En 1910 un grupo de dramaturgos, cansados de que les dieran unas monedas por sus obras y que los empresarios hicieran un gran negocio, decidió luchar por lo que creía. Comenzaron una serie de reclamos frente a los teatros de calle Corrientes. Fueron detenidos y golpeados. Pero luego de meses de lucha lograron el 10% de la taquilla como derecho de autor y nació Argentores. Hoy Argentores recauda y liquida los derechos de autor de textos de teatro, radio, cine, televisión y plataformas digitales, para los autoras y autores argentinos y del mundo. Es una sociedad sin fines de lucro, que nació como mutual porque nuestros fundadores conocían la realidad autoral. La discontinuidad laboral hace que un autor llegue a la madurez y tenga problemas económicos serios. Solo el 20% de los autores, lo hace con cierta tranquilidad económica. Si no tuvo mucho éxito comercial en la vida, si no está en pareja con alguien que ejerza otra profesión, o si no viene de familia de dinero, entrará en el 80% restante. Esta lectura de la realidad, hizo que nuestros fundadores crearan a Argentores como una mutual. Hoy nuestros asociados tienen derecho a dos capitas de una prepaga de primer nivel, gratuita, una pensión que es más alta que la mínima del Estado, e infinidad de ayudas asistenciales económicas. Desde subsidio por nacimiento y fallecimiento, hasta el pago de estudios a los hijos menores de socios fallecidos. Todo esto lo sostiene Argentores sin un solo peso del Estado. Insisto, el Estado no subsidia ni a Argentores ni a ninguna de las otras sociedades de gestión de derechos, Sadaic, DAC, Sagai, AADI y Cadra. Se autofinancia a través de las comisiones administrativas que vuelven al socio convertidas en solidaridad. Además, Argentores es controlada por la Inspección General de Justicia y el Inaes, por ser una mutual, organismos que regularmente participan de nuestras asambleas anuales y que luego aprueban nuestras memoria y balances. Entonces la gran pregunta es: ¿por qué el Estado quiere desregular a las entidades de gestión?
La ley ómnibus que presentó el gobierno de Javier Milei, nos prohíbe seguir siendo una mutual. ¿Quién se hará cargo entonces de las ayudas a los miles de asociados que tienen nuestras sociedades? Esta ley propone también la autogestión. Una total falacia. Es imposible que un autor pueda seguir la suerte de su obra por el mundo, si no hay detrás una sociedad de gestión. El autor o la autora no puede vivir recorriendo el mundo cuando su obra se estrena en una plataforma en cincuenta países distintos. Es inviable. Pero lo que sí este articulado permite engañosamente, es abrir un nicho de negocios habilitando la entrada de agencias de representación. Estas agencias seducen a los 10 o 15 artistas más exitosos y ofreciéndoles una menor comisión administrativa los comienzan a representar. Esto no hace más que atacar al corazón del derecho de autor: No solo le quita fuerza a los autores a la hora de negociar con los grandes usuarios de sus obras, ya que las sociedades de gestión perderían la exclusividad de representación, sino que también los deja sin amparo cuando ya sus obras no se comercialicen. Llegado ese momento la agencia los abandonará y los autores seguirán la suerte de su obra en desgracia. Sin pensión. Sin servicios médicos. Sin ayuda ninguna. Ya que nuestras sociedades habrán dejado de existir tal como hoy las conocemos. Y como plus destructivo dejarían en la calle a muchos empleados y empleadas que trabajan en nuestras sociedades. Una entidad de gestión es un círculo virtuoso que protege a su colectivo y le ahorra dinero al Estado. En 1998, el Ministro, Roque Fernández, sacó a Argentores y a Sadaic de la desregulación que el presidente Menem había impulsado, porque entendió que no era aplicable a una sociedad de gestión. Ojalá que nuestros legisladores también lo entiendan y se sumen a esta lucha por lo que es justo.
Miguel Ángel Diani
Presidente de Argentores
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