NICANOR LORETI Y CAMILO DE CABO, AUTORES DE UN MILLÓN DE ZOMBIES ANALIZAN SU DOCUMENTAL

Historia de una plaga que nació en Haedo

Historia de una plaga que nació en Haedo

Hace poco más de un cuarto de siglo, en la tranquila localidad de Haedo, ubicada en el partido de Morón, en el oeste bonaerense, fue escenario de una aventura cinematográfica que tuvo por protagonistas a un grupo de colegiales fascinados por las historias de zombies. Esos chicos, descubren por entonces, 1997, que con los recursos que tienen a mano, todos ellos muy artesanales, pueden imitar a los filmes de acción y terror que aman y tanto los divierte al verlas en videos y el cable. Y de ese alumbramiento, y la clara decisión de convertirlo en un juego para entretenerse y vencer la cuota de tedio que a esa edad suele provoca el flujo de lo cotidiano, surge Plaga Zombie, el film inicial de una saga de tres, que hoy se ha convertido para los seguidores de ese género de comedia-terror o cine gore en un verdadero mito y la primera de las películas de ese tipo hechas en la Argentina. La idea original de aquel proyecto parte de Pablo Parés y Hernán Sáez, a quienes se suman de inmediato otros tres amigos Berta Muñiz, Walter Comás y Paulo Soria, con quienes se ponen de acuerdo para fundar Farsa Producciones como motor para dar impulso a la iniciativa. La primera de la película que filman es Plaga Zombie, en 1977, a la que le sigue cuatro años después, 2001,Plaga Zombie: Zona mutante y, por último, en 2012, Plaga Zombie: Zona mutante-Revolución tóxica.

En 2002, a diez años del último film del grupo, los directores y guionistas Nicanor Loreti y Camilo de Cabo –el primero de los cuales conoció de adolescente esa experiencia- estrenaron  un atractivo documental, que refleja las distintas alternativas que enfrentó aquel grupo de chicos en el trayecto de los quince años que recorrió para hacer esas tres películas, los fuertes lazos de amistad que unió a sus integrantes, pero también los altibajos y disidencias que,al mismo tiempo, experimentó esa relación a medida que sus protagonistas crecían y se hacían adultos. Todo eso, en simetría, con el ascenso de la difusión de sus películas y una progresiva transformación en un objeto de culto. Un millón de zombies: La historia de Plaga Zombie, tal es el nombre del documental, desarrolla el relato de la evolución de esa trilogía, de los vaivenes de la relación grupal, y de la suerte de Farsa Producciones, a través de los testimonios y recuerdos evocados por sus protagonistas en distintas entrevistas, pero también de diversos materiales sobre la experiencia que fueron grabados en VHS. El documental, que dura 75 minutos y cuyo guion fue distinguido hace poco como el mejor en su género del año 2022 por Argentores, fue seleccionado para participar en la sección Brigadoon del 56 Festival Internacional de Cinema Fantastic de Catalunya-Sitges, que se llevará a cabo entre el 5 y el 15 de octubre próximo.

Nicanor Loreti, 44 años, es un director, guionista y productor argentino que empezó a filmaren los inicios del año 2000, en que se inició dirigiendo un cortometraje llamado Nathán: El peluche asesino, al que siguieron otros dos: El Kuervo (2005)y BladBlood (2009), y luego el documental La H (2011). Al año siguiente, dirigió su primer largometraje, Diablo, una película de comedia-acción, que escribió junto a Nicolás Galvagno y cuenta el caso de un boxeador retirado por matar a un rival en el ring, Marcos Wainsberg (El Inca Sinai), quien, por tratar de salvar a un primo de las amenazas de un grupo de matones terminan metiéndose en distintos problemas y conflictos que deberá resolver. El protagonista de esa historia es Juan Palomino,  actor que aparecerá luego en otros trabajos del creador. De allí en adelante, Loreti no ha parado de dirigir películas, entre otras: Socios por accidente1 y 2 (2014 y 2015), Kryptonita (2015), y su continuación en una serie televisiva, Nafta Súper (2016); 27: El Club de los Malditos (2018); Anoche (2018), Pinball (un corto de 2019), Punto Rojo (2021), Un millón de zombies: La historia de Plaga Zombie (2022). Anoche fue dirigida junto a Paula Manzone. Y en 2021 participó con Camilo de Cabo y Jimena Monteoliva en la escritura del libro de Bienvenidos al infierno, que dirigió ésta última. 

Por su parte, Camilo de Cabo es periodista y guionista de profesión, oficios al que ahora suma con el documental Un millón de zombies: La historia de Plaga Zombie su debut como director, al menos en un largometraje. Junto a Nicanor Loreti empezó a trabajar como guionista en la película Kryptonita, un thriller-comic de superhéroes con Juan Palomino, Pablo Rago, Diego Cremonesi, Diego Capusotto, Susana Varela y Diego Velázquez, entre otros. El filme transcurre básicamente en un hospital, el Parossien, ubicado Isidro Casanova, localidad de La Matanza, donde la abrupta llegada una noche de una banda interrumpe la rutinaria labor del lugar y les cambia la vida a todos. El guion de la película, que tarda 80 minutos, es una adaptación de la novela homónima de Leonardo Oyola, escrito por Camilo de Cabo, Nicanor Loreti, Paula Manzone y Nicolas Britos. De Cabo intervino también en el guion de Bienvenido al infierno, comentada más arriba, que es un thriller con condimentos de terror y sobrenaturales, que transcurre en una zona rural.

Con ambos directores y guionistas charlamos para esta revista luego de que fueran premiados por Argentores.

¿Ustedes comienzan a trabajar juntos por primera vez en la película Kryptonita?

Loreti: Si en esa película escribimos juntos la adaptación de la novela, pero nos conocíamos de antes, porque ya éramos amigos y, además, habíamos trabajado en La Cosa Cine, una revista donde éramos periodistas los dos. Yo fui durante un tiempo jefe de redacción de esa publicación y luego, como ya había empezado a trabajar en cine y tenía menos tiempo, participaba en ella como periodista part time, a tiempo parcial. Ahí es donde comenzamos a trabajar inicialmente juntos. Y Kryptonita, como decís, es nuestra primera experiencia en común en cine, en 2015.

¿Vos, Nicanor, aparte de escribir con Camilo el guion de la película, además la dirigiste?

Loreti. Si. Se trata de una novela homónima de Leonardo Oyola, un escritor muy reconocido al que le gusta mezclar muchos géneros, el policial negro, el western, el terror a veces,lo fantástico, y que toma al conurbano bonaerense como el escenario habitual de sus historias.

Es una película que tuvo buena repercusión, ¿no?

Loreti: Si en su momento le fue muy bien, estuvo en el top-ten de ese año en el lugar doce o trece. Contó con unos 125 mil espectadores, una cifra importante para una película de carácter independiente. También tuvo éxito en Mar del Plata. Es verdad que era otra época, la gente iba más al cine, pero aún para los mayores niveles de concurrencia de esos años la cantidad de personas que la vio fue significativa. Después hicimos una serie de televisión, que fue como su continuación, para Turner. Al autor de la novela le gustó mucho la película y, como se sabe, eso no siempre sucede. Y ayer la volvimos a ver en el Centro Cultural Kirchner y comprobamos que se sostiene bastante, y ya han pasado más de ocho años de su estreno. Y además fue una experiencia humana muy buena, que es algo que no siempre se da. Tanto desde el reparto de actores, que era excelente, hasta el equipo técnico estaban muy conformes con la película. Y a partir de allí hemos mantenido una relación con muchos de ellos muy agradable, nos comunicamos con frecuencia por whatsapp.

¿Cómo se llamó la serie de continuación?

Loreti. El título era Nafta Súper, que es el nombre del personaje que en Kryptonita hacía Juan Palomino.

Esta qué fue, ¿la tercera o cuarta película tuya, Nicanor?

Loreti. Sería la cuarta, porque mi primera película se llamó Diablo, y después hice otros dos largometrajes más por encargo, que se llamaron Socios por accidente, uno y dos, que no los escribí ni nada, pero los filmé con Fabián Forte. Ocurrió que la primera versión fue un hit y los productores al toque nos pidieron una secuela. Y esa segunda parte de Socios por encargo la filmé antes que Kryptonita, aunque ésta, si no recuerdo mal, se estrenó creo un mes antes. Así que diría que es la cuarta que filmé.

Algunas reseñas señalan a Kryptonita también como un drama. ¿Es así?

Loreti. Diría que Kryptonita en sí es como un drama y en algún punto una película bastante teatral, porque tiene mucho diálogo y es muy de los personajes, pero sin duda es una mezcla con el cine fantástico, juega todo el tiempo con ese género. Eso es lo que hace también la novela de Leonardo Oyola, que mezcla por un lado un drama con personajes que se pueden ver en la vida real, pero mezclados con lo fantástico y lo policial, y los superhéroes, el comic. En la novela el juego literario que hace el autor es transpolar los superhéroes más clásicos (Superman, Batman, Flash, Linterna Verde) al universo del conurbano. De alguna manera sería como si estos personajes existieran en la vida cotidiana acá, en ese territorio, pero que, en principio, no serían ni héroes ni superhéroes, sino una banda de delincuentes que remiten cada uno a esos personajes. Y lo estupendo que hace la novela es lograr que nunca te des cuenta si realmente tienen poderes, hay algo fantástico de por medio o es simplemente el conjunto de historias que ellos cuentan de sí mismos. Y en la película tratamos de replicar esto, pero tal vez nos hayamos ido un poco más a lo fantástico que la novela.

Me gustaría que me cuenten algo de cómo se iniciaron en la profesión y dónde se formaron.

Loreti. Yo estudié en la FUC, en la Universidad de Cine, allí estudié durante tres años y nunca me gradué, pero cursé con muchos colegas de esa generación. Y después trabajé en periodismo porque justo en la época en que dejé la facultad -2000 y 2001, donde era casi imposible pensar en ninguna profesión-, empecé a trabajar en la revista La Cosa Cine, lo hice varios años y, como el cine me gustaba mucho, filmé en el medio algunos cortos independientes por el año 2007, o quizás un poco antes, trabajé guiones de películas clase B que se hicieron por entonces para el cine norteamericano. Hice un par de guiones que se filmaron, existen, pero en cine profesional dentro de lo que es la industria argentina hecha y derecha, con apoyo del INCAA, no hasta el año 2008 o 2009. Era escribiendo guiones. En dirección, lo primero que hice, como dije, fue Diablo, en 2011.

De Cabo. Yo soy licenciado en Comunicación, estudié en la UBA, a mí me interesó también mucho el cine como espectador y era de chico de leer e interesarme por el tema. La revista La Cosa Cine ya la leía antes de conocerlo a él, que por entonces era jefe de redacción de ella, y la única aproximación al cine en el campo del estudio fueron algunas materias de la carrera de Comunicación que tenían que ver con ese tema. Había allí un taller de cine, donde aprendí lo más formal de cómo se escribe un guion, los elementos básicos de cómo encuadrar, el aspecto del sonido, pero todo muy básico y en una sola materia. Y después, cuando empecé a trabajar en la revista La Cosa Cine, como, además de compañero de laburo, era amigo de Nicanor, y en esa época él había empezado ya a escribir guiones, me enteraba del modo en que los hacía. Íbamos a comer y mientras lo hacíamos, él me contaba cómo eran sus proyectos. Y yo lo escuchaba atentamente. Y un día, en un bar, me dijo que tenía una idea para hacer una película, que era Kryptonita. Me cuenta que tenía pensado comprar los derechos del autor de la novela, y me preguntó si quería escribir el guion con él. Y ahí fue cuando, realmente, arranqué la carrera en el cine. Antes, en la facultad había filmado un corto, había hecho guion y dirección de él, y se llegó a presentar en el festival Buenos Aires Rojo Sangre, donde tuvo una mínima repercusión. Fue hecho de manera totalmente independiente, los fines de semana. El debut profesional en cine fue con Kryptonita.

¿Y alguna vez pensaste en volcarte a la dirección?

De Cabo. Mi trabajo en dirección fue solo en el corto al que me referí. Nada más. A mí me gustaría dirigir, pero me siento más guionista que director. Siempre me dediqué más a las letras: hice periodismo y también escribí una novela. Y estoy tratando ahora de publicarla. Y me gusta mucho la literatura. Y, en verdad, me siento más escritor que cineasta, pero me gustaría realmente dirigir luego de la experiencia de este documental que dirigimos juntos con Nicanor y cuyo guion fue premiado por Argentores.

¿Y también trabajaste como actor?

De Cabo. En un hecho que es una falta de respeto a la palabra actor (se ríen ambos)

Además, ambos trabajaron los dos en Bienvenidos al infierno, como guionistas junto a su directora, Jimena Monteoliva.

Loreti. Sí, Jimena fue además la productora de Kryptonita. En Bienvenidos al infierno, Camilo escribió el guion y yo la historia, lo que ocurría en la película, que después en el guion durante la filmación tuvo varios cambios. Finalmente, la primera versión de Camilo era más parecida a la trama que yo había escrito, Camilo le sumó cosas, y después me pasó que yo por razones personales no pude dirigir la película, entonces se la pasé a Jimena y ella la comenzó a transformar en algo más propio. Y ahí trabajó con Camilo el guion para ir llevándolo hacia donde ella quería, hacia su estilo. Pero también fue una buena experiencia. Nos agarró la pandemia en el medio. El rodaje había empezado en diciembre de 2019, eran cuatro semanas previstas para hacerlo, dos de las cuales se dedicarían a los exteriores y los interiores iban a filmarse en abril de 2020. Y cayó la pandemia y se suspendió la producción un año y medio más o menos. Además, con una crisis económica de por medio, la plata del subsidio dio para rendir lo que rendía y se tuvo que achicar mucho la película. El hecho de que esta película se haya hecho y exista es un milagro. Hubo muchas dificultades que sortear. En ese sentido, Jimena, quien me gusta mucho como cineasta, se puso el equipo al hombro y la llevó adelante. Y, de verdad, llevar adelante esa producción era muy difícil. Pero ella lo hizo.

¿Cómo suele ser la característica del trabajo de ustedes en los trabajos que han abordado juntos? ¿Comparten todo, se dividen las tareas?

Loreti. Depende. Hay trabajos de guion que pueden ser más solitarios y otros que se comparten más. El método lo decidan los interesados al armar el trabajo. En el caso de Un millón de zombies en particular, al ser un documental y tener que hacer una investigación, a nosotros, debido a nuestro background periodístico, se nos fue armando casi solo. Yo tuve la idea de hacer el documental, lo charlé con Camilo, que estuvo de acuerdo, y después armamos una pequeña estructura. Y lo demás fue ir haciendo lo que es una investigación, hablando con los protagonistas antes de hacer el guion del documental, porque también a veces un guion de documental se construye filmando las entrevistas, se realiza con la propia producción, pero trabajando con el Instituto de Cine, éste te pide antes un guion de lo que vas a hacer para saber qué están apoyando, a veces una carpeta que resuma algo de lo que se va a llevar adelante. Nosotros, por alguna razón, quisimos profundizar y elaboramos un guion que fue bastante parecido al de la película terminada, sacando algunos entrevistados que teníamos previsto en el papel y que después, cuando hicimos la película, decidimos que se centrara más en el núcleo de los protagonistas de la historia, porque nos pareció que de otra manera iba a perder potencia, se iba a desbandar.

De Cabo. Eso lo descubrimos durante el rodaje. Lo que dice Nicanor es así. Nosotros dos coincidimos en que el guion del documental es más una guía que una estructura con mayor firmeza, como puede ser el guion de un filme de ficción. Dado que el Instituto te exige un guion, como si fuera una película de ficción, entonces pensamos que la mejor manera de prepararlo era hacer entrevistas previas antes de filmarlas. Y así hicimos todo el trabajo periodístico de investigación con las entrevistas, ahí escribimos el guion y luego cuando fuimos a filmar la entrevista definitiva con los protagonistas del documental que iban a quedar en la película surgieron cosas que no habían aparecido en las charlas previas y eso nos cambió la idea que teníamos de cómo encarar el filme. Porque nos dimos cuenta que los testimonios del grupo principal eran tan fuertes que, sumarle otros testimonios, les iba a restar potencia y ser más decorativo que otra cosa. Y decidimos ir a lo más minimalista y lo dejamos así.

Loreti. Se podría haber puesto un poco de contexto, explicar por qué este grupo era relevante en el país, que sus películas de terror fueron las primeras durante muchos años aquí hechas en VHS, pero la verdad es que son ellos mismos quienes lo cuentan y nos parecía muy divertido que sea la propia película a través del relato de sus protagonistas la que te lleve a la propia época, que refleje como se vivía la adolescencia en ese tiempo.

Todo eso tiene un gran valor en el documental y queda muy bien expuesto. Te aproxima a una época que no es lejana y, sin embargo, con el cambio de hábitos lo parece. Y, sin embargo, es una historia que los que tenemos algunos años la vivimos no hace tanto.

Loreti. Mi hija tiene 5 años y no tiene idea de qué era eso.

De Cabo. Además, la forma que estos chicos utilizaban te generaba un vínculo distinto con el cine. Ellos mismos lo cuentan al confesar que su fin último, al hacer la primera película con 17 años, era tenerla en la mano y poder verla en el estante del videoclub junto al lomo de otras. Solo con eso ya estaban contentos. Antes si vos querías ver una película tenías que ir al videoclub. Ahora, solo lo hacen algunos coleccionistas o un público de nicho.

Loreti. Mi sobrino tiene 17 años y yo lo fui metiendo en el mundo del formato físico del cine, le regalé vinilos, películas, cuando tenía de 12 a 15 años. Somos muy cercanos. Y él ahora tiene 17 años, maduró un poco, y un día me dijo que lo que tenía del formato físico no le servía ya para nada, le hizo el clic de su generación, y me regaló todo, incluso lo que yo le había obsequiado. Había entre esas películas incluso algunas que yo no tenía y que se las había elegido especialmente para él. Me las pasó todo y ahora las tengo yo. Para él no tiene lógica tener un vinilo gigante, si aprieta un botón y lo escucha.

De Cabo. Yo me mudé hace poco y tengo todos los libros todavía tirados por ahí, los tengo que acomodar. Y un pibe joven los vio y me preguntó que iba a hacer con ellos. Voy a armar una biblioteca y ponerlos todos allí. Y, ¿para qué?, me preguntó. Si te queda mejor que se vea la pared blanca como está ahora, agregó. Pero, a mí me gusta, me defendí. Pero te junta tierra y además ya los leíste. Es que él no tiene ya ese concepto del objeto-libro.

Loreti. Bueno, por lo menos algunos yo los releo. Mi papá falleció, era escritor, y tenía una biblioteca enorme, con muchísimos libros. Mamá aún los tiene allí. Y yo a veces me he llegado a preguntar para qué tener una biblioteca tan enorme. Pero bueno, uno guarda libros y ahora mi hermano, por una razón afectiva, tiene muchos de esos libros. Yo, por una cuestión de lugar, no puedo tenerlos en el lugar que habito. Además, si a la colección de películas que tengo, le agrego los libros, creo que me echan de casa. Pero, lo cierto, es que si tenés unos 500 libros, ¿cuántos de ellos lees de nuevo? Pero es verdad también que algunos escritores o personas, que tienen muy acendrada la cultura de la lectura, son capaces de leer un libro en un tiempo muy breve, a veces en dos o tres días, y pueden releer determinados libros cuando algo les interesa mucho. Yo, en los 45 años que tengo, creo que las veces que repetí la lectura de un mismo libro no debe haber pasado de unas 10 o 15 veces o un poco más. Y hay un tema además que se relaciona con la calidad de las cosas. Un caso es, por ejemplo, las de los cineastas como Quentin Tarantino o Christopher Nolan, que son defensores de pasar las películas al fílmico. Porque, si vamos a la televisión, una emisión que se transmite allí por Netflix no tiene igual calidad que otra que se ve en un aparato producido bajo la tecnología4 K, que tiene máxima resolución dentro de un formato digital de película. Pero, claro, para apreciar esa diferencia hay que contar con un televisor de 70 pulgadas. Lo mismo pasa en música, no se puede comparar un spotyfy con un vinilo .Pero a los pibes eso no les interesa. Una película que ves por las plataformas, la comprimen a 10 o 15 gigas, cuando su peso es de 100. Entonces, eso provoca una diferencia de calidad.

Volviendo al documental, quería preguntarles ¿cuáles había sido los motivos –o el motivo- que los llevaron a hacer ese trabajo?

Loreti. Bueno, en mi caso yo participé en algunas de esas películas que hacía aquellos chicos, era uno de los varios zombies que aparecían en la filmación, en especial en la segunda, Zona mutante. Además, estudié con Pablo Parés y Hernán Sáez, que son dos de los directores de las películas, en la Universidad del Cine. Los conocí allí a los 17 años. Y nos hicimos amigos y fui varias veces a las filmaciones. Después seguimos siendo amigos hasta hoy y hemos trabajado en otras cosas. Y siempre pensé que esa era una experiencia entrañable, conmovedora, la de cómo llegaron a hacer algo mucho más grande de lo que se hubieran imaginado. Y ahora todos trabajan en cine, alguno que otro dejó, pero hicieron cosas importantes. Y todo lo que pasó. Berta Muñiz llegó a trabajar en ATV, Walter Comás es un director de arte muy importante y muy, muy bueno, Pablo Parés es un guionista súper reconocido y estrena ahora un documental sobre Evo Morales que escribió él y trabajó en muchas películas. Llegaron muy lejos. Algo que no pusimos en el documental es que entre las películas de Plaga Zombie, Pablo dirigió con Daniel de la Vega una de las versiones con Faye Dunaway, creo que en 2003. Fueron experiencias muy fuertes y las películas se vieron en todo el mundo y para nosotros, que por ese tiempo éramos muy chicos, era súper importante. Incluso había revistas especializadas de los Estados Unidos que nosotros admirábamos que escribían sobre estas películas y eso repercutía en nosotros.  Y empecé a tener la historia en la cabeza y un día charlando con Camilo le dije que esta historia podía ser llevada a un documental e incluso a un libro, que es también un proyecto que todavía pensamos.

De Cabo. Sí, tenemos mucho material que no pusimos en el documental y podría servir para escribir un buen libro.

Loreti. Además, la trilogía de los zombies dio la vuelta al mundo, de modo que podía interesar no solo acá sino también internacionalmente o, por lo menos, en todos los países donde se vieron los filmes originales. Por otra parte, a mí me interesa el documental. Ya tengo hecho otro, que es sobre una banda de rock, Hermética se llama, y siempre quise hacer en formato documental algo sobre lo cual la gente pueda no saber nada –lo cual no significa que debe ser didácticamente soso-, algo que, aunque ignores el tema, éste te atrape de inmediato. Un documental acerca del que alguien que desconoce el asunto pudiera decir: “Mirá, a mí no me interesa nada las películas de zombies, pero fíjate lo que hicieron estos chicos, qué interesante.”

Sin duda. El documental refleja, además, una verdadera experiencia humana, donde lo valioso y original de la aventura no oculta las dificultades, las diferencias a las que sus protagonistas se fueron enfrentando a través del tiempo.

Loreti: Claro, porque además el éxito los enfrenta a un montón de quilombos que ni ellos mismos se pueden explicar. Ellos, por otra parte, fueron creciendo con las películas. Hay que ver que cuando empezaron a filmar eran muy chiquitos. Pablo y Hernán cuando hicieron el primer corto tenían apenas 10 años. Cuando estudiaba con ellos en la Universidad tenían un conocimiento cinematográfico del que los demás carecíamos. En las clases explicaban diversas etapas de la filmación o los elementos que se usaban en cada una de ellas, esto es el eje, aquello es tal cosa, y ellos ya los sabían. Habían empezado a filmar ocho años antes que los demás. Y al mirar sus trabajos, incluso los más infantiles, se descubre en ellos un talento natural para filmar. Tenían ojo artístico desde muy pequeños y además mucha constancia. Hay que decir además que tenían un mentor importante, el hermano mayor de Pablo, Diego Parés, que es un excelente dibujante e historietista, y los estimulaba mucho. Era una persona cercana a la edad de ellos, les llevaba unos siete años, y podía influenciarlos con mucha más eficacia que una persona mayor. Él era quien les pasaba las películas que les gustaba, las historietas que los entusiasmaban tanto. Al empezar de tan chicos fueron creciendo a la par de que desarrollabanesa actividad, que nunca abandonaron, desde los nueve o diez años hasta que fueron adultos. Y al crecer, como es previsible, fueron adquiriendo distintos intereses y con ellos comenzaron algunos roces y diferencias inevitables.

Lo importante es que todos fueron de algún modo aprendiendo en el hacer y hoy casi todos, en algún u otro oficio de la actividad, siguen activos. En las escuelas se puede aprender mucho, pero sin duda el oficio se completa siempre en la práctica. Ustedes lo saben por propia experiencia.

Loreti.En nuestro caso, y para referirnos otra vez al documental, parte del guion se siguió completando durante el montaje, cuando editábamos la película. Porque el montaje primero lo hizo Emanuel Flax, que fue el montajista principal del documental y responsable de haber armado una estructura realmente titánica, porque nosotros le dimos el material de la película, pero después se nombraba tal cortometraje y había que ir a un disco rígido a buscar eso y yo soy demasiado vago para hacer eso y se lo dimos a Emmanuel, quien se encargó de armar, como dije, toda la estructura de la película como se ve hoy, tarea dificilísima que cumplió muy bien, porque terminó dándole una forma.

De Cabo. Como buen montajista, Emanuel debería ser nombrado también como guionista.

Loreti. Exacto. Después nosotros ajustamos algunas cosas del chiquitaje, ajustando lo que llegó a ser luego la estructura final, pero la película fue transformándose un poco allí mismo, y el guion mismo, en el montaje. Chistes que surgían con cosas que contaron ellos, que quizás no estaban en el guion original, pero que al estar en cámara se utilizaban.

De Cabo. Creo que como guionistas lo que mejor logramos para la película fue en definitiva tener la historia de ellos en la cabeza, conocerla por haberla investigado, saber que había una historia detrás de la película, tener la intención de contar algo, como decía Nicanor, que le pueda interesar a cualquiera, por más que no le guste las películas de terror. Descubrir, al ver el trabajo, que había una historia humana detrás de lo que se narraba. Y después organizar las entrevistas, el orden cronológico de las preguntas para facilitarles que ellos pudieran contar naturalmente la historia. Con esa base el montajista estructuró la película tal como la vemos hoy. Nosotros hicimos algunos ajustes, pero en lo fundamental esa fue la estructura que se respetó. El laburo del montajista fue muy bueno.

Camilo, ¿dónde haces periodismo actualmente?

De Cabo. Ahora estoy trabajando hace un año en TN, pero laburé casi diez años en Diario Popular y siempre en la web.

Y, ¿nunca hiciste documental?

Bueno, muchas de las notas que hacía para la web eran filmadas. Y yo trabajaba con un amigo que era el que filmaba y montaba las cosas. De modo que tenía una pequeña experiencia documental por hacer esas notas. Eran notas de diez minutos y en ellas había un guion. Entonces un poco de experiencia tengo de ese lado. Pero, como película de cine, esta es la primera.

¿Algunos de los dos viven del cine, nada más?

Loreti. En esta etapa, yo sí. Pero realmente obliga a un constante movimiento, desarrollando proyectos, moviéndolos de aquí para allá. Podemos decir que soy afortunado, teniendo en cuenta además que vivimos en la Argentina. Yo escribía y laburaba en la revista, que era lo que me procuraba el sustento. Mi padre era escritor y nunca vivió de esa profesión. Hacía otros laburos, era analista de sistemas y con eso se procuraba recursos. Y solo pudo dedicarse por entero a escribir al jubilarse, porque al ganar el Premio Municipal de Cultura -que le procuraba un ingreso mensual, que sumaba a lo cobraba de la jubilación-, pudo tener tiempo para dedicarse nada más que a la escritura. Pero aún en esa situación, luego es difícil publicar. Es todo complicado. Y no es solo en la Argentina. Cuando uno se comunica con colegas argentinos o amigos de otras nacionalidades que desarrollan su actividad en otros países te informan que en los lugares en que residen también hay problemas gruesos. La crisis actualmente es mundial. Por otro lado, hay también una crisis que afecta al audiovisual como formato por el cambio de sistema y la aparición de las plataformas, que no son amigas del cine. Por su parte, en el campo de las plataformas hay una gran cantidad de productos, pero con calidad muy variada. Y lo que tiene calidad a la semana desaparece porque no está bueno. Algo que pasa hoy, que es muy complejo y es mundial, es que con el advenimiento de los algoritmos se vive en otro mundo. Con el algoritmo, que es también inteligencia artificial, se empieza a privilegiar el éxito sobre la calidad del producto. Y eso es muy complicado. Nunca habían existido películas que en otro momento hubieran fracasado y hoy son consideradas obras maestras. Hubo películas que al salir fueron criticadas por la gente, pero al subir a Netflix fueron número uno durante dos meses. Y para las plataformas eso fue un éxito, no importa si fueron buenas o malas. Y es posible que las hayan visto millones de personas. Y la gran discusión es si eso sirve o no. Hay como una guerra entre la calidad y el éxito, dos objetivos que podrían ser amigos y hoy no es así. Ya no importa que un guion sea demasiado bueno, si por alguna razón se entiende que eso puede andar. Ahora, ¿cuánto puede llegar a aguantar la gente viendo películas que luego no le van a gustar o no le provocan nada? No lo sabemos. Tampoco si habrá saturación con eso. Habrá que ver a dónde lleva esta crisis, que como digo es mundial.

Sí, y esa situación general una gran incertidumbre en muchas sociedades. Respecto de lo que vos hablabas de la inteligencia artificial, hace poco tiempo se supo que Bruce Willis vendió su imagen a una plataforma para que la usen en películas. Si esto se extiende –y no es raro que lo haga debido a la voracidad reinante-, ¿cuánta gente quedaría sin trabajo?

Loreti. Es que si no se establece una legislación respecto al tema en los próximos años estamos todos en el horno. Bueno, no por nada estalló la huelga de actores y autores en los Estados Unidos. Si no hay legislación y cuidas al trabajador, y se deja que las grandes empresas solo tengan como prioridad ganar dinero, lo esperable es que la tecnología siga avanzando y que finalmente logre niveles de creatividad que en muchos terrenos van a lograr sustituir el trabajo del hombre. Y, además, al bajarse la vara del gusto, es evidente que se crean también condiciones para que el trabajo de calidad se siga adelgazando. Hoy hay películas o series cuya elementalidad asombra. El caso de Bruce Willis tal vez se pueda entender porque tuvo una enfermedad que le impide actuar. Pero si el negocio indica que lo que rinde es un actor joven que no tiene esa dificultad y con eso se multiplican las ganancias ¿por qué no van a acudir a él? Y cuando te digan que quieren un actor joven y aprieten un botón, agarrate. 

Loreti. A lo que hay que agregar las complejidades propias del medio, donde algunos actores o actrices tienen a veces baches grandes en su carrera. Hace poco leí una entrevista que le hicieron a Nancy Allen, que fue la mujer de Brian de Palma, y ella decía que laburó como una estrella hasta los 30 años y que de los 30 a los 60 años no hay papeles. Hasta los 30 se puede ser protagonista, a los 60 el papel que te toca es de madre. Y entre los 30 a los 60 años no hay papeles. O tenés 35, pero das menos y te contratan hasta que aparece otra mujer más joven que anda y se te acabó la suerte. Y el sistema se canibaliza tanto que empieza a pasar eso. Tenés más 30 y no laburas y, con 60, si la suerte te acompaña conseguís un papel de madre. Y tampoco hay tantos papeles de la madre de la protagonista que, en general, suelen ser roles secundarios. Y no hay tantos actores para hacer personas de 60 años. Sí hay súper estrellas que se mantienen y conservan un lugar, Brad Pitt, que está por cumplir 60 años, y sigue en actividad, o Tom Cruise, que está cerca de esa edad, o Ricardo Darín acá. Pero son pocos casos.

Me contaban otros autores en distintos diálogos que, después del retraimiento que produjo la pandemia en el cine, actualmente se está asistiendo a una cierta recuperación. ¿Coinciden?

Loreti. Si, de a poco se está produciendo eso. La película Argentina,1985 fue como una punta de lanza para que la gente esté volviendo al cine. A La extorsión de Francella también le fue muy bien. Blondylo mismo. Para mí lo más importante es que aquella máxima que aseguraba que “se acabó el cine, ahora es todo plataforma”, no se cumplió. Pero sí pasó que el cine independiente argentino tal como lo conocíamos está al borde de la extinción, que hoy meter cien mil espectadores en una película como Kryptonita es muy difícil. Incluso la distribuidora que se encargó de ella y operaba con el cine independiente no sé si sigue hoy haciéndolo. Una película así requiere mucho esfuerzo y es muy peligrosa, sobre todo cuando la gente sabe que a los tres meses la ve en la televisión.

De Cabo. Lo que está bueno en lo que dice Nicanor, al referirse a este furor actual del público, es que en ese fenómeno se nota un interés por el cine argentino.Argentina, 1985 hizo casi un millón de espectadores, que es un número imposible de pensar que sucedería hace dos o tres años. Pero, aparte, está este fenómeno nuevo de que esta película está bancada por Amazon y el contrato te impone darla solo un mes en cine y luego pasarla a las plataformas.

Loreti. No, es más complejo todavía, porque Amazon en verdad no les daba la ventana que pretendían los cines. Y las grandes multinacionales de cine boicotearon el estreno y se proyectó en cines más chicos. Y así y todo llevó a un millón de personas.

De Cabo. Sí, es muy loco. Fijate que, en otras circunstancias, si se hubiera estrenado como en otras épocas, es casi seguro que hubiera superado el millón de espectadores.

Loreti. Seguro. Y tal vez hubiera superado a Relatos salvajes que es la película que más espectadores llevó, sobre todo porque tenía un tema muy convocante.

¿Tienen algún otro proyecto en marcha?

Loreti. Tenemos dos documentales en marcha, pero en un nivel muy inicial aún, estamos todavía en la etapa de la investigación y pensando el guion, y una película de ficción, también en los primeros tramos. En esa ya empezamos escribir un guion para dirigir juntos, pero todavía falta. Uno a veces no adelanta demasiado, porque en cine es muy usual que un proyecto pensado con todas las ganas después, por distintas circunstancias, se frustre. Antes cuando empezabas a madurar un proyecto, dabas más por hecho que se iba a realizar y contabas más lo que querías hacer. Ahora, somos más cautos. Es algo que pasa en todos lados. Ahora me acuerdo que, hace un tiempo, apareció en Netflix la película de Orson Welles que no pudo terminar. Compraron los derechos y la terminaron y uno piensa qué increíble, que milagro, pero él nunca la pudo ver.

De Cabo. Y ha pasado también con alguna gente que, luego de haber tenido relevancia en alguna profesión, luego se muere en plena decadencia. Y al morir, lo redescubren.

Loreti. Claro, y al morir se venden hasta las servilletas que usaste en las últimas cenas.Jim Thompson, que es uno de mis autores favoritos, antes de morir le dijo a la mujer: “Guarda todos mis manuscritos, porque diez años después de morirme voy a ser famoso”. Y así sucedió. Y el tipo era un autor que escribía para Stanley Kubrick y otros autores importantes, pero su fama explotó después de morir.

A.C.

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