Revista Florencio

TELEVISIÓN Y PLATAFORMAS. RICARDO RODRÍGUEZ Y UNA SERIE SOBRE LAS HERMANAS MIRABAL

Las mariposas y el tiburón

Las hermanas Mirabal

En la antigua Grecia, las mariposas simbolizaban a la divinidad femenina originaria. Para otras tradiciones, en cambio, representaban los rasgos de la belleza y lo puro, pero también del cambio, la posibilidad en el rango humano de pasar –como ellas pueden hacerlo en la evolución de sus cuerpos de insectos- de lo imperfecto a lo más armonioso, hermoso o equilibrado. Cualquiera de esas acepciones y tal vez otras, como aquella de los mayas que le atribuían inmortalizar con su presencia el espíritu guerrero de su pueblo, podrían reflejar perfectamente la idea de quienes en su época decidieron nombrar con esa palabra a las hermanas Mirabal, tres heroínas de la lucha en la República Dominicana contra la feroz dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. No hay crimen que ese régimen no haya perpetrado en sus treinta y un años en el poder, entre 1930 y 1961. Esparció el terror por cada rincón de su país, metió en la cárcel y torturó a miles y miles de sus opositores, hizo desaparecer a muchos de ellos enterrándolos en tumbas anónimas o arrojándolos al mar para que ser devorados por los tiburones. No se privó de ninguna atrocidad, impulsando una política de exterminio, destierros y arbitrariedades que, sin ser la primera ni la última que tuvo lugar en este sufrido continente, hizo escuela en otras dictaduras contemporáneas o que le siguieron en el tiempo en América Latina, entre ellas la de Argentina de 1976-1983. Wikipedia calcula que durante permanencia al frente de su nación, produjo más de 50 mil asesinatos políticos o también raciales, como fue la llamada Masacre del Perejil que tuvo como víctimas a miles y miles de haitianos que ingresaban al territorio dominicano en busca de una mejor situación.

Ricardo Rodríguez, autor de la serie «El grito de las mariposas»

Trujillo sufrió distintas conspiraciones y revueltas para sacarlo del poder, pero todas ellas fracasaron debido a una sistemática represión respaldada siempre por los Estados Unidos, país que solo le retiró su apoyo cuando su continuidad se hacía insostenible, entre otros motivos por haber ejecutado secuestros o atentados a figuras públicas extranjeras, aún fuera de suelo dominicano, como el organizado en perjuicio de Rómulo Betancourt, ex presidente venezolano y manifiesto crítico del régimen. Pero la chispa que encendió la llama de la resistencia final contra la prolongación de su dominio, fue el asesinato de las tres hermanas Mirabal (Minerva, Patria y María Teresa), que eran firmes oponentes al llamado Benefactor de la República Dominicana, título con el que lo designaba la propaganda oficial. En especial la primera de ellas, Minerva, que fue una de las dirigentes más activas del Movimiento 14 de Junio, que peleaba desde hacía tiempo por cambiar el oscuro destino a que la dictadura había condenado a esa isla caribeña. Las tres hermanas fueron ultimadas el 25 de noviembre de 1960 por un grupo de sicarios del trujillismo en una emboscada que le tendieron cuando volvían en un jeep de visitar a los maridos de Minerva y María Teresa, encarcelados en la Fortaleza de Puerto Plaza, ubicada en lo alto de la cordillera septentrional del país. Se las detuvo en el camino y al bajarse se las mató, junto al chofer que las conducía, a palazos. Luego se simuló un supuesto accidente que el vehículo sufrió al tomar una curva, pero la patraña duró poco y unos días después, con la certidumbre ya de que había sido un crimen, se generó una fuerte reacción de rechazo que, la mayor parte de los estudiosos, consideran como el origen de lo que un tiempo más tarde se constituyó en el derrumbe definitivo de la dictadura.

A los seis meses, un 30 de mayo de 1961, y mientras crecía con celeridad el descontento de la sociedad con el régimen, Trujillo fue ajusticiado por un comando armado en el que se unieron viejos opositores y también ex colaboradores del oficialismo desplazados y que tenían cuentas pendientes con él. Venía al parecer de la casa de una mujer, una de las muchas que metió en su cama, algunas con su consentimiento, otras por temor a sus represalias, y no pocas incluso violadas. El “Chivo”, otro de sus apodos, o “Chapita” (como también se le decía por su afición a las medallas), quedó dentro de su automóvil acribillado en la soledad de la noche, abandonado como la basura humana que era y sin más compañía que el cuerpo muerto del chofer y las astillas de los vidrios rotos por las balas sobre su rostro, tal vez congelado en un último gesto de estupor por lo sorpresivo y rápido que puede ser el tránsito desde el estado de dios omnipresente y temido por todos al de simple despojo de carne trémula, destinada en segundos al triste epílogo de la descomposición. En contraste, sus víctimas brillan en el tiempo como ejemplo de lo que puede llegar a ser el valor humano, la pasión por la libertad y la justicia, la potencia con que las mujeres han luchado también a lo largo de la historia por un mundo mejor, en el que no solo se reconozcan sus derechos inalienables a la igualdad de género, sino también a aquellos que permitan a todos los habitantes de la tierra vivir en sociedades donde predomine la solidaridad y se extirpe la explotación de un ser humano por otro y el flagelo de las guerras.

«No definiría a la serie exactamente como una biopic. Creo más bien que es un thriller político, basado en la vida de las tres hermanas Mirabal», afirma Ricardo Rodríguez

No por nada, en el año 1999, la Asamblea General de Naciones Unidas, por medio de la resolución 54/134, resolvió a partir del año siguiente, el 25 de noviembre, día del aniversario de la muerte de las hermanas Mirabal, sería la fecha estipulada como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Tal vez con el tiempo algunas madres cuenten a sus hijos la cándida historia de unas mariposas que se las arreglaron, aún a riesgo de sus vidas, para terminar con la existencia de un tiburón despiadado y voraz que en el mar Caribe asolaba la vida de las personas. Un suceso en apariencia fabuloso, pero que ocurrió en la realidad, solo que transcurrido en otras encarnaciones y en suelo dominicano. Muchos adultos y adultas, en cambio, seguirán recordando en la fecha fijada por la ONU el martirio de esas mujeres, o enterándose en libros, artículos o ficciones de quienes fueron. De hecho, la historia de las tres hermanas Mirabal –hubo una cuarta, Dedé, la más joven y la única que las sobrevivió pues no viajaba con ellas el día de la matanza- ya fue reflejada en una novela de la poeta y ensayista estadounidense, aunque nacionalizada dominicana, Julia Álvarez. Y llevada al cine en 2001 por el director español Mariano Barroso, con Salma Hayek como productora y protagonista en el papel de Minera, y un guion escrito por la misma autora del libro junto a Judy Klass y David Klass. Próximamente se dará también a conocer en distintos países del mundo la serie inspirada en los mismos hechos producida por la compañía nacional Pampa Films junto a Star +, que es la plataforma que Disney tiene para adultos en América Latina. Se difundirá con el título El grito de las mariposas. Para hablar del tema, Florencio mantuvo una jugosa charla con el conocido y talentoso guionista de televisión y cine argentino, además de dirigente de Argentores, Ricardo Rodríguez, quien encabezó el equipo de guionistas que escribieron los libros de esa producción, junto a Juan Carballo, la guionista española Azucena Rodríguez, y Gabriel Nícoli, y cuyo showrunner fue el guionista, director y productor también argentino, Juan Pablo Buscarini.

Ricardo: ¿cómo definirías a esta serie? ¿Como una biopic?

No, no la definiría exactamente como una biopic. Creo más bien que es un thriller político, basado en la vida de las tres hermanas Mirabal (Minerva, Patria y María Teresa), pero sobre todo en la primera de ellas, que fue quien más se enfrentó a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en general, y al dictador en particular. A partir de esa historia real nosotros le agregamos otra totalmente de ficción, que es lo que termina conformando la historia de la serie, que trata de dos amigas que se criaron juntas en la República Dominicana, una era Minerva y la otra una adolescente española, Arantxa, que llegó a Ciudad Trujillo, hoy Santo Domingo, como parte de un contingente de connacionales que emigraban a la isla gracias a un convenio firmado entre Francisco Franco y el mandamás dominicano. Muchos de estos españoles, entre los que figuraba el padre de la joven, un vasco republicano, huían de la represión franquista al terminar la guerra civil, y se subían al primer barco disponible con tal de salvar sus vidas. Se sabe que varias de las personas enviadas por Franco pertenecían a partidos de izquierda, y que más tarde le generaron problemas a Trujillo, incluso creándole sindicatos que se oponían a sus políticas.

¿Cómo se conoce la española con Minerva?

Una vez en esa nueva tierra de adopción, el padre de la joven española, termina trabajando en lo que era la hacienda de los Mirabal, una familia acomodada y con cuatro hijas mujeres: las tres que ya mencionamos y otra más llamada Dedé, la única de ellas que sobrevivió. La muchacha venida de la península ibérica, de apenas doce años, tiene la misma edad que MInerva Mirabal, y crecen juntas generando una profunda amistad que creen que va a durar toda la vida. Mientras la futura líder política sueña con ser abogada, la joven inmigrante deseaba dedicarse al baile clásico. Con el paso del tiempo, Minerva se convierte en la revolucionaria que enfrenta a Trujillo, y Arantxa termina bailando en el cabaret más importante de la ciudad capital, que estaba regenteado por un hermano de Trujillo, conocido como Petán. Tanto al presidente como a su hermano les fascinaba el mundo del espectáculo, y solían traer al país cantantes muy reconocidos internacionalmente que se presentaban en el cabaret generando importantes shows, que eran seguidos por la crema de la sociedad dominicana, que apoyaba a Trujillo. Más tarde esos mismos shows pasaron a presentarse en la pantalla chica, porque Dominicana fue unos de los primeros países de América en instalar la televisión, después de Estados Unidos. Arantxa, entonces se transforma primero en una importante bailarina del cabaret, y más tarde en una estrella de la incipiente televisión dominicana que termina “transando” con el régimen. Las amigas entonces terminan enfrentadas.

¿Las protagonistas son entonces estas dos mujeres?

Sí. Y Trujillo una suerte de antagonista de ellas, que terminan rompiendo esa amistad, aunque después hay una vuelta de tuerca que no conviene contar, y que genera un final totalmente sorpresivo que las contiene a ambas. La historia propone evidenciar la violencia que el régimen ejercía sobre las mujeres. Desde lo sexual en el caso de Arantxa , como desde la prohibición a las mujeres a estudiar “Leyes”, y la dura represión que ejerce el régimen con violencia explícita, en el de Minerva, que además fue víctima de acoso sexual por parte del propio dictador, que sentía una atracción especial por ella. Cabe señalar que a Trujillo le fascinaban las jóvenes, y cuando se sentía atraído por alguna de ellas, no paraba hasta poseerla, aún cuando fueran niñas en edad escolar.

Sandy Hernández como Minerva Mirabal

¿Cómo surgió la idea de la serie?

La idea fue de Juan Pablo Buscarini, quien fue además, el show runner de la serie. Él me convocó al principio para ofrecerme trabajar en un guión para una película que tomaba como centro la historia de las hermanas Mirabal. Y nos pusimos a investigar. En un determinado momento nos dimos cuenta que la historia podía servir para hacer una serie. La idea de agregar una coprotagonista española surgió porque había reales posibilidades de generar una coproducción con España. A partir de allí, Buscarini y yo armamos el argumento de la historia, tarea que nos insumió dos años de trabajo. Una vez terminada esa tarea, gente de Disney lo leyó, se interesó y dió el ok para comenzar a trabajar en los guiones. En octubre de 2019 se formó el equipo autoral, con Juan Caballo y la guionista española Azucena Rodriguez y durante casi un año trabajamos doce horas por día en las distintas versiones de los 13 capítulos de la serie. En la última etapa cuando tuvimos que escribir los diálogos, se sumó Gabriel Nícoli al equipo. Hay que agregar que, en medio de la escritura, nos agarró la pandemia en marzo de 2020, algo que podía complicar el futuro de la producción, pero Disney decidió seguir apostando, los guiones se terminaron de escribir, y si bien la producción definitiva de la serie terminó de concretarse este mismo año, nunca se dudó en su realización.

Juan Pablo Buscarini

¿Has trabajado ya en otras oportunidades en una serie basada en hechos reales?

No, es la primera vez. Y conocía poco de la historia de las hermanas. Por eso la tarea que emprendimos con Buscarini investigando la historia real, y generando la ficción definitiva, fue realmente apasionante. Funcionamos muy bien en un trabajo autoral codo a codo, como un verdadero equipo. Buscarini es un productor y director de cine con quien nos conocimos en la década de los 90 y nos hicimos muy amigos. En ese momento yo estaba escribiendo la serie Mi familia es un dibujo, y el hizo el trabajo de posproducción. Posteriormente se convirtió en un importante director y productor argentino, siendo productor ejecutivo de títulos como Un cuento chino y Joel, entre otras, y dirigiendo películas como El inventor de Juegos, y recientemente se estrenó Un crimen argentino, basado en una novela de Reinaldo Sietecasse, que es su última película. Además es uno de los fundadores de la empresa Pampa Films que fue la productora nacional de la serie. Siempre teníamos la idea de volver a trabajar juntos, y con El grito de las Mariposas lo logramos.

¿Decís que trabajaron dos años en la investigación?

Sí, y apostando a la historia que estábamos generando, porque no cobramos un peso. Teníamos la convicción que la serie se podría vender. Eso hasta que entró Disney y se decidió pagar el proceso de escritura de los guiones.

Escena de acción de «El grito de las mariposas»

¿Cómo se las arreglaron para que los diálogos sonaran en dominicano?

Ese fue un proceso posterior. Los diálogos se escribieron en neutro y luego hubo un guionista dominicano que se encargó de introducirle el color del lenguaje local. Los diálogos de los personajes españoles, estuvieron a cargo de Azucena Rodríguez.

¿Y en lo histórico trabajaron con algún especialista?

No, fue una tarea totalmente nuestra, que se enriqueció profundamente a partir de un viaje a Dominicana que hizo Buscarini cuando Disney ya estaba en la producción. La visita a la casa-museo de las hermanas, a la ciudad donde se criaron, y el encuentro con personajes cercanos a la familia terminaron completando el trabajo.

¿Dónde se filmó?

Se filmó en Santa Marta, y en otras ciudades colombianas, por distintas razones. Una de ellas fue económica, porque era más conveniente, pero también hubo un motivo profesional porque si bien hoy la República Dominicana, es un lugar importante de realización de series y películas, debido a que ha aprobado una ley para favorecer la producción en la isla, Colombia tiene una experiencia mucho mayor en el rubro. Esta era una producción de época, y se necesitaban automóviles, ropas y una serie de otros elementos de ambientación, que era mucho más sencillo obtenerlas si la filmación se ubicaba en Colombia, que tiene una estructura más desarrollada. Incluso en materia actoral, para completar el elenco con los actores secundarios de la serie. Todo esto facilitaba las cosas. También al elegir Santa Marta, en pleno Caribe colombiano, para recrear la vieja Capital de Dominicana, se tuvo en cuenta que en el lugar se habla con un acento que se parece mucho al de los dominicanos. Y eso evitaba que se cayera en un “cocoliche” donde los acentos de los personajes de un mismo sitio se escucharan distintos. La filmación en Santa Marta duró más o menos unos dos meses y parte del rodaje se hizo también en la selva, porque la serie lo exigía. Algunos de los interiores, se filmaron en otras ciudades colombianas. Parte del equipo técnico es argentino, los directores por ejemplo, el director de fotografía es español, y solo hay un actor argentino que es Mario Pasik, que hace un personaje de reparto.

Más allá que la historia ocurra en Dominicana y cuente hechos ocurridos en ese país, y que no haya casi actores argentinos en el elenco, la serie tiene una identificación muy importante con nuestra realidad cercana, porque en la dictadura de Trujillo, como en la que debimos soportar nosotros entre el 76 y el 83, hubo persecución, tortura, y asesinatos que tuvieron que ver con la política, se combatió hasta la muerte a gente que no pensaba como lo hacía el régimen, se persiguió a los homosexuales que debían esconder su condición para no ser desterrados, torturados y asesinados, hubo mujeres y hombres desaparecidos enterrados en fosas comunes, y tirados al bellísimo Mar Caribe para que fueran alimento de los tiburones, y una lucha incesante de hombres y mujeres que dieron su vida para terminar con la dictadura, destacándose, como en nuestra realidad, algunas mujeres sin las cuales el dictador hubiera conseguido seguramente su objetivo, de perpetuarse en el poder.

¿Cuánto habrá durado la filmación total?

Fueron unas 108 jornadas de 12 a 14 horas por día de trabajo. Son 13 capítulos de unos 45 minutos cada uno. Se va a emitir por Star +, que es la misma plataforma que produjo Santa Evita. Es una serie que se verá en casi todo el mundo, donde STAR+ tenga entrada. Hay que ver que la serie ya se terminó de filmar y de editar, pero todavía estaba sometida al proceso de doblaje y subtitulado a 32 idiomas distintos, debido a que se dará en tantos países, y ese es un trabajo que tarda muchos meses. Terminado este proceso, se lanzará simultáneamente en todo el mundo.

¿Ustedes cobran después por esa emisión en distintos países?

No. Ustedes saben que Argentores solo tiene convenio, entre las plataformas grandes, con Netflix , y con YouTube. Aunque hace mucho que se está trabajando, todavía no se ha logrado con Amazon, Disney, HBO Max, etc. Este es un proceso que se está desarrollando en todo el mundo. Son muy pocos los países donde se ha logrado cobrarle derecho de autor a las plataformas, y Argentores ha sido de los primeros. Hace años que esta comisión directiva está peleando por que se sancione en nuestro país una ley que obligue a las plataformas que tienen pisada en nuestro territorio, a tener un domicilio legal en la Argentina. Además Argentores trabajó fuertemente con la Multisectorial Audiovisual primero, y ahora con el EAN, en la elaboración de leyes para favorecer a la actividad audiovisual, y lo seguirá haciendo hasta conseguir dicha legislación. Es fundamental para generar una verdadera industria tener una legislación fuerte que apoye el sector, y permita la multiplicación de proyectos, no solo a través de las plataformas sino también de la televisión de aire, cable, etc. Y no se trata solo de series, la vuelta a la producción de telenovelas es para nosotros un elemento fundamental para el desarrollo de una industria audiovisual nacional, que se ha ido perdiendo con el tiempo y que hizo que este año apenas hubiera un par de telenovelas realizadas en el país en los dos canales de mayor audiencia. Hay que destacar que la producción de ficción audiovisual podría generar un ingreso importante en divisas, para la Argentina. Como ejemplo podemos mirar el fenómeno de Turquía, cuyas novelas han abierto mercados en todo el mundo y han generado hacer crecer no solo a la industria audiovisual sino a industrias conexas, como por ejemplo, el turismo. Está claro que una de las mejores maneras de atraer el turismo hacia un país es a través de la industria audiovisual. Y no solo hablo de documentales, sino de la ficción, que genera una empatía con el espectador que va más allá del paisaje.

«Los dos primeros años trabajamos en la investigación y una vez que la serie se vendió, fue un año más de trabajo para la escritura de los guiones», afirma Ricardo Rodríguez

Vos decís que en total trabajaste tres años con este proyecto, ¿no?

Sí, los dos primeros años en la investigación, que era juntarnos con Juan Pablo para discutir ideas e intercambiar la información que íbamos consiguiendo. Luego de esas reuniones repartíamos tareas y trabajábamos en forma individual hasta nuestro próximo encuentro. Y una vez que la serie se vendió, fue un año más de trabajo, para la escritura de los guiones. A partir de ese momento trabajamos con todo el equipo de guionistas, unas doce horas por día. El tema con este tipo de trabajo son las reescrituras, el proceso de escritura tras escritura, tras escritura.

¿Quiénes son los que te piden reescribir determinadas partes del guion?

Primero hay que señalar que la reescritura es algo fundamental para nuestro trabajo. Aquel escritor que no quiera reescribir, o que no lo considere fundamental, escogió muy mal la profesión. ¡Escribir es reescribir! Eso no tiene discusión. Aclarado esto vamos a este caso específico: cuando comenzamos a escribir los guiones de esta serie, y en la medida que íbamos avanzando en las distintas etapas del proceso, le hacíamos presentaciones de ese trabajo a Fernanda Ramondo, que fue nuestro referente durante todo el proceso, y que es una importante ejecutiva de Disney, pero que además es autora y directora de cine, o sea una persona que conoce muy bien del tema. Así primero presentamos un trabajo que consistía en definir qué era lo que iba a ocurrir en cada uno de los trece capítulos de la serie, escrito como una corta síntesis , y en una sola carilla por episodio. Luego hicimos un arco de los distintos personajes, donde además se veían las interrelaciones entre ellos, para pasar a un detalle mucho más pormenorizado de lo que ocurriría en cada capítulo, especies de escaletas que tenían unas 25 páginas por episodio y a la que solo le faltaban los diálogos. Cabe señalar que no se trabajaron los diálogos capítulo a capítulo sino que después de tener esas 13 largas escaletas terminadas, recién se empezaron a dialogar uno a uno los capítulos. A medida que avanzábamos en las distintas etapas, si bien siempre se respetó en general el argumento original, se fueron modificando cosas, hubo personajes que crecieron mucho, y otros que perdieron algunas situaciones. Hubo tramas que se achicaron y algunas nuevas que se crearon, etc. Como pasa siempre la versión definitiva de la historia se tiene cuando se están escribiendo los libros.

Cuando llegábamos al final de alguna de las distintas etapas, se generaban las reuniones con Fernanda Ramondo en su oficina en Buenos Aires, pero también con presencia de distintas personas de Disney que seguían las reuniones desde México o USA por Zoom, y sumando además, presencialmente, a alguno de los productores de Pampa, que es la empresa productora argentina. Podía haber 3 o 4 o 5 representantes de los productores en cada reunión, además de nuestro equipo autoral completo, con Azucena Rodríguez también por zoom desde Madrid. Hay que decir que siempre el trato de los distintos productores hacia nosotros fue muy respetuoso, y sus opiniones muy profesionales, demostrando un gran conocimiento de la tarea. Hubo muchísimas cosas en las que acordamos sin problemas, y hubo otras que discutimos con vehemencia. Nunca nos impusieron nada, pero nos convencieron de algunos cambios, y nosotros los convencimos de otros que no debíamos hacer. La síntesis de ese largo trabajo, fue lo que quedó, y allí te dejo a vos y los lectores la opinión sobre el resultado.

Y algo fundamental para destacar en lo que hace a la mecánica del trabajo con ellos, y que se agradece mucho por parte nuestra: ellos discutían, antes de las reuniones conjuntas, sus posiciones sobre el material presentado, y al reunirse con nosotros, tenían una devolución única para dar. Devolución que podía tener pequeñas diferencias entre ellos, pero que en síntesis, era una sola. Me ha tocado trabajar en otros proyectos, con otras empresas donde había tres o cuatro personas que opinaban, y que cada uno de ellos tenía una visión distinta sobre el material a analizar. Eso es terrible para los autores. Yo no estoy en contra de que el material que se vaya generando pueda tener una mirada, podemos decir, externa, sobre el mismo, siempre y cuando aquellos que tienen que dar esa opinión, estén capacitados para hacer ese trabajo, y se pongan de acuerdo previamente para tener una visión similar entre ellos, y si no la tienen que diriman sus diferencias antes de la reunión. Es muy duro para los autores cuando están en medio del proceso de escritura de una serie, cuando tiene tiempos de entrega fijados previamente, que cada una de las personas que lee el material tenga una visión diferente, cosa que no hace más que complicar el trabajo, y genera una casi imposibilidad para lograr conciliar opiniones, y finalmente el autor, que es quien debe terminar de recorrer el camino, corre el serio peligro de tomar por un sendero equivocado.

Desde luego, ¿ustedes estaban al tanto de que hubo otros trabajos sobre el mismo tema?

Sí, claro, la película para televisión En el tiempo de las mariposas, que interpretó y produjo Salma Hayek. Su director fue el español Mariano Barroso. Y está también una versión en cine de La fiesta del Chivo, la gran novela de Mario Vargas Llosa, que dirigió un primo suyo, el director peruano Luis Llosa.

Como muchos otros dictadores latinoamericanos, Trujillo era también admirador de ciertas estrellas deportivas y del mundo del espectáculo, sobre todo de los Estados Unidos.

Sí, él era un fanático del béisbol y de los caballos. Uno de sus hijos, Ramfis, así llamado como un personaje de la ópera Aída, era integrante de un conocido equipo de polo. Y cada tanto, el gobierno invitaba al famoso jugador norteamericano Joe Di Maggio, que fue novio de Marilyn Monroe a alguna exhibición. Y también varios personajes y cantantes famosos de la época, pasaron por el cabaret del régimen. El mismo Porfirio Rubirosa, que había sido yerno de Trujillo por haberse casado con su hija Flor de Oro (luego se separó), era jugador de polo, además de trabajar en el servicio diplomático de su gobierno, corredor automovilístico y famoso seductor de mujeres, sobre todo millonarias. Según Google estuvo también implicado en varios de los asesinatos de Trujillo.

¿Te cuesta escribir sobre mujeres?

Es más complicado, pero uno trata siempre de buscar referentes, de investigar. El escritor que quiere ser profesional debe tener la capacidad de escribir sobre cualquier tipo de personaje, no importa el sexo, creencia, o profesión, o forma de ver la vida. Uno no es un asesino, pero puede llegar a tener que generar un protagonista que mata, y hay que tratar de encontrar la manera de encararlo. De cómo puede sentir y pensar cada personaje. Es parte de lo fascinante que tiene nuestra profesión. Por supuesto que es más fácil escribir sobre lo que uno conoce. Pero para el audiovisual generalmente uno termina escribiendo sobre lo que no conoce, y eso es un verdadero desafío.

¿Entre los programas televisivos que escribiste en el país, Grande Pa superó a Amigos son los amigos?

En números sí. Amigos son los amigos llegó a tener 40 y pico de puntos de rating, y Grande Pa llegó a superar los 60. Pero en esos números las diferencias no eran tan notorias. Parecía que todos veían los programas, y eso lo notábamos también nosotros en nuestra vida normal. Por ejemplo, cuando estaban los programas al aire yo vivía en un piso 11 y recuerdo que un día llegué a casa justo cuando estaba comenzando un capítulo de Amigos son los amigos y mientras el ascensor recorría los pisos, podía escuchar, piso a piso, la música de Queen que se pasaba en los títulos del programa. Todos en el edificio estaban viéndolo. Y si estaba viajando en un colectivo al otro día de alguno de los programas, oía que la gente hablaba de Amigos o de Grande Pa. He estado en cumpleaños donde alguien te presentaba como uno de los autores de cualquiera de las dos series y la gente venía a preguntarte cosas y se volvía insoportable estar allí. Una vez Victor Stella, el director de Grande Pa, nos contaba que un amigo suyo, maestro de escuela primaria en un grado de chicos de 7 u 8 años de edad, los días posteriores a la salida al aire de Grande Pa, había decidido dedicar la primera hora a hablar sobre el programa, porque era de lo único que los chicos querían hablar.

Esas series tuvieron una enorme repercusión y fue gracias a ellas que logré hacer de esta profesión una carrera, y poder vivir de lo que siempre amé, que es escribir, en un país donde es muy difícil conseguir semejante logro.

«Series como Grande Pa tuvieron una enorme repercusión y fue gracias a ellas que logré hacer de esta profesión una carrera, y poder vivir de lo que siempre amé, que es escribir, en un país donde es muy difícil conseguir semejante logro».

¿Los latiguillos de Carlín lo escribían ustedes o eran el actor?

Algunos los escribíamos nosotros y otros eran de él. “El macho del Pirulín” se lo pusimos nosotros. El famoso “es una lucha”, lo empezó a meter él. Cuando haces ese tipo de series o novelas, es importante observar en las grabaciones aquellas cosas que los actores van agregando, y que generan, primero en el equipo técnico, risas o algún tipo de repercusión. Esas cosas hay que tomarlas y hacerlas partes del libro porque está claro que funcionan para el espectador. Un párrafo especial para Carlos Calvo, la persona, el tipo que alguna vez se le plantó a Alejandro Romay, después de hacer una novela con 30 puntos de rating, y le dijo: “Mi próxima novela la van a escribir Gustavo Barrios y Ricardo Rodriguez”, cuando a Gustavo y a mí no nos conocía nadie. Romay le dijo que no, y Carlín se fue. Tiempo después hizo lo mismo en Telefe con Gustavo Yankelevich que, en este caso, le dijo que sí. Se agregó Gius, un excelente autor, que se convirtió además en un gran amigo, y los tres hicimos Amigos y luego Grande Pa. Un grande Carlín para todos, pero mucho más grande para mí.

¿En qué género te sentís más cómodo?

A mí me gusta todo, la comedia, el drama, pero reconozco que cuando estás trabajando dos o tres años en una serie exitosa como Grande Pa o Amigos son los amigos o un año y medio haciendo una novela tipo culebrón, siempre querés necesariamente hacer otra cosa, cambiar de género. Te saturas un poco. Pero muchas veces dependes de las ofertas de trabajo que tenés. Lo ideal es ir dosificando, pero no siempre se puede lograr lo ideal.

¿Te gusto escribir la serie?

Mucho. Para mí fue una experiencia impresionante, y nueva, porque yo había hecho muchas series como Amigos son los amigos, Grande Pa o la de Dibu y muchas novelas, como Yago, Luna Salvaje, o Son de Fierro. Pero no este tipo de serie que transcurre en un contexto histórico, de época, y que exige un trabajo en cada capítulo muy grande. Vos tené en cuenta que un capítulo de una serie de las que te nombré anteriormente nosotros lo escribíamos en 5 días, y un capítulo de novela, uno por día. Cada capítulo de El grito de las Mariposas, tardamos en promedio casi un mes en escribirlo, sin contar el tiempo que Buscarini y yo tardamos en hacer la investigación histórica, y escribir el argumento.

Y hoy, ¿qué es lo que más te gustaría hacer?

Hoy diría que lo que más me gustaría hacer es teatro. Es como una asignatura pendiente. Empecé en la profesión apuntando al teatro, pero después me gustó hacer televisión y cine y me fue bien y trabajé 25 años sin parar. Y no pude detenerme para hacer teatro. La carrera te va llevando, pero creo que tengo esa asignatura por realizar que es el teatro y no sé si la voy a poder cumplir. Ojalá que sí.

«Con El grito de las mariposas llegó un momento en que se hizo duro. Muchas horas de trabajo, poco descanso, encima en medio de lo peor de la pandemia. Mucha reescritura, pero la pasión supera todo los dolores y los problemas», asegura Ricardo Rodríguez

Ahora, ¿harías una tira diaria?

No sé, hoy sería muy agotador para mí, pero pasa que los autores somos como los actores, ellos siempre dicen que cuando salen al escenario se olvidan de todo, penas, dolores, etc. Y a nosotros nos pasa lo mismo cuando enfrentamos el trabajo de escribir. Uno puede creer que le va a resultar demasiado duro, pero cuando lo haces lo disfrutas al máximo, porque uno ama escribir. Con El grito de las mariposas llegó un momento en que se hizo duro. Muchas horas de trabajo, poco descanso, encima en medio de lo peor de la pandemia. Mucha reescritura, pero la pasión supera todo los dolores y los problemas. Igualmente aunque quizás sienta que la tira diaria no es lo que más me gustaría hacer en este momento, lamento mucho que hoy casi no haya tira diaria en la televisión nuestra, porque me gusta mucho ver novelas argentinas. Y me pone muy triste ver como los canales de televisión de aire están inundados de novelas turcas, que están ocupando el lugar que dejamos vacante nosotros. Y más allá de lo artístico, me entristece porque si yo logré vivir de esta profesión fue gracias a la novela diaria. La novela diaria siempre fue la herramienta más importante para que los autores podamos vivir de nuestra profesión. Te da una posibilidad enorme. En nuestro país, Jorge Maestro y Sergio Vainman hicieron tiras hasta de 500 capítulos. Yo hice tiras de 250 capítulos. Eso significaba, un año o dos o hasta tres trabajando sin parar. Tiene mucho valor para nosotros esa continuidad. Es uno de los bienes más preciados, que hoy es muy difícil de tener, porque hay poco trabajo, pero al mismo tiempo las obras son de 8 capítulos, contra los 120 mínimos que hacíamos antes. Lo que se gana repartido entre varios autores haciendo 120 es muy lejano a lo que se gana haciendo 8. Aunque el valor por capítulo si se hace una serie de 8 es bastante más alto. Y aunque, de acuerdo a la forma de trabajo actual, sea imposible escribir 20 capítulos en un mes, como hacíamos en esos tiempos, haciendo la mitad, trabajando en un equipo, se gana más que haciendo 8 capítulos de serie trabajando en un equipo similar. Aparentemente en la actualidad, se dice que las plataformas están haciendo series más largas, 40 a 60 capítulos, eso puede ser muy positivo para los bolsillos de los autores. Nunca hay que olvidar que lo nuestro no es un hobbie, es una profesión, y que los autores debemos vivir de ella.

¿Estás trabajando en algo ahora?

Estamos trabajando en Argentores para tratar de mejorar la situación de los autores, en general, a partir de proponer en conjunto con otras sociedades, legislación nueva que permita fomentar la producción audiovisual, y por otro lado la incansable lucha para lograr que las plataformas que entraron al país, paguen sus derechos de autor, no solo en la Argentina sino en todo los países donde exista el derecho como nosotros lo entendemos. Argentores además de la actividad que ejerce en nuestro país, trabaja mucho ayudando a generar nuevas sociedades en distintos países, como pasó con Chile, Colombia, etc. En lo autoral, estoy trabajando en un montón de cosas, como siempre estamos los autores. Pero hay dos proyectos de esos que tienen más posibilidad de realizarse y es donde tengo apuntados los cañones. Uno es para México y el otro para nuestro país, pero no puedo adelantarles de qué se trata, por lo menos por ahora. Y, por otro lado, como te decía antes, estoy tratando de ver si puedo lograr que se ponga en escena alguna de las dos obras de teatro que escribí durante la pandemia y que me tienen muy entusiasmado.

A.C.


4 / Nov / 2022