En el Día Internacional de la Danza, Argentores desea saludar y felicitar a todos los creadores y creadoras que cultivan este arte extraordinario en nuestro país y muy especialmente a los coreógrafos y coreógrafas, cuyos derechos económicos y morales son parte de la defensa cotidiana que nuestra entidad lleva adelante con nuestros autores y autoras. Recordamos que desde 2017, en Argentores y en el ámbito del Consejo Profesional de Teatro, funciona la Comisión de Coreografías.
Desde 1982, cada 29 de abril, el Comité Internacional de la Danza de ITI celebra el Día Internacional de la Danza, en conmemoración del nacimiento de Jean-Georges Noverre (1727-1810), creador del ballet moderno. La intención es celebrar la danza, deleitarse con la universalidad de esta forma de arte, cruzar todas las barreras políticas, culturales y étnicas, y finalmente, unir a todas las personas bajo un lenguaje común: la danza.
Cada año, un mensaje de un destacado coreógrafo/a o bailarín/a circula por todo el mundo. El autor/a del mensaje es seleccionado por el Comité Internacional de Danza y el Consejo Ejecutivo del ITI. Este año, el mensaje está a cargo de la bailarina argentina Marianela Núñez.
Un recuerdo no alcanza para hacer historia. Y la historia de un teatro, como la de cada uno, es también la historia de los demás, de cómo un arte como la danza migró y creció en diferentes latitudes.
Las paredes del Royal Ballet atesoran las fotografías que narran el viaje recorrido, la historia reclama sus protagonistas y la danza en Argentina resplandece con cada uno de esos nombres.
Con frecuencia, las instituciones se sumergen en un silencioso anonimato, sin rostros ni apellidos, evitando enfrentarse al eco del pasado.
Son las organizaciones impulsadas y respaldadas por el ITI-UNESCO, como lo es el Consejo Argentino de la Danza, las que frecuentemente hacen de muralla que detiene al olvido.
Estoy junto a ustedes en el compromiso de rescatar y revitalizar la historia de maestros, artistas y coreógrafos que han enriquecido el mundo de la danza, merecedores de ser escuchados por las generaciones venideras. Que sepamos todos que no somos espectadores, sino herederos de una tradición forjada con arte, dignidad y sacrificio, nutriendo nuestro camino con vocación y amor por la belleza. Si bien el futuro y el presente acaparan nuestra atención, sin el sólido cimiento del pasado, sin la fertilidad
de nuestra tierra, el árbol de la danza no puede florecer. Las raíces son tradición y a la vez… nutrientes.