Revista Florencio

UNA CHARLA CON EL EXPERIMENTADO COREÓGRAFO Y BAILARÍN

Raúl Martorel, una vida en movimiento

Reconocido bailarín, coreógrafo, director teatral y comunicador, activo difusor de los derechos autorales desde su labor diaria en Argentores, creador versátil que transitó con éxito innumerables temporadas teatrales y televisivas, Raúl Martorel es una persona indicada para hablar de su oficio y sus desafíos, a través de sus propias experiencias. Compartimos lo sustancial de su charla con Florencio, en la que repasa momentos puntuales de su vida, describe la esencia del a actividad coreográfica y recuerda nombres fundamentales que forjaron su carrera.

“Un coreógrafo o una coreógrafa es, ante todo, un autor o una autora.  Tanto como el que hace el texto, como el que crea la música para una obra. Esto es esencial y es lo que hay que difundir desde nuestro lugar.

Estoy muy agradecido a Gustavo Yankelevich. Yo trabajaba mucho en Telefé, como   bailarín y coreógrafo.  ‘Tenés que registrar todo’, me decía una y otra vez. Yo no conocía lo de las sociedades de gestión. Y así fue. Le hice caso y aquí estoy. Empecé a declarar todo. Desde ese momento, siento que Argentores de algún modo ‘guio´ mi carrera.  Y desde hace 27 años. Un recuerdo: fue el gran Roberto Tálice quien luego puso la firma para que fuera socio.

Martorel junto a Mecha Fernández

Junto a Mecha Fernández formamos la Comisión de Coreografías, que trabaja dentro del Consejo Profesional de Teatro. También integro el Consejo Profesional de TV. Es una gran tarea, que nos permite estar en contacto con el mundo laboral y autoral nuestro y darle a conocer sus derechos. Hablamos a diario no sólo con creadores de Buenos Aires, sino de toda la Argentina y también de países de la región. Miguel Angel Diani, presidente de Argentores nos ha dado visibilidad, es muy importante.

Muchos preguntan si para ser un buen coreógrafo es necesario haber sido un buen bailarín. Bueno, el tema es muy discutido. Creo que sí.  Hay muy buenos bailarines que son coreógrafos y otros que no.  Pero, es importante tener algo en cuenta algo clave, superador: el coreógrafo tiene que ser, antes que todo, un gran maestro.

Un bailarín ejecuta lo que el coreógrafo indica.  Este tiene que saber transmitir lo que desea, no solo a los bailarines, sino también a los actores.   Con decisión, con estructura, con información, debe comunicar.  Uno puede ser un gran coreógrafo, pero si no transmite bien lo que crea…Por eso debe ser un gran maestro.

Tuve muchas influencias en mi carrera. Aquí en Buenos Aires, no puedo dejar de citar a Ricardo Rivas, Manuel Vallejos y Ana Marini, mi primera y admirada maestra, con quien empecé ballet antes de ingresar a la Escuela Nacional de Danzas.

Yo vine desde mi ciudad a estudiar ballet, el clásico y también contemporáneo. A los 16 años, yo no conocía el teatro de revistas, no tenía idea sobre ese género. Mi mundo era otro. En ese momento, se produjo un antes y un después en mi vida.

Ballet infantil de Raúl Martorel

Tuve mi propio ballet infantil, y por muchísimos años. Cuando lo formé, mi asistente tenía la obligación de preguntar a los chicos si querían ser ´famosos o artistas´. Claro, muchos contestaban lo primero. Yo mismo soy y -quise ser desde chico- eso, un artista. El famoso hoy quiere ser famoso y después comenzar a estudiar. Error. Yo creo que deber ser al revés. Tenés que formarte y luego salir con armas para que no te pase nada en la carrera, para aprender, por ejemplo, a manejarte con la exposición. Me alegra pensar en algunos de aquellos chicos que formé y que hoy finalmente son figuras: Agustina Cherri, Nicolas Cabré, Valeria Britos.  

Con respecto al término ´coach, tan popular estos años, hay que agradecer a Marcelo Tinelli, gran empresario y conductor, que impuso esa palabra, esa idea y por lo cual se llenaron todos los estudios de danza. Un ´coach´ enseña sobre algo que ya está hecho. Yo lo defino como ´repositor´ de algo que ya fue creado.  El coach no toca nada, pone la obra como es.  Un coreógrafo, en cambio, crea desde cero.  Es más sencillo, claro, crear sobre lo que ya está hecho. 

Nuestra actividad se usa para la danza en todos sus estilos, para la televisión, los dibujos animados, los avisos publicitarios, el cine, el teatro, los ritmos populares ¡Estamos en todos lados!

La italianidad me ha marcado por todos lados desde que nací.     Es que crecí en Gualeguay, entre italianos. Mi padre llegó antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Era del Vittorio Véneto. Recuerdo que debuté en el Teatro Italia, a los 5 años. ¡Bailé la tarantela para la comunidad!  Era muy tímido.    Me pusieron una chaqueta, una malla, zapatillas de 1/2 punta.  Pero, me di cuenta que en el escenario no era tímido, me gustaba que me miraban, me pintaron, me maquillaron. Luego, a los 7 años vinieron el folklore, bombo, el zapateo. Y a los 16 años me vine.  Acompañé un día, por casualidad a un compañero de la escuela de danza. En el Teatro Maipo faltaban dos bailarines.   Pasamos. El director me vio y pidió que subiera Quedé. Mi compañero también. Yo miraba todo sin entender. Se bailaba jazz, no era “clásico”.   Era menor de edad. No sabía lo que era teatro de revistas. Ahí mismo me dijeron que me quedara a ver la función de la noche.  Y que era ideal para el género. Fui y me cambio la vida.  ‘Esto es lo que quiero para mi vida´, pensé.  Pase en un instante del negro y blanco al color, a un universo alegre, vital. Mi maestra me echó del estudio cuando se enteró… Era menor de edad. Tuve que gestionar todo. Mi padre no me vio debutar. Me acompañaron en ese tiempo mis hermanas.

Con Susana Giménez

El teatro de revistas fue una gran escuela. Teníamos que bailar todo, internacional, jazz, pop, tango, folklore. Conocí gente formidable, vi pasar, además de las grandes vedettes y de los capocómicos, artistas como Haydée Padilla, Nelly Raymond, Estela Raval, María Elena Walsh. Vi a Moria Casán transformarse y convertirse en la actriz que es hoy, como lo demuestra en Brujas. Compartí escenario con Gasalla, Tato Bores, Perciavalle, Pinti, Porcel, hasta llegué a trabajar con Marrone. Me acuerdo de la gente de tango que pasó por el Maipo: Copes, Gloria y Eduardo o Elvira y Virulazo.  Impresionantes todos.

Un bailarín deber recorrer todas las paletas artísticas. Pero si me preguntan qué es lo que más me gusta, no dudo: la danza contemporánea.  Y también el jazz.  

El tango es muy especial. Es difícil.  Es una de las danzas más complejas pero maravillosas del mundo. Son dos coreografías al mismo tiempo, es increíble.  Es muy lindo ese idioma que, cuando se lo conoce no se deja más.   Ese sentimiento, el público lo nota, cono nota el abrazo, la conexión de los cuerpos.

Yo sigo tomando clases. Lo hago con Cecilia Guterman -una gran maestra de jazz- dos meses al año para mantener técnica. Pero no doy clases, porque trabajo mucho.

Reunión de la Comisión de coreógrafos

La coreografía se distingue porque expresa todo lo que se va a decir a través de los movimientos del cuerpo.  Es que el cuerpo habla.   Los bailarines tienen que interpretar y saber decir lo que vos querés decir. Es un idioma especial que no se parece ni a la música ni a nada. Nosotros, desde la entidad, informamos sobre nuestros derechos. Me gusta decir que es como cuidar a la escritura de tu casa. Repito: estamos presentes en festivales, danzas urbanas, danza aérea, el jazz, folklore, clásico, cumbia, en el tango.  Y hay que declarar todo en Argentores. Como algunos no conocen sus derechos, les informamos que tienen qué hacer. Con Mecha trabajamos para que lo realicen. Estamos haciendo un gran trabajo. Los reunimos personalmente o por la web y le damos a conocer todas las herramientas que tienen a disposición.

Hay que generar trabajo, inventarlo, crear algo en donde no hay nada. Esta profesión te obliga a reinventarte cada día. 

Nosotros tenemos que armar buenos grupos, crear buen ambiente, no me gustan los gritos. Es que yo, como dije, trabajé mucho con niños; jugando se obtiene mucho más.

El director es la parte más alta de la pirámide en un show, te dice hasta dónde podés llegar y el éxito es siempre de las figuras. Pero la creatividad… es siempre la nuestra. Es la del autor.”

L.C.


1 / Mar / 2023