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OBRA EN CONSTRUCCIÓN

La mujer rota

Entrevista a Natalia Villamil: “Confío en que el arte funciona para poder modificar y entender”.

Conversamos en esta oportunidad para el ciclo “Obra en construcción” con Natalia Villamil a propósito de su obra Rota donde aborda la temática del femicidio desde una perspectiva sumamente original. Rota obtuvo el primer premio en el concurso de mujeres del Instituto Nacional del Teatro. La historia se centra en una mujer que pugna por reconstruir su existencia tras la muerte de su hijo, un femicida que, tras cometer el asesinato, se suicida. En su soledad, la mujer entabla un diálogo consigo misma para intentar comprender y encontrar alguna clase de respuesta. Sólo el empoderamiento de su búsqueda podrá enfrentarla con quienes la juzgan.

Natalia Villamil es licenciada en Psicología, dramaturga, directora y productora teatral. Estudió Psicología en la U.N.L.P. Ejerció como psicóloga durante años en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (Ex INAM). Realizó la carrera de dramaturga en la Maestría en La U.N.A. Entre sus maestros se encuentran Leonardo Oyola, Ricardo Monti, Alejandro Tantanian, Susana Torres Molina y Sol Rodríguez Seoane. Diplomada en Género INAP, cursó la Diplomatura en escritura y comunicación en FLACSO.

Con su obra Sola no eres nadie ganó el premio Nuestro Teatro, en homenaje a Teatro Abierto. Entre sus obras teatrales se encuentra No perecedero; Mala praxis, pieza pre-seleccionada por Argentores para el concurso Contar I; Aros de perlas, seleccionada para el festival de la mujer en el Pasaje Dardo Rocha en la Ciudad de La Plata; Bordes, co-autoría con Cintia Miraglia, formó parte del segundo festival de violencia de género en CABA. Además, Rayito de sol participó en el Festival de Neuquén Mujeres a las tablas. Formó parte del proyecto de graduación de la UNA 2015, con la obra Los que fueron a la fiesta, como asistente dramatúrgica. Fue productora general del ciclo de teatro breve El Continente Oscuro, trilogía de obras cortas.

Rota (Foto: Guido Piotrkowski)

Rota surge del interés de la actriz Raquel Ameri de trabajar con un texto mío”, dice Natalia Villamil. “Ella venía de hacer Millones de segundos que es una obra a la que le fue muy bien y tenía ganas de un unipersonal. Como yo escribo unipersonales, primero me pidió algunos de mis textos. Luego nos juntamos con Mariano Stolkiner y entre los los tres empezamos a barajar qué temas podrían llegar a interesarnos”.

¿Ya habías abordado esa temática?

No había escrito sobre femicidios pero sí sobre violencia de género. Durante siete años trabajé en la línea 144 de violencia de género, entonces toda mi dramaturgia estuvo atravesada por esto. No sé si tenía que ver con el trabajo en sí porque no es algo que buscaba específicamente, pero evidentemente era algo que se filtraba. Después de esa reunión, empecé a escribir en soledad. Habíamos quedado en que yo escribiría el texto y luego ellos veían. El texto tenía que ser sobre ese tema. Es difícil escribir por encargo porque hay una expectativa doble: la de una misma y la de quienes esperan el material. Es una especie de sufrimiento creativo que te lleva a buen puerto si el desafío te atrae. Por otro lado, yo presenté la obra en el concurso de mujeres del Instituto Nacional del Teatro. Recuerdo que estaba entre presentar esta obra y otra en la que había varios personajes. No sabía cuál presentar. Lo hablé con Felicitas, mi productora, y me dijo que Rota es más competitiva, en el sentido de la temática. Presentar Rota fue una decisión muy acertada porque ganó el primer premio.

«Durante siete años trabajé en la línea 144 de violencia de género, entonces toda mi dramaturgia estuvo atravesada por esto», cuenta Natalia Villamil

¿Cuánto tiempo te llevó escribir Rota?

La primera versión la escribí en tiempo récord, aproximadamente en tres meses. Fue en verano, yo tengo dos hijos y en esa época del año la logística es más sencilla. Tengo un método que es el dedicarme a escribir de seis a nueve de la mañana. Después consulto el material, pero en esas primeras horas coinciden la disciplina y la creatividad. Empecé a escribir en diciembre y terminé, casualmente o no, el 8 de marzo. Corrijo mucho los textos. Hay gente que escribe de un tirón y luego corrige. Yo, no. Escribo un poco, me vuelvo a encontrar con el material y voy corrigiendo. Me pasa que el universo me va armando la trama a partir de las correcciones. Si el personaje va hablando por el autor, hay algo que funciona, como dice Mauricio Kartun. Yo confío muchísimo en la corrección, ahora, con el oficio, porque al principio borraba párrafos enteros y después me arrepentía. Soy psicóloga, me dediqué mucho tiempo al Psicoanálisis y confío mucho en el inconsciente creador. Siento que eso que eliminaste o que dejaste pasar, vuelve. Si tiene que volver, vuelve.

¿Investigaste casos para escribir?

Investigué, sí, no me basé en mi experiencia. Creo que el éxito de Rota tiene que ver con la perspectiva. Nunca hay una noticia en la que hable la madre del asesino, nunca habla la familia del femicida y las madres, menos. Recuerdo haber encontrado un caso que me interesó mucho y a partir de ahí comencé a imaginar. Desde el principio me propuse salir de cualquier estereotipo para poder conjugarlo con la violencia. El abanico que abre la madre de su posible responsabilidad es muy amplio. ¿Qué pasa si creés que le diste todo a un hijo, que lo criaste con lo mejor, creció y se transformó en un monstruo? Yo traté de indagar en la escritura estas posibilidades. Hay otra obra que yo escribí, Blanca, que es una versión de Un tranvía llamado deseo, la cual yo traslado al conurbano para abordar cuestiones sociales, no las de Tennessee Williams. Me interesa la problemática social y tensión con la violencia.

(Foto: Guido Piotrkowski)

Y en este caso el rol social de la maternidad, por ejemplo.

Es lo que hablábamos antes. Si vos le transmitiste amor a tu hijo, ¿por qué se convierte en un monstruo? El personaje de la madre intentó darle lo mejor a pesar del contexto social del que viene. Se la ve como una mujer entrañable, muchas veces, pero bueno… Ella entra en un grado de locura que no la precede, sino que la enloqueció lo que le pasó. En cuanto a lo que vos decís, yo creo que el instinto maternal es una construcción, ¿qué tipo de madre construyó ella para ser la madre que fue? Ella ya sabe que su vida está rota, pero quiere saber qué le pasó a él antes de matarse. Algo tan simple como para elaborar un duelo: entender.

La presencia de los poemas también resignifican muchas cosas en la obra.

Respecto a los poemas, yo quería buscar una narrativa fuera de lo clásico, jugar con qué puede aparecer. En la puesta se utiliza la poesía como forma de canciones. Y eso descomprime un montón, la actriz se ubica en un registro completamente distinto. Me fue saliendo solo, sin que sea forzado.

«Confío en que el arte funciona para poder modificar y entender. A mí me gustan los lugares marginales en cuanto al amor, al deseo, a los recursos, no sólo a lo socioeconómico».

Además del tema central, la obra permite reflexionar sobre múltiples cuestiones que están en el orden de lo social.

Confío en que el arte funciona para poder modificar y entender. A mí me gustan los lugares marginales en cuanto al amor, al deseo, a los recursos, no sólo a lo socioeconómico. Sara Gallardo podía ubicarse en diversos lugares, por ejemplo, no sé qué intención tenía con su narrativa como tampoco puedo saber qué intención tiene el espectador cuando va al teatro. Hay un entremedio que nunca vamos a conocer. Dicen que Rota es una de esas obras que hacen pensar, me gusta eso. La poesía en el barro.


25 / Nov / 2022