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OBRA EN CONSTRUCCIÓN

Escribir para ser

Entrevista a María Laura Gargarella: “Un buen guión es aquel que tiene verdad”

El arte es un destino, más que una carrera o profesión, y éste último acaso sólo en el sentido de profesar algo. Estas palabras bien podrían ser parte de las convicciones de la guionista María Laura Gargarella, a quien entrevistamos para el ciclo “Obra en construcción”.

María Laura Gargarella se formó como guionista en TEBA con Pedro Loeb. Participó en diversos talleres y seminarios de dramaturgia, guión y texto breve. En 2009 gracias a una beca Ibermedia, realizó un Máster de Guión de la Universidad Menéndez Pelayo en Valencia, España. Con su primer guion cinematográfico: Motivos para no enamorarse, obtiene el Primer Premio del Concurso Nacional de guiones de Cine.ar. Participó como guionista en once largometrajes de Argentina, México, República Dominicana y España donde colabora con Montxo Armendáriz en su último film: No tengas miedo. Otros de sus trabajos en co- escritura son Verdades Verdaderas, de Nicolás Gil Lavedra (biopic sobre la Presidenta de Abuela de Mayo) e Invisible, junto a Pablo Giorgelli, seleccionado para L’ atelier de Cannes y premio a mejor guión del Festival de La Habana. Actualmente, ambos trabajan juntos en el desarrollo de una nueva historia.

María Laura Gargarella: En un momento muy particular de mi vida en donde estaba con ganas de abrir una nueva ventana y de que entrara un poco de aire fresco, en un recreo de mi antiguo trabajo, caminando por Florida, vi un cartel en donde decía: CLASES DE GUION. Entonces me dije: “Me gusta escribir, siempre me gustó el cine, bueno…” Fue amor a primera vista. La primera clase estaba muy emocionada porque realmente buscaba algo que me apasionara. A partir de esa clase empecé a ir a un bar todos los días a escribir. Al tiempo mi profesor se fue a vivir a España y yo me quedé como medio huérfana porque no conocía a nadie del medio. Pero seguía escribiendo. En ese entonces, trabajaba en una línea aérea, salía de ahí y cuando entraba en el bar, en ese preciso momento, para mí empezaba mi laburo. Yo escribía como si Francis Ford Coppola estuviera en la puerta del bar esperando mi guion. Un día tuve un sueño y empecé a bocetear. En ese momento estaba en otro trabajo y se dio la posibilidad de ir a Chile. Me propuse no regresar a Buenos Aires hasta no terminar de escribir la historia. Dicho y hecho. Una vez que la terminé, no sabía a quién presentársela. La leyeron unas personas que habían estado interesadas pero que, en ese momento, no tenían medios para realizarla. Un poco me pinché y lo cajoneé. Un tiempo después, se abrió la convocatoria para un concurso nacional de guionistas. Lamentablemente siempre hubo poco concursos de guiones, entonces lo vi como una oportunidad, aunque lo mandé con nada de expectativas… Tan pocas expectativas que el resultado estaba anunciado para mediados de junio y yo me había olvidado por completo. Creo que había llegado casi fin de año y un día me metí en la página para ver quién había ganado. Ahí estaba yo entre los treinta y dos finalistas. Recuerdo que estaba viajando en micro y me atravesaba una sensación de desgaste y de cansancio. Fue muy cinematográfico: venía en la ruta, con el celular con baja batería y poca señal, y de repente me llaman para decirme que había ganado el primer premio, por unanimidad. Y que se iba a filmar mi guion, Motivos para no enamorarse. Lloraba de alegría. Sentí que fue una reivindicación a todo el esfuerzo que venía haciendo y como una suerte de señal que me marcaba que por ahí mi camino era éste. Eso fue un gran disfrute, pero también costó ese primer paso.

«Yo escribía como si Francis Ford Coppola estuviera en la puerta del bar esperando mi guion», cuenta Gargarella al recordar sus primeros pasos como autora.

¿En qué sentido decís que costó ese primer paso?

Yo era totalmente inexperta y al principio se puede ser muy celosa de un hijito creativo hasta que se entiende que hay que reescribir muchas veces. Cuando vi la película por primera vez fue muy raro porque solamente podía ver lo que no estaba. El guion era largo y obviamente que hubo que recortarlo. Pero después pude ver lo que sí estaba y reconciliarme. La respuesta de la gente fue muy linda. De ahí no paré y seguí con la misma práctica de sentarme todos los días a escribir, incluso muchas veces a escribir historias que me surgen sin tener un encargo en particular o alguien esperando ese trabajo. Cuando veo una historia y creo en ella, me la juego, a veces no se vende y otras veces tuve la suerte de que sí. Pero todos los proyectos se gestaron de forma muy distinta. Por ejemplo, la segunda película también es producto de una larga historia. Estaba en un bar y entran a robar, tipo nueve, diez de la mañana. Lo único que yo tenía de valor era mi computadora. Estaba escribiendo y de repente vi a una persona que me estaba enrollando el cable y otra que me apuntaba con un arma. Fue también muy cinematográfico. A la chica que estaba sentado a mi lado y a mí nos hicieron entrar en la cocina. Me cayó la ficha tarde y cuando me aflojé, me agarró bastante paranoia. Los días que siguieron no quería salir mucho de mi casa, me bajó el susto al cuerpo. En ese momento, como yo no quería salir, alguien me trajo un par de revistas para leer, entre ellas una de cine. En esa revista había un anuncio para hacer un Máster de guion por la Universidad Menéndez Pelayo, en Valencia. Así como en el concurso, mandé todo por correo a último momento. Me eligieron como representante de Argentina. Me voy a Valencia y llevo un guion que tenía escrito y que estaba intentando mover. A su vez, para el Máster, había que hacer otro guion. Estando allá, sin conocer a nadie, un profesor de Argentina, Miguel Machalski, que es también guionista, me habló Montxo Armendáriz. Fue muy loco porque cuando llegué al Centro del Máster había una biblioteca con libros de guion, y justo agarré un libro de una película de él que fue nominada al Oscar. Pero en ese momento no había visto tanto de su cine. Miguel me propuso mandarle el guion a su mujer, que es productora y a Montxo. Les mando el guion y cuando termino el Master, mi tutor me dijo que valía mucho la pena defenderlo y mostrarlo. Bueno, él por su cuenta termina mandando el guion a la misma gente que yo le había mandado mi otro guión. Y me mandan un mail para decirme que habían leído los dos guiones y que me querían conocer. Ahí fui a Madrid para conocerlos y pegamos onda de entrada. Él estaba encarando un nuevo proyecto, una película de abuso sexual, entonces cambié la fecha de mi pasaje y empecé a trabajar con él. Es una persona muy sencilla, un director con mucho prestigio. Esto último hubiera preferido no saberlo porque estaba muy tranquila. Su película más emblemática creo yo que es Secretos del corazón, candidata al Oscar. Y fue otro envión que marcó mi camino. Después vino una película en colaboración que esa sí fue por encargo, Verdades verdaderas, la vida de Estela de Carlotto. Está escrita con Jorge Maestro.


Motivos para no enamorarse (2008)
Dirigida por Mariano Mucci, protagonizada por Celeste Cid y Jorge Marrale. Clara (Celeste Cid) es una chica sin suerte. Sus días transcurren en el encierro rutinario de un call center, mientras sueña con una vida mejor en alguna otra parte. En su compulsiva búsqueda de una relación sentimental mínimamente afortunada, inicia un romance poco feliz con Axel (Esteban Meloni) pero pronto es víctima de una traición y tiene que dejar el departamento que comparte con su ahora ex–amiga (Laura Azcurra), aún sin tener adónde ir. Repentinamente aparece en su vida un misterioso hombre, bastante mayor que ella, a quien bautizará como «Teo» (Jorge Marrale) que le ofrece asilo en su casa. Juntos establecen un «Código de convivencia» con una regla fundamental: no enamorarse


Al principio de la entrevista, dijiste que siempre te gustó el cine, ¿cómo surgió?

Soy la hija más chica de tres hermanos, que me llevan diez y once años. Cuando era niña, y mis hermanos ya estaban en otra, mis papás me llevaban al cine con ellos porque no tenía con quién dejarme. Hubo mucho cine adulto en mi infancia para esa nena, a mí me marcó. Recuerdo haber visto películas de los hermanos Taviani, El árbol de los zuecos. No recuerdo ahora mucho los títulos, pero me llevaban a ver buen cine, películas que yo las vinculo ahora con esa época. También me marcó mucho el cine italiano, pero eso tiene que ver con mi idiosincrasia porque toda mi familia es italiana. Ettore Sccola es un director que me encanta. Pero siempre vi de todo, no me considero una intelectual del cine. De todo se aprende, incluso de películas malas. Soy bastante ecléctica con la música que escucho y con el cine que veo. Hay películas que técnicamente son excelentes pero que no me atravesaron y hay otras más fallidas e imperfectas pero que me tocaron por algún lado. A veces hay películas que no son necesariamente excelentes pero una escena puede justificarla.

¿Cómo es la dinámica de tu trabajo cuando tenés que escribir en colaboración?

Esa experiencia, Verdades verdaderas, fue muy buena para mí porque era la primera película de Nicolás Gil Lavedra, el director. Toda una odisea que se mandara en su ópera prima con semejante tema y personaje emblemático. Nicolás tenía una cosa buenísima durante el proyecto, era muy receptivo y escuchaba. Yo entro porque lo convocan a Jorge Maestro y el consideró que debía haber una mirada femenina sobre el guion. Cuando me llegó la convocatoria, estaba en Bariloche, y cuando me contaron sobre qué iba me pareció que no podía decir que no pero tampoco sabía cómo hacer. Teníamos un reportaje muy largo que Nicolás le hizo a Estela y un libro que leímos sobre ella. Hablamos con cada uno de los hijos, intentamos captar la esencia de cada uno y poner a jugar en el imaginario esas personalidades para recrear lo que pudo ser una vida familiar. La mejor devolución fue cuando la vieron y uno de los hijos nos dijo: “Somos nosotros”. Volviendo a tu pregunta, mi proceso personal es bastante peculiar y sencillo: cuando voy a escribir una historia, lo primero que hago es comprar un cuaderno lindo, que me estimule a sentarme a escribir. También busco música porque me inspira, es decir aquella que me estimule el estado emocional para escribir esa historia. Cuando hago ese acopio de imágenes, sonidos y todo lo que se refiera al tema, llega un momento en que lo siento en el cuerpo, como si la información se mezclara para tomar forma.


Verdades verdaderas (2011)
Dirigida por Nicolás Gil Lavedra (en su ópera prima) y escrita por Jorge Maestro y María Laura Gargarella. Biopic basada en la vida de la docente, activista por los derechos humanos y presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Es protagonizada por Susú Pecoraro, Alejandro Awada, Rita Cortese, Laura Novoa, Inés Efron y Fernán Miras.El film narra la historia de Carlotto centrándose en la misma durante el oscuro periodo de la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983). Casi tres años después de la realización de la película, el martes 5 de agosto de 2014, Estela Barnes de Carlotto finalmente encontró a su nieto Guido Montoya Carlotto, quien fue secuestrado durante la última dictadura -luego de asesinar y desaparecer a sus padres- y entregado a una familia adoptiva. Guido se convirtió en el nieto N° 114 recuperado mediante el accionar de las Abuelas de Plaza de Mayo.


¿Trabajás con la escaleta?

Sí, yo voy a la escaleta porque es lo que más me ordena. Cuando tengo la escaleta, siento que la película está, después queda todo el trabajo. El punteo es la misma escaleta para mí. Ya con eso, estoy tranquila. Después es abrir cada escena. En este caso que trabajamos de a dos, con Jorge Maestro, fue muy fluido todo el desarrollo. Primero pensamos por dónde encararíamos esta vida, a mí me interesaba la mujer que era antes de ser Estela, la más íntima con sus contradicciones, sus dudas… Justo en Página12 sale una nota de un archivo biográfico familiar hecho por estudiantes de Sociología para nietos e hijos recuperados, con el fin de intentar, un poco, reconstruir su historia. El proyecto nació con la inquietud de quién iba a contarles su historia, porque la gente envejece y lamentablemente no todos llegan a conocer a sus hijos o nietos cuando se hacen la prueba de ADN… Hacían preguntas muy cotidianas, ¿cómo se reía?, ¿qué le gustaba hacer?, etc. Cuando lo leí me pareció hermoso. Se me ocurrió entonces hacer la película sobre eso: el archivo de Estela. Le propusimos la idea a Nicolás y la aprobó. Las veces que mejor trabajé con directores fue cuando tuve la posibilidad de tener mucha libertad creativa y después pasar en limpio a la escaleta. Eso hicimos y luego discutimos escena por escena. Lo que me pasa cuando escribo es como si viera la película ya filmada, escribo con bastante detalle para poder darle al otro la mayor cantidad de elementos que pueda. En esa forma de escribir hay indicaciones subterráneas. Si bien un guion literario no debería tener señalamientos técnicos, me sale involuntariamente, independientemente que después se haga otra cosa.

¿Y en el caso de Invisible?

A Pablo Giorgelli lo conozco en un festival de cine en La Habana, donde yo había ido a presentar Verdades verdaderas. A mí nunca me interesó dirigir pero siempre tuve el deseo de hacer pareja creativa con un director o directora. Le conté esto a Giorgelli y me contó que tenía ganas de escribir con alguien. Así que nos encontramos y empezaron a surgir ideas. Comenzamos a armar Invisible. Nos llevamos muy bien y creo que los dos tenemos flexibilidad aunque cada uno defiende sus ideas. En general siempre llega la razonabilidad. Eso es lo más rico, que haya puntos de vista distintos y que choquen porque de ahí surge lo superador. Y ahí vas a una tercera solución que siempre es la superadora. Siempre es riquísimo trabajar con otros. Por supuesto que hay historias que no se pueden transmitir a otros, es humanamente imposible, pero es muy gratificante construir juntos, sobre todo cuando trabajás mucho en soledad. A los guionistas que no dirigimos nos puede hacer sufrir que en la realización nos cambien un montón de cosas… A mí me costó mucho al principio, me dolió. Pero yo no tengo vocación de dirigir. Lo que achica la distancia entre lo que uno soñó e imaginó y lo que termina viendo en la pantalla es tener la posibilidad de trabajar más codo a codo con quien dirige. Para los dos es más rico si nos escuchamos y vemos el punto de vista de cada uno, dejando los egos de lado. Se reduce el margen si encontrás a una persona con una sensibilidad parecida, peleando escena por escena, entonces lo más probable es que el resultado no esté tan alejado de lo que vos imaginaste.


Invisible (2018)
Es una película coproducción de Argentina, Alemania, Brasil, Francia y Uruguay,dirigida por Pablo Giorgelli sobre su propio guion escrito en colaboración con María Laura Gargarella. Tuvo como actores principales a Mora Arenillas, Mara Bestelli, Diego Cremonesi y Jorge Waldhorn. La historia se centra en una chica retraída, de 17 años, que está terminando la escuela secundaria, trabaja de tarde en una veterinaria y convive con su madre deprimida; mantiene relaciones con un hombre mayor, hijo del jefe, casado y padre a su vez; se entera que está embarazada y no sabe qué decisiones tomar


¿Qué hace, en esencia, a un buen guion?

Desde mi propia perspectiva, un buen guión es aquel que tiene verdad y, si tiene verdad, es que estás vos, entonces necesariamente va a ser original sin que tengas que hacer ninguna pirueta en el aire o contar una historia enroscada y estrafalaria. Si realmente estás vos, tiene vida propia, tiene alma. Eso hace la diferencia. Obviamente hay una técnica y cosas propias del lenguaje cinematográfico que no es el lenguaje literario. Vos podés escribir maravillosamente literatura pero si querés traducir de manera casi textual a un guion, lo más probable es que sea fallido porque hay un salto de un lenguaje a otro. Ahora, la materia prima y la imagen con las que vos trabajás, no se aprenden en una escuela. Tienen que ver con tu compromiso con el trabajo y sobre todo con que te involucre lo que estás escribiendo. Hay una cuestión de impronta propia, de saber contar, que un poco se trae, otro poco se estudia y se pule. Pero para mí también hay mucho de tu riqueza como persona y de lo que tengas para decir.

«Desde mi propia perspectiva, un buen guión es aquel que tiene verdad y, si tiene verdad, es que estás vos», asegura María Laura Gargarella

30 de septiembre de 2022

30 / Sep / 2022