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Gran Premio de Honor de Radio en 2011, tenía 90 años y una entrañable relación con nuestra entidad
Este lunes, falleció el dibujante Carlos Garaycochea, referente del humor gráfico argentino. Tenía 90 años. En la página de Facebook de su escuela confirmaron la triste noticia: «Día muy triste. Lamentamos informar que nuestro querido maestro y Director falleció esta madrugada». El Vasco, como lo llamaban los que más lo conocían, fue colaborador, entre otras publicaciones, de Humor, Satiricón, Rico Tipo y El Gráfico.
Garaycochea en pleno trabajo en su escuela. (Foto: Lorena Lucca).
En radio debutó en Municipal y fue parte de ciclos como Rapidísimo y La Gallina verde. También se destacó en televisión. Allí trabajó en programas como La Tuerca, Los hijos de López, Buenas tardes, mucho gusto y Desayuno. Dictaba clases de dibujo en su escuela, en Av. Santa Fe 1480.
En 2015, junto a Quino, Garaycochea estuvo en un acto en repudio a las víctimas de los asesinatos en la revista francesa Charlie Hebdo.
En 2015, junto a Quino, Garaycochea estuvo en un acto en repudio a las víctimas de los asesinatos en la revista francesa Charlie Hebdo.
Entre sus personajes más recordados se encuentran «Don Gregorio» y «Catalina». Garaycochea había nacido en Casbas, una localidad bonaerense que pertenece al partido de Guaminí, el 1° de junio de 1928. Allí vivió hasta los dos años, cuando se mudó con su familia a Buenos Aires.Tras cursar un año en el Colegio Nacional, se inscribió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de donde egresó en 1949 como profesor de dibujo y pintura. Alguna vez, en una entrevista con Clarín, Garaycochea comentó: “Entré a Bellas Artes porque siempre me interesó la plástica y al mundo del humor tal vez por timidez. Me ponía colorado si me preguntaban cualquier cosa. Un día llegó a mis manos el primer libro de Saul Steinberg y con él empecé a saber lo que son los silencios, la observación. El humor en serio, ¿no?”.
La Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores) lo distinguió con el Gran Premio de Honor de Radio en 2011. (Télam).
Y agregó: “Empecé copiándolo y después, lo mejor que pude hacer era seguir copiando. Siempre hay alguno que le enseña a uno a vivir mejor, y hay que aprovechar. Steinberg es un ejemplo de observación: me enseñó a mirar para abajo de vez en cuando, y descubrir cosas simples que a veces se nos escapan”. Como artista plástico fue elogiado por críticos como Rafael Squirru y Rosa Faccaro. Para mostrar sus trabajos humorísticos o sus obras abstractas, llevó adelante varias exposiciones, como Los dos Garaycochea, que se exhibió en el Palais de Glace. enador Domingo Faustino Sarmiento, que entrega el Senado de la Nación. También fue declarado «Ciudadano Ilustre» por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Junto a Quino, Mordillo, Hermenegildo Sábat y Sendra, Garaycochea integraba el Consejo Asesor del Museo del Humor.
De la revista Florencio (número 27, setiembre de 2011), rescatamos un momento inolvidable: la crónica que relataba la entrega del máximo galardón de nuestra entidad al querido “Vasco”
Su entrañable vinculación con el mundo autoral y nuestra entidad
Caricaturista, artista plástico, docente, actor, guionista y periodista. Tenía 90 años de edad, 52 años de socio y revestía carácter de Socio Activo. Permanente colaborador de la entidad, participó con su humor desde el origen de la Revista Florencio y en la publicación del libro de caricaturas de autores destacados de la Argentores. De su producción autoral recordamos:
En teatro:
- Colitas pintadas
- Solfacochea
- Por amor a mí
- El mundo es una historieta
- Masters
- Somos dos
En televisión:
- La tuerca
- La matraca
- Vértice
- La canoa
- Las aventuras de Paco y Peco
- El clan de Balá
- Clave de show
- Luz cámara humor
- Aprenda inglés en dos patadas
- Extra Tato
En Radio:
- Frastraslafras
Premios recibidos:
- Recibió de la Legislatura la Distinción de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento, del el Senado de la Nación. Gran Premio de Honor Argentores, Radio 2011.
Aquel Gran Premio de Honor en 2011
“Luego, el momento culminante de la noche: la entrega del Gran Premio de Honor Radio al “hombre que posee el humor en sus manos”, como indicó la conductora Garbriela Radice, quien se refirió a Carlos Garaycochea como “el humor del genio y el genio del humor. El hombre que dice “ buenos días” y la gente se ríe. Nos gustaron tus títulos: Frastraslafras o Aprenda ingles en dos patadas. Cine, televisión y teatro no nos privaron que te dedicaras a la radio. Hoy nosotros, Carlos, dibujamos nuestro indeleble reconocimiento. Uno recoge lo que siembra.” Aplausos, gente de pie, emoción. Quien el primer lunes de cada mes conduce en Argentores junto a Marcela López Rey un celebrado ciclo de entrevistas de humor, dijo: “Suelo decir que no hay nada como una improvisación bien ensayada. Uno en la vida va coleccionando premios, agradecimientos, títulos, diplomas, medallas… son todas caricias al trabajo que uno por fortuna eligió y desarrolló. Este premio va dedicado a todos los que me hicieron sentir colega, y que Argentores era mi casa. Lamento no haber grabado el aplauso que me dio la Junta el día que me comunicaron el premio, porque si lo hubiera grabado, lo escucharía todos los días como quien escucha un concierto de Mozart. No lo podía creer, por eso lo primero que hice fue averiguar si había otro Garaycochea. La palabra “gracias” me queda corta en una ocasión como ésta. Me parece un sueño tenerlo en mis manos. Por lo menos el primer mes pienso dormir abrazado a él…Y seguir buscando una palabra que sea más… mucho más que “gracias.”
Imágenes para el recuerdo
Con Marcela López Rey, con quien condujo por años un ciclo de entrevistas en nuestra entidad.
Con su esposa, la actriz María Marchi.
Con otro referente del humor gráfico: Manuel García Ferré.
Durante una entrevista que le realizara Rosa Fabbri en su ciclo “Cita en biblioteca”. Fotos: Magdalena Viggiani.
En Página 12, el martes 13 de setiembre de 2011 y firmado por Hilda Cabrera, se editó este reportaje al notable autor, quien un dia antes, habia sido galardonado por Argentores (Gran Premio de Honor de Radio); compartimos aquella charla
“Yo quise aprender, y sigo aprendiendo”
“La vida laboral de Carlos Garaycochea está en el dibujo humorístico, pero eso no lo privó de adueñarse de otros espacios. El público de teatro, los televidentes y radiooyentes saben de su destreza en el humor, el dibujo y la pintura. Es por su labor en radio que Argentores lo homenajeó en el Teatro Maipo, sin olvidar la totalidad de una trayectoria plena de significados, de amigos y colegas a los que este artista recuerda con especial cariño. Así lo hizo en esta entrevista con Página/12, realizada en su piso de la avenida Santa Fe, donde atesora cuadros y esculturas de esos seres que sigue admirando y fueron y son parte de su historia personal. El crítico Rafael Squirru ha escrito maravillas en un texto sobre sus obras calificadas de abstractas; un mundo de células en movimiento entre pinceladas que corren como ríos. El encuentro con Garaycochea se convierte en una visita guiada por sus obras y la de esos queridos que no olvida. Generoso, describe los originales en detalle y el catálogo en el que se han impreso algunos de sus trabajos en acrílico sobre hardboard, tela, cartón, fibrofácil y papel de diario. En su taller, materiales como los tubos de cartón del papel higiénico o el papel de cocina se transforman. Y no bromea cuando dice con humildad –como si el arte fuera el oficio de todos– que “la magia de la creatividad transforma en permanente un objeto que hubiera sido desechado”.
“La letra queda como una pintura más”, sostiene ante los universos que ha creado sobre diarios, dominados, al igual que en los otros materiales, por un equilibrio que se reconoce interior y exterior: “Imaginemos qué sucedería si no existiera equilibrio”, apunta, mientras selecciona dos ejemplares de Catalina (Ediciones Comix), que entrega a la fotógrafa y a esta cronista. En la tapa, Catalina lee complacida un texto cuyo título es una guía: Cómo ser feliz sin sufrir demasiado. “Ella es una mujer independiente, de esta época, que en lugar de tener en su casa un perro o un gato cuida a un pececito que llama Moby Dick para darle importancia”, ilustra Garaycochea. El de Argentores no es el único reconocimiento que viene recibiendo en estos días. Entre otros, un grupo de ex alumnos planea un singular encuentro. “El día que nos reunimos para organizarnos me creí Brad Pitt, por los aplausos. El tema era armar una clase como la de veinte años atrás. A veces, uno recoge lo que sembró.”
–¿Por qué prendió tanto el dibujo humorístico
–Tuvimos buenos maestros, algunos inmigrantes o hijos de inmigrantes. Y seguimos teniendo artistas excelentes, como Oscar Grillo, que estuvo conmigo en la Escuela Panamericana de Arte y en algunas revistas. Se radicó en Londres y le va estupendamente bien. Me manda un dibujo todos los días. Acá hay muy buenos ilustradores, pero no son promocionados. Egresé de la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1949 y tuve como compañeros a Antonio Pujía, Norberto Filevich, que tenía algo de un Woody Allen. Murió muy joven, un grabador fenomenal. También a Elio Gagliardi y Aldo Severi. Entre mis profesores estaban Alejandro Sirio y Eugenio Daneri. Todos tenemos en nuestras casas un rincón donde nos sentimos mejor que en cualquier otro. En un rincón ideal no debiera faltar un sillón inglés, un perro peludo para acariciar, un libro de Charles Dickens, Oliver Twist, por ejemplo, y un cuadro de Daneri.
–Fue una época fecunda…
-Aprendíamos de esos profesores, y a veces mucho más de los alumnos, por su interés y ambiciones artísticas. Treinta años después de haberme recibido en Bellas Artes (en Las Heras y Callao), entré allí como profesor y vi que estaban los mismos yesos de mi época de estudiante. A una escultura le faltaba la nariz, a otra una oreja. Pensé y lo dije, ¿por qué no hacer una réplica, por lo menos para que se las vea enteras? Mi propuesta parecía la de un revolucionario. Me hicieron la guerra porque llevé dos o tres ideas que tenían lógica. Al final, me fui. Al año siguiente, me ofrecieron un cargo de profesor y contesté que no quería estar en un lugar donde para lograr algo debía pelearme.
–¿Pelea seguido?
–No. Si tengo que pelear con un tipo no cuento hasta diez ni hasta cien, sino mucho más, pero si llego hasta mi límite y estoy seguro de lo que digo y tengo que matar, mato. Además, ya tenía mi escuela, donde trato con profesores que son mis amigos. No tomo cargos para hacer guita. Siempre quise aprender, y sigo aprendiendo. Hay que tratar, eso sí, que a uno lo respeten. Me molesta que la TV –un medio tan importante para difundir las artes plásticas, la literatura y todo lo que nos enriquece– sea lo que es. Ni yo ni mi mujer, María Marchi, que es actriz e investigadora especialista en Anton Chéjov, somos figura en ningún medio, tampoco en un diario. ¿Será porque no escandalizamos? José Marchi, hermano de María, es profesor en mi escuela y uno de los cinco mejores pintores que tiene el país. Expuso con Carlos Alonso, trabajó con Gutiérrez Zaldívar… Ser actriz o actor tiene una ventaja, porque al terminar una función, cuando dan todo en el escenario, sienten que el público los ama. En el teatro, lo mío es medio raro, porque yo enfrento al público como si hablara con uno solo. Voy a divertirme y no sufro pánico escénico.
–¿Es una forma de crear complicidad? En Humorcochea, proponía que el espectador rescatara algo de sí dibujándose, y para eso se le entregaba un bolígrafo y una hoja en blanco, donde debía copiar lo que usted dibujaba sobre un tablero.
–Estar al frente de una clase facilita el contacto y la complicidad. En la Escuela doy clases de tres horas. En las dos primeras digo qué haremos y oriento, y en la tercera nos ponemos a trabajar. Es un ejercicio de buen humor. En otros, pido que cada uno lea su respuesta a un planteo previo y recién después leo la mía, que por supuesto tiene que ser la más graciosa. Corro el riesgo de que otro me gane, ¡pero nos llevamos bien! La mejor manera de aprender es con una sonrisa, sabiendo que uno es un ignorólogo. Esto que parece una broma es algo serio. Son más las cosas que ignoro que las que sé, así como sé que no podemos modificar algunas cosas desagradables.
–¿Se desalienta?
–No, porque tengo salidas. Escucho música clásica, invento y descubro. Ese tiempo que dedico a lo que me gusta es mío, y no lo cambio. Esta es una época en que la tecnología avanza rápido y todos podríamos ver maravillas, pero en general estamos recibiendo lo peor. También en el trabajo, porque en muchas actividades se pone en primer lugar al amigo, el cuñado o el vecino, y no se toma en cuenta la calidad. En el diario Crítica tuve compañeros de gran nivel, Jorge D’ Urbano, crítico musical, un genio, me regaló una grabación extraordinaria de Las estaciones, de Glazunov. No olvidé nunca aquel gesto. Yo me había comprado un Winco y él prometió regalarme el primer disco. En Crítica alcancé a ver a uno de los más grandes dibujantes, Pascual Güida. Alberto Breccia me había dicho ‘tenés al lado a Güida, miralo bien porque es un maestro’. Crítica era un diario que andaba a los tumbos. No se sabía de quién era ni yo estaba en política. Pero me dije que en algún momento cerraba. Empecé a llevarme los papeles a casa. Un día fui al archivo y saqué 40 dibujos míos. Pensé: si me pagan devuelvo los dibujos, y si no me pagan ya los cobré. Hice bien, porque cerraron el diario.
–¿Y qué pasó?
–Me sirven para las clases. Si no los sacaba se lo hubieran comido las ratas. Hoy los ven mis alumnos y podemos estudiar con ese material.
–¿Era un problema preservar los originales?
–Sí, hoy quedan en la computadora. En eso tengo una pelea con los más pibes, porque usan la computadora para pintar. Pero todavía quedan dibujantes artesanos, como Mordillo, Caloi y yo mismo, que necesito de los dedos para trabajar. No me molesta que los colores me queden en las uñas. El exceso de técnica conspira contra la calidad e intensidad de la obra.
–¿Está proyectando algo por afuera del dibujo?
–Tengo cuatro o cinco ideas que creo divertidas. Una es un espectáculo para mi mujer y Edda Díaz. Y tengo más propuestas, pero ahora viajo a Bahía Blanca a presentar un libro sobre humor vasco, tengo cuarenta dibujos sobre humor vasco, y me queda escribir un cuento, de media página, sobre algún gran papelón que haya hecho en mi vida.”
10 / Sep / 2018