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Ida y Vuelta Nº 594


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La entidad / Información institucional.”

Gran Premio de Honor Televisión  ´2017: Jorge Maestro  y Sergio Vainman

PREMIOS ARGENTORES A LA PRODUCCIÓN ´2016

SOCIOS BODAS DE ORO

Oscar Araiz 

Agustín Busefi

Roberto Castro

Margarita Ingeborg

Ramón Landajo

Carlos Luzietti

Santiago Palazzo

Maria Cristina Verrier

Alberto Wainer

Canela

 

PREMIO FEDERAL HUGO SACCOCCIA

Nuevas Líneas, Asociación de Guionistas de San Luís

 

DISTINCION ESPECIAL

Juan Carr

Silvio Coiozzi

Dra. Clara Rojas

 

PREMIOS ARGENTORES A LA PRODUCCIÓN 2016

TEATRO

Jurado: Martín Bianchedi, Milena Plebs, Héctor Puyó, Pablo Albarello y Adrián Blanco

 

Distinción:

Mecha Fernández

 

Teatro Para Adultos:

Ricardo Halac por La lista.

 

Teatro para público infantil:

María Inés Falconi por Tengo a mi abuelo en el ropero

 

Teatro Musical:

eonardo Nápoli y María Prado por  Homero, el color de la sudestada

 

Coreografía:

Dana Frigoli por Dos, lo que se disuelve

 

Música original:

Juan Ignacio López por Rufianes 

RADIO

Jurado: Mona Moncalvillo, Rubén Stella  y  Edda Díaz

 

Glosas:

Bebe Ponti por El Programa de Bebe Ponti

 

Sketch:

Ignacio Buliàn y Francisco Mues Camaña (Pesky) por  El resumen de Mariano Closs

 

Microprogramas:

Adrián Stoppelman por Micros de humor

 

Teatro en Radio. Adaptación:

Paola Lavín por La dama de las camelias, de Alejandro Dumas

 

Documental:

Kitty Hallan por Las historias son parte de la vida

 

Radioteatro unitario:

María Mercedes Di Benedetto por Memoria de los trenes

 

Radioteatro en capítulos:

Alejandro Dongiovanni por El radioteatro de los Rivarola

 

Distinciones:

Alejandro Dolina

Radio Nacional

 

CINE

Jurado: Lucía Puenzo, María Victoria Meniz y Alejandro Fernández Moujan

 

Guión Original:

Ariel Rotter, por La luz incidente

 

Guión Adaptado:

Andrea Testa y Francisco Márquez  por La larga noche de  Francisco Sanctis, sobre libro homónimo de Humberto Costantini

 

Guión Documental:

Andrés Habegger por El (im)posible olvido

 

Distinción:

Adolfo Aristaraín

 

TELEVISIÓN

Jurado: Diana Álvarez, Luis Pedro Toni y Jorge Mordkowicz (Maestro)

 

Telenovela episódica:

Pablo Lago, Susana Patricia Cardozo, Adriana Lorenzón, Sol Levinton, Gabriel Alejandro Patolsky y Javier Rozenwasser por La leona

 

Unitario:

Guillermo Salmerón, Adrián Caetano, Silvia Edith Olschansky y Nicolás Alejandro Marina  por El marginal

 

Documental:

Christian Gaspar Remoli, Ariel Scher, Gustavo Rubén Dejtiar por 1986, La historia detrás de la copa

 

Microprograma:

Martín Campilongo, Hugo Carlos Fili, Hernán Diego Ferreiros y Miguel Gruskoin por Noti Campi

 

Distinción:

Marcia Cerretani

 

GRAN PREMIO DE HONOR TELEVISIÓN 2017:

Jorge Maestro  y Sergio Vainman

El 13 de febrero de 2017, en el diario Página 12 se editó este artículo con motivo de la aparición del libro donde ambos repasan su relación con el medio televisivo; «la industria está atravesando la crisis más profunda de la que se tenga memoria”, indica la dupla

MAESTRO Y VAINMAN: «EL LUGAR DEL AUTOR INVOLUCIONÓ EN LA TELEVISIÓN ARGENTINA»

«El fracaso es bueno porque el público no lo recuerda y a uno lo baja a la tierra. Y si ocurre, no hay cosa mejor que atravesarlo de a dos». 

 

Aquellas sabias palabras del recordado Abel Santa Cruz fueron el germen de una sociedad que se metió en los hogares de los argentinos durante 36 años. Si la decisión de Jorge Maestro y Sergio Vainman de emprender un camino a cuatro manos surgió a partir del levantamiento temprano por bajo rating de la telenovela “Entre la vereda y el cielo”, en el viejo Teleonce de los ochenta, bien puede decirse que la dupla autoral más longeva y exitosa de la TV local es hija del fracaso. Sin aquél traspié inicial, que duró solo 36 capítulos al aire de los más de 150 pensados originalmente, no hubiera existido jamás el sello «Maestro y Vainman». Y los televidentes argentinos se hubieran perdido creaciones como “Clave de Sol”, “Montaña rusa”, “Zona de riesgo”, “Dar el alma”, “La banda del Golden Rocket”, “Gerente de familia”, “Archivo negro”, “Como pan caliente” y tantas otras ficciones que acompañaron a varias generaciones y fueron testigos de los cambios que atravesó la sociedad argentina en las últimas décadas. 

Ese recorrido autoral compartido es el que los autores repasan en Maestro & Vainman. 36 años de historias de la televisión que todos vimos, el libro que acaba de publicar Editorial Sudamericana y que -como no podía ser de otra forma- lleva la firma de las dos cabezas detrás de personajes y ficciones que aún permanecen en la retina de millones de argentinos.

La televisión contada por aquellos que pergeñaron toda clase de historias de ficción. De eso se trata el libro que acaban de publicar Maestro & Vainman, y que a través de anécdotas y situaciones personales que tuvieron que sortear a lo largo de su trayectoria, repasan buena parte del desarrollo de la TV argentina. Sin abandonar una mirada conceptual y analítica, el libro ofrece la posibilidad de conocer los secretos escondidos en el arte de escribir ficciones televisivas, a la vez que permite tener un acercamiento mayor a la manera en que la pantalla chica local se pensó desde 1980 a esta parte. Docenas de títulos de su autoría a lo largo de un período histórico con numerosos cambios en el medio, vuelve imprescindible la mirada de dos contadores de historias que hace 36 años decidieron escribir y pensar juntos, a la par. Aunque a partir de 1998 decidieron encarar proyectos solistas, en 2014 Maestro y Vainman volvieron a trabajar juntos. 

-¿Por qué decidieron contar su historia ahora, cuando ni siquiera se cumple un aniversario «redondo» de la tarea conjunta? ¿Qué los inspiró a hacerlo?

Jorge Maestro: -Los aniversarios redondos no son más que una convención bastante arbitraria y, por qué no, caprichosa. A las personas les ocurren cosas todo el tiempo y no necesariamente en aniversarios terminados en cero. Treinta y seis es un número tan válido como cuarenta y no quisimos esperar cuatro años para publicar el libro, porque estábamos motivados con la idea de contar nuestras vivencias a quienes tal vez tengan la intención de trabajar en televisión, o a los que ya lo estén haciendo y se sientan tan sorprendidos como nosotros al principio de nuestra carrera. 

Sergio Vainman: -Si bien es cierto que la experiencia no se transmite y que cada uno debe hacer su propio camino, conocer lo que les pasó a quienes anduvieron unos años antes por los mismos lugares, saber de sus errores y de sus aciertos, tal vez ayude a alguno. Y también pensamos en el público que durante tantos años nos siguió en los programas y al que nos parecía justo contarle nuestra visión del revés de la trama que habían visto en pantalla.

-Durante estas décadas, «Maestro y Vainman» fue una marca, que trascendía el mero sello para pasar a ser una contraseña de propuestas personales, diferenciales. ¿Cómo evolucionó el lugar del autor en la industria argentina? ¿En qué aspectos notan esa diferencia, tanto en pantalla como fuera de ella?

S. V.: -Podríamos decir con seguridad que más que evolucionar, el lugar del autor involucionó en la televisión argentina. La figura y, sobre todo, el rol del autor han sido bombardeados y ninguneados sistemáticamente en las últimas dos décadas. Durante muchos años -años de éxitos locales e internacionales- la figura del autor era, de algún modo, la primera garantía que se ofrecía al espectador. Había una voz característica en cada programa, la «voz» del autor, que hablaba a través de la esencia de sus historias, el estilo de sus personajes y los diálogos inconfundibles. El público sabía, con ver apenas unos minutos del programa, quién lo había escrito: eran, sin lugar a dudas, programas de autor. Esa era la propuesta personal y diferencial y la variedad de estilos que ofrecía nuestra televisión era agradecida por los espectadores. Hoy, el público ignora por completo quién escribió un programa porque los productores se han ocupado especialmente de provocarlo, con el objeto de borrarlos, disolverlos en el anonimato y la uniformidad de estilos y así tener garantizado poder conculcar sus derechos morales y económicos sobre las obras. 

J. M.: -Hoy es muy difícil diferenciar un programa de otro porque en todos se ha desdibujado esa impronta personal y diferente, característica, única y reconocible, que es la marca de autor. 

– A lo largo de su carrera, escribieron las tramas de programas de los más distintos géneros: desde ciclos para jóvenes (Clave de sol, Montaña rusa) hasta dramas jugados (Zona de riesgo), pasando por comedias (La banda…) y telenovelas que trascendieron la trama rosa (Dar el alma). ¿Cuál era el método para abordar temáticas y públicos tan diferentes entre cada proyecto?

J. M.: -La premisa era, ante todo, respetar el género, que no es otra cosa que respetar al televidente. No pretender hacer de la telenovela una comedia, de la comedia familiar un grotesco, del drama jugado un panfleto barato. Cada género tiene sus reglas de oro y deben cumplirse para no defraudar al espectador. Y aunque los públicos eran diferentes, siempre tuvimos como norte ser fieles a nuestras obsesiones y a nuestros principios. Escribir una telenovela siguiendo todas las leyes del folletín no era contradictorio con definir al villano políticamente y hacerlo cómplice de la dictadura militar. 

S. V.: -Incluir una pareja homosexual en un programa que hablaba de la discriminación y el HIV no cambiaba la esencia de la historia sino que la fortalecía, pero lo importante seguía siendo la historia y no la anécdota. Hacer programas entretenidos y con mucho rating, para jóvenes, no nos hacía renunciar a poner como valor más importante la solidaridad y el afecto. Resumiendo: siempre hablamos de las mismas cosas en todos los géneros, pero jamás perdimos de vista al público que es lo único que en este negocio no se puede inventar. 

Al posar la mirada hacia atrás, ¿qué creen que ganó y qué perdió la TV argentina en estas casi cuatro décadas? 

J. M.: -Más que nada perdió identidad. Sus productos ficcionales carecen de personalidad, de estilo, salvo en excepciones que prueban la afirmación. El público consume envíos provenientes de países exóticos y, en muchos casos, totalmente ajenos a nuestras costumbres y hoy el prime time de la televisión abierta está dominado por historias que nada tienen que ver con nuestra identidad cultural. Esto se debe, ante todo, a  una cuestión de orden económico, habida cuenta del costo de una «lata» importada contra el costo de producción argentina. Pero no es menor la cuestión de contenidos a la hora de comparar programas nacionales  y extranjeros: en general, los envíos llegados de otras latitudes, con las variantes del caso, respetan a rajatabla el género al cual pertenecen, independientemente de la temática que aborden. Son novelas de autor y no engendros de productor y el público se fideliza con ellas.

-¿Cómo ven el actual y complejo  momento de la ficción actual en Argentina? Los productores miran de reojo a los autores por su poca innovación; los autores dicen no tener libertad para desarrollar sus tramas. ¿Es una crisis económica o creativa?

S. V.: -Lo más importante es que en 2016 se produjeron menos ficciones que nunca y que la industria -si es que podemos llamarla así después de años de tierra arrasada- está atravesando la crisis más profunda de la que se tenga memoria. Lo que también es cierto es que los productores no pueden «mirar de reojo» a nadie cuando son ellos los principales responsables del tipo de televisión que nos vemos obligados a consumir en la Argentina. Han sido las productoras las que, por preferencias personales, vanidad o conveniencia económica, decidieron el curso, la temática y el estilo de los programas que realizaron. Los autores no han tenido más remedio que someterse a las órdenes de esos productores -que muchas veces no son más que la expresión verbal de un capricho- bajo la amenaza de que si no cumplen, hay una larguísima fila de aspirantes dispuestos a obedecerlas. 

J. M.: -Este proceso, como siempre ocurre cuando un error se convierte en hábito, ha generado una parálisis creativa de autores con muchísimo potencial que reciben negativas y rechazos sistemáticos y que han optado (porque no les queda más remedio si quieren sobrevivir y pagar sus cuentas) por ser meros «escribas» de las ocurrencias de otros.

-¿Por qué creen que mientras en el mundo la ficción televisiva gana cada vez más respeto y prestigio, en Argentina sigue siendo considerada por muchos como un género «menor»?

J. M.: -Por pura estupidez, por la persistencia de los «intelectualoides» que creen ser parte de una supuesta vanguardia, poseedora de la iluminación cultural. Por vivir a espaldas del resto del mundo, pretendiendo defender privilegios intelectuales que nunca existieron en realidad. Todavía hoy en día algunos idiotas creen que hacer cine es serio e importante y hacer televisión es fabricar chorizos de mala calidad, como si no hubiese películas dignas de un inodoro y programas de televisión excelentes. Es una polémica anacrónica, estéril y que habría que desterrar definitivamente de todos los foros. Lo importante es hacer, no discutir huevadas.

-¿Hay alguna cuenta pendiente que les queda en el tintero, aquél programa que sueñan escribir? 

J. M.: -Un policial. No, mejor una comedia. 

S. V.: -No. Mejor una telenovela que la rompa. 

J. M.: -No, mejor un musical… No. Mejor una de terror. 

S. V.: -No. Mejor no pensar en soñar.  Los que hacemos televisión no soñamos. Quienes sueñan son los públicos cuando somos honestos, y contamos historias desde el corazón.

J. M.: -Y que, además, entren en el diseño de producción y no se vayan de presupuesto.”


Comunicado del Consejo Profesional de Televisión de la entidad

ARGENTORES ANTE EL LEVANTAMIENTO DE «FANNY LA FAN»

“Cuando el cincuenta por ciento de la ficción argentina en 2017 en televisión abierta es eliminada del aire de un plumazo, a todos los que integramos la comunidad audiovisual el filo de un puñal helado nos recorre  la espalda.

Los números de rating y publicidad que gobiernan despiadadamente al mundo de la televisión local, actúan como juez implacable cuya sentencia cumple un brazo ejecutor que no duda ni da lugar a apelaciones: “No me funciona, fuera”. Así, sin anestesia ni tiempo de espera. Esas son las reglas del juego, dicen todos, y a ellas nos ajustamos los que trabajamos en este medio. 

Es verdad: la televisión de gestión privada es un negocio cuyo objetivo es ganar dinero. 

Pero, cuidado, no debemos olvidar (ni permitir que otros se olviden)  que se trata de un espacio en el espectro radioeléctrico que pertenece a todos los argentinos, licenciado por el Estado para la “gestión privada” pero no de manera absoluta, como no lo son ninguno de los derechos consagrados en los cuerpos legales que nos rigen. No debe permitirse que los licenciatarios de una onda que pertenece a la Nación Argentina decidan la programación de ese canal sin tener en cuenta otra cosa que su beneficio económico, sin respetar la tradición audiovisual de la que son herederos, aunque no lo reconozcan.  

Sin necesidad de considerar los valores estéticos que tiene el programa “Fanny , la fan”, eliminado el viernes 21 de la grilla de programación, porque nunca fueron tenidos en cuenta por el ejecutor,  y del derecho absoluto que parece asistir a los programadores para  decidir su destino de aire o de silencio, tenemos la obligación de poner en contexto real este hecho y entender que se trata de uno de los dos únicos programas de ficción diaria estreno que hay en toda la programación. 

No es un programa más, es la mitad de la miserable cuota que los canales están dispuestos a poner en onda. 

La desaparición de  esta  entrega diaria es una espina más en la corona que nos lacera, una muestra descarnada de la situación desesperante que atraviesa nuestro sector, crisis terminal nunca vista antes en este país, que fue líder en la producción de telenovelas y series en toda América, que exportó sus productos a Europa y a Asia,  que exhibe estándares de calidad que nada tienen que envidiarle a los países más desarrollados  y posee talento creativo reconocido por todos los grandes centros de producción del mundo.

Mientras los señores de los medios cierran exitosamente sus balances, nuestros autores, directores, actores, escenógrafos, extras y técnicos ven achicarse sus posibilidades de sobrevivir en esta jungla y están condenados a emigrar o a buscarse la vida como mejor les salga, haciendo lo que no saben y comiendo cuando puedan. 

El levantamiento del programa de Telefé es la prueba palmaria de cómo nos maltratan como trabajadores, nos ningunean como creativos, desprecian y rebajan los programas de ficción nacionales y los sacrifican sin piedad en el altar de sus negocios y sus ganancias – que obviamente no son las nuestras – y a muchos le parece normal que esto ocurra.

Debe saber la opinión pública que:

…cierran, una a una, las fuentes de trabajo para nosotros y a nadie de los que estarían en condiciones de cambiar esa siniestra ecuación, parece importarle…

…desaparece la voz de nuestra ficción en la televisión y a ningún funcionario de la cultura se le mueve el corazón ni le remuerde la conciencia…

…se desintegra una industria, tal vez para siempre, y los que trabajamos en ella nos sentimos huérfanos y abandonados.

Tal como lo viene peleando desde hace un año y medio en la Multisectorial por el trabajo, la ficción y la industria audiovisual, planteando en todos los foros nacionales e internacionales donde participa como institución, declarando públicamente en todos sus documentos, ARGENTORES reafirma una vez más que los autores y toda la comunidad audiovisual argentina necesitan con urgencia, como cualquier otra industria en peligro que requiere de la ayuda del Estado para no hundirse, una ley que regule la actividad del sector audiovisual, específicamente en televisión, y ponga reglas de juego claras y contundentes que nos permitan sobrevivir con dignidad. 

No pretendemos limosnas ni dádivas, queremos trabajar y poder exhibir nuestros programas, mostrar lo que somos y hacer conocer a nuestra Patria en el mundo tal y como es. 

Queremos ser testigos y a la vez espectadores de nuestra realidad sin tener que asistir pasivamente a la promoción de otros mundos alejados de nosotros hasta el ridículo.  

Este país nunca ha tenido sultanes, príncipes o reyes y las mil y una noches que atravesamos son de sufrimiento y espera. 

Nuestras mujeres no son vendidas en la pubertad  ni usan velo para tapar su cara. 

No abrimos las aguas ni volteamos murallas. 

Hablamos en argentino y no en doblaje. 

Pensamos, escribimos y actuamos en criollo. 

Y  merecemos verlo.”

 

Taty Almeida, activista argentina por los derechos humanos, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, envió un texto a raíz del comunicado distribuido por Argentores 

ADHESION A LA OPINION ARGENTORISTA

“Mis queridos todos y todas,  sinceramente es inaudito lo que ocurrió y lo que sigue ocurriendo. Día a día nos despertamos con noticias nefastas por parte de este gobierno que no hace otra cosa que violar permanente los derechos humanos. Porque el derecho a trabajar y poder exhibir nuestros programas, mostrar lo que somos y hacer conocer nuestra patria en el mundo tal como es……es un derecho humano. Así se da lugar al reconocimiento de lo que se hace en el país, al trabajo de los actores productores directores, escenógrafos, técnicos y extras. Lamentablemente no me extraña esta medida, una más que demuestra que a este gobierno no le importa nada ni nadie que no sea de su entorno, mirando y ayudando todo lo foráneo. ¡¡¡¡No le importa ni los argentinos ni la Argentina!!!! Mi corazón está con ustedes y el de todas las Madres de Plaza de Mayo. Con el cariño de siempre,  Taty Almeida.

 

La ficción argentina en estado crítico; este artículo de fondo de Página 12 refleja la compleja situación

CÓMO ADAPTARSE AL PRESENTE Y NO MORIR EN EL INTENTO

Productores locales de ficción televisiva, un bien cada vez más escaso, analizan la situación del género y las posibilidades reales que tiene la industria de recuperar las horas que ahora ocupan los productos extranjeros, enlatados y online.

Fanny, la fan, una telecomedia diaria emitida por Telefe y producida por Underground que revela cómo se ve la TV desde las bambalinas. 

 

“La ficción argentina está en estado crítico. La televisión abierta, esa pantalla que sigue siendo la de mayor penetración social pero ya no la más consumida, dejó de ser el primer lugar al que acuden aquellos que quieren disfrutar de una buena serie o película. 

En la era en la que Internet atraviesa cada aspecto de la vida social, donde con solo hacer un click se puede explorar el mundo desde cualquier lugar y en cualquier situación, el consumo de ficción dejó de ser potestad de los viejos canales de aire. En tiempos en los que el homo sapiens le dio pie al homo videns, en el que el «ello» freudiano para el consumo audiovisual está más desarrollado que nene caprichoso en la juguetería, la ficción argentina atraviesa la serialitis buscando un destino que le permita no sucumbir ante tanto programa de panelistas. ¿Cuáles son las razones por las cuales se produce tan poca ficción argentina? Página 12 reunió a productores de ficción para analizar la situación del género y las posibilidades reales que tiene la industria de recuperar las horas que ahora ocupan los productos extranjeros, en un contexto en el que el Estado nacional dejó de estimular la producción local, como lo hacía fuertemente el gobierno anterior.

En un medio más preocupado por sobrevivir económicamente que en aportar creativamente, el género por excelencia está en peligro de extinción. 

En la actualidad, apenas se emiten en la televisión abierta dos ficciones diarias producidas en el país (Las estrellas en El Trece y Fanny, la fan en Telefe) y una única miniserie (La fragilidad de los cuerpos). 

En total, solo hay diez horas semanales dedicadas a la ficción local, la cantidad más baja en mucho tiempo. 

La escasez contrasta notoriamente con las casi 80 horas semanales de estreno de ficción argentina que emitían los canales argentinos una década atrás, cuando el género era el motor de una industria que giraba a su alrededor y en la que el prime time era casi exclusividad de las actrices y los actores. Una tele de calidad, que apostaba a la producción de historias que viajaban por todo el mundo.

En el prolífico 2006, El Trece emitía 30 horas nuevas de ficción cada siete días (Sos mi vida, Juanita la soltera, Collar de esmeraldas, Media falta, El refugio, Floricienta y los unitarios Vientos de agua, Amas de casa desesperadas, Mujeres asesinas y Botines), Telefe otras 28 horas (Montecristo, Se dice amor, La ley del amor, ¿Quién es el jefe?, Casados con hijos, Chiquititas y Alma pirata, además de las series Hermanos y detectives, Al límite y Las aventuras del Dr. Miniatura) e incluso la programación del 9 conservaba 20 horas semanales del género (El tiempo no para, Amo de casa, Paraíso rock y Gladiadores de Pompeya, y las series Doble venganza y Soy tu fan). Más allá de cuestiones artísticas y resultados de audiencia, lo cierto es que la ficción argentina era columna vertebral de la TV abierta.

Aquellos años dorados de la ficción argentina fueron ayer nomás, pero quedaron muy lejos de la realidad actual. La TV de bajo costo y mucho ruido de hoy en día se impuso a fuerza de un contexto económico complejo y el surgimiento de la competencia tecnológica. No hay género más afectado por la TV everywhere en los canales de aire que la ficción. Sin embargo, también es cierto que el de las plataformas digitales de video es un fenómeno de alcance mundial y no afectó de la misma manera a la producción de ficción de todos los países por igual. Es evidente que el económico es un factor determinante para comprender por qué la TV argentina se «desficcionalizó». O, al menos, abandonó casi por completo la ficción producida en el país para abrirle paso a otras producidas en los más recónditos lugares del globo. 

Hoy, Pol-Ka y Underground son las dos únicas productoras argentinas prolíficas del género.

“La ficción argentina sigue siendo atractiva, tiene buenos recursos humanos y técnicos, el público la busca y la acompaña cuando gusta. El tema es que estamos en un momento de transformación y mutación hacia una nueva manera de consumir contenidos. La ficción sigue siendo fuerte, lo que está cambiando es que la TV abierta dejó de ser la gran contenedora de esa oferta. La TV abierta tiende hacia programaciones con algunas pocas ficciones muy populares, plagada de programas de bajo costo y con grandes eventos, capaces de ser comentados en las redes sociales. Nos estamos acomodando a este nuevo modelo», subraya Pablo Culell, productor y director de contenidos de Underground Producciones, a Página 12.

Radiografía de un género

La ficción es el género más caro de producir de la pantalla. 

En Argentina y en cualquier lugar del mundo. En el país, un capítulo de una tira diaria de 50 minutos de artística tiene un costo promedio de entre 80 mil y 100 mil dólares. En el caso de los unitarios o las miniseries, donde hay más escenas en exteriores y un mayor trabajo de pos producción, los valores se duplican: cada episodio de emisión semanal fluctúa entre los 200 mil y 250 mil dólares, según el nivel de producción. En ambos formatos, la variación de los costos depende no sólo del nivel de calidad, sino también de la cantidad de episodios que se realicen de cada programa. Cuanto más larga la temporada, más amortizada la inversión.

Por el contrario, los costos de una hora de emisión de un ciclo de entretenimientos o de panelistas son infinitamente más bajos a los de la ficción. Aunque en estos géneros los presupuestos varían mucho entre sí, el valor de un ciclo en vivo en la TV argentina va de los 10 mil a los 30 mil dólares. Con algunos agregados que los vuelven más tentadores aún: requieren de esquemas de producción más simples y, al emitirse en vivo, tienen una flexibilidad mayor, capaces de «estirar» su duración o de desmantelarse, en función de las necesidades de programación.

«En el mundo, donde la crisis económica no se dio de la misma manera, el relato ficcional tiende a ser cada vez más más corto», subraya Diego Andrasnik, director de producción de Pol-ka. «La tendencia -señala el productor- hacia ficciones de corta duración lleva hacia el síndrome de la sábana corta, porque en un formato como la tira diaria, la escala de rentabilidad la encontrás cuanto más episodios tiene. Si una ficción va bien, 120 episodios es un buen número para que rinda económicamente. Ni hablar si llegás a los 225 episodios, como nos pasó con Los ricos no piden permiso.»

La diferencia entre los costos de un programa de entretenimientos y uno de ficción, de cualquier manera, fue siempre grande. No es nueva para el medio. Lo que parece que ha cambiado es, por un lado, las dificultades que tiene la industria para hacer rentable esa inversión o, al menos, recuperar lo invertido. En un mercado publicitario interno en retracción, y ante la pérdida de las divisas que en tiempos de exportación audiovisual provenían de la venta en el extranjero, la ficción se convirtió en una producción de «altísimo» riesgo para la industria. Los programadores artísticos de los canales, que deben conformar una programación atractiva acorde a un presupuesto acotado, equilibran la grilla entre los distintos géneros. El problema es que, lamentablemente, para lograr ese punto de equilibrio, los encargados de la programación tienen que poner en la grilla cada vez más horas de programas de panelistas o de entretenimientos, y menos de ficción.    

«Cuando uno ve la tabla de costos e ingresos publicitarios de cada programa, salta a la vista fácilmente cómo la rentabilidad comercial se incrementa en programas en vivo y enlatados y se ajusta mucho en las ficciones de producción propia. Eso es incuestionable. Eso tiene que ver con lo caro que está producir ficción argentina, pero fundamentalmente en relación a la torta publicitaria de nuestro mercado, cuyo poder adquisitivo también disminuyó», le confiesa a este cronista un directivo del área de finanzas de una de las emisoras líderes de la TV abierta, que prefirió mantenerse en estricto off the record.

En este contexto de «vacas flacas», desde hace algunos años los productos extranjeros son una opción interesante para los programadores. Si en otros tiempos resultaban marginales, a la hora de pensar el armado de una grilla, las novelas producidas fuera de Argentina se convirtieron en parte central de los canales líderes. Las razones de este fenómeno son numerosas. Por un lado, se trata de ficciones que cada vez tienen mayor aceptación en el público local, acostumbrado ya por tanto ejercicio a consumir historias de diferentes lugares del mundo. Además, tanto las brasileñas como las turcas poseen un despliegue de producción, a caballo de presupuestos millonarios, inalcanzables para cualquier ficción local. Y, por último y tal vez el más importante, a las emisoras les resulta mucho más económico y con un riesgo menor comprar ficciones ya probadas en otras partes del mundo. De hecho, un capítulo de un producto extranjero tiene un costo que varía entre los 3 mil dólares y los 30 mil, según calidad y éxito en el país de origen y en las naciones en las que se emitió.

Las turcas son, en la actualidad, el producto más codiciado en la industria audiovisual a nivel mundial. Los últimos y resonantes éxitos, desde Las mil y una noches a El sultán, convirtieron al mercado turco un polo televisivo que se hace valer, al punto que un ejecutivo de la industria confiesa que las negociaciones de compra no son nada fáciles. «Mientras que con los brasileños es más sencillo, porque tenemos una relación de larga data y hasta podemos pagar en cuotas, las condiciones de compra de material con los turcos son más estrictos: hay que ponerla toda junta y casi que no hay regateo», afirma.

 

Ventanas al mundo

Atascada entre la era digital y los altos costos económicos, la ficción argentina busca alternativas para recuperar terreno. El modelo que los productores locales empiezan a desarrollar como posible es el de la coproducción con distribución multipantalla. Desde Signos e Historia de un clan, hasta la más reciente La fragilidad de los cuerpos y la pronto a estrenarse Un gallo para Esculapio, las productoras buscan socios para poder mover la maquinaria, estar a la altura del standard de calidad del mercado y alcanzar a la mayor cantidad de público posible, diseminado en las diferentes plataformas, según consumos y posibilidades. Así, La fragilidad… se puede ver por El Trece los miércoles a las 22.30, por TNT los jueves a las 22 y cuando se quiera en Cablevisión Flow, donde están on line todos los capítulos. El Trece, Pol-Ka, TNT y Cablevision son los coproductores de la miniserie. El cableoperador y la señal de TV paga también serán coproductores junto a Underground y Telefe Un gallo…, la serie que se estrenará en agosto.

«La TV abierta argentina no repaga a la ficción de corta duración», cuenta Roberto Lorenzi, gerente general de Pol-ka. «La solución encontrada por el momento es la coproducción. No sólo para poder llegar a todos los públicos, sino para poder financiar los proyectos. Ahora se necesitan a tres o cuatro empresas para financiar lo que antes pagaba uno. Se ceden algunos puntos de rating, perdiendo la exclusividad de la TV abierta, para que se puedan producir». De hecho, Un gallo…  -la ficción protagonizada por Peter Lanzani y Luis Brandoni- se estrenará primero por la pantalla de TNT (martes 15 de agosto a las 22) para toda la región y recién después llegará a la de Telefe, probablemente el miércoles 16 a las 22.45. El esquema tradicional de circulación de contenidos está en crisis.

El nuevo modelo propone cambios estructurales: las antiguas ventanas enormes de emisión consecutiva (primero se emitía en una pantalla, después de un tiempo en otra y así sucesivamente) son reemplazadas por las muchas simultáneas. Hoy, el incipiente modelo argentino apunta a que se junten diferentes jugadores en pos de producir una única serie, capaz de verse al mismo tiempo en TV abierta, cable, on demand y plataforma web. En ese nuevo cuadro de producción y distribución del contenido, los canales de TV abierta resignan exclusividad y audiencia en pos de que el dinero que ya no tiene el mercado lo aporte el resto de las ventanas. «Se incrementaron muchísimo los costos de la ficción: para el mercado extranjero no somos baratos en relación a países de la región que tienen planes de fomento y eximición de impuestos más agresivos, y para el mercado argentino también somos caros porque la torta publicitaria no creció tanto», señala el director de Underground. «Antes, el mercado local cubría los costos y la venta internacional era ganancia. Eso ya no pasa», ejemplifica.

Se suele decir, con cierta razón, que la ficción televisiva es conjunción de tiempo y de profesionales. En el país, cada capítulo de una ficción diaria se graba en un día o día y medio, mientras que el de una ficción demanda entre seis y siete días. Cada jornada, según el estatuto, es de 10 horas, aunque puede extenderse pagando las horas extras correspondientes. Según los productores, el 75 por ciento del costo de una ficción corresponde al pago de recursos humanos, tanto profesionales técnicos como artísticos, incluyendo guionistas y el cachet de las grandes figuras. En el caso de las miniseries, la ecuación es más equilibrada, porque la tecnología y los servicios de pos producción tienen una incidencia mayor.

«En relación a los tiempos, la Argentina tiene un esquema de producción que ya está muy justo. Pretender poder producir más de un capítulo por día, como se produce en la tira diaria, es tirar la calidad por la borda. La calidad no se puede negociar. La calidad no es suficiente para tener un éxito pero sí para estar en pantalla. Hoy el público tiene un estándard muy alto», reconoce Andrasnik. En este punto, tanto en Pol-Ka como en Underground coinciden en que una medida que podría fomentar a la producción de ficción es «actualizar» el convenio colectivo televisivo vigente, en sintonía con el clima de época que desde algunos sectores empresariales y políticos se empieza a querer instalar en el país y en la región.

«No estamos hablando de bajar los salarios, sino de aggionarlos. Se trata de un convenio que data de 1975, pensado para una televisión que tenía otra dinámica, con una tecnología y un consumo que nada tienen que ver con lo que ocurre ahora. Era una TV de interiores, casi sin exteriores. Es un problema serio, que impacta más en lo operativo que en lo económico», señala Andrasnik. Culell coincide con esa posición, que siempre pone el alerta a los gremios que contienen a los profesionales del medio. «Deberíamos -dice- sentarnos todos los actores de la industria y pensar las mejores condiciones posibles para producir más ficción. El convenio televisivo debería acomodarse a la actualidad del medio. Y también pensar las leyes regulatorias. En Brasil, por ejemplo, la ley obliga a las señales a producir una cantidad de horas locales diarias y en el prime time, además de que hay exenciones impositivas». En esas transformaciones regulatorias, ambos productores señalan la necesidad de que las OTT (aplicaciones y plataformas on demand extranjeras, como Netflix, Hulu o Amazon) tributen algún impuesto o estén obligadas a producir historias del género en el país.

En su más bajo nivel de producción y emisión en televisión abierta en décadas, la ficción argentina busca hacerse lugar entre los «enlatados» apilados y los gritos y escándalos que se superponen en la pantalla. El «negocio» cambió. Ni se produce ni se financia ni se consumen programas del género como antaño. Hay que buscar alternativas para lograr que lo que hasta no hace mucho tiempo era habitual deje de ser un lujo. Hay demasiado ruido a lata y poca ficción local en la pantalla chica.” (Página 12)


Columna de opinión

Escribe Pedro Patzer, integrante del Consejo Profesional de Radio 

LA SOBERANÍA AUDIOVISUAL Y EL SOÑAR EN ARGENTINO

“Custodiar la identidad nacional no es sólo entonar una zamba, citar el Martín Fierro o hacer  apología del asado. Custodiar, fortalecer y desarrollar nuestra identidad, en tiempos en los que los contenidos extranjeros colonizan implacablemente nuestro habla, nuestra manera de vincularnos con la realidad, con la sociedad, con el prójimo, es trabajar por la soberanía audiovisual.

Hace años, Scalabrini Ortiz señalaba que la Argentina tenía himno y bandera, sin embargo los trenes eran ingleses y los frigoríficos norteamericanos. Hace algunos días, escuché a Ramiro, mi sobrino quilmeño, hablar en neutro. Hasta le ha pedido a la madre si era posible desayunar huevos y tocinos, cómo lo hacen los personajes de su serie favorita. Sin embargo, hay algo que aún me llamó más la atención de esta colonización pedagógica que padece mi sobrino y esto es que en su cumple, con sus amiguitos, consumidores de series de Netflix, jugaban a que eran agentes de la DEA persiguiendo a narcos colombianos y mexicanos.

Podría decir que asistir a dicho espectáculo hizo que el mundo se me viniera abajo, aunque justamente lo que hizo fue confirmar la idea  señalada por el viejo Jauretche: nos han educado los que inventaron los mapas, los cartógrafos europeos que, por supuesto,  establecieron en el mapamundi, que el mundo comienza en el norte.

Yo, quilmeño, no jugaba a perseguir narcos colombianos como agente de la DEA, pero, colonizado por las pocas series y películas que daban en ese entonces, era un cowboy persiguiendo Sioux. Por supuesto que este daño cultural con el que me “educaron” aquellas series y pelis, me hizo crecer creyendo que los malos eran buenos y que los buenos eran malos y, desde luego, desconociendo  nuestra historia. Esos contenidos me acercaban al cowboy y al Sioux, no me presentaban al gaucho y mucho menos al ranquel, mapuche, tehuelche, guaraní, etc. Tanto es así, que hasta mi adolescencia estaba convencido de que en Argentina no había indios. Les recuerdo que nací en un lugar llamado Quilmes, nombre adoptado por los aborígenes de los Valles Calchaquíes confinados a caminar desde Tucumán hasta la localidad bonaerense que hoy lleva su nombre.

A diferencia de mi sobrino, yo crecí en una época donde no había internet, y mucho menos Netflix,  y la televisión nos mostraba otras historias, desde Historias de la Argentina Secreta –  semilla de mi vocación, hace catorce años soy autor de los contenidos de Nacional Folklórica y escribo libros sobre la argentinidad – hasta series que me dieron armas para ser más argentino: Carlín me enseñó lo que un “langa” porteño es capaz de hacer por seducir una mina; Atreverse, de Alejandro Doria me enseñó cómo sufre un travesti en nuestra sociedad prejuiciosa, la Banda del Golden Rocket me contó como un viejo auto del abuelo puede unir los caminos de unos primos. Es decir, yo fui colonizado culturalmente, jugaba a los vaqueros, pero historias de la Argentina Secreta me enseñó que había otros héroes cercanos, y Carlín a que uno se puede bajar antes del bondi por tratar de ganar el amor de una mina o la banda del Golden Rocket, que hay cosas como un viejo auto del abuelo que en realidad se transforman en puntos de encuentros. Hoy me preocupa que mi sobrino Ramiro, no halle en los contenidos que consume, puntos de encuentros con su historia, con su país, con su gente, no sólo porque dejará de seducir como un argentino, de soñar como se sueña en este país, sino porque desconocerá las cosas más hermosas que nos hacen ser nosotros y las cosas más terribles que debemos cambiar para ser mejores. El Indio Fernández sostenía que los mexicanos iban a aprender a ser mexicanos al cine (en la época de oro del cine mexicano), nosotros tenemos que trabajar para que Ramiro, sus amigos y los que vengan, además de disfrutar de las geniales series universales, puedan conocer cómo se sueña en argentino. El Estado nacional debe comprender que promover la ficción nacional es fomentar la identidad argentina. “


Argentores federal

El Secretario de la entidad continúa su recorrido por las provincias con la finalidad de establecer contacto directo con los autores de todo el territorio

GUILLERMO HARDWICK VISITO CHACO, CORRIENTES Y MISIONES

En el marco del proyecto Argentores Federal el Secretario de la entidad, Guillermo Hardwick, continúa su recorrido por las provincias con la finalidad de establecer contacto directo con los autores de todo el país. Recientemente visitó las provincias de Chaco, Corrientes y Misiones, donde se reunió con creadores y funcionarios culturales. Entre otros temas, el Secretario acordó fortalecer el acercamiento entre Argentores y los creativos regionales estimulando la actividad autoral mediante la implementación de talleres y concursos de dramaturgia y guion de radio, cine y TV. Uno de los temas principales del viaje fue la creación de una nueva Delegación Cultural para la región que tendrá asiento en Posadas. Para ello, se convocó a autores misioneros de todos los rubros para informarlos sobre esta iniciativa y para que los interesados envíen sus currículas, tal como se ha hecho en las designaciones anteriores. De esa forma, se designará a un autor local, residente en Posadas, para trabajar en colaboración directa con la representante regional, la autora Gladys Gómez, en la atención de los guionistas y dramaturgos de la región y la coordinación de concursos y talleres de dramaturgia, ficción radial y audiovisual. 

También se avanzó en la propuesta de concretar un convenio con el Instituto de Cultura provincial para lanzar a corto plazo en la Casa de las Culturas de la ciudad de Resistencia master class de guión documental y ficción, de dramaturgia y de guión radial a cargo de reconocidos autores de nuestra entidad.

Hardwick, junto a Gladys Gómez, representante  zonal de Argentores y el Presidente del Instituto de Cultura de la Pcia del Chaco, Héctor Bernabé.

Encuentro con dramaturgos de Resistencia.

El Secretario de la entidad, junto a autores correntinos.

Hardwick, con jóvenes guionistas de Misiones.

La “Casa de las culturas”, donde se efectuó el encuentro con los autores chaqueños.


La entidad / Actividad de los Consejos

El Consejo Profesional de Radio, como todos los años,  entregará reconocimientos a la trayectoria y la labor radiofónica a distintos hacedores que comparten la pasión por la magia del medio 

LOS GALARDONES SUSINI, EL 28 DE AGOSTO

En esta oportunidad, recibirán su galardón (réplica del micrófono que Enrique Telémaco Susini utilizara el 27 de agosto de 1920 durante la primera transmisión desde la terraza del Teatro Coliseo) Rina Morán, Radio Cut, Natalia Modigliani y Julieta Felicioni (Ushuaia), Juan Carlos Del Missier, Marcos Zulián (Chubut), Viviana Salomón, Claudio María Domínguez, Martín “Jota” Jáuregui, Guillermo Stronati y Graciela Borges.

Foto de Del Missier, tomada por el diario La Nación, el 19 de diciembre de 2011.

Rina Morán, locutora histórica de ciclos como el “Fontana show” y “Rapidisimo”.

Graciela Borges, aquí junto a Rony Vargas, en los estudios de Cadena 3.

 

También recibirán una plaqueta con la Distinción Susini Radio Ahijuna 94.7 (Bernal, Pdo. De Quilmes) y la Once Diez, Radio de la Ciudad. El diploma Susini será otorgado a los trabajadores de Radio del Plata en solidaridad con su lucha en momentos en que las emisoras nacionales atraviesan un tiempo de gran incertidumbre.

La apertura de la entrega estará a cargo de Mabel Loisi, actual presidente del Consejo y Mona Moncalvillo llevará adelante la conducción de la ceremonia. 

La cita será el lunes 28 de agosto a las 19.30 en el auditorio de la entidad. 


Tras la proyección de la película, dialogó con Stella Matute

SEBASTIÁN SCHINDEL, UNO DE LOS AUTORES DE “EL PATRÓN: RADIOGRAFÍA DE UN CRIMEN” ESTUVO EN EL CICLO “MATINE EN ARGENTORES”

Fotos: Magdalena Viggiani

 

El ciclo “Matiné en Argentores” continuó el jueves 20 de julio, a las 14, en el Anexo, con la visita de Sebastián Schindel, uno de los autores de “El Patrón: radiografía de un crimen”, quien dialogó con Stella Matute tras la proyección de la película.

Recordamos que la película habla de un humilde peón de campo  que encuentra trabajo de carnicero en la gran ciudad. Su patrón es un siniestro personaje dueño de una cadena de carnicerías que lo obliga a vender carne en mal estado al tiempo que lo sumerge en una verdadera esclavitud. ¿Hasta dónde es posible explotar a un hombre? La abrumadora crueldad del patrón desembocará inevitablemente en la tragedia.


El viernes 21 de julio, se realizó en el Anexo la quinta entrega del ciclo “Vida y poesía” 

BUENOS AIRES Y ESE MODO DE DECIR: HOMENAJE A NORBERTO AROLDI. 

Florencia Aroldi, Genaro y María Ibarreta, presentes en la recordación de Norberto Aroldi. Foto: Magdalena Viggiani.

Cristina Escofet, Presidente del CPS de la entidad, consultada por nuestro boletín tras el encuentro, afirmó: “Todo el corazón porteño estuvo en una velada que brilló por su calidad y calidez. Marta Albanese y María Ibarreta condujeron el evento; fue importante la participación de un público que leyó ese poema que le caló el alma. “Vida y poesía” tiene por objetivo escucharnos y hacernos vibrar con la energía de las emociones. Es una actividad del Consejo de Previsión Social. Porque compartir… es salud.”


En Pacheco de Melo, el 20 de julio

SE PRESENTÓ EL LIBRO “COPETÍN DE AUTORES”

Autores felices y ya “editados”.

Bab Quintela y Nova, anfitriones del encuentro.

 

Matute y Lopardo, durante un momento de lectura. Fotos: Magdalena Viggiani.

Como habíamos anticipado, el jueves 20 de julio se presentó en la sede de Pacheco de Melo, el libro “Copetín de autores”, recopilación de los textos realizados en la institución durante el año 2016, evento organizado por la Comisión de Cultura. La presentación estuvo a cargo de Susana Nova y la conducción será de Hugo Bab Quintela. Omar Lopardo y Stella Matute leyeron uno de los textos y por último se realizó un brindis con todos los autores que intervinieron en la edición y sus invitados.


Información Cultural

El 11 de agosto continúa “El buen guión” en el Anexo

LA GUIONISTA LILIANA ESCLIAR, EN EL CICLO DE CLASES MAGISTRALES CON AUTORES DE TELEVISION Y CINE

Como sabemos, con la intención de valorizar e impulsar el rol del autor audiovisual, la Comisión de Cultura de Argentores propone un ciclo de clases magistrales con destacados autores de televisión y cine. La idea es interiorizarse en el proceso de escritura de los guiones audiovisuales,  dado que generalmente estos autores quedan eclipsados por el producto final. Estas clases están bajo la coordinación de Adriana Schottlender, quien desde 2008 lleva a cabo la tarea de difundir el rol del autor audiovisual en este tipo de actividad.  Se ofrecen el segundo viernes de cada mes entre las 17 y las 19. Es necesario inscribirse previamente. Las vacantes son limitadas. Las clases se dictarán en el Anexo Placido Donato, Juncal 1825.

Para inscribirse mandar el mail a  cursos@argentores.org.ar 

El viernes 11 de agosto la clase magistral será dictada por Liliana Escliar, quien es guionista de cine y TV, escritora, periodista, autora de teatro. 

Escliar es la guionista de la versión argentina de “Cuéntame cómo pasó” (formato original de España) a estrenarse en la TV pública en agosto. Invirtió el tradicional camino de las adaptaciones literarias y publicó un libro basado en una de sus series de televisión. A partir del guión de «Malicia», que se emitió en 2015 por la TV Pública, escribió una novela policial – “Los motivos del lobo”, sobre el origen del mal y las justificaciones de la barbarie. «Un libro siempre te da más libertad, no tiene limitaciones de producción», afirma. Escribió 3 libros de humor: “Cómo deshacerse del marido”, “Cómo resistir en la clase media” y “La máquina de sufrir”. Su primera novela, “La arquitectura de los ángeles”, recibió el Premio Planeta de Latinoamérica 2000. Junto a Marisa Grinstein fue guionista de la serie televisiva “Mujeres Asesinas”, ganando los premios Clarín 2005 al Mejor guión, Martín Fierro 2006 al Mejor guión y Martín Fierro de Oro 2006. Inicialmente prevista para 13 capítulos, la serie se extendió 4 temporadas. Asimismo, se vendió a varios países de Latinoamérica y Europa.

Series de televisión: 

2017 Cuéntame cómo pasó (Argentina)

2016 Malicia 

2015 Tango Pasión Argentina 

2010 Zenitram 

2010 Secretos de amor 

2008 Oportunidades 

2005-2008 Mujeres asesinas 

2005 El tigre escondido 

2004 Jesús, el heredero 

1996 Alta comedia 


Información general

Andrés Duprat fue el ganador al mejor guión

GANADOR ILUSTRE

Foto de Andrés Duprat, tomada por Magdalena Viggiani.

La película El ciudadano ilustre ganó el premio al mejor guión en la entrega de los Premios Platino, otorgados en Madrid. El film también ganó en el rubro mejor película de ficción y mejor actor. La película argentina tuvo un éxito arrasador en la entrega de los premios Platino, premios que aspiran a convertirse en el Oscar del cine iberoamericano. La película de Mariano Cohn y Gastón Duprat triunfó en las categorías película de ficción y guión (Andrés Duprat), mientras que  Oscar Martínez fue elegido como mejor actor. El ciudadano ilustre superó a los dos títulos que la crítica especializada pronosticaba como favoritos a llevarse la estatuilla principal: Julieta, de Pedro Almodóvar, y Neruda, del chileno Pablo Larraín.


Dossier especial / reportajes a dramaturgos universales / Hoy: Pinter

Dramaturgo, guionista, poeta, actor, director y activista político inglés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2005, fue entrevistado para la Universidad de México por Bruce Swansey 

HAROLD PINTER: LA TEXTURA DE LA CREACIÓN

Recordemos: la actividad de Pinter (1930/2008) como escritor se extendió por más de cincuenta años y fue uno de los más influyentes dramaturgos modernos británicos. Sus obras más conocidas incluyen La fiesta de cumpleaños (1957), Retorno al hogar (1964) y Traición (1978), cada una de las cuales fue adaptada para cine y televisión. Sus adaptaciones de guiones de las obras de otros autores incluyen El sirviente (1963), El mensajero (1970), La mujer del teniente francés (1981), El juicio (1993) y La huella (2007). También dirigió y actuó en la radio, el teatro, la televisión, así como en producciones de cine propias y en las de otros. A continuación reproducimos el comienzo de la larga entrevista:

 

-Entiendo que “pinteriano” es un adjetivo que describe lo que es amenazante, siniestro y enigmático. ¿Usted piensa que eso le hace justicia a su trabajo? Nunca he entendido lo que significa esa palabra.

-Otra gente la usa. Yo nunca la uso, así que debería de preguntarle a la gente que usa esa palabra. Tal vez es una forma de describir con este adjetivo algunas cualidades de su escritura. Sí, pero yo no sé cuáles son esas supuestas cualidades. Quiero decir, estas palabras “siniestro” y “amenazante” son muy fáciles de usar, pero espero que en mi trabajo haya más que eso.

-Quizá sea un adjetivo que se haya usado por sus primeras obras. Como dramaturgo, ¿usted cree que la experiencia de David Byron fue útil para el trabajo de Harold Pinter? 

-Si usted se refiere a David Byron el actor, sí, creo que sí. Estuve actuando durante doce años todas las noches, bueno, no tanto, estuve trabajando mucho, pero me dio un sentido muy fuerte del teatro y de lo que sucedía en escena con relación a la audiencia… la tensión que existe entre el público y la obra a través de la actuación. Así que creo que eso es verdad. 

-Otra etiqueta que usted seguramente rechazaría es la de Martin Esslin por ejemplo, que lo ubica como un autor del teatro del absurdo.

-Sí, creo que eso está fuera de tiempo, honestamente. Eso viene de un libro de hace veinte años y no creo haber sido absurdo en esa época como no creo serlo ahora. 

-¿Tiene usted alguna afinidad con el trabajo de Samuel Beckett? 

-Bueno, yo admiro a Beckett muchísimo. Creo que es un granescritor. Lo admiro y me encanta, pero no me siento en el mismo nivel que él. Creo que es un gran, gran escritor.

-Algunos críticos han apuntado su conciencia del diálogo intrascendente, de la así llamada conversación casual, y que eso proviene de Chéjov, ¿usted siente alguna afinidad con Chéjov? 

-Bueno, me encanta Chéjov también, pero no creo que eso venga de Chéjov. Esto viene de la vida, la conversación intrascendente es la vida. Lo que nos lleva a lo que muchos críticos han insistido, acerca de la naturaleza del lenguaje que usted utiliza, que puede se reetiquetado como intrascendente, pero quizás haya algo más que su obra nos quiere mostrar. Bueno, no lo creo. Me parece que el lenguaje intrascendente es una forma de evadir el tema, de escapar de la verdad de una situación, no sabemos cómo enfrentarla, tenemos miedo de ella, entonces se utilizan maneras de lenguaje, formas de expresión para no permitir que se sepa lo que realmente está ocurriendo. Entonces no creo quesea realmente intrascendente: es trascendente. La violencia parece ser parte de su experiencia, así como la de sus personajes, ya sea una violencia personal o social. 

-¿Esta violencia es sólo de los personajes o es una lectura de la sociedad en su conjunto? 

-Yo era niño durante la Segunda Guerra Mundial, tenía quince años cuando terminó, había muchísima violencia, estaban los bombardeos y todo eso. Había una guerra y yo era consciente de que millones de personas estaban muriendo. Después de la guerra viví en una parte muy ruda de Londres, el East End, y había mucha violencia y también antisemitismo. Soy judío, así que crecí en un mundo muy violento, y sigue siendo así, no ha cambiado.

-Como escritor dramático, ¿qué es más importante para usted el lenguaje o los personajes? 

-Van juntos. En la obra dramática el lenguaje no existe por sí solo, tiene que surgir a través del personaje. El personaje tiene que estar ahí para que el lenguaje suceda. 

-Sí, pero para algunos la construcción psicológica del personaje es más importante que el uso del lenguaje. 

-En realidad yo no me preocupo por las manifestaciones psicológicas del personaje, yo sólo escribo y es el lenguaje lo que me conduce. Me he dado cuenta que mis personajes tienden a decir finalmente lo que en realidad piensan. Toma un buen tiempo hacerlo, pero al final lo hacen. Hablan al desnudo, pero no es tan fácil, tiene que haber una especie de explosión, algunas veces es una explosión violenta, tanto en el lenguaje como en la acción. Quizás esta explosión en su trabajo sea permanente. No es la explosión que puede uno encontrar en ciertos dramaturgos norteamericanos, donde todo conduce hacia un clímax y en ese momento se dice la verdad. Tengo la impresión de que esta explosión en su trabajo siempre está ahí. Creo que se trata de una violencia subyacente, una explosividad y tensión subyacentes. Estoy de acuerdo con usted. Éste es el caso también en la sociedad en que vivimos. 

-¿El lenguaje en sus obras ayuda a la gente a comunicarse o les impide hacerlo? 

-En realidad tiende a ser lo segundo. Lo que se dice actúa como una especie de cortina de humo casi todo el tiempo. 

-¿Cuál es la importancia de la ambigüedad y de la incertidumbre en su obra? 

-Cuando usted me pregunta cuál era o es la importancia de la incertidumbre. realmente no tengo respuesta. La incertidumbre y el desconcierto son parte del tejido de mi vida y de la vida de mucha gente, sobre todo en la sociedad a la que pertenezco y en el país en el que vivo. 

¿Cómo ve usted su evolución desde su primera obra “The room” hasta la más reciente?

-Es muy difícil para mí, contestar esa pregunta porque uno no puede situarse fuera de la vida. Creo que mis preocupaciones se han hecho cada vez más claras y me he vuelto cada vez más comprometido políticamente, siempre estuve interesado y preocupado políticamente pero ahora estoy realmente comprometido y me veo como un ciudadano del mundo con ciertas responsabilidades y esas responsabilidades consisten en apreciar claramente lo que sucede en el mundo y al hacerlo me vuelvo muy impopular. 

 

Para seguir leyendo, tipear:

http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/2205/pdf/16-19.pdf


Apuntes, notas al pasar 

Esta semana, en su muro de Facebook, el autor Mauricio Kartún y ante la muerte de su gato -compañero de tantos años y testigo de la creación de sus últimas obras-, escribió unas sentidas palabras; reflejamos en nuestro boletín su texto

CHAU FAUSTO, CHAU COAUTOR

“Hace 14 años heredamos un gatito de meses. 

Mis hijos y mi mujer se entusiasmaban con tenerlo en casa. Yo con más congelado sentido práctico me resistía. Nunca me habían gustado demasiado esos bichos. Impredecibles. Un verano en mis veinte por hacerme el langa con una muchacha que gustaba mucho de ellos había alzado a uno en el puerto de Olivos y el muy mierda me había clavado las garras a la altura del codo. 

Cené haciéndome el boludo toda la noche con el brazo inflado como popeye pero a rayas. Yo soy de los perros, decía, no me jodan a mí con los gatos.

Gato marrón. Alguna vez un pintor me había dicho que si mezclás todos los colores de la paleta da marrón, color caca me había dicho. No compraba jamás de los jamases ropa marrón, por ejemplo. 

El gatito encima era marrón. Caca pura. Un chocolate decían mis hijos buscándole la imagen positiva.

Si entra un gato salgo yo, dije un poquito sobreactuado. Pero se ve que ya había fayuteado tantas amenazas yo que ni pelota me dieron. O vieron la oportunidad de algún buen trueque.

Me dejaron bautizarlo para ver si me ponían más frufrú. Le pusimos Fausto.

Yo me sentaba a escribir, venía y se me sentaba arriba el hinchapelotas. Yo lo bajaba más o menos delicadamente. Y el pesado volvía. Como yo estaba mucho en casa me tenía de abrigo. ¿Qué soy, una estufa yo acá, carajo…? Resulta que acá se van todos y encima me lo banco yo todo el día al animal. Me di cuenta al final que era más fácil dejarlo hacer lo que quisiera, má sí, querés subirte, subite cabeza dura. Cada tanto lo acomodaba para que no fastidie. Por lo menos es suavecito sentía.

Todos los días lo mismo. Eso. Y frotarse la cabeza contra mi oreja. Y ronronear. Y uno no es de fierro tampoco.

Cuando unos meses después la familia me escuchó decir en la mesa “mi gatito” hicieron silencio compasivo. Nadie se rió, pero yo no soy ningún tonto, eh.

Escribí todas mis últimas obras con Fausto a cuestas. El tipo entendía la mierda esta de la dramaturgia. Cuando se sentaba encima de un borrador era claro que me lo estaba curando. Fue el curador de cada borrador impreso. Este sí, este no. Cuando se levantaba aburrido y se iba al balcón yo entendía con claridad que no valía la pena seguir haciendo fuerza y me iba con él. Si yo regaba él seguía con atención de espectador fascinado el recorrido del hilo de agua que drenaba la maceta, y yo le entendía la importancia evidente de no perder el hilo del conflicto eje. A veces la cosa no avanzaba; y el tipo se ponía a maullar. Yo sabía: rompía la hoja, hacía seis bollos y jugamos un rato al metegolentra en la puerta de la cocina. A la vuelta siempre se me ocurría alguna otra gilada salva escena. Era tan práctico todo en el bicho que me hacía pensar a cada momento en la limpieza de las estructuras, en la belleza de las elipsis, en lo bueno de ir al grano.

Hace un par de meses se enfermó. Los riñones. Estaba viejo y muy flaco. Lo llevábamos a la veterinaria, le pasaban suero y levantaba de nuevo unos días.

Anteanoche llovía fuerte. Pidió salir al jardín, le abrimos, y él que le rajaba al agua como a la peste, él que no se alejaba nunca de los límites del territorio que alguna vez había meado, se fue caminando medio errante bajo la tormenta y se internó en el terreno lindero. Lo salimos a buscar con paraguas y linternas y lo encontramos acurrucado en el quincho de un vecino. Comprendimos que había llegado la hora. Se iba para terminar la vida alejado, ese atavismo raro y poético de los gatos. 

 

Ayer murió. 

Hice un pozo tal vez demasiado profundo en el jardín y lo enterramos. 

Le planté unos helechos serruchos. 

Yo lagrimeé, mi mujer lloró. 

Ella dice que como yo lloro poco sufro el doble, y debe tener razón. 

Pero puedo escribir, que al final es catarsis también. Y despedirme en letra impresa. Cada uno hace lo que puede.

 

Chau Fausto, Chau coautor.

Hoy salimos a caminar y a la vuelta lo extrañamos al entrar a la casa. 

Me saqué el ponchito marrón que enrollo sobre el abrigo marrón, que me calzo sobre mi camisa marrón (todos los que me conocen saben de esta manía que me ha agarrado a mí del monocolor desde hace varios años, si hasta medias marrones tengo en la fotito). 

Agarré la compu para seguir con la obra que me desvela pero no, salió esto.”


Ida y vuelta

Editor periodístico: Leonardo Coire.
Noticias derecho al autor.

28 / Jul / 2017