Obra en Construcción

TEATRO

Pinta tu aldea y serás universal

¿Cómo se concibe una obra? Por muy personal que sea un proyecto, ¿no deriva la creación en un hecho colectivo? No es lo mismo pensar una obra destinada a las nuevas tecnologías, la radio, el teatro, la televisión y el cine. Sin dudas, pero ¿en qué radican esencialmente esas diferencias más allá de los géneros con sus temáticas estructuras y estilos? Son apenas algunos de los interrogantes que surgen cuando se piensa en la génesis de un hecho estético. “Hay escritores a los que uno quisiera llamar por teléfono después de leerlos” En esa idea de Salinger surge el interrogante: ¿y qué le preguntarías? La inauguración de la sección Obra en construcción propone un encuentro entre las obras y sus autores para conversar sobre los procesos creativos. En esta oportunidad, junto al Presidente del Consejo de Teatro de Argentores Roberto Perinelli, conversamos con la dramaturga, directora y actriz María Marull para que nos cuente sobre La Pilarcita, obra de teatro que escribió y dirige en El Camarín de las musas y actualmente va por su quinta temporada.

Egresada de la carrera de dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, EMAD. Dirigida por Mauricio Kartun. María Marull se formó en narrativa y dramaturgia con Ricardo Monti. En dirección y en puesta en escena con Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster. Su formación como actriz fue con Raúl Serrano, Javier Daulte, Alejandro Maci. Además de La Pilarcita, de su autoría, dirigió Hidalgo, también de su autoría, en el Teatro Nacional Cervantes dentro del ciclo semimontados del Bicentenario y va por su tercera temporada en Espacio Callejón, El Oso, de Chejov, y La más fuerte, de Strindberg (junto a María Zambelli y Emilse Diaz). Espacios Gemelos, intervención para Maraton Abasto FIBA 2019 (junto a Paula Marull). En teatro formó parte de los elencos: Yo no duermo la siesta, de Paula Marull; Los ojos de Ana, de Luc Tartar, dirigido por Paula Marull; Según Roxi, dirigida por Azul Lombardía; Vuelve, de Paula Marull; Vestuario de mujeres, escrita y dirigida por Javier Daulte; Chejov en Elkafka, dirigida por Emilse Díaz y María Marull; Querida familia, dirigida por Matías Umpierrez, entre otras. En cine, como actriz: Relatos salvajes, de Damián Szifron; Primavera y antes del estreno, de Santiago Girart; El día fuera del tiempo, de Cristina Fasulino; Un día en el paraíso, de Juan Bautista Stagnaro; Iluminados por el fuego, de Tristán Bauer, entre otros. En televisión formó parte del elenco de Rizhoma Hotel, Según Roxi, Doce casas, Loco por vos, Ana y el vino, Hermanos & Detectives, Historias de sexo de gente común II, y Los Simuladores, entre otros.

En septiembre de 2019 estrenará La oportunidad y La mujer invisible, ambas obras de su autoría junto a Paula Marull y bajo su dirección en el ciclo Teatro Líquido, convocada por Javier Daulte, para Espacio Callejón.

¿Cómo nace la idea de escribir La Pilarcita?

La comencé a escribir en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, durante las prácticas a cargo de Mauricio Kartun. Y lo primero que surgió fueron dos imágenes que había que llevar como una primera entrega. Esas dos imágenes fueron en principio como una especie de acopio, algo suelto que no me llevaba a un lugar específico. Yo no suelo tener de antemano una idea, trabajo a partir de imágenes para ir descubriendo. Lleve dos imágenes. Una tenía relación con una experiencia que viví cuando visité al Padre Ignacio. La verdad es que todo lo que sucede ahí es muy conmovedor. Me acuerdo que fui a la Parroquia que se encuentra a las afueras de Rosario y que de ahí surgió una de las imágenes que llevé a la clase de dramaturgia. Se trataba de una situación de una señora con su hija y de otra persona que alquilaba su baño. Si bien no era exactamente como lo había vivido cuando visité al Padre Ignacio, hubo una situación semejante que, evidentemente, me cautivó. Y la otra imagen se trataba de dos chicas que estaban en el patio de una casa, un patio de tierra donde había ropa tendida. Una de ellas jugaba con un palo y la otra con un Hula-Hula practicaba unos pasos de baile mientras tenían unos pequeños diálogos. Era una imagen muy relacionada con momentos de mi infancia, en Esquina, Corrientes, donde vivía mi padre. Me acuerdo que lo llevé al grupo que coordina Kartun para que me guiara y los compañeros me dieran sus devoluciones, una dinámica muy enriquecedora de la que participábamos todos. Ahí me recomendaron que viera la película uruguaya El baño del Papa, que dirigieron César Charlone y Enrique Fernández. Una película hermosa donde también está presente todo ese universo de la espera. Bueno, retomo el tema de la imagen porque para mí es importante al momento de la escritura. Cuando te adentrás en una determinada imagen se inicia un proceso de descubrimiento y así fue como viví desde el principio la escritura de La Pilarcita que de a poco se fue colmando de personajes. Sólo una cosa tenía claro en ese momento, y era que no quería hacer alusión al Padre Ignacio. Entonces Kartun me dijo que podía trabajar sobre algún santo popular y me prestó un archivo con todos los santos populares del país. Entre ellos estaba la historia de La Pilarcita. Me llamó muchísimo la atención que se tratara de una nena que había muerto por salvar su muñeca y a partir de ahí que fueran las muñecas las ofrendas que le dejaban los devotos.

Escena de La Pilarcita

¿ En ese momento ya se armó toda la historia de la obra?

Sí, pero te diría que al comienzo me costó bastante. Porque en general me pasa que me cuesta entender rápidamente cuál es el conflicto o la temática de la obra. Prefiero confiar en el proceso de la escritura y expandirme todo lo que pueda en los distintos universos. Eso me gusta mucho. Y entonces me sucede que escribo y escribo hasta que se me junta mucho material y después me pregunto ¿qué hago con todo esto? ¡Ojalá pudiera dárselo a alguien que me lo organice un poco! Así que te diría que me di cuenta de lo que estaba contando recién cuando terminé la obra. En este sentido tanto Mauricio Kartun como mis compañeros fueron muy importantes para mí.

En relación a esto que mencionás sobre el tema de una obra. Ocurre que las interpretaciones no necesariamente coinciden con la intención de quien la escribió, ¿no es cierto?

Sí, por supuesto. Me acuerdo que una vez Kartun en una de las devoluciones me dijo, haciendo referencia al conflicto de los personajes, que La Pilarcita se refería al tema de la liberación. Coincido con esa mirada. Creo que está la liberación en Selva y en Celeste. Una porque tiene a cargo a su abuela y la otra porque tiene una problemática con su pareja. Ahora, si vos me preguntás si en el momento de la escritura yo estaba pensando en la liberación, te diría que no. Porque no creo que te puedas proponer escribir sobre un tema, sino sobre situaciones o conflictos que después sí pueden ser leídos de ese modo. Y también de otras formas. Distintos niveles de lecturas, quiero decir. Incluso hasta pensar en mí y decir sí, es cierto, hay mucho de la historia de mi mamá o lo que yo hubiera deseado que ella hiciera, pero también lugares como Esquina y todo lo que entraña el universo de un pueblo. Yo me vine de Rosario, entonces la obra también se refiere a toda esa cuestión de irse o quedarse, las elecciones que las personas hacen en un determinado momento de su vida.

Por otra parte es el conflicto de la gente de las provincias para determinado tipo de actividades.

En Esquina, que es el lugar en el que está inspirada la obra, donde por otra parte sigo yendo porque tengo muchos amigos, sucede mucho esto que les pasa a Celeste y a Celina en la obra: dos amigas que se criaron juntas pero las separa el contexto. Tal vez una familia tiene dinero para mandar a su hija a estudiar a otra parte y la otra se queda por distintas circunstancias de la vida. El pueblo es duro. A mi me gusta mucho ir en verano con mi familia, pero no viviría en el pueblo. Conozco ese otro costado monótono. Creo que mucha gente se identificó con La Pilarcita también por este tema. Si bien no está idealizado nada en la obra, ni el pueblo ni la ciudad. Además no está vista desde afuera porque yo también me siento de Esquina. Por otro lado, nunca imaginé que Pilarcita llegaría a tener el recorrido que tuvo. El teatro es maravilloso. Es increíble cómo a partir de algo tan personal, el teatro logra convertirlo en algo universal. Por decirte un detalle, en la obra se menciona Casa Izquierdo, que era un negocio como de Ramos Generales. El año pasado conocí a una señora, muy mayor, que fue a ver la obra. Estaba muy emocionada cuando conversamos. La llevó su sobrina, diciéndole que había una sorpresa para ella en la obra. Resultó que la señora había fundado Casa Izquierdo. ¿Qué quiero decirte con esto? Que yo no pensé en nada de todas estas cosas cuando escribía a las dos de la madrugada porque quería cumplir con la entrega de la que hablábamos al principio.

María Marull en diálogo con Roberto Perinelli

¿Después del estreno de La Pilarcita hiciste correcciones sobre el texto?

En el caso de La Pilarcita lo que hicimos fue mostrar una primera versión de la obra ensayada entre amigos, familiares y por supuesto Kartun, para que nos dieran una devolución. A veces cuando estás muy adentrada en los ensayos perdés un poco de noción de ciertas cosas, o al menos tenés esa sensación. Incluso la duda de si algunas escenas se entenderán lo suficiente. Fue ahí cuando reescribí algunas cosas, un monólogo final que no estaba y algunos cambios en torno a uno de los personajes masculinos. Ocurre que hay una instancia donde el texto pasa al cuerpo de los actores. Ahí uno suelta algunas expectativas y toma otras, muy buenas. Los actores terminan de enriquecer al personaje. La verdad es que yo pienso que un texto siempre se puede mejorar. Así que en ese sentido nunca estoy conforme del todo. Podría seguir corrigiendo, como dijo Roberto, si no tuviera una fecha de estreno. Y por eso también estoy de acuerdo con la idea de que la escritura es un hecho colectivo. Y acá, necesariamente, tengo que agradecer a quines considero mis maestros, tanto Mauricio Kartún, Javier Daulte y Ricardo Monti.

6 / May / 2019