Mariano Biasin y su película Sublime

Una experiencia para poner en un cuadrito

Una experiencia para poner en un cuadrito

Premiada y festejada en distintos festivales del mundo, la película Sublime, escrita y dirigida por Mariano Biasin, ha agregado recientemente a su lista de laureles la distinción que le otorgó Argentores al mejor guion en las producciones fílmicas correspondientes al año 2022. Creador antes de este trabajo de varios cortos –entre ellos uno llamado El inicio de Fabrizio, de 2015, que fue galardonado en Berlín-, Biasin, a los 35 años, no había rodado todavía un largometraje, pero portaba sobre sus hombros la sólida experiencia de haberse desempeñado, durante las casi dos décadas previas a su opera prima, como asistente de importantes directores del país. Hecho que lo abastecía de un amplio conocimiento de muchos de los secretos que se aprenden en la labor dentro de un set cinematográfico. De modo que, estimulado por éxito del corto mencionado y otras razones, decidió presentar su primer proyecto de largo aliento al Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales (INCAA) en 2018. Hoy, a los 43 años, y luego de haber estrenado Sublimeprimero el 12 de febrero de 2022 en Berlín, y en noviembre del mismo año en Buenos Aires, disfruta de la muy buena acogida que tuvo su película entre el público nacional e internacional y la crítica en general, que destacó la calidad de la historia, las excelentes interpretaciones de los jóvenes actores, en especial los protagonistas (Martín Miller, en el papel de Manuel, y Teo InamaChiabrando como Felipe) y la segura conducción del director.

Tu vocación por el cine comenzó, según creo, en los comienzos de la adolescencia, ¿no? 

Sí, era muy joven. Recuerdo como un punto de clave de esa vocaciónque, a los 14 años, mi papá me regaló una cámara, que era un objeto al que no se podía acceder de modo tan fácil como ahora, que con el celular se graba todo. Y eso me despertó de inmediato una curiosidad por imitar las películas que buscábamos con amigos de una manera muy bizarra, un interés por lo que ocurría en ese espacio. Y cuando terminé el secundario, me di cuenta de que quería incorporarme a ese mundo, sin saber bien todavía en qué rol, si sería manejando una cámara o escribiendo un guion. Entonces me inscribí en la escuela de cine de Eliseo Subiela, que estaba cerca de casa. Y encontré allí un ámbito muy familiar. Además, el día en que fui a anotarme estaba allí justamente Eliseo, lo que me convenció de que ese sería un espacio para formarse en contacto muy cercano con él y con el cine. Para mejor yo que, por ese tiempo tendría unos 18 años ysolo veía películas comerciales y no cine argentino, había asistido a un filme de él y me había gustado. Y decidí por lo tanto estudiar, hacer la carrera en esa escuela, que me encantó porque la veía como un ámbito potencial y agradable de crecimiento. Y durante el curso, hice varios cortos, algunos más lindos, otros más feos, pero nunca sentí que lograba expresarme del todo. Claramente, estaba aprendiendo. Y luego de eso, un profesor de la facultad, Javier Olivera, el hijo de Héctor Olivera, me llevó como aprendiz e hice de meritorio en una película. Y así participé en ellargo proceso largo de preparación de una película. Y, a partir de allí, empezaron a llamarme con continuidad para trabajar en otras filmaciones, primero como ayudante de dirección, luego como segundo, más tarde como primero, después como asistente, y a través de esas experiencias –ya egresado de la facultad- comencé a construir mi carrera. Y siempre queriendo conectar con ese niño de 14 que quería dirigir y hacer sus propios cuentos. Entretanto me formaba en los equipos de dirección que integraba, que es un trabajo muy intenso y lleva mucho tiempo. Es realmente desgastante. Toda la logística del cine es bastante compleja. Me especialicé en eso y sin darme cuenta fui acumulando mucha experiencia y en el fondo siempre quería dirigir. Y en el 2015, hace casi ya diez años, gané en el INCAA un concurso de historias breves y tuve la oportunidad de hacer un cortometraje. Y con él, además de estrenarse en cine y darme mucha satisfacción, participé en el Festival de Berlín en la sección Generation, que es la sección de contenidos jóvenes, de historias de jóvenes, donde gané el primer premio. Y eso fue para mí muy hermoso, porque abrió un montón de puertas.

¿El corto era El inicio de Fabrizio?

Así es.

¿De qué se trata?

En un punto es una historia también de adolescentes, está conectada con ese universo. Después hice otros cortos de distintas temáticas. Pero, cuando quise escribir mi primer largometraje, volví al universo de ese corto en el que me había ido bien, en un terreno en el que me sentía cómodo. Así que llegué a este presente después de hacer mucha asistencia y en parte ese corto fue como el puntapié para volver a sentir que el que podía dirigir era yo. Y el amigo Juan Pablo Miller, que es el dueño de la productora Tarea Fina con la que hice Sublime,me alentó y apoyó en la idea de hacer mi primer largometraje como director. Supongo que el ver el trabajo que había hecho en ese corto le dio la seguridad como para apoyarme en el proyecto y producirlo, además.

¿Vos trabajas además en la productora Tarea Fina?

Sí, yo trabajo allí como asistente de dirección de muchas de sus películas y Juan Pablo me conoce de ahí. Y por eso él me ayudó y apoyó con el corto, que fue una primera prueba para verme a mí en el rol de director. Se alegró mucho con los premios que obtuve con el corto y fue él mismo el que insistió en producir ese material. Es un caso particular, no muy corriente en el medio, donde uno generalmente tiene que ir golpeando puertas. Juan Pablo es un muy prestigioso productor, con un recorrido importante y que ha volcado su productora a generar un cine de autor, sencillo en el sentido de no hacer grandes producciones, pero con una mirada muy afilada para elegir las historias que se cuentan. Y no por casualidad ha logrado que varias películas producidas por Tarea Fina sean premiadas. Ha sido un verdadero privilegio para mí que él me acompañe. Tal es así, que su hijo, que es actor, es el protagonista de la película, Martín Miller. Y ese hecho de que es protagonista no tiene nada que ver con que el padre es el productor del filme, sino que era alguien al que yo había seleccionado para hacer otro corto, al comprobar su muy buena pasta de actor. Pero al comenzar Sublime, él era muy chico, tenía 14 años y yo necesitaba que tuviera 16. Y con la pandemia, él creció y al momento de elegir a los nuevos actores para el personaje daba perfectamente para ese papel. Al otro chico, Teo, lo conocía de una película de Paula Hernández, en la que fui asistente. Así que de alguna manera los dos roles principales terminaron siendo para dos actores que ya conocía. Las vueltas de la vida, pero en el camino fuimos viendo como a mil personas y fueron quedando grupos más chiquitos, después vino la pandemia y obligó a barajar de nuevo y dar otra vez cartas.

Se puede haber trabajado al lado de uno varios directores, pero con seguridad a la hora de dirigir uno mismo sedeben presentan desafíos que, naturalmente, son particulares y a menudo distintos a los que se vivió en su experiencia previa, ¿no?

Si bien es cierto que, para pasar a dirigir, que es un cambio de rubro, yo sentía que estaba preparado por mi itinerario previo, o sea la experiencia junto a directores y directoras, donde aprendí un montón, es verdad también que al dirigir la película me di cuenta que, ese traje, era difícil de ponerse. Hay muchas decisiones que parecen simples de tomar, pero al momento de tener que adoptarlas son difíciles. Eso, sobre todo: la acumulaciónde decisiones que hay que tomar a cada minuto. Son decisiones a veces pequeñas, pero que, sin embargo, al implementarse luego, modifican todo lo demás. Desde decidir quién será el protagonista o qué dice en determinado momento hasta de qué color lo vestimos o si filmamos o no en la playa. Son pequeñas decisiones pero que siempre influyen sobre el todo. Y ahí entendí mejor el rol del director y comprendí más a los directores que me había tocado acompañar cuando en esas experiencias me interrogaba por qué se trababan con tal o cual cosa.

Decís más atrás que el cambio de los actores jóvenes fue un forzado por la pandemia. ¿Ustedes ya habían armado otro elenco antes de ella?

Sí, fue una decisión forzada por la pandemia. Nosotros presentamos el proyecto al INCAA en 2018, porque ya a finales de 2017 estaba la primera versión del guion. Y empezamos a preparar el casting por 2019, apuntando a rodar la película justo en abril de 2020. Un mes antes de eso estalla la pandemia y todos los chicos que teníamos elegidos estaban perfectos para hacerla en ese momento, pero como paramos un año y medio a esa edad cambian mucho y se pierde la frescura. Y nosotros queríamos precisamente reflejar ese rasgo de la edad. Y con la directora de casting, María Laura Berch, quien tiene mucha experiencia en la formación de elencos de adolescentes, habíamos hablado en el momento cero de esta historia sobre lo interesante que era que la edad de los actores coincidiera con la de los personajes, no como en los típicos casos de las series americanas donde los chicos del secundario tienen 25 años. Entiendo que en el caso de esas series a veces puede ser mejor, pero en esta película, que es muy chiquita e íntima, queríamos que los chicos tuvieran esa edad. Y claro, con el parate de un año y medio, los chicos que tenían 16 o 17 en el momento en que habíamos planeado iniciar el rodaje, después de la pandemia ya no eran lo mismo, habían cambiado. Así que ahí hubo que ajustarse a los tiempos que queríamos realmente reflejar y cambiar de actores.

Y en este momento, ¿tenés algún proyecto?

Sí, estoy escribiendo algo nuevo, distinto, con otro universo, otro género. En verdad es una mirada bastante similar en cuanto al tono dramático de la historia anterior, pero en un universo con otras edades y con otras características. El personaje principal es un adulto bastante golpeado por la pérdida reciente de un ser querido y trata de cómo él se vincula en ese momento con sus hijos. Estoy en plena escritura.

En Sublime, el guion sigue al cuento que te inspiró el corto.

No, el corto de alguna manera inspiró el universo de esa edad y ese tipo de historia, pero el guion de Sublime parte de un lugar nuevo, original, en el cual me interesó la historia de un adolescente que estuviera vinculado en forma intensa con la música, que hace música y expresa a través de ella sentimientos que tal vez le resultara más difícil transmitir en palabras. Y todo eso sucediendo en un contexto de playa. Me interesaba bastante que el mar tuviera un peso importante en la historia. Ya que la historia se planteaba como bastante intimista, de algún modo parecida a la propia cabeza del personaje, me gustaba que, de repente, hubiera momentos en que el mar ayudara a generar una apertura en su mente que lo empujara asalir de ese encierro en el que se sentía.

Recién hablaste de la música en la película. ¿Qué importancia ha tenido ella en tu vida?

Mi relación es básicamente de admiración, es un lenguaje muy emocional, que incluso me parece mucho más potente que el cine. En mi opinión es más sublime. Creo que cuando una película tiene una música atrapante, el lenguaje del cine se enriquece mucho. Hay directores, sin embargo, que trabajan el cine sin música. En teatro también. En mi caso, es lo contrario, yo lo disfruto. Cuando me conecto con mi espectador personal, la música es fundamental. Desde chico me he vinculado a la música y tengo una banda con la que trabajo, aunque no me lo he tomado como objetivo profesional, solo estoy en ella por puro placer. Eso porque mi cabeza ha estado siempre más conectada con aprender y articular el lenguaje del cine, pero le tengo mucho respeto y cariño a la música como factor emocional. Encuentro allí un espacio que si sigo haciendo películas desearía que permanezca presente y tenga una función. Es fácil percibir también a veces que la música a veces sobra en una película, que al director se le vaya el pulso de las cosas y ponga demasiada música y que eso moleste. Hay que encontrar un balance adecuado.

Quien haya visto Cinema Paradiso, y tantas otras películas, puede entender qué es loque la música significa en una película.

Sí, claro. Para mí la música de Cinema Paradiso hace a la película. 

Fotograma de “Sublime”

Vos dijiste en una entrevista que durante la filmación de la película ustedes se encontraron frente a un arco iris inesperado y lo tomaron como un elemento de gran aporte para establecer ese clima.

Totalmente. Fue algo casual. Durante una toma nos encontramos con un arco iris que justo a esta historia le venía muy bien, porque es un símbolo de la diversidad, del cambio de paradigma en el tema de la masculinidad. Era un elemento interesante que vino de casualidad, por la gracia del cielo y del clima. En ese momento se largó a llover y parecía que este cambio de tiempo iba a arruinar la jornada. Y a los diez minutos paró y el productor vino para señalarme la presencia del arco iris en el horizonte y lo pudimos aprovechar.

Creo que vos habías definido a la película como una suerte de coming-of-age, que es un género cinematográfico que se centra en el crecimiento personal. ¿Es así?

Sí, es un género que combina romance, aventura, conflicto familiar, es un subgénero que casi se convierte en un género en sí mismo, porque hay muchas películas y series que abordan la vida de personajes a esta edad en que los cambios son tan intensos y las vivencias parecería que están siempre al límite. Y a mí, me atrajeron siempre estas películas, desde chico, esas historias de crecimiento, de poner a prueba las amistades.

¿La películase vio, además de Berlín, en otros lugares?

La película estaba terminada a principios del 2021 y la seleccionaron en Berlín donde fue, como dije antes, premiada. Así que se estrenó en esa ciudad, lo cual constituyó para mí una experiencia hermosa, pero tuvo como condimento negativo que todavía estaba muy fuerte la pandemia y en Alemania sobre todo había muchas restricciones. Y no pudimos viajar todos, por ejemplo, el productor que tenía muchas ganas de asistir al festival, y el protagonista, Martín. No pudimos ir todos por las vacunas. Era un momento en que regía el requisito de que las vacunas tenían que ser de tal o cual marca. Yo por suerte tenía la vacuna que ellos aceptaban y pude viajar con el músico, EmilioCervini. Y el viaje a Berlín fue muy bueno provechoso, porque además de estar en un festival de clase A, de gran prestigio, estar allí abrió muchas puertas para que te invitaran a otros festivales. Así que a partir de allí comenzó una travesía preciosa de la película. Al poco tiempo estuvimos en Londres, en un festival que se llama BFI; más tarde estuvo en Seattle, Estados Unidos, y en San Francisco y en Miami. En Seattle nos tocó ganar el premio a la mejor película iberoamericana, y en San Francisco nos concedieron una mención a los nuevos directores, otra sorpresa muy linda. Después fuimos a San Sebastián, donde ganamos el premio Sebastiane Latino, que se da a la mejor película latinoamericana con temática LFTG, o sea relativa al tema de la diversidad. Posteriormente, fuimos a Biarritz, Francia, a un festival muy chiquito y agradable. Y luego llegamos al Festival Latinoamericano de la Habana. Estar en Cuba constituyó una experiencia muy fuerte. Nos invitaron también ir a Chicago y viajé además a Sarajevo. Fue un itinerario fantástico. Y la verdad, la recepción fue en todos los casos buena. Yo tenía el miedo de que la película fuera solo interesante para personas que pasaron por experiencias puntualmente así. Y no, la película logró traspasar esa barrera y volverse interesante para personas de distintas edades y de diferentes culturas.

Tiene además ese final, que deja abierta la posibilidad a distintas posibilidades.

Es interesante este asunto, porque en diversos festivales esto fue un motivo para las charlas que se generan luego de la proyección. Y en esos intercambios se oían teorías que yo nunca hubiera imaginado sobre ese final y expresaban ideas, que a veces me parecían buenas, pero que no tenían nada que ver con lo que había pensado. Pero igual está espectacular. Creo que esa escena es algo que le da como un toque final al proceso de toda la película, que tiene que ver con la idea de que los jóvenes tienen hoy las llaves para romper con los patrones que para otras generaciones fueron más difíciles de quebrar por su rigidez. Se puede ser de una manera o de otra, y no porque una de esas maneras sea mejor que la otra, sino que es la forma que cada uno o una elige. Y en ese aspecto, los jóvenes de hoy tienen otra apertura para conseguir las cosas y en ese punto la película refleja esa espontaneidad.

Sin duda. ¿Cómo le fue acá a la película?

La película se estrenó en Argentina el año pasado, en noviembre de 2022, en el Gaumont. Tuvo allí sus dos semanas en las que hicimos mucho esfuerzo para lograr la mayor repercusión posible. Estuvo en muchos cines y en algunos de esos complejos llamados Cinemark Hoyts. Es muy difícil estar en esos complejos porque el público general, que no cuenta con información sobre el filme, a la hora de ir a ver algo al cine elige los tanques de Hollywood. Pero nosotros tuvimos la suerte de que hubo unas cuantas proyecciones en distintos lugares, como las del cine Cosmos, donde permaneció varias semanas, y en el “boca a boca” se fue generando una buena difusión y la gente iba. También se proyectó en la Manzana de las Luces y estuvimos en varios de los espacios INCAA en el país, como los de Santa Fe o Jujuy, que nos invitaron especialmente.

Otro de los comentarios tuyos que leí decía que te gusta el streaming, pero que no renuncias por nada al clima que ofrece ver una película en una sala.

En la pandemia sentí que había señales de que el cine tal como lo conocíamos podía desaparecer. Y eso me producía terror y de alguna manera ahora veo que resiste, subsiste en algunas personas ese encanto de ir a ver las películas a las salas de cine. Y me parece que es importante que esa disposición exista. No me refiero a las películas que son productos, que no tengo ningún problema en que existan, las de los superhéroes y otras, diseñadas para generar una adrenalina constante, pero hay historias que tienen otros tiempos, como Sublime y muchas más, que no están concebidas para que se puedan ver en la pantalla de un teléfono o mientras estás en tu casa cocinando. Hay algo en ese cine que te obliga al silencio, a estar concentrado, siento que el espacio de la sala de cine tiene que resistir.

¿Hubo algún momento de toda esa travesía internacional que hizo la película que recuerdes con especial cariño?

Sí, diría que uno de esos momentos fue cuando en San Sebastián pudimos ir todos, ya sin problemas con las vacunas, el productor, el protagonista y yo disfrutando la película y recibiendo un premio. Y justo ese día se festejaba el cumpleaños de Juan Pablo. Fueron unos días de mucho regocijo. Fue una experiencia para poner en un cuadrito.

A.C.

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