Revista Florencio

CHARLA CON EL MÚSICO GERARDO GARDELÍN

Sumergirse en el texto y contexto

Experimentado, exitoso y versátil director musical, compositor, pianista, arreglador y profesor, Gerardo Gardelín dialogó con Florencio desde España, donde ahora está trabajando, sobre sus distintos roles, entre ellos el de creador de partituras para obras teatrales. Firme defensor de los derechos autorales, se refirió a todo esto en la nota a continuación.

Primero, nos gustaría hablar de tu actividad actual, en Madrid. Luego que nos contaras cuándo te fuiste, y si tu plan es quedarte allí.

Ahora estoy dirigiendo Los puentes de Madison, musical, con música de Jason Robert Brown y libro de Marsha Norman, basado en el bestseller de Robert James Waller, con dirección artística y escenografía de Alberto Negrín y producción de Mad Bridge (una fusión entre RGB de Argentina y el grupo S Media de España). La obra se estrenó en noviembre de 2022. Llegué a Madrid el 5 de septiembre del año pasado y si bien regresaré a Argentina en junio, luego tendría otros proyectos que me harían regresar a Europa en agosto. La actividad en el rubro teatral y musical aquí es muy amplia y del mismo modo la oferta laboral. La competencia es muy fuerte en todos los aspectos, ya que aquí hay gente muy bien formada. De todas formas, tengo que destacar que lo que nos distingue a los argentinos por el mundo, es la entrega incondicional al trabajo. Somos capaces de dar todo y más, en cuanto al tiempo extra que le añadimos y a la pasión que ponemos. Como ejemplo, tuvieron que viajar cuatro maquinistas de Buenos Aires a último momento para resolver problemas de montaje en pocos días; además de los conocimientos y la practicidad, pusieron todo de sí trabajando tiempo extra para llegar con los tiempos de estreno.

Los puentes de Madison

¿Cuáles son, a tu criterio, tus trabajos más representativos, a pesar de su gran diversidad?

Es muy difícil resumir, porque me muevo en varios mundos artísticos diferentes.  Por un lado, soy compositor en el ámbito de la música académica, con más de 11 obras sinfónicas creadas y estrenadas y más de 20 obras de cámara para distintas formaciones. Recientemente se interpretó una obra mía para orquesta de cuerdas, Metamorfoseando, en el Festival Alborada Clásica, en Salobreña, España y el 25 de mayo se van a ejecutar 6 obras sinfónicas mías junto con obras de Astor Piazzolla, Osmar Maderna y Horacio Salgán, en Ploiesti, Rumania. En cine realicé la música original de las películas Inseparables con dirección de Marcos Carnevale, recientemente la de Más respeto que soy tu madre, con Diego Peretti y Florencia Peña, también dirigida por Marcos. Por otro lado, trabajé muchos años y en muchísimos proyectos como arreglador con mi amigo de la vida y padrino de mi hijo, Martín Bianchedi, en teatro, en televisión y en cine, donde Martín realizó las composiciones. Yo fui su arreglador musical. La última película que hicimos juntos de esa forma fue Yo niña, yo princesa con dirección de Federico Palazzo. Nos une una amistad y trabajo de más de 28 años, por lo menos. En el ámbito de los musicales dirigí Cabaret, Sugar, Chicago, El fantasma de la ópera, Mamma mía, Los locos Addams, Los productores, La novicia rebelde, La bella y la bestia, Love musik y Hairspray. Como director sinfónico, fui preparador de Star wars sinfónico -episodios 4 y 5- en el Colón y también en el mismo teatro realicé la preparación vocal de Disney sinfónico, además de dirigir el Concierto magia y sinfonía de Disney en Colombia.

¿Te definís más como arreglador y director que como compositor?

En realidad, como director y compositor, ya que son mis dos actividades principales.

Formás parte de un colectivo que integra a los “compositores de música original para un espectáculo”. Están allí también los arregladores o “versionistas”. Y no debemos olvidar a los arregladores corales. ¿Es correcta esa definición global?

Sí, aunque más que arregladores corales, están los “preparadores vocales”, ya que generalmente -al menos en la forma que aprendí de la mano de los supervisores originales de Broadway con los que trabajé-, somos los directores los que enseñamos al elenco la parte vocal. En algunos casos puede haber un preparador vocal que se ocupa de la técnica de los cantantes para que no se lastimen con la cantidad de funciones. Luego, los arregladores somos en muchos casos adaptadores, cuando, por ejemplo, el foso orquestal de un teatro no da para una orquesta muy grande y tenemos que reducir o viceversa o si la música fuera compuesta para piano y tuviéramos que adaptarla a una banda o una orquesta.

¿Te sentís íntimamente un “teatrista”?

Claro, me muevo muy cómodamente en este mundo y amo trabajar con actores, cantantes, bailarines de la mano del director general. Creo que el trabajo “humano” es lo que más disfruto de esta actividad.

Hablemos de tu vinculación con el cine y la televisión.

Como expliqué antes, generé varios trabajos en cine como compositor y al mismo tiempo como arreglador con Martin Bianchedi (películas como Polaquito, El juguete rabioso, El amor y el espanto, El desvío, Solo gente). En tevé, fui arreglador musical de varios programas donde Martín fue el autor de la música, como Juana y sus hermanas, Tiempo de siembra, Perdona nuestros pecados y también junto a Rocky Nilson con las 8 temporadas de Chiquititas, Dibu, Verano del 98 o Rebelde way.

¿Un músico que crea obras para un espectáculo se siente distinto al colega que compone para shows o discos?

Creo que lo distinto es que en el teatro o en el cine el trabajo tiene una vinculación directa con el texto. En los shows o en los discos lo sonoro está en primer lugar. Son trabajos similares en un punto y quizás distintos en otro.

Pasaste por el tango, la música clásica, ópera, comedias musicales, bandas de sonido, rock, pop, folclore, jazz, blues, etc. ¿Con algún género te sentís más cercano?

Lo que más me motiva es la composición en la música clásica o “académica”, llamada así por pertenecer a determinados ámbitos, pero que en definitiva no deja de ser música para ser disfrutada más allá de la nomenclatura. Además, tengo mi corazoncito puesto en el jazz, ya que además de estudiar durante muchos años piano clásico, composición, armonía y dirección, le dediqué gran parte de mi vida a estudiarlo tanto en el instrumento como en la composición y arreglos. Por otro lado, me tocó trabajar con todos los rubros y estilos musicales, así que mi lema es que mientras la música esté hecha con corazón y dedicación, no hay juicio de valores. Para mí…es todo música.

¿Es muy distinta la tarea del arreglador que la del compositor o la del músico que acompaña a un cantante?  Estás en esas áreas desde hace mucho. Hablemos de ello.

Gardelín durnate una charla en Argentores en 2018

El arreglador tiene que estar al servicio de la composición, ya sea trabajando para un solo instrumento, para una banda orquesta sinfónica, cantante o un coro, etc. Es un trabajo de “embellecimiento” de lo previamente hecho, respetando el espíritu de quien lo creó, pero aportando buen gusto y técnica instrumental para adaptar la composición al instrumento o grupo instrumental o vocal que se requiera.

«Chicago fue una escuela que me marcó para toda la vida y la tengo incorporada en cada cosa que hago», explicaste alguna vez. ¿Por qué?

Fue mi primer trabajo con supervisores de la puesta original de Broadway.  Al día de hoy mantengo mi amistad con quien fue mi supervisor, Steve Freeman, quien me enseñó la forma y la rigurosidad con la que se trabaja en este género. Hay respetar la obra tal cual fue creada y montada inicialmente y siendo a su vez flexible al trabajar con el elenco para “sacar” del mismo el mayor jugo posible, ayudándolo desde el punto de vista musical y cuidando que la obra se reproduzca de la misma forma que en Broadway o en otros países.

¿Cuáles son los creadores que has admirado, que han gravitado desde joven en tu vida, aquellos que te hicieron sentir alguna vez “quiero ser eso”?

Desde chico, Beethoven. Luego Chopin, Rachmaninov, Stravinsky, William Walton, más tarde el rock sinfónico de la mano de Rick Wakeman y después Sui Generis y Charly, el único e incomparable Charly García. Cuando fui a ver Manhattan de Woody Allen a los 15 años, me deslumbré con la Rapsodia in Blue de Gershwin y ese fue mi puntapié para el jazz. Luego vi All that Jazz, de Bob Fosse y me dije “algún día quisiera hacer lo mismo que los músicos hacen en esa película”. En el ámbito de la música original para cine, John Williams, Ennio Morricone, John Powell y Jason Newton Howard. Y no puedo dejar de mencionar a Queen entre mis grupos favoritos de todos los tiempos.

¿Por qué es crucial que en un creador de música original para espectáculos se sienta cabalmente un “autor”, que sepa defender sus derechos y que se acerque a las sociedades de gestión?

¡Es sumamente importante! Es la única forma que tenemos de garantizar nuestros derechos a la hora de percibir lo devenido por los derechos de autor y al mismo tiempo acercarse y apoyar o colaborar con las entidades de gestión aportando información de las obras realizadas y sus representaciones para ayudar al cobro y fiscalización de las funciones representadas en nuestro país y en todos donde las entidades de gestión tengan alcance o convenio.

«No hay muchos compositores locales interesados en el teatro. El músico que se dedica a esto debe tener un plus, que es el sentido dramático de la música, la narración, el desarrollo emocional de una situación y un personaje” le decía el teatrista Gonzalo Demaría en un reportaje al periodista Pablo Gorlero, hace ya un tiempo.  ¿Coincidís?

Absolutamente. De hecho, realice la música de al menos 3 de sus obras, y los arreglos musicales de Houdini, otra de sus creaciones. Si el músico no tiene ese plus para sumergirse de lleno en el texto y contexto, no hay forma de que los dos mundos convivan coherentemente…creo que la experiencia de vida, la lectura y la cultura son fundamentales a la hora de componer música para teatro y también cine.

L.C.


5 / May / 2023