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Socia activa de Argentores desde hace más de 40 años, la prestigiosa guionista, directora y productora de cine y televisión acaba de recibir el Premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes

Dar testimonio de que alguna vez existimos, esa podría ser la fuerza inicial que subyace a todo lo que ha hecho en términos artísticos Clara Zappettini. La profundidad de su mirada reflexiva ha generado una obra que, vista en su totalidad, la define tanto como pionera como imposible de encasillar. A poco de haber recibido el Premio a la Trayectoria Audiovisual por parte del Fondo Nacional de las Artes, conversamos con Clara Zappettini en ARGENTORES sobre algunos hechos fundamentales de ese trayecto, prescindiendo de cronologías pero haciendo hincapié en la poética de una obra que, contemplada a la distancia, partió de lo general para ir hacia lo particular, entendiendo lo primero como todo aquello que entraña una preocupación por el tiempo y lo sociocultural hasta finalmente materializarse en vidas singulares como sucede en Historias con aplausos, por ejemplo, donde fueron homenajeadas, entre otras, grandes figuras de la pantalla nacional como Libertad Lamarque, Hugo del Carril, Los Cinco Grandes del Buen Humor, Zully Moreno y Alberto Castillo.
“En estas épocas difíciles donde la crisis afecta a los valores morales, Historias con aplausos trata de rescatar los auténticos ídolos de los argentinos”, señaló en una oportunidad Clara Zappettini. El tiempo, escribí. Tal vez debí haber dicho la memoria. De qué otra manera sino se podría explicar en Zappettini la recurrencia en ciertas temáticas hasta lograr convertirse en una referente indiscutible. La inmigración, por ejemplo, en La otra tierra (historias de inmigrantes en un país que busca su identidad), documental de 39 capítulos que produjo y escribió. Allá por finales de los años ochenta, la periodista Marta Rodríguez Santamaría señaló que el ciclo “La otra Tierra ha ido revisando puntualmente en sus distintas emisiones el complicado mosaico de identidades diversas que componen nuestro país. Mostrar este hecho contribuye a nuestra integración”.
O acaso ese retrato lírico y magistral que logró en Buenos Aires, la tercera fundación con textos de Elena Mignaqui y fragmentos del poema Fundación mítica de Buenos Aires, de Jorge Luís Borges. Hace algunos años, en otra entrevista y en relación a un programa de televisión del que vamos a conversar, Clara Zappettini dijo: “La idea es que el interior tenga conciencia de sus propios valores. Hay que romper la antinomia interior – Buenos Aires. Esto es el gran puerto y es lo que es, pero en el interior está la fuerza. No me gustan las grandes palabras, pero diría que lo que buscamos es hacer soberanía y federalismo con la cámara”.

Entre sus obras, que le han hecho merecedora de importantes premios como ser, entre otros, dos Martín Fierro y un Premio Konex de Platino, cabe mencionar el documental para Canal 7 Evita, yo la conocí, sobre su propio guion, realizado con motivo del 40º aniversario del fallecimiento de Eva Perón. Para el mismo canal realizó y produjo microprogramas de cine argentino para El palacio de la risa, de Antonio Gasalla, y el video documental Julio Bocca, 25 años. También trabajó en los videos documentales Julio Bocca, andanzas, para la exposición homónima realizada en el Palais de Glace y en 2006 estuvo a cargo del capítulo de Julio Bocca para el ciclo Biograpahy de A&E Mundo. Grabó el espectáculo Todo porque rías, de Les Luthiers. También reeditó y restauró los videos de los espectáculos Humor dulce hogar y Vigésimo aniversario de Les Luthiers, grabados en 1986 y 1989 y el espectáculo El grosso concerto, del mismo conjunto con la Camerata Bariloche. En 2002 grabó el espectáculo Las Obras de Ayer, el refrito, de Les Luthiers e hizo un video documental producido por el Teatro Maipo con motivo del 100º aniversario del nacimiento del director cinematográfico Luis César Amadori.
Y estos son apenas algunos de los trabajos que llevan la impronta de Clara Zappettini.
¿Cómo nace tu vocación por el cine?
A partir de Mujercitas, película que dirigió Mervyn LeRoy y que en Argentina se habrá estrenado en el 49 ó 50. La vi por lo menos unas quince veces, arrastrando a mi abuelo y a mis amigas al Cine Cervantes, en el barrio de Congreso, que fue donde mis padres tuvieron una Confitería. Durante la primera guerra, mi padre llegó con quince años a Argentina y comenzó a trabajar con los hermanos. Cuando se casa con mi madre, que era alemana, van a trabajar y a vivir en la Confitería de mis tíos. Un día deciden independizarse y entonces pusieron su propio negocio en el barrio de Congreso. Te lo cuento porque marcó muchas cosas en mi vida. Mirando para atrás me digo qué momentos se vivían para que yo fuera con ellos a los bailes de carnaval o me llevaran a los cuatro años al Teatro Colón o al cine a ver películas alemanas cuando terminó la guerra. La primera película que recuerdo fue una opereta alemana filmada en la UFA. Volviendo a tu pregunta, en el colegio primario yo ya decía que quería hacer cine. Sin embargo, y no sé por qué asociación rarísima, cuando terminé el secundario me inscribí en la facultad de Ingeniería. Recuerdo que fui a la primera clase del curso de ingreso donde había unas quinientas personas en un salón y una profesora hablando sobre logaritmos. ¿Qué hago acá?, me pregunté y me fui. Un día, leyendo una revista de cine, me enteré de que se abría la inscripción para la escuela de cine en la Universidad Nacional de La Plata. Y así comencé. Éramos un pequeño grupo de cinco o seis de Buenos Aires, es decir que yo no era la única loca que hacía tremendo viaje para estudiar. Me recibí de Licenciada en Realización Cinematográfica y luego de Directora integral de televisión en la Universidad del Salvador.
¿Tus primeros trabajos cómo surgieron?
Cuando estudié televisión en la Universidad de Salvador, generé relación con un grupo de teatro mientras estaba como asistente de dirección. Una de mis primeras incursiones mientras estudiaba fue con el Cuarteto Zupay. La primera vez que ellos se pusieron detrás de una cámara fue conmigo. Recuerdo que hubo otro trabajo que hicimos sobre el 25 de Mayo y pensé que podíamos pasarlo en algún lado. Moví cielo y tierra. Finalmente lo emitieron en Canal 7. Pero en realidad yo creo que todo empieza cuando me inscribo a una beca de la Radio Televisión Italiana. Estuve casi un año en Italia. A la vuelta, Oscar Barney Finn comienza la filmación de su primer largometraje, La Balada del Regreso, y me convoca como asistente de dirección suyo. Fue un trabajo duro, pero muy enriquecedor.
¿Por entonces ya estabas escribiendo?
No, mirá, y lo digo abiertamente, no me considero escritora. Soy guionista en algunas circunstancias. Básicamente creo que hago muy buenas estructuras como así también buenas investigaciones.
Hablemos de Buenos Aires, la tercera fundación
Yo diría que fue «la tercera fundición», ¡porque fue eso los nos pasó! Digo nosotros por Roberto Grasso, gran amigo y con quien fuimos socios en la realización de la película, además de coguionistas. Pero antes permitime que te cuente algo que no quisiera olvidar, el primer programa que a mí me dan en el viejo Canal 7 de la calle Viamonte se llamó El Fondo Nacional de Las Artes y el Cine, ¿podés creer? Pero además lo hice con Luis Moglia Barth, que hizo la película Tango y fue uno de los dos primeros directores de cine argentino. Tango y Los tres berretines inauguran en el 33 el cine sonoro en nuestro país. Y a mí me toca trabajar, por primera vez en televisión, con ese señor, nada menos, utilizando material del Fondo Nacional de las Artes de una donación de la Cineteca “Manuel Peña Rodríguez”. La ventaja que tenía Canal 7, al ser del Estado, era que poseía cierta tecnología, no toda porque siempre fue vetusta, pero de pronto tenía una moviola. Mi querido Moglia Barth cortaba las películas y las pegaba ahí. En el 78, por el aniversario de la fundación de Buenos Aires, logramos que la gerencia artística aprobara un programa se llamaba Memorias de Una Anciana Dama. ¿Decime si no es un título maravilloso? Tal vez hubiera sido mejor ese título, pero la tercera fundación era el objetivo de la película. El trasfondo es el de una ciudad que se funda así misma todo el tiempo. Hay algo que yo me alegro de haberme permitido y es cuando la voz de la ciudad dice: “Te amo”

Es increíble todo lo que se resignifica hoy al ver la película.
La mitad más uno de las cosas no están más. Te voy a contar algo, la copia de la película que viste vos tiene un problema técnico gravísimo, que es la truca. Yo quería que la ciudad naciera del río. Y está, pero es una truca. ¡Salía fortuna! La película se procesó en Tecnofilm pero la truca hubo que hacerla en otro lugar. Cuando la hacen, chequeá el final, el horizonte no quedó bien fundido. Entonces hubo que hacer otra truca. Bueno, ahora la película la escanearon porque salió en el mecenazgo de la Cinemateca Argentina y yo aproveché para hablar y pedirles que por favor le quiten la última truca, dejaran una foto y retipearan los títulos del cierre. Hace un rato te hacía el chiste de la fundición, ¿sabés por qué? Yo vendí mi departamento y Roberto Grasso vendió el suyo por la película. Teníamos otro garante, pero bueno… Tuvimos que pagar nosotros el crédito que le pedimos a lo que en esa época era el Instituto Nacional de Cinematografía.
Eso sí es amor al arte.
No creas que somos una excepción.

¿Cómo surgió Café con Canela?
En el año 84, Miguel Ángel Merellano, gran periodista y además excelente persona, es nombrado gerente de ATC y me llama para proponerme un trabajo. En principio para público femenino, una tira diaria por la tarde y con Canela, una persona a la que amo y con quien trabajé muchas veces. Entonces yo le propongo hacer algo un poco distinto con la perspectiva de una televisión federal, es decir, intentar transmitir en vivo desde las provincias. Cuestión que lo aprobaron y cuando empezamos lo primero que hago es comunicarme con el Canal 12 de Posadas. Entonces ahí me presento y le comento que estamos con un proyecto de ATC y le pregunto si estarían interesados en hacer dos días con base en Buenos Aires, porque nuestra idea era rotar por distintas ciudades del país. Así surgió Café con Canela. Los programas se hacían desde los canales de las provincias, es decir con su producción y tecnología. Canela viajaba y el resto del equipo quedaba en Buenos Aires para hacer el cuadruplex pero siempre el peso de la transmisión recaía, como en este caso, en el canal 12 de Posadas. Pensá que era una época donde las transmisiones se hacían por coaxil, no había satélite. Y se logró hacer. Imaginate que llegamos a Ushuaia. Llorábamos ese día. Habíamos logrado unir en vivo al país. Ese programa duró tres años. Eso era hacer televisión. Ahora que lo pienso, ¿sabés qué otra cambió? Antes era el propio canal el que te mandaba a Argentores para que te asociaras y registraras tus trabajos.
¿Y en caso de Les Luthiers?
La posibilidad surgió a partir de Historias con aplausos, y fijate que ellos casi no hacían televisión. La verdad es que fueron muy inteligentes. Un equipo que vivió en armonía aunque no pensaran lo mismo sobre muchas cosas. La cuestión es que se lo propusimos al representante, que no era Lino en ese momento, y a los dos días responden que sí. Y entonces hicimos ese capítulo en Historias con aplausos. Recuerdo que lo terminamos de compaginar un sábado y yo quería que estuviera presente alguno de los integrantes. Fue Daniel Rabinovich con la mujer y me regalaron una caja de bombones. Fue algo realmente hermoso. A partir de ahí hicimos muchos espectáculos. Para mí fue un privilegio haber trabajado con Les Luthiers. Por eso es tan importante para mí Historia con aplausos, en principio porque fue mío y porque me abrió muchas puertas.
«Un premio siempre es estimulante porque te permite enfocar tu trabajo con mayor ímpetu, más en un caso como el mío, a mi edad, es muy importante recibir un reconocimiento de esta envergadura»
Para Julio Bocca también hiciste un montón de trabajos
Cuando nosotros hacíamos La otra tierra llegó un momento en que pasaba lo mismo que ahora, los jóvenes se iban. Los hijos de quienes habían tenido que exiliar, por ejemplo, no querían volver. Cuando Julio gana el premio Internacional de Ballet de Moscú yo le hago un reportaje a Nancy Bocca, la madre, un verdadero ejemplo, en relación a esto de que los jóvenes se iban al exterior. En el caso de Julio, tenía que hacer su carrera en el exterior como Les Luthiers en su momento, aunque en el caso de ellos hay un giro de 180 grados cuando tienen como representante a Lino Patalano que los saca del Teatro Coliseo y los lleva al Gran Rex. Les Luthiers, y Julio Bocca un poco también, tienen por lo menos de tres a cuatro generaciones que los conocen. Volviendo a Julio Bocca, todo lo que implicó su despedida fue hecho por mí con material de archivo. Entre otras cosas también hice el documental Julio Bocca en San Petersburgo. Trabajar con Julio Bocca fue algo maravilloso.
¿Cómo recibiste el Premio a la Trayectoria que te otorgó el Fondo Nacional de las Artes?
Cuando me avisaron del premio me sorprendí muchísimo. Hace muchos años yo integré el Directorio del Fondo Nacional de las Artes en el área audiovisual pero nunca imaginé que un día me lo darían a mí. Que te reconozcan de esta manera por tu trabajo siempre es estimulante. Me sorprendió tanto que tardé varias semanas en tomar conciencia del premio como tal y su importancia real por la entidad que lo otorga. Te decía que un premio siempre es estimulante porque te permite enfocar tu trabajo con mayor ímpetu, más en un caso como el mío, a mi edad, es muy importante recibir un reconocimiento de esta envergadura. Yo soy argentina de primera generación, mis padres fueron inmigrantes, como te conté al principio, y de ellos recibí la cultura del trabajo. Estoy muy agradecida al Fondo Nacional de las Artes, y sobre todo a la vida. Mi privilegio es haber podido trabajar en lo que me gustó siempre. Realmente me resulta muy difícil expresar lo que siento con palabras… Quizá podría ponerlo en imágenes, ¿no?
17 de diciembre de 2021
17 / Dic / 2021