Revista Florencio

ENTREVISTA A LA AUTORA COLOMBIANA ALEXANDRA CARDONA RESTREPO

Las sociedades de gestión y los derechos humanos

Artista de múltiples perfil profesional y reconocida sensibilidad social, la escritora Alexandra Cardona Restrepo es hoy una figura de referencia inevitable en Colombia, tanto por la calidad de sus trabajos en el campo cinematográfico y literario como por la clara preocupación y compromiso que trasuntan sus producciones por temas relacionados con la violación de los derechos humanos y otros estigmas que desgarran desde hace tiempo a su país. Eso sin olvidar su pujante actividad en defensa de los derechos autorales que la llevó, junto a otros profesionales del medio, a crear la primera Sociedad Colectiva de Escritores Audiovisuales de Colombia. Oriunda de Ibagué, municipio ubicado en el centro-occidente de Colombia y capital del departamento de Tolima, Alexandra nació el 23 de junio de 1957. Fue la tercera de cuatro hijos de un matrimonio originario de Manizales, a unos 76 kilómetros de Ibagué. Desde niña soñó con ser escritora y finalmente lo logró, volcando toda su actividad a la generación de un mundo que fuera mejor, mas humano.

En medio de las obligaciones que le impone su trabajo en la entidad de gestión que preside, Florencio se comunicó a través de whatsapp con Alexandra y le propuso hacerle una entrevista, propuesta a la que accedió con mucha calidez y deferencia contestando a un cuestionario de preguntas que la revista le envió a los pocos días de ponerse en contacto con ella. Lo que sigue son las respuestas que ofreció a nuestra publicación.  

Las reseñas biográficas que aparecen en Internet usted es definida, en su  actividad profesional, como guionista, escritora, directora de cine y productora. ¿Cree que esas reseñas describen bien su actividad o hay algo que se pasa por alto?

Me siento, sin duda, identificada con lo que afirman las reseñas biográficas a las que usted alude, pero diría que hoy en día corresponde agregar a esas caracterizaciones la de mi labor como líder gremial, que es, justamente, la que da origen principal a esta entrevista. Tal vez, esa parte de mi perfil laboral no ha sido muy divulgado, y hasta yo tengo la responsabilidad, porque el trabajo por el gremio, los logros conseguidos liderando la primera Sociedad de Gestión Colectiva de Escritores del Audiovisual que existe en Colombia, es algo que, más que un trabajo, lo he venido realizando como un deber social. Como un placer social. Pero, no hay duda que para sacarlo adelante se requiere una entrega total. Es un trabajo y es una pasión, como todos los roles laborales que he desempeñado en la vida, siempre con pasión.

Alexandra Cardona Restrepo junto a Miguel Diani

Aclarado este tema, tan importante en su actual etapa de vida y que nosotros abordaremos durante la entrevista, le propongo comenzar a dialogar entonces en torno algunos de sus trabajos artísticos. Hablenos primero de su mediometraje Derechos reservados.

Derechos reservados es el primer mediometraje que escribí y, como suele ocurrir en lo “primero” que se cuenta en cualquier escrito, tenía un sesgo autobiográfico. Sesgo no significa que correspondiera exactamente a mi historia de vida. Pero sí tiene algo de mi vida en ese momento. Es la historia de un matrimonio de escritores que está escribiendo una película de suspenso. Pero vemos allí dos historias: tanto la de la vida “real” de los escritores, como la de la ficción (la de la ficción dentro de la ficción). Y me gustó mucho escribir este texto porque fue un reto en varios sentidos. En primer lugar, la historia de los escritores narra cómo, pese al trabajo que hacen en conjunto, el que se lleva los créditos es siempre el marido. Inclusive cuando un director pretende hacerle algún reconocimiento a ella, diciendo que le parece que está haciendo muy buenos aportes al guion, el marido dice: “Ah, sí, ella es muy buena, sobre todo para lo de teclear.” La mujer oye esto, y eso es el punto de quiebre de esta relación. En la ficción dentro de la ficción, el matrimonio es “perfecto”, así como la utilería, escenografía y la relación de la pareja. Pero en determinado momento el marido descubre que la mujer tiene un amante, los encuentra en la casa, y él es su mejor amigo (todo es como un poco cliché), y ahí está el punto de quiebre de esta segunda historia. Claro, tienen una tremenda discusión y, en determinado momento, la mujer es asesinada accidentalmente por el esposo. A lo largo de la película, las dos narraciones, que tienen estilos, diálogos, etc., diferentes, se mezclan, pero el punto culminante es el de las dos discusiones: la de los escritores que es como muy real y de las entrañas, y la otra. Solo al final de la película se descubre que la historia de ficción es la que están escribiendo los dos escritores. Eso fue todo un reto, porque había solo 25 minutos para contar todo. Y, por el otro lado, la reivindicación del reconocimiento creativo que debemos tener las mujeres “esposas” como colegas. Ese es el pedacito biográfico porque Jaime Osorio, el director del film, y yo para la época estábamos casados. Sin embargo, esto no significa que él desconociera totalmente mi trabajo. Digamos que traté de contar lo que pudo pasarme, porque era algo que veía que, en el gremio, pasaba muchas veces. Amo esa película.

¿Cómo surgió la posibilidad de llevar ese guion al cine y desde cuando percibió usted que sería escritora?

El guion lo escribí y lo mandé a un concurso de FOCINE, la Compañía de Fomento Cinematográfico que existía por esa época, ganó y Jaime lo dirigió. La experiencia fue increíble porque, como el presupuesto era muy bajito, filmamos en nuestra casa. Eso fue una locura. A veces, uno terminaba extenuado el día de rodaje y, cuando se iba a acostar, llegaba a la cama y encontraba un papel que decía: “No tocar, tiene continuidad”. Esa hubiera sido una excelente tercera historia dentro de la historia. En cuanto a lo de ser escritora, pues, todos en mi familia, los compañeros del colegio, y los de teatro me dijeron en distintas ocasiones que siempre supieron que sería escritora. Es que desde que recuerdo me encantó leer y escribir. Más pensando en literatura, pero no sé…he ido de un lado a otro sintiéndome cómoda. En mi caso no veo fronteras o talanqueras para pasar de una forma narrativa a otra. Claro que son distintas, requieren trabajo y el uso de elementos diferentes, pero finalmente se escriben, ¿o me equivoco? Bueno, eso es lo que hago, escribir. A veces voy por la calle y, sin darme cuenta, pienso en cómo escribiría lo que veo para la literatura o un audiovisual, cómo describiría, acotaría, no sé, es un juego maravilloso.

Luego de eso vino el guion de De vida o muerte y más tarde Confesiones de Laura, éste un largometraje, del que dijo cobija el guion que más le gusta, entre todos los que escribió. ¿Nos podría contar de que se tratan ambos trabajos?

Sí, luego llegó el turno del mediometraje De vida o muerte. El 27 de febrero de 1980 el M-19, movimiento guerrillero colombiano, realizó una acción que se conoce como “la toma de la Embajada de la República Dominicana”. Los guerrilleros irrumpieron en esa embajada en plena celebración del día de la independencia dominicana, ocupando el edificio por asalto y tomando como rehenes a 15 diplomáticos que se encontraban en la reunión. La embajada estaba ubicada frente a una importante avenida de Bogotá y, pese a tener un amplio espacio en su zona frontal, por los costados estaba rodeada de edificios residenciales. En pocas horas la zona fue bloqueada por el ejército y la policía. Por lo menos en las primeras 48 horas, mientras se determinaba cuál era la situación, nadie pudo entrar o salir de los edificios o residencias. Quedaron atrapados. Comencé a preguntarme, no por los secuestrados, sino por aquellas personas que se vieron afectadas directamente por un suceso que, en principio, era ajeno a ellos: la toma de la embajada. Me preguntaba qué ocurriría con quieres quedaron encerrados durante esas 48 horas. Por ejemplo, si una ama de casa tenía cita con un vendedor de aspiradoras y el vendedor estaba en su apartamento mostrando la aspiradora cuando ocurre el asalto a la embajada, ¿qué podría ocurrir con ellos? Se trata de situaciones externas, extremas que, aparentemente, son ajenas y que, de pronto, afectan o hasta pueden cambiar tu vida definitivamente.

¿Qué pasaría con la ama de casa y el vendedor de aspiradoras durante la primera hora de confusión, de no saber lo que ocurría, pero de no poder salir por los disparos y la conmoción? Luego de la orden de no salir ni dejar entrar a nadie. Ese fue el momento crucial de mi historia: dos personas comunes y corrientes que quedan atrapadas por 24 horas en un mismo espacio, ¿seguirán siendo las mismas 24 horas después? Las relaciones, acercamientos, diálogos, muy seguramente deben cambiar. Es una situación extrema. Y los personajes, aunque se creen ajenos a lo que ocurre en la calle también están sitiados. En esas condiciones, 24 horas más tarde, no somos los mismos, por lo compartido, tensión, miedo, y por lo que, quizá, podemos “confesar”, por la forma en que nos desnudamos como personas. No olvidemos que es en ese tipo de momentos cuando la fragilidad, el enfrentar lo desconocido e incontrolable, nos hace más frágiles, más capaces de dejar ver nuestros más íntimos secretos, total, no se sabe, finalmente, si saldremos con vida de esto. Esta situación de arrinconamiento, de perder el control de la vida, conduce a una pregunta que puede ser el inicio de muchas historias: ¿qué pasaría si quedamos encerrados durante un día? Al final, ¿seguiremos siendo los mismos? Estas fueron las preguntas que dieron inicio a De vida o muerte, los personajes están en una situación de vida o muerte. Y uff, escribirla fue maravilloso. El único problema es que al ser escrita en poco tiempo después de la toma de la embajada era complicado y riesgoso usar el tema que me había llevado a explorar la situación. Pero la escribí con ese fondo histórico, la mandé a Focine y ¡gané!

Pero, a la hora de realizar el guion debí cambiar el suceso histórico, elegir uno más distante, sobre el que tuviéramos mayor y “más clara” información. Eso es un decir, porque esta es todavía la hora que no se sabe a ciencia cierta quien mató al líder liberal Jorge Eliécer Gaitán ni quién dio la orden, pero el caso de su asesinato en 1948 fue un episodio que marcó la historia del país y el que elegimos como marco histórico para el relato. La historia se desarrolla entre el 10 y el 11 de abril, los dos días inmediatos posteriores al asesinato de Gaitán. Y, tal como lo pensé desde el principio, a los que quedan atrapados y se creen ajenos a lo que ocurre afuera, este suceso les cambia para siempre la historia de sus vidas. En este caso, se trata de un matrimonio y una vecina, amiga de la señora del matrimonio, que vive al frente de esa pareja. Mientras el país comienza esa lucha de la que aún no salimos, la situación de estos tres personajes da un vuelco. Luego vino Confesión a Laura, el largometraje de esta misma historia. Ese lo comencé a escribir cuando estábamos rodando el mediometraje. ¿La razón? Sentí, estaba segura que los personajes requerirían más aire, más tiempo, para contar su historia. Hubo gente que me dijo, pero cómo pretende contar la historia de tres viejos, encerrados durante 24 horas, sin que pase algo (sexo, bala, “acción”) en un largo, no, eso sería lo más aburrido del mundo. Y resultó que…mis personajes tenían razón. Confesión a Laura, que al igual que el mediometraje, fue dirigida por Jaime Osorio, es una hermosa y querida película colombiana. Multipremiada. Desafortunadamente tuvo una escasísima presencia en las salas, sin embargo, no sé cómo mucha gente la ha visto. Patrimonio Fílmico la restauró el año pasado y está bellísima. Ahora esperamos darle la segunda oportunidad en salas de cine, la merece.

                                                     ***

Dentro de las múltiples tareas que ha emprendido en lo cinematográfico, Alexandra Restrepo Cardona ha dedicado un espacio muy especial al género de los documentales. En una lista que tal vez no sea totalmente completa, y que consultamos con ella durante esta entrevista, se podrían citar los siguientes títulos: Escuela y desplazamiento (realizada para la Unesco y el ministerio de Educación de su país, de 2002); ¡La vida vive!, documental basado en un paralelo entre los fallidos diálogos de paz  en San Vicente del Caguán entre las FARC-EP y el gobierno del presidente colombiano Andrés Pastrana (1998-2002) y el trabajo social de la misionera Reina Amparo Restrepo, que recibió el Premio Nacional de la Paz en 2007; Los derechos humanos, el punto de entrada: El Corazón, de 2004; Tiempo de la Verdad; Coloquio, poscolonialismo y Utopía del Bicentenario, 2010.

¿Son correctos los títulos de esta enumeración? -le preguntamos al retomar el diálogo-. De serlo, ¿podría destacar algún rasgo común entre estos títulos y cómo se produce en usted un vuelco hacia el documental?

Sí, con correctos. Creo que destacaría un punto en común entre todos ellos: los Derechos Humanos. La situación de los derechos humanos en mi país. Cuando se vive en un país tan complejo como Colombia, un país que desde que nace en la república, y aún antes, ha vivido en permanente confrontación interna, es apenas natural, creo, que en el algún momento uno se pregunte qué puedo hacer yo, desde mi esquina, conocimiento, trabajo, para aportar al cambio, ayudar en algo a apoyar una nueva manera de resolver nuestras diferencias, aportar para que dejen de volar las balas y el machete, los odios ancestrales y, bueno, creo que es ahí cuando surge la necesidad de poner cualquier talento o conocimiento que se tenga al servicio de la paz. Solo quienes nacimos en guerra, vivimos, crecimos, nos hicimos grandes en guerra, entendemos que hay un momento en que corremos el peligro de connaturalizarnos con ella. Hay un momento en que podemos considerar, aunque no me lo crea, que la guerra y todas las desgracias que trae son algo normal, que la vida es así y punto. Que igual a cualquier noticiero colombiano en los que se hablaba de muertos, muchos muertos, reinas y fútbol como algo natural, la vida nuestra “era así” y ya. Creo que eso debe ser como una especie de síndrome como el de Estocolmo y que a quienes pasamos la vida con la sangre chorreando en las noticias, en la historia, nos puede pasar que esa situación no produzca ni asombro. Está esa posibilidad o la otra…pensar, esto es monstruoso, qué puedo hacer para contarles a mis coterráneos, a mis hermanos que no podemos seguir viviendo de esta manera. Bueno, yo pertenezco al grupo de colombianos a los que la violencia nunca pudo parecernos una forma de vida. Entonces vino el trabajo documental. No sólo en el audiovisual sino también en la literatura. Escribí Un país donde Todo Ocurre, cuyo subtítulo podría ser “y nada pasa”, libro que contiene dos crónicas: el desplazamiento forzado de los campesinos de la Hacienda Bella Cruz, una historia de terror, de la que aún nos queda mucho por hablar y otra que es sobre los años de secuestro que vivió un general de la policía a manos de las FARC, con la particularidad de que la crónica se construyó con el seguimiento durante todos esos años de la familia del general, que también vive otro cautiverio, el de la incertidumbre.

Entre 2010 y 2013 se realiza Retratos de familia, donde se recoge el tema de los “falsos positivos” (jóvenes secuestrados y entregados al Ejército para que los asesinara haciéndolos pasar por guerrilleros y así justificar la labor represiva) a través de la memoria de las madres de Soacha, obra que se considera decisiva para poner en el centro de la discusión social y política en Colombia y el mundo la verdad sobre ese episodio. ¿Qué importante ha tenido esa obra dentro de su trayectoria como artista comprometida con los derechos humanos?

Le digo la verdad, lo de los mal llamados “Falsos Positivos” es algo que superó cualquier tipo de monstruosidad, acto inhumano que cualquiera pudiese imaginar. En realidad, fui conociendo, entendiendo el detalle y la dimensión del horror a medida que hacíamos el documental. Todavía me produce escalofrío. La historia de las Madres de Soacha, como se les conoce al grupo de madres que descubrieron lo que en realidad les habían hecho a sus hijos, me dejó devastada. Mientras trabajamos, con el maravilloso equipo con el que hice este y otros documentales, soporté una opresión permanente en el corazón. Es demasiado. Descubrir cómo “reclutadores” captaron muchachos, en los lugares más humildes, con ofertas de trabajo o lo que quiera, para llevarlos a zonas distantes de sus hogares y venderlos al ejército para que los asesinaran y así el ejército los pudiera presentar como positivos en combate. Es decir, como guerrilleros caídos en combate, es algo que no puedo describir. Sólo sé que lloré mucho hacia adentro. Aún lloro cuando descubren otro y otro caso, ya se han registrado 6402 casos (cifra monstruosa). Eso me supera como ser humano. En el momento que hice el documental se conocían algunas historias, se hablaba de ello, pero aún la mayoría de colombianos pensaban que no era posible, que debía tratarse de un “cuento”. Luego, supimos la verdad. Me supera el horror del hecho y el valor de las madres.

El otro tema que nos interesa hablar es el referido a su actividad gremial. Usted es fundadora y presidenta de REDES SGC. ¿Qué nos podría decir sobre su experiencia en ese espacio y acerca del papel desempeñado por esa entidad en la defensa de los creadores y creadoras de Colombia?

REDES SGC, la Red Colombiana de Escritores Audiovisuales, Sociedad de Gestión Colectiva, es, hoy en día, la experiencia y la oportunidad de realización más grande que he tenido. Amo la gestión colectiva. Supongo que llegué a ser socia fundadora y su presidenta porque, cuando dimensioné todo el trabajo que tendríamos si aceptábamos el reto de crear la primera sociedad de escritores del audiovisual de Colombia, entendí que era un deber. Tenía que pasar de hablar sobre cómo se habían afectado los derechos humanos de otros a defender y trabajar por los nuestros, los de los creadores, en este caso, los escritores del audiovisual. Y sí, junto con otros colegas comenzamos a descubrir el maravilloso mundo de la gestión colectiva, del que me declaro una enamorada total. Red Colombiana de Escritores Audiovisuales, de Teatro, Radio y Nuevas Tecnologías, Sociedad de Gestión Colectiva–REDES SGC, primera Sociedad de Gestión Colectiva de escritores del audiovisual que existe en Colombia. REDES Sociedad de Gestión Colectiva, protege los derechos morales y patrimoniales de los escritores del audiovisual (cine, televisión, teatro, radio y nuevas tecnologías).

Desde REDES SGC gestionamos, administramos y distribuimos el derecho de autor que le corresponde a los escritores del audiovisual en concepto de remuneración por comunicación pública de sus obras. Un derecho que hasta el 09 de junio de 2017 no era reconocido en Colombia. Fue gracias al trabajo realizado entre REDES SGC y la sociedad de directores (DASC) que, luego de años de lucha, conseguimos que el Congreso de la República de Colombia aprobara y sancionara la Ley Pepe Sánchez, mediante la cual se reconoce el derecho de los escritores, directores, músicos del audiovisual y dibujantes, a recibir un pago justo cada vez que alguna de sus creaciones se transmite al público. Luego de esta conquista comenzamos a trabajar para convertirnos en la Sociedad de Gestión Colectiva, Entidad sin Ánimo de Lucro, que hoy presentamos a ustedes. El camino ha sido duro, pero como suele ocurrir cuando el objetivo primordial de la labor es brindar bienestar colectivo, lleno de satisfacciones. El nacimiento de REDES SGC y la llegada de la pandemia a Colombia fueron sucesos casi simultáneos. Apenas abríamos los ojos como sociedad de gestión colectiva, cuando nos vimos obligados al encierro y a preguntarnos: ¿qué podemos hacer por nuestros colegas?

¿En qué se los pudo ayudar?

Eso fue increíble, porque por una vez teníamos respuestas concretas. La mayoría de los escritores del audiovisual son trabajadores independientes que no cuentan con un salario fijo, garantías de prestaciones de salud, y mucho menos, una pensión. Sin embargo, en esta oportunidad pudieron contar con el respaldo de REDES SGC. Gracias a estar organizados en una Sociedad de Gestión Colectiva pudimos brindar a todos los socios de REDES SGC que lo necesitaron, apoyo económico, emocional y humano en general. Tanto para los socios, como para los directivos de la entidad la prueba de la pandemia ratificó que íbamos por el camino correcto para consolidar una Entidad sin Ánimo de Lucro en donde el trabajo para un colectivo impactara positivamente en la sociedad general. Por primera vez en la historia los autores supimos que no estábamos solos en la lucha contra las adversidades. Si bien desde REDES SGC gestionamos y recaudamos el dinero que corresponde a los autores por el pago de sus derechos, lo que constituye un logro enorme para los escritores del audiovisual colombiano, también hacemos algo que es la esencia de la gestión colectiva: destinamos un 10 % de todos los ingresos al programa de bienestar social que beneficia a la totalidad de los socios de REDES SGC. Gracias a él, hemos logrado beneficiar y robustecer al gremio, las familias de los autores y a la sociedad en general. Este programa contempla beneficios que van desde el apoyo económico en salud, en necesidades escolares para hijos de los socios, atención a enfermedades catastróficas, desempleo y otras actividades sociales, hasta promover y brindar la posibilidad de que los socios amplíen y fortalezcan su formación para que alcancen un óptimo y actualizado desempeño profesional. La escritura para narrativas audiovisuales impone retos constantes, pues se trata de un campo que se encuentra en permanente evolución. De ahí la necesidad de proporcionar capacitación con estudiosos del tema, en las nuevas formas de abordar la escritura para el audiovisual.

Suponemos también, que REDES SGC tiene también vínculos con otras sociedades similares en el mundo. Es así, ¿no?

Efectivamente, REDES SGC, además de lo enunciado aquí, tiene convenios de reciprocidad con otras sociedades de gestión colectiva del mundo, sellando el compromiso mutuo de recaudar dinero que corresponde a los socios de cada SGC, para que los autores reciban el trato justo que merecen en todos los países donde se ha reconocido su derecho a la remuneración por la comunicación pública. Gracias al trabajo realizado REDES SGC es miembro pleno de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC), confederación que agrupa y reglamenta a 227 sociedades de gestión colectiva en el mundo. Una vez comprendidos y aplicados los grandes beneficios de la gestión colectiva, REDES SGC se ha unido a la causa de divulgar la importancia del poder transformador del pago justo por el derecho de autor y apoyar la creación de este tipo de sociedades en el mundo. Somos miembros fundadores de la Alianza Latinoamericana de Guionistas y Dramaturgos, ALGyD, así como de la Federación de Sociedades de Autores Audiovisuales Latinoamericanos, FESAAl, y la Confederación Internacional de Autores Audiovisuales (AVACI), desde donde trabajamos por la promoción y protección del Derecho de Autor en América Latina a través de la creación de Sociedades de Gestión Colectiva. En este momento, REDES SGC cuenta con 334 socios que, aparte de recibir el recaudo por sus derechos cuando les corresponde, tienen la garantía del acceso a todos los beneficios a todos los beneficios del programa de Bienestar Social.

El crecimiento de REDES SGC y la complejidad de los procesos que ejecutamos para realizar una distribución justa y transparente de los dineros recaudados, demanda que contemos con un servidor en la nube que permita almacenar información que manejamos y, también, ejecutar operaciones que hacen posible el reparto equitativo de los dineros recibidos. Así como entregar las respectivas liquidaciones a los socios y la discriminación de los beneficios que reciben. Sin duda, debo hacer un especial reconocimiento a nuestra sociedad hermana, Argentroes, que en todo este proceso ha sido verdaderamente hermana. Desde el primer acercamiento hasta hoy constituyen nuestros grandes aliados y muchos de los resultados que presentamos devienen de que Argentores haya creído en nosotros, que nos apoyaran en todo sentido y durante todo momento y que sean la inspiración. Ojalá un día alcancemos los logros que ustedes han conseguido, esa es la meta. Miguel Ángel Diani, Germán Gutiérrez han sido los hermanos mayores que se necesita para crecer acompañados de la generosidad y sabiduría. También DAC, Carlos Galletini, Horacio Maldonado y no menciono más personas porque seguro que quedan muchos por fuera. Pero doy gracias a ellos, a todos los que nos enseñaron que la gestión colectiva hace justicia con los autores, cambia la vida de los creadores, dignifica el oficio. Todo eso produce que exista nuestra querida REDES SGC, desde donde trabajamos para, además, impactar positivamente a la sociedad y aportar a la construcción del mundo más humano que merecemos. Es el lugar perfecto para enarbolar orgullosa la bandera de los derechos humanos.

Alberto Catena


.

5 / May / 2023