de la gloria, de Gustavo Eduardo Satler (de Paraná, Entre Ríos) y el tercero se lo llevó la obra Debut, de Adriana Allende (Esperanza, Santa Fe). 

 Múltiple creador y gestor, Lopardo es autor, actor, director teatral y delegado cultural de Argentores para La Pampa. Tiene su propio grupo de teatral, El Huésped, en su Santa Rosa natal -donde cada año se pone una obra de autoría nacional- y es desde su primer día el organizador, el real gestor de la Fiesta del Cigomático Mayor. 

 De paso por Buenos Aires, conversamos con Lopardo en el Espacio Encuentro de la entidad. En el comienzo de la charla, habla de los orígenes del proyecto.  

Lopardo hablando de Hugo Saccoccia, cuya foto aparece en la pantalla.

“Nobleza obliga: debo aclarar que yo soy el continuador de la obra de Hugo Saccoccia, quien en Zapala tenía un fenomenal festival de humor. Al fallecer Hugo, quedó inconclusa la publicación de un libro y decidí seguir su huella. Pedí un subsidio y lo publiqué. Lo llegamos a presentar en Argentores. Y me dije, “no quiero que esto se muera”. Ese festival era hermoso, tomé como algo personal que esa fiesta, que entregaba los premios Emilia, continuara en La Patagonia. Llevé la idea a la Secretaría de Cultura municipal, fue aceptada y conté más tarde con el apoyo del Instituto Nacional de Teatro, de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa, de la Universidad de La Pampa, y de Argentores, por supuesto.” 

El nombre de la iniciativa, siempre causante de curiosidad, es así explicado por el autor. “El cigomático mayor es el músculo que provoca la mueca de la risa. Cuando nos reímos lo que tensamos…es el cigomático. Se me ocurrió que podría ser divertido. Quise que fuese una fiesta de humor y bien popular. Creo que su denominación es un buen comienzo”. 

Luego recordará a los dos jurados, Dora Batisttón, “una excelente profesora universitaria, especialista en comedia antigua, con una enorme cultura y extraordinario sentido del humor, que siempre deja una enseñanza cuando me hace una devolución” y a Gustavo Rodríguez, “un gran director teatral pampeano”. “Las obras que llegan no sólo tienen que ser graciosas, sino que deben tener calidad, buena construcción.  Yo deposito mi confianza en ambos jurados, quienes me acompañan desde hace tanto tiempo”, estima. 

¿Cuál es el requisito para que a una obra se abra paso en el encuentro?  “Que sea graciosa, primero”, contesta. Continúa: “Segundo, que tenga una duración aproximada entre 45 minutos y una hora y veinte”. Otro, explica, que sea de factura posible. “No me pongas una historia con 17 actores en escena, una catarata, que llegue un avión o algo así porque no va a poder ser”. 

El festival, a pesar de su sostenida evolución, y como consecuencia de los vaivenes nacionales, está en jaque, de acuerdo con lo que afirma su creador.  “En 2023 fue muy difícil, y pensé que en 2024 no se iba a poder hacer, debido a cómo se inició esta nueva etapa política con tantas amenazas de cortes de ‘todo’. Pero, aun así, conseguí apoyos. Y me dije larguémonos y vamos viendo hasta dónde llegamos, con la soga al cuello.  En principio, el próximo festival se haría en febrero. Ya tenemos a los ganadores y ellos ya cobraron sus premios.” 

¿Por qué la mirada puesta en el humor, qué elementos puntuales de atracción ejerce sobre el responsable del “Cigomático”? Puntualiza que “cuando vine a Buenos Aires hace muchísimos años a estudiar, quería ser un Alfredo Alcón, conocer el drama, ser un “trágico”.  Pero, como uno es un juguete del destino, al año y medio de llegado, empecé a trabajar con Antonio Gasalla y Enrique Pinti… Y nunca más quise ser un trágico. Reconocí el valor del humor como vigorizante, como productor de energía”. 

Recuerda enseguida a aquella revista Selecciones del Reader´s  Digest que leía de chico con entusiasmo. Y a una de sus secciones emblemáticas, en la cual se zambullía: El humor: remedio infalible.  “Es que el humor es una cura -recalca-; lo cómico tiene un efecto distanciador del objeto. Eso, en mi opinión, produce una consecuencia más fuerte que la tragedia o el drama. Cuando un autor quiere formular una crítica social o política, y utiliza el humor, es más eficaz.  La risa pone una distancia, mientras que el drama te hace compenetrarte con la emoción. Entiendo que la comedia te aleja; con ella se puede ver el objeto desde lejos y terminar llegando a grandes verdades. Con Pinti y Gasalla lo entendí. Para la gente, sus textos eran como una epifanía, tenían un efecto liberador. Sus textos partían del sentido común aplicado con gracia a situaciones.” 

Lo consultamos acerca de lo que el festival genera, en datos.  Informa, didáctico, que suelen llegar entre 40 y 80 obras por cada convocatoria. Resalta luego que, en la generalidad de los textos, se advierte muy bien lo que preocupa en la sociedad en ese momento. Cuando ocurrió la pandemia -y el festival no se detuvo-, Lopardo advierte que llegaron textos que hablaban de la prisión, del encarcelamiento, del aislamiento, siempre desde el humor, pero apuntado hacia ahí. Y que este año, fue todo muy complejo. “Tuve que alargar el plazo. No habían llegado muchas obras y las que habían entrado, no tenían, directamente, mucho humor. El jurado resaltaba que estaban bien escritas, pero que no tenían casi nada de “eso” que necesitábamos. Hay épocas que todo es difícil… Por fin, a último momento aparecieron obras muy como para nuestro concurso.”   

Subraya que las edades de los autores y autoras tiene un rango muy amplio y que hasta llegaron a recibir en su momento textos de argentinos viviendo en México o Israel. ¿Formato artístico buscado? Lopardo establece que la norma es la comedia, con varios personajes, pero que han recibido unipersonales, algunos muy rescatables. Ejemplifica con el premio que obtuvo el autor Alejandro Robino, el cuarto año del certamen, “con un monólogo estupendo”. También rescata otro, llegado esta temporada, de la dramaturga Alicia Muñoz. Y al preguntarle si alguna de las piezas tuvo “vida” tras el reconocimiento del festival, rememora que varias premiadas “han seguido yirando” por los escenarios, como Una noche con Sandro, de Pedro Gundesen; La batalla de Mailén, de Pablo Rosadilla; Mostro, de Emilio Ferrero; El amigo invisible, de Juan Carlos Gallego y Emilio Ferrero o Endúlzame las heridas, de Gastón Quiroga. Asimismo, manifiesta que algunas de las piezas que han llegado son para niños y que el origen geográfico autoral es variadísimo.  

Consultado si él mismo ha interpretado algunas de las obras, sostiene que, durante la pandemia, en versión semimontada, actuó en una obra de dos personajes de Luis Sáez, La peluca de Mecha Ortiz. “La posibilidad que me da la condición de actor con respecto a la dirección del Cigomático, es el poder ver la obra ya puesta, cosa que, al jurado, por ahí, se le puede dificultar. Yo la leo y ya la estoy ‘actuando’. Yo no soy jurado, pero tengo mi opinión. Les aporto mi experiencia actoral y alguna vez me han hecho caso” (risas). 

Lopardo distinguido con el segundo premio del certamen de dramaturgia “Patio de Comedias”

Al universo autoral arribó al haber formado alguna vez un grupo de teatro. “Éramos cuatro comediantes. Y empecé a escribir y la primera obra que hice recibió una ¡mención de Argentores! Seguí haciendo cosas y fui premiado por el Instituto Nacional de Teatro, el Cervantes y recientemente en España.” Lopardo fue distinguido con el segundo premio del segundo certamen de dramaturgia “Patio de Comedias” por su obra Luna rota. Como delegado cultural de Argentores en La Pampa y responsable del Cigomático, asevera que ambas actividades convergen en un hecho positivo. “Desde que llevamos adelante el premio, han empezado a aparecer nuevos autores y autoras en la región. Al tercer año ya teníamos varios participando. Y eso creció. Estoy orgulloso que el festival haya sido un estímulo.” 

 “Está comprobando científicamente, que el humor sana, cura, fortalece. Ahí están los payamédicos, crea endorfinas, es energizante. Es, también, un vehículo de crítica.  Con una buena carcajada, a la gente se le caen las defensas; desde ahí se puede ejercitar una mirada crítica”, culmina. 

L.C. 

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