Cultura
CULTURARicardo Forster fue el primer invitado de Roberto “Tito” Cossa en el ciclo de diálogos sobre la Cultura

El pasado miércoles 31 de julio, dio comienzo un ciclo de charlas sobre presente y futuro de la cultura, en el que el dramaturgo y actual Coordinador de la Comisión de Cultura de Argentores, Roberto “Tito” Cossa, dialoga con grandes pensadores de nuestro país.
En este primer encuentro, llevado a cabo en el Auditorio de la entidad, Cossa conversó con el doctor en Filosofía, profesor y ensayista argentino Ricardo Forster.
En el comienzo, el autor de La Nona recordó la importancia que en su juventud tenía la lectura, lo natural que era para aquellos jóvenes el recitado de poesías. Forster, luego manifestó la importancia de hablar de lenguajes estéticos. “El arte va a salvar al mundo, como dijo Schiller”, aseveró. “La globalización trajo chatura, brutalización. No hay nada más que subir a un subte en Buenos Aires y ver a la gente, en estado hipnótico con sus celulares. Es una neobarbarie. ¿Hasta dónde llegará este mundo de pantallas, que construyen y destruyen sensibilidades?” manifestó.
El filósofo habló luego de la “demolición del lenguaje” y recordó a la obra de George Steiner Después de Babel, en la que se revelaba “la muerte de la lengua”. Enfático, estimó lo dificultoso que es hoy encontrar alguna reflexión interesante, sin lugares comunes y de más de tres minutos en alguien que ha regresado de un viaje. “El lenguaje es maravilloso, hay que cuidarlo. Es una manera de soñar al mundo”, comentó.
Más adelante, Cossa se preguntó si en el arte actual no se está explotando demasiado el concepto de “autoreferencialidad”. “Cuando uno leía Madame Bovary -agregó el autor- había misterio”. Su interlocutor indicó entonces que “hoy la gente ofrece su intimidad y una corporación se lleva su dinero. Nuestro lugar secreto ya es público. Creemos que somos más plenos arrojando intimidades a un mundo que las devora”. Forster, yendo más allá, habló de la “espectacularización de la vida”, un lugar donde “el silencio o la memoria ya no tienen lugar”.
Los temas siguientes, múltiples, versaron en entrañables rutinas (las charlas y discusiones de café después de ver una película o una obra teatral), en la eternidad de la llama creativa de algunas obras y de algunos autores (Antígona de Sófocles, Borges, Shakespeare), en las oportunidades que sin embargo dan los “tiempos oscuros” o en la formidable capacidad porteña de generar literatura de gran nivel. Asimismo, Cossa reforzó la idea de la importancia del rescate del texto. “El gran tema es la palabra”, dijo. Forster entonces enumeró cimas muy altas en la cultura, que configuran dificultades para los creadores posteriores. “Después de Kafka, es difícil es escribir sobre la burocracia; después de Joyce… ¿cómo crear un monólogo como en el Ulises?”
“Todo está dominado por la velocidad y lo instantáneo”, aseveró el pensador, tras enunciar lo crucial que ha sido su vinculación con la lectura desde la niñez.
Tiempo de fragmentación
Consultado por Cossa, habló de su especialidad, la filosofía. “Quien no fue hegeliano no sabe lo que se perdió”, bromeó al respecto. “Hoy es tiempo de fragmentación; es imposible imaginar en la actualidad la existencia de un pensador total como lo fueron Platón, Aristóteles, Hegel, Marx o Sartre.” Y volviendo a la rapidez en que se mueven las cosas, opinó que “lo más nuevo ya es obsoleto enseguida”. Y al neoliberalismo lo definió como “un dispositivo de olvido, de pasteurización”.
La desmedida utilización de nuevos instrumentos tecnológicos como el celular volvió al foco de su atención. “El celular ya es un universo. No es más un teléfono. Nos hace sentir vanamente que el universo nos pertenece.
Y al vincular a la realidad con el arte, dijo “¿una vida sin cultura… sería impensada”. “Uno piensa en la Revolución Francesa y aparece Delacroix y su pintura La libertad guiando al pueblo; si pienso en la “resistencia” de los años sesenta, evoco a Operación masacre, de Walsh; si remito a la libertad, me acuerdo de Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain”. Y tras emocionarse con lo que lo conmovió en su infancia el libro Allá lejos y hace tiempo de Enrique Hudson, concluyó diciendo: “que los recuerdos de uno sean los recuerdos de otro… es fabuloso”.
7 / Ago / 2019