Revista Florencio
A PROPÓSITO DE VÍCTOR PRONCET
“Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto y…todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo.” (León Felipe) (2)
Toda historia intensa es una historia inconclusa, amigo Víctor Pronzato o Proncet. Por eso no nos despedimos. Para volver a repensarnos desde el diálogo. En épocas en que el pensamiento está amenazado de cancelación.
Converso entonces estas líneas mientras espero la transmisión de la entrega de los premios Oscar. Argentina 1985 (3) es candidata. Ojalá gane. Por el público, por la historia que narra y por vos, por Raymundo Gleyzer (4) y por Los traidores (5), esa inmensa película que no llegó a exhibirse comercialmente, pero que, en forma anónima y clandestina, se instaló en las butacas del cine de culto. Argentina 1985, Los traidores. Dos modos de encarar la resignificación de nuestra historia.
Argentina 1985, el Juicio a las Juntas militares, que aniquilaron a dos generaciones y sumergieron a la Argentina en una larga y feroz dictadura. Una película necesaria. Porque los Derechos Humanos no son una retórica, son un ejercicio permanente, una necesidad de nuestra memoria. Memoria e historia van de la mano. Y el cine, suele dar en el corazón de lo que la memoria individual y colectiva necesitan. Sin memoria histórica nuestra subjetividad deambula sin sustancia. Porque somos lo que hemos vivido y comprendido. Somos también lo que la historia remota nos trae al presente permitiendo nexos de interlocución. Ser sujeto de la historia implica conciencia y necesidad de repensar lo político y lo histórico en todas sus dimensiones.

El cine atraviesa los hechos cuando los expone. Y todos nos convertimos en artistas, porque multiplicamos esa mirada y nuestra mirada también se transforma en una cámara. El cine puede cambiarnos la vida. Y esa compuerta, nos conecta, en este momento, querido amigo. La historia es acontecimiento (Alain Badiou) y el acto de ponernos en contacto con los hechos, no sólo convoca el acontecimiento, también convoca la pregunta por la génesis del mismo, en una invitación a articular sentidos desde la libertad de pensamiento. En eso radica la dignidad de la memoria.
Toda historia intensa es una historia inconclusa. Y espera el momento para su continuidad. Y en este punto estamos. Todos somos custodios de la historia que el otro nos deja. Y Raymundo y vos, fueron custodios de la historia del otro. Un cuento tuyo: La víctima. Un guion conjunto: Los traidores. Una dirección precisa: Raymundo Gleyzer. Y tu protagónico y tu música, enmarcada en La marcha de la bronca de Miguel Cantilo. Pero los artífices fueron vos y Raymundo. Custodios de un compromiso militante. De una época.

Siempre hablábamos de Raymundo. Te dolía en su secuestro y desaparición, pero te dolía también en el silencio mordaza que se impuso a Los traidores. Un silencio a la lucidez, y al valor de relatarse poniendo nombres y apellidos y caras y contextos a las historias desdla Historia. Ustedes relataron desde adentro un pedazo de la Argentina, en la que estaban (estábamos) parados.
Los traidores. Una puesta en valor de las luchas obreras de nuestro país. La vida de un militante sindical peronista durante los 60 y su escalada paulatina a las filas de la mafia sindical y la traición a sus principios combativos. La historia de Roberto Barrera. De hijo de un peronista nato, a un mafioso sin escrúpulos.
Miguel Barrera (el padre) evoca con rabia los bombardeos a Plaza de Mayo, diciendo, “ni camiseta teníamos… la pirámide de mayo se salvó raspando…” Es que el viejo, la venía peleando como activista desde los paros de la FORA por la libertad de Sacco y Vanzetti. Y ese padre, fiel a sus convicciones terminará eligiendo formar parte del inicio de la corriente clasista y combativa.
Roberto Barrera (el hijo) nace en cuna peronista y hace gala de su origen, pero rápidamente comprende que esa plataforma es un trampolín al poder real y elige ser un traidor de “paladar negro”. Conoce el olor y la adrenalina de los que la yugan, sabe cómo viven, como sueñan, cómo sufren. Sabe seducirlos. Sabrá venderlos sin que sospechen de él. Y será pez en el agua del doble discurso, la doble moral. ¿Quién mejor que un portador de apellido combativo y de lucha, para entregar a los propios? Roberto Barrera, elige pertenecer a las elites del poder y la corrupción. Y no parará hasta aliarse a las Fuerzas Armadas golpistas antidemocráticas.

Los traidores, nos trae a la memoria un recorte importante de nuestra historia. El filme se comprometió con el accionar corrupto de la C.G.T y lo cuestionó. Nos trajo a la memoria los bombardeos del 55, la Libertadora, el golpe contra Frondizi, la desaparición de Felipe Vallese, El Cordobazo, y la conformación de la C.G.T de los Argentinos. Documentos fílmicos le dan a la película una verosimilitud que la hacen contemporánea y necesaria. “¿Somos peronistas al pedo?”, pregunta un activista en el borde de la desesperanza. Pero el huevo de la serpiente está incubando en el nido y Barrera ya ha evolucionado en su carrera de ascenso a las élites mafiosas y se pregunta en clara incitación a dar el gran salto hacia el costado de los poderosos: “¿Nos bajamos los pantalones por dos millones de dólares?”
Los traidores, relata páginas ciertas de una Argentina que fue al cadalso. Es una película peronista. Es una ficción documental de lo que se llamó el Cine de Base, con un claro contenido de apelación a la conciencia social. Y transcurre entre las polaridades de la organización de los trabajadores en lucha por sus derechos y reivindicaciones y el poder ligado a intereses corporativos nacionales e internacionales.
Raymundo Gleyzer fue secuestrado y desaparecido. Muchos de los actores como Lautaro Murúa y Luis Politti, sufrieron exilio,
Argentina 1985 repara nuestra memoria como país castigado por una dictadura en un juicio a las Juntas militares que hizo historia en una historia que necesita reconocerse en sus heridas, y afianzarse en su democracia, y en su memoria política.
Mientras escribo estas líneas, la película está en la antesala de los Oscar. Si gana o no, es aleatorio. Y mientras espero el veredicto, vuelvo a repensar la impresionante película que escribiste y protagonizaste. Y siento que tu película es la precuela de Argentina 1985. Un eslabón imprescindible para entendernos. Y que, en un continente nacido bajo el signo de la espada aplastante, toda historia que nos narre desde los cruces de identidad, es una historia con final abierto hacia lo que hay que revisitar, pensar, reformular. Y eso es lo que hace vigente cualquier núcleo narrativo.
Ya dije: toda historia intensa es una historia inconclusa. Y todos somos parte de la historia del otro. Todos somos custodios de la historia que el otro nos deja. Y vos y Raymundo enteros, de pie, escribieron en celuloide no sólo aquello que los acicateaba en la inmediatez de lo urgente, en una militancia ávida en dar respuestas, nos escribieron a todos un testimonio imprescindible, para mirarnos y repreguntarnos. ¿Aquello que conmovió hace más de cuatro décadas sigue movilizando de la misma manera? Conmueve la intensidad de la historia de esa época, supuestos líderes que entre el poder de la lucha por una sociedad mejor y el poder corporativo eligieron con claridad, la ruta al enriquecimiento propio. Y esto, nos sacude en el hoy. El hambre y la miseria social de forma manifiesta. La orfandad de líderes orgánicos que expresen denuncias de lo que acontece, pero a la vez articulen un sentido del pensamiento político y la acción, capaz de devolver cohesión al tramado social desintegrado. La desigualdad extrema torna retórico cualquier discurso que no se replantee el sentido de lo político y la justicia social.
El teatro, el cine mientras tanto aportan a nuestra memoria, narraciones sobre hechos de los cuales siempre la historia como acontecimiento, es la escena principal.

¿Qué nos pasó, Victor? ¿Es que como dijo Saramago (Ensayo sobre la ceguera) nos hemos vueltos ciegos, que aun viendo ya no vemos y seguimos construyendo castillos de naipes en una sociedad del derrumbe que arrastra los carros de la mendicidad o come de la basura o duerme y vive en la calle en una noche eterna, a plena luz del día?
Y en este puente de cruces en el laberinto de un país, de un continente, de un mundo convulsionado y atravesado por guerras y desentendimientos, y reagrupamientos geopolíticos nuevos donde las masas migrantes deambulan como hormigas en fronteras que también las expulsan, o se ahogan en mares que no tienen ni orillas ni puertos capaces de cobijar lo que definitivamente es despojo. Ahora amigo que los poderosos se disparan con agendas disciplinadoras de órdenes mundiales que no arreglan el desorden, te pregunto amigo, ahora que ambos sabemos que si no nos despedimos, fue porque teníamos que seguir dialogando dado que todos somos custodios de la vida del otro, te pregunto, ahora que los Roberto Barrera, ya sabemos, son apenas extras bien pagos en el argumento de esta inmensa matrix, ahora amigo, que sabemos que vamos a seguir revisitando Los traidores, cuantas veces sea necesario, hasta que se nos agoten los ojos, las preguntas, ahora, te pregunto: ¿En este nuevo guion planetario, donde se sale al rescate de las bancarrotas bancarias y se descarta todo posible rescate de la bancarrota humana, ahora cuando la condición humana está en riesgo de ser suplantada por la condición robótica, y el trabajo humano está amenazado con ser decretado obsoleto, ahora, que los derechos humanos llegarán a ampliar tanto su espectro que se transformarán en el clamor a vivir, porque es la vida misma la que está en peligro, ahora que se han multiplicado los estrados de los discursos “salvadores” y como un avemaría se reza el sálvese quien pueda, ahora, que la inteligencia humana será sustituida por la inteligencia artificial, porque como dijo el viejo León definitivamente se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto y ya no hay locos y todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo, ahora, ¿quiénes son los traidores, amigo?
Cristina Escofet
Dramaturga, Profesora de Filosofía.
Notas
Victor Pronzato, más conocido como Víctor Proncet. (1922-2009): Artista multifacático de vastísima trayectoria como actor, guionista, compositor y músico argentino, del que el número anterior de Florencio se recordó el aniversario de los cien años que hubiera cumplido en noviembre pasado.
2. Ya no hay locos, poema de León Felipe.
3. Argentina 1985 (2022): Película producida y dirigida por Santiago Mitre. Escrita por Mitre y Mariano Llinás. Con Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Norma Briski, Claudio Da Passano.
4. Gleyzer Raymundo: Guionista y director de cine, vastamente estudiado por su impecable producción en el cine de denuncia social, desaparecido el 27 de mayo de 1976, durante la última dictadura militar en la Argentina.
5. Los traidores (1973): Película dirigida por Raymundo Gleyzer. Escrita por Gleyzer, Alvaro Melíán y Víctor Proncet. Música: Víctor Proncet. Con: Víctor Proncet, Raúl Fraire, Susana Lanteri, Mara Lasio, Mario Luciani, Lautaro Murúa, Luis Politti, Osvaldo Santoro, Osvaldo Senatore.
5 / May / 2023