Revista Florencio
NUEVAS TECNOLOGÍASUna iniciativa que unió ciencia y cine para crear el primer filme protagonizado por… bacterias.
De esto se trata el proyecto Divergente, una obra de Bioart realizada íntegramente por alumnos de la UADE, Universidad Argentina de la Empresa. El proyecto nacido de la unión de Biotecnología y Diseño Audiovisual (imagen y sonido).
¿Las bacterias actúan? Al parecer sí.

La idea surgió con la premisa de saber si ciertos microorganismos como las bacterias y hongos podrían interactuar e intervenir diseños artísticos y el resultado en el laboratorio fue una película que describe una invasión extraterrestre a Buenos Aires.
El realizador y guionista Ramiro San Honorio, también director de la pieza y responsable de la Lic. de Diseño Audiovisual (imagen y sonido) fue quien junto a Leonardo Rodríguez Parise de UADEART, iniciaron el proyecto con los alumnos para darle cámara a los microorganismos.
La consigna central fue clave, cuentan sus responsables: las bacterias debían actuar una versión libre de La guerra de los mundos, de HG Wells.
Pero en el campo científico necesitaron de la ayuda de Federico Prada y Martin Vadillo, quienes coordinaron con los alumnos de la carrera de biotecnología.
El resultado: una película donde las bacterias “interpretan” y “replican” dibujos que representan una invasión extraterrestre en la ciudad. ¿Bacterias actuando? Sí, colonias interactuando con el medio de cultivo y parámetros de diseño para lograr las imágenes del clásico de ciencia ficción.
El arte y los dibujos originales estuvieron bajo el lápiz del artista Nelson Luty (Metegol, Colony) y ese fue solo el punto de partida. Natalia Oreiro, Carlos Kaspar y David Masajnik fueron los artistas encargados de dar sus voces a la narrativa de la gran invasión.
“Mientras las colonias de bacterias fueron dando forma y dibujando cada escena de la historia, Oreiro, Kaspar y Masajnik nos otorgaron una calidad interpretativa digna de los clásicos radioteatros y también de los actuales podcasts, a través de imágenes que parten del microscopio y se agigantan en el proyector de la pantalla grande. Una propuesta inédita que une distintas disciplinas para contarnos una historia, con la voz de la multifacética Oreiro y protagonizada nada más ni nada menos, que… por bacterias”, se explica desde el corazón mismo del proyecto.
Nacimiento y concreción del proyecto
Responsable definitivo de la iniciativa, Ramiro San Honorio, -asimismo, titular del Consejo Interdisciplinario de Nuevas Tecnologías de Argentores- traza aquí un panorama global y nos da un cuadro de situación general de su materialización: “El proyecto nació en 2018 y duró 3 años. Esto fue debido a que teníamos que estudiar a las bacterias y sus diseños, si replicaban los dibujos, si podían pintar, qué tipos de colores iban a aparecer. Trabajamos con bacterias de resfrío, que tienen que ver con los hongos, que van comiendo alimentos como la salmonella, con los cuales intervenimos bacterias que por un lado son dañinas para el cuerpo humano y que se comportan de maneras diferentes. Tuvimos que investigar todo eso, acelerar el proceso, ya que al principio tardamos mucho, hasta que logramos los resultados en pocos días. Esto se aceleró con un horno, con lo cual debíamos ver cómo filmar dentro suyo, un horno que tenía entre 37 y 45 grados. Todo eso fue un diseño de una caja para color, la capsula Petri, que es la cápsula de vidrio circular más grande para que se pudiera trabajar mejor con la colonia de bacterias.”

Agrega entonces: “A los cultivos los tuvimos que generar de otro lugar, con una técnica de sello, como para que las materias pudieran alimentarse, reproducirse y generar colores y a partir de ahí, replicar los dibujos de, representaban, lógicamente, imágenes de La guerra de los mundos. Este proceso llevó tiempo. Acudimos a una marca de cámara de fotos, Nikon, que se ofreció a colaborar de modo gratuito. Hicimos todo cuadro por cuadro, viendo cómo todo se transformaba e iban apareciendo los dibujos. Todo fue a pulmón. Una vez que establecimos el proceso de las baterías y colocamos la cámara sobre el cultivo y debimos esperar que “actuaran”. Y poner sobre esa caja el lente para que se pudiera con una toma cenital captar los cambios que se irían a suceder durante 3 o 4 días en ese ámbito.”
Todo esto se inició -cuenta- tras la necesidad de juntar alumnos de distintas carreras para que cada una de ellas aportara su creatividad. Dirigí el proyecto en su totalidad y coordiné el trabajo de alumnos y alumnas. Empecé a generar una especie de libertad creativo para se sintieran cómodos en lo creativo. Tomamos, un gran relato: el de Wells. Ese relato, incluso, fue adaptado por el director George Pal. Para esta versión superlibre de la obra, pero contábamos con algo a favor: el aval de la familia. Fue clave el rol de las alumnas de biotecnología, quienes se animaron a narrar con enorme eficacia el proceso de las bacterias. Ellas pusieron en marcha este proyecto narrativo.

¿Cómo surgió la idea? Informa: “En una reunión que tuvimos con la carrera de Biotecnología, me pregunté cómo interactuaban las bacterias, si estos microorganismos tenían una reacción controlada dependiendo del medio. La pregunta era fácil: ¿las bacterias pueden actuar, dibujar, pintar? La respuesta fue inmediata porque había gente que hacia bioart, que eran “cuadros”, pinturas hechas con bacterias. Consulté si alguna vez se había hecho un proyecto que era audiovisual donde se representaran con movimientos la reacción de estas bacterias. El acto inmediato fue investigar si había algo así en el mundo. No, no lo había. Sí existían fotos estáticas, pinturas, pero no lo que era un proceso audiovisual y muchos menos por secuencia, por escenas y muchísimo menos replicando dibujos. Por lo tanto, había factores originales e inéditos. Es un proyecto inédito a nivel mundial. Sumado, además, a la historia de La guerra de los mundos que, obviamente, hacía homenaje a las bacterias. Como se sabe, en el texto de Wells, ellas ganan una guerra contra los extraterrestres que quieren invadir el planeta Tierra. Así cerraba todo desde la parte creativa, técnica, al construir una narrativa, un audio que actores y actriz lograron generar, con un guion libre situado en Buenos Aires. Teníamos miedo, abrimos puertas y quisimos ver cuál era el resultado. En la primera etapa logramos que todos se sorprendieran al ver como microorganismos tan distantes y con fama tan mala, podían representar arte e historia. Era el objetivo.”

El proyecto se inicia con un breve documental. Duración: mediometraje. “Es un documental -explica- que revela el proceso. En su primera mitad tiene en pantalla a todos los alumnos y alumnas que estuvieran trabajando, donde se detalla la investigación. Abre la puerta a la obra en sí, que es el otro mediometraje, donde ya vemos La guerra de los mundos, protagonizada por bacterias y narrada por Oreiro, Kaspar y Masajnik. Es interesante observar que se generó casi una especie de podcast. Si uno cierra los ojos, hay un trabajo exquisito, muy profesional por los efectos de sonido y además a nivel artístico. Las voces le dan el contexto a esas imágenes que con a partir de las bacterias logran reconvertirse en un dibujo. No quiero olvidarme de Federico Prada y de Leonardo Rodríguez Parise, responsable máximos de las Facultades de Ciencias Exactas y UADEART, quienes colaboraron en todo sentido”, culmina.
Las alumnas y su rol clave
Tres jóvenes creadoras fueron protagonistas directas del proyecto: la alumna Jessica Sofia Chang, quien participó del guion; Estefanía Pérez Reparaz, también alumna, pero de la carrera de biotecnología y Victoria Chamorro, ya graduada de la UADE como guionista, quien realizó tareas de producción.
Florencio dialogó con las tres, quienes, cada una desde su lado, dieron su propia visión del trabajo.
Jessica Sofía Chang, estudiante de segundo año de la Licenciatura en Diseño Audiovisual (Imagen y Sonido) subraya: “En principio, escribir el guion fue un gran desafío a nivel personal. Por primera vez estaba participando de un proyecto de tal magnitud, y al igual que todos los participantes no entendía bien de qué se trataba. Ramiro, siendo mi director de carrera y el director del Proyecto Divergente, fue quien me dio el honor y la posibilidad de redactar la narración para esta historia, y yo entusiasmada acepté y me puse a escribir. Sabiendo que se trataba de un cortometraje de cierta duración, la idea era no extenderse de las 2 hojas. Entonces con esa primera consideración tomada, comencé la búsqueda del tono narrativo. Por supuesto, se tomó como base la historia original de H. G. Wells, pero la adaptación a radio hecha por Orson Welles fue la que más terminó de aportar.” Tras ello, agrega:” Todo fue un proceso que no demandó mucho tiempo de escritura en sí; la investigación y el acercamiento a los trabajos mencionados fue lo que más abarcó.

La estudiante de guion, cuenta que, una vez finalizado un primer borrador, hubo un ida y vuelta con Ramiro San Honorio, quien como docente efectuó correcciones y fue así que, poco antes del mes de haber recibido la propuesta, ya estaba finalizado el texto.
“Como alumna de la Licenciatura en Diseño Audiovisual en UADE, me parece muy destacable que la Universidad y específicamente la carrera brinde oportunidades como estas. Constantemente se nos presentan diferentes invitaciones para, por ejemplo, formar parte de rodajes de series para plataformas importantes, poder realizar las coberturas fotográficas de eventos grandes, entre muchas otras. Proyecto Divergente tiene la particularidad de que el equipo estuvo compuesto casi en su totalidad por alumnos, tanto de Diseño Audiovisual como de la Licenciatura en Biotecnología. En mi caso por primera vez pude escribir un guion y además pude ser partícipe de un proyecto grande de principio a fin. Fue una muy linda experiencia ver como partiendo de la idea de Ramiro, llegué a escribir un texto que terminó siendo leído por grandes actores como lo son Natalia Oreiro, Carlos Kaspar y David Masajnik. El alcance que tuvo y va a tener me sigue impresionando y no puedo estar más agradecida con la oportunidad. Es sumamente importante que de a poco los estudiantes podamos insertarnos en la industria audiovisual, si a fin de cuentas vamos a ser nosotros los futuros realizadores. “

Chang, al ser consultada si la ciencia ficción era previamente algo de su gusto, un mundo a descubrir, confiesa: “A decir verdad, nunca fue un género que me fascinara ni me llamara la atención. No me disgustaba, pero tampoco era un género de película que ansiaba por ver. Sin embargo, eso cambió. Con Proyecto Divergente pude entender un punto clave de las películas de ciencia ficción, y es que son muy visionarias. La creatividad que tiene un autor de ciencia ficción aún me sorprende. Es un género que ofrece un mundo innovador lleno de posibilidades. Definitivamente diría que fue un mundo a descubrir.”
¿Cómo ha sido el proceso de vincular algo “científico” con un texto ficcional cinematográfico? Indica: “La idea de tener la historia y contada visualmente por bacterias fue de Ramiro y me pareció brillante. No entendía cómo iba a suceder, pero era algo innovador. Es una vuelta muy creativa que se le da a la historia en sí, donde –spoiler, atención- ganan las bacterias en esta llamada guerra. Recuerdo todavía cuando vi por primera vez las ilustraciones de Nelson Luty y pensé que no había chance de que bacterias dentro de placas de Petri pudieran generar semejantes figuras. Realmente me parecía imposible aún en las primeras instancias de pruebas, donde observé a compañeros del área de biotecnología efectivamente hacer dibujos con bacterias. Con el aporte del área de Diseño Industrial, fue posible transferir o bien “sellar” los dibujos de Luty por encima de estas placas de Petri donde crecieron bacterias y formaron las ilustraciones. Yo creo que la mayor conclusión que saco de este proceso es que el arte es ciencia y la ciencia es arte. Hay una relación simbiótica que se evidencia mucho en este proyecto.”

“El rol autoral -agrega- es un gran pilar de lo que conforma un trabajo audiovisual, sea en el cine o en la televisión u otro medio. El guionista es quien define el tono de la historia, le da fluidez a la narrativa y captura la atención del espectador en una primera instancia. Un guion sirve como base y de cierto modo indica una serie de instrucciones que debe seguir el resto del equipo. Los directores, actores, editores y montajistas, y muchos más, se apoyan en el guion para llevar a cabo y ejecutar una historia. Así como el autor de un libro tiene derechos de autoría, valga la redundancia, por sobre sus propios textos, iguales condiciones se les debe dar a los guionistas, ya que son grandes cabezas creativas en una producción audiovisual. “
Estefanía Pérez Reparaz, consultada sobre cómo ha sido el proceso de vincular algo “científico” con un texto ficcional cinematográfico, respondió: “Cuando nos convocaron para participar del proyecto mucho no entendía de qué iba, si bien uno piensa en el arte y la ciencia como algo extremadamente separado, tienen muchísimos puntos de encuentro y cuando ves el resultado quedas totalmente sorprendida. Nos comentaron cuál era la película y sin mucha más información dijimos que sí, nada podía salir mal de eso. A medida que aparecieron las imágenes y que íbamos viendo los resultados, fue todo aún mejor, porque claro, cuando a vos te cuentan “Vamos a hacer la guerra de los mundos con bacterias” ni siquiera te imaginás cómo podrías hacerlo, pero con el equipo que trabajó, cosas increíbles podían resultar. Es impresionante ver cómo las bacterias van creciendo y todo va tomando sentido, aprender como “regular” en cierta forma su crecimiento, tener que seleccionar qué bacterias usar, qué medio de cultivo para que fuera llamativo, pero al mismo tiempo se viera con claridad la idea. ¡Fue un trabajo muy lindo!”

Acerca de su experiencia, en este proyecto tan especial, agregó: “En lo personal fue algo gigante. Empecé a estudiar biotecnología en el 2020, fui de la camada que fue una sola semana a la facultad presencial con todo lo que eso implica, no ir a los laboratorios, y si bien teníamos las prácticas de forma teórica y con bastantes recursos, una termina de aprender cuando ponés las manos en la masa, y este proyecto me ayudo a eso, a poner las manos en la mesada. Esto apareció cuando recién se estaban empezando a abrir algunas clases y algunas prácticas de manera presencial y como ya dije, no lo dudé, la idea estaba copada y me iba a enriquecer un montonazo. Pude conocer a personas de otras carreras. Cuando estás en una facultad difícilmente tenés contacto con personas que no sean, en mi caso, de Exactas. Y fue genial, no sólo con los chicos sino con los profesores, directores. Sentí que ahí estábamos todos en “la misma sintonía” si bien era algo que teníamos que hacer con responsabilidad y tomarlo como tal, cuando alguien de audiovisual agarraba alguna bacteria para ponerla a punto, era ver a un nene pequeño jugando, y eso es grandioso, lo disfrutamos todos muchísimo.”

“Siempre que me preguntan sobre la facultad recalco la cantidad de oportunidades que te da. Podés participar de un montón de cosas y nutrirte por todos lados. A mí me ayudó participar de este proyecto, veníamos de tener todo virtual y de repente me metí de lleno al laboratorio, me motivó un montonazo. ¡Era lo que necesitaba para poder seguir emocionándome con mi carrera!”, concluyó.
Victoria Chamorro, ya graduada de la UADE como guionista, y quien realizó tareas de producción, al preguntársele sobre cómo se integró desde el perfil de “productora” a esta iniciativa, puntualizó: “Pude integrarme en los últimos pasos del Proyecto Divergente. Comencé participando siendo alumna en el 2018 y para el 2022, ya en la UADE, me integré coordinando que se llevaran a cabo las últimas placas de bacterias en tiempo y forma. También participé coordinando la posproducción del documental. Grabamos las entrevistas que faltaban y me aseguré de que se implementaran todos los cambios que se iban pidiendo en las correcciones del documental.”

¿Cómo fue su incursión desde el punto de vista creativo- autoral? Responde: “Desde el lado creativo pude cooperar en la edición del documental. Me encontré sugiriendo cambios o ideas para que nuestro proyecto fuera tanto interesante como entretenido de ver. A pesar de que a la magia real la puso nuestro editor, pude estar al lado suyo dando ideas sobre planos, cortes o inserts. Además, pudimos gestar un trailer del cual estoy muy orgullosa, dado que su diseño es algo nos llevó tiempo, pero quedó muy bien.”
Luego, traza un balance del haber participado de este proyecto tan especial. “En lo personal -explicita-, lo que más me sorprende es haber visto este proyecto desde el día cero hasta su día del estreno. En 2018, yo era de las encargadas de manejar las bacterias en las cajitas de Petri y, sin entender muy bien cómo funcionaba, esperábamos días enteros para ver un pequeño avance en el “dibujo” que habíamos hecho. Ahora todo era diferente, trabajábamos con otras facultades, otras carreras, los laboratorios de UADE, hornos con las bacterias adentro: todo había tomado una dimensión que no me esperaba. Éramos un grupo enorme de gente hablando de “las placas”, “condensación” ¡Y trabajamos todos en pos de que una peli de bacterias saliese bien! En mi opinión, alucinante. Y quiero decir que me parece importante destacar la participación de alumnos en el Proyecto Divergente. Algo que es diferencial en las carreras prácticas, como las de diseño y las de investigación, es que realmente se debe aprender haciendo. No hay forma de que la teoría nos forme al 100% como profesionales si no nos enfrentamos a los verdaderos obstáculos en el trabajo. Y es por eso que me parece de suma importancia que se le haya dado el espacio a los alumnos para que llevaran a cabo esta pieza audiovisual, viviendo realmente el ámbito profesional. Gracias a este proyecto logré conocer a alumnos con los cuales me gustaría volver a trabajar en el futuro. Son estas prácticas las que hacen que los estudiantes se formen y, desde la prueba y error, se permitan crecer y llegar a ser grandes profesionales. “

Este mediometraje fue invitado el Centro Cultural de la Ciencia de Buenos Aires para formar parte de la programación de las vacaciones de invierno en el auditorio principal, en una pantalla enorme. También fue seleccionado para la bienal en Valencia y para exhibirse en otras quince ciudades europeas, destacándose el Festival de Bioart en Zurich. En este tipo de encuentro nunca había participado una producción argentina.
Leonardo Coire
8 / Jun / 2022