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2012 - 5 DE NOVIEMBRE - 2022

Que recuerde el corazón

A diez años del fallecimiento de Leonardo Favio

“Nunca voy a narrar algo que no conozco. Mis personajes brotan de la realidad. En mis películas no hay un solo personaje que no esté dentro mi corazón, que no reaccione como yo hubiese reaccionado”, dijo en una oportunidad Leonardo Favio. Hoy, 5 de noviembre de 2022, se cumplen 10 años de su fallecimiento y recordarlo es justamente eso –en el sentido etimológico con su derivado de cor–, volverlo a pasar por el corazón.

Ya se ha dicho en otra oportunidad esto también; pero hay ciertas clases de convicciones que sólo admiten la repetición. Leonardo Favio tuvo la capacidad de trocar el dolor, o mejor: vaciarlo hasta dejar expuesta su sensibilidad en estado puro. Y la convirtió en arte, vale decir: en amor. A esto se le llama venir al mundo con el arte encima. Porque es cierto, hay cierta clase de experiencias tan feroces que lo modifican a uno para siempre y en el caso de Leonardo Favio resulta fácil advertir que hubiera podido, en el instante más decisivo y determinante de su durísima infancia, crecer un centímetro hacia el lado equivocado: el rencor. Sin embargo, filmó películas extraordinarias y fundaciones que hasta la fecha continúan motivando admiración en todas partes del mundo.Un hombre que se inventó a sí mismo. “Me gusta observar y aprender cuando estoy frente a alguien de talento. Eso me permite salpicar mi cine y mi vida con coros u óperas, y otros días necesito a Sandro o a Feliciano Brunelli. También alterno la Torá, la Biblia y el Corán. Del mismo modo me enseñaron cineastas tan distintos como Fellini, Bresson, Bergman, Torre Nilsson y vi veinte veces El ciudadano de Orson Welles, para analizar los ángulos y movimientos de cámara. Pero, a la vez, respeté a Enrique Carreras y a Emilio Vieyra, de los que también aprendí. He tratado de tomar todos los artilugios que me sirvieron para conmover”.

Fuad Jorge Jury Olivera nació en Las Catitas, departamento Santa Rosa, provincia de Mendoza, un 28 de mayo de 1938. No conoció a su padre y el apellido de su nombre artístico proviene de su madre, Laura Favio, actriz y guionista de radio teatro. Infancia feliz y terrible a un tiempo, en 1945 viaja a Buenos Aires. “Su madre ha formado una nueva pareja, y en consecuencia “Chiquito” va a parar al hogar que hospeda ya a su hermano mayor, Zuhair. El sitio se llama El Alba. Allí tiene sus primeros choques con la autoridad. Seductor natural, aprende a lidiar con ella a base de picardía. La experiencia lo marca pero no lo quiebra, y le concede además su contacto inicial con un rodaje cinematográfico : es uno de los muchos extras infantiles que aparecen en la película Cuando en el cielo pasen lista de Carlos Borcosque. Su debut como director en Crónica de un niño solo (1964) recrea ese tramo de su historia tal como lo sintió: desangelado y feroz, pero aun así incapaz de apagar su sed de vivir”, señala Ana Amado.

Crónica de un niño solo (1964)

Después de Crónica de un niño solo, en apenas cinco años, estrena El romance del Aniceto y la Francisca y El dependiente todas en blanco y negro y con elementos temáticos en común, según refiere Marcelo Figueras: «un protagonista masculino acuciado por sus circunstancia, que acaricia la posibilidad de un triunfo y comprende, al fin, que ese triunfo no lo librará de sí mismo ni de la opresión social. Aunque contemporánea del Nuevo Cine Argentino (del que participan cineastas como Rodolfo Kuhn, Manuel Antín y David José Kohon), la obra inicial de Favio se diferencia del resto. Ajeno a las influencias literarias y a la emulación directa de la Nouvelle Vague, produce un cine personalísimo, capaz de sostener un equilibrio casi imposible entre la crudeza y el lirismo. Así como Roberto Arlt produjo un lenguaje único, al emular las traducciones de la Editorial Tor, Favio toma el cine de la época tal como lo interpretan sus maestros (entre ellos Leopoldo Torre Nilsson) produciendo en consecuencia una obra propia e intransferible, como una huella digital”. Luego vendrá Juan Moreira (1973), Nazareno Cruz y el lobo (1975), Soñar, soñar (1976). Muchos años más tarde, a principio de los noventa, aparecerá Gatica, el mono. Ocurre que el golpe cívico-militar del 76 “lo sorprende filmando “Soñar, soñar”, una comedia que apela a los mejores sentimientos con la aspiración de llamar a la cordura en medio de la destrucción. Pero la violencia es más fuerte. Como ha visto de cerca la barbarie (durante la Masacre de Ezeiza, en 1973, había arriesgado su vida para proteger la de varios prisioneros políticos) y su nombre figura ya en las listas de artistas prohibidos, Favio y su familia se van del país. Sus películas dejan de exhibirse y sus canciones suenan sólo en la clandestinidad de los cuartos cerrados. Mientras tanto gira por Latinoamérica para ganarse el pan. Es entonces que su música adquiere popularidad continental: en México, en Colombia, en Chile, Favio no es un cineasta sino ante todo un cantante adorado”.

A propósito de su música, Martín Wain refiere una conversación con Anibal Di Salvo, a quien Favio definió como “uno de los mejores cameraman de la historia del cine argentino y el mejor para hacer cámara en mano” Durante los días de filmación de El dependiente (durante seis semanas de primavera, en el viejo Club Unión, Presidente Derqui, como escenario principal y un almacén de ramos generales, transformado en ferretería) Favio se sentaba con su guitarra y componía entre las escenas. Incluso cuando terminó ese paquete de canciones se produjo “Fuiste mía un verano”, la película de Eduardo Calcagno. Creo que las compuso casi toda ahí, estaba allá atrás, en el fondo… Y fue un éxito increíble”, recordaba Di Salvo”. A final de los 90, vendrá esa muestra de amor, lealtad y agradecimiento que es Perón, sinfonía del sentimiento y Aniceto (2008), ese ballet cinematográfico que marcó el regreso a la pantalla grande del emblemático cineasta después de quince años. Y en 2010 Gente querible, corto. Cincuenta años transcurrieron entre los cortometrajes El amigo (1960) y Gente querible que Favio realizó como parte del proyecto “25 miradas, 200 minutos” , organizado por la entonces Secretaría de Cultura de la Nación para celebrar el Bicentenario argentino. Este trabajo es un montaje de material de sus propias películas que expone una mirada breve y personal sobre la historia del país”.

Leonardo Favio “hizo de todo: cantar, tocar, escribir, filmar. Y con todo siempre conmovió”, escribió Marcelo Figueras. Es cierto, “tenía un don para hablar de las cosas de las que hace falta hablar –el amor, el pecado, la gracias- con un lenguaje tan simple como inspirado. Fue un iluminado sin dejar de ser uno de nosotros. Y en voz bajita, casi como quien pide permiso, se ganó un lugar entre los más grandes de la cultura argentina. Si la noción de artista popular no existe ya, habría que inventarla para definirlo con justicia”

A diez años de su fallecimiento, ARGENTORES le rinde homenaje al querido Leonardo Favio.



5 / Nov / 2022