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Francisco Javier falleció a los 94 años; revestía carácter de Socio Activo de Argentores
En la madrugada del domingo el teatro sufrió la pérdida de una de sus figuras más emblemáticas a nivel nacional: la de Francisco Javier, prestigioso autor, director, investigador, traductor y docente teatral. La Asociación Argentina de Actores despidió al teatrista de 94 años indicando que «dejará una huella imborrable en la cultura argentina gracias a su singular talento artístico, sus más de setenta puestas en escena y sus publicaciones de investigación teatral». En diciembre pasado había sido reconocido con el premio a la «Trayectoria Artística» del Fondo Nacional de las Artes, una de las mayores distinciones del mundo cultural.
Fue velado en el Teatro Nacional Cervantes, una de las tantas casas que tuvo en el mundo teatral. Profesor Honorario de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde desarrolló gran parte de su carrera académica, Javier (apellido artístico de Jorge Armando Lurati) tuvo cargos de gran resonancia nacional e internacional.
Fue, entre otras cosas, presidente del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, Miembro del Comité Ejecutivo del Instituto Internacional del Teatro de la Unesco y Secretario General del Centro Argentino del Instituto Internacional de Teatro (ITI), cargo que ocupó hasta el final. Desde ese espacio se ocupó durante varios años de organizar el festejo por el Día Mundial del Teatro, Entre sus memorables trabajos como director se encuentran “El herrero y el diablo”, de Juan Carlos Gené, “La secreta obscenidad de cada día”, de Marco Antonio de la Parra, “La excepción y la regla”, de Bertolt Brecht, “El argentinazo”, de Dalmiro Sáenz y “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza, con la que realizó una gira por Suecia y Finlandia.
«Siempre me despertaron una gran curiosidad los textos dramáticos que no responden a los cánones de la época en la que fueron escritos. Me pregunto por qué un autor propone un texto que quiebra con lo que es común en su tiempo», dijo el director una vez a Página 12. Quizás sin darse cuenta hablaba de él mismo. Cuando trascendió la noticia de su fallecimiento, algunos colegas no dudaron en definirlo como un auténtico «renovador teatral».
Se indica en la sentida crónica publicada por el diario La Nación que Javier “ se relacionó con esta actividad siendo muy joven. Cuando se formaba en el Colegio Nacional, dos de sus maestros más destacados, Ángel Batistesa y Monner Sans, lo llevaron al Cervantes a ver “Ollantay”, de Ricardo Rojas, interpretado por Luisa Vehil y Faust Rocha. La experiencia lo marcó para siempre. Ligado al teatro francés, no sólo se doctoró en la Universidad de París con una tesis sobre el espacio escénico, sino que, además, se transformó en un profundo conocedor del movimiento denominado teatro del absurdo, siendo Eugenio Ionesco uno de sus autores más reconocidos. Aquella tesis fue publicada en el país años después a través de una edición que realizó el Banco de la Provincia de Buenos Aires y resultó uno de los estudios más importantes sobre el tema desarrollados en la Argentina. Al cabo de su carrera realizó aproximadamente ochenta puestas en escena tanto en escenarios alternativos y oficiales como comerciales. Montó clásicos internacionales, nacionales, autores contemporáneos y también en algunos casos reparó en la nueva producción dramatúrgica que se generaba en Buenos Aires.Además, trabajó en el ámbito de la ópera con puestas en el Teatro Colón y en el Argentino de La Plata, como “Marianita Limeña”, de Valdo Sciammarella; “Le Jongleur de Notre Dame”, de Jules Massenet, “L’italiana a Londra”, de Doménico Cimarosa y “Hansel y Gretel”, de Humperdink.”
Entre otras distinciones, fue reconocido con el Premio Argentores- Impulsor a la investigación teatral, en 2003.
En ese mismo año –indica, luego, el matutino- “recibió el Premio Clarín por su puesta de Novecento, de Alessandro Baricco, y el Premio ACE por la dirección de La indigna señora B, de Bertolt Brecht. Recibió también el Premio de la Honorable Cámara de Diputados por su trayectoria, en 2004. En 2011 el Instituto Nacional del Teatro le otorgó el Premio a la Trayectoria Regional y hace un par de años el Fondo Nacional de las Artes lo condecoró con su premio mayor.Una de sus últimas puestas en escena fue El especulador, obra de Honoré de Balzac, en el Teatro San Martín. Lamentablemente, la comunidad teatral ha perdido a uno de sus referentes más importantes. Ferviente trabajador, hasta el año pasado seguía imaginando proyectos con un interés inusitado. Su salud había comenzado a debilitarse, pero no dejaba de asistir al teatro o pensar futuras puestas en escena. Para los estudiantes de las generaciones de los años 70 y 80, Francisco Javier resultó un guía maravilloso. No sólo les propuso revisar el teatro clásico, sino, además, investigar en las nuevas dramaturgias.”
Javier, recordamos, tenía 94 años de edad, 67 años de socio y revestía carácter de Socio Activo. Durante 20 años ocupó el cargo de Presidente de la Delegación Argentina del Instituto Internacional del Teatro.
De su producción autoral recordamos:
En Televisión:
Marianita limeña
Match (adaptación)
En Radio:
Escenarios argentinos
La lección (adaptación)
En Teatro:
El verano (adaptación)
La dama del Maxim’s (adaptación)
En la boca del lobo (adaptación)
Los novios del subte (adaptación)
Quien es quien (adaptación)
El mueble (adaptación)
El chofer (adaptación)
Chin chin (adaptación)
La oficina de informaciones (adaptación)
25 / Sep / 2017