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Socio Activo de la entidad, Gran Premio de Honor, había nacido en 1940 y falleció el 10 de agosto de 2017
Escribió títulos memorables de TV y cine como “A conciencia”, “Yo fui testigo”, “Atreverse”, “Nosotros y los miedos”, “Los pasajeros del jardín”, “La Rosales” o “Compromiso”, en colaboración con Ricardo Halac. Sus restos serán velados hoy, 10 de agosto, de 20 a 0 hs. en Dorrego 626.
Hombre de la cultura, dramaturgo, guionista de cine y televisión, Juan Carlos Cernada Lamadrid falleció en Buenos Aires el 10 de agosto de este año. Se formó al amparo de figuras emblemáticas como Enrique Santos Discépolo, Alberto Migré, Abel Santa Cruz y, sobre todo, de Miguel de Calasanz, quien lo introdujo en la televisión.
“Sus trabajos ya forman parte de la historia del medio televisivo. Títulos memorables como A conciencia, Yo fui testigo, Atreverse, Nosotros y los miedos, Alta comedia, Los pasajeros del jardín, La Rosales, Compromiso, en colaboración con Ricardo Halac, La mujer del presidente y Cara a cara, siempre respondieron al principio de entretener con contenido, de lograr que la gente se identificara con los personajes y que eso la llevara a pensar sobre su ser en sociedad” indicó Miguel Angel Diani, titular de nuestra entidad, al entregarle en 2014 el merecido Gran Premio Argentores.
“Valores que no son los que hoy están de moda en la televisión, pero que Juan Carlos Cernadas Lamadrid ha sabido sostener contra viento y marea. Para él es el Gran Premio de Honor que otorga Argentores a un grande de la televisión», expresó.
Aquí, una foto de la entrega de la distinción:
Miguel Angel Diani, presidente de Argentores y el autor, tras recibir el premio mayor de la entidad.
Reproducimos un reportaje editado por la revista Florencio en la edición de octubre de 2014
“El peor pecado de un autor es aburrir”
Para un autor como Cernadas, Gran Premio de Honor de TV 2013, que desde niño recorría junto a Miguel de Calasanz los sets de filmación, la televisión es como su segunda casa. En esta entrevista, el conocido dramaturgo y guionista de cine y TV describe sus primeros pasos en el medio y su honda vinculación con la historia como tema nuclear de sus trabajos.
“Conocer la televisión desde adentro y casi desde sus inicios no es, a más de sesenta años de la creación del medio, una experiencia y privilegio que muchos autores puedan hoy contar. Juan Carlos Cernadas Lamadrid, que nació en 1940, recuerda que ya siendo pequeño recorría los pasillos del viejo Canal 7, allá por la calle Ayacucho, llevado de la mano de su tío político Miguel de Calasanz, uno de los pioneros de esa emisora de T.V. y luego director artístico de Canal 9 en tiempos de Alejandro Romay. Fue precisamente en este último lugar donde Cernadas comenzó su trabajo de autor, pero no sin haber recorrido, antes o en forma simultánea, como lo confesó en una entrevista, todo el espinel de los quehaceres en un set: barrer los pisos, manejar una cámara, asistir a un director, etc.
Así que, mientras estudiaba teatro con Pablo Palant o Roberto Durán, y practicaba incursiones por distintas carreras terciarias sin decidirse por ninguna en particular, fue armando su currícula y su oficio definitivo como guionista televisivo y dramaturgo, si bien a lo largo de su carrera fue también productor ejecutivo, director artístico de algún canal y de los teatros Alvear y Cervantes. Cernadas ha contado que Miguel de Calasanz, esposo de una tía materna, fue su principal maestro y también su padre adoptivo. Y el que lo inició e impulsó en la tarea autoral.
Al hablar con Florencio el día en que Argentores le entregó el Gran Premio de Honor , no pudo menos que reconocer ese generoso padrinazgo. Y, vistos a la distancia, los frutos del mismo no pueden haber sido mejores: en su larga trayectoria como autor, ya sea solo o en colaboración con otros colegas como Ricardo Halac, Paco Hase y otros, Cernadas Lamadrid escribió ciclos televisivos tan recordados como La mujer del presidente, Alta Comedia, Marco, el candidato, Nosotros y los miedos, Los miedos, Compromiso, Yo fui testigo, Atreverse o Cara a cara.
Cara a cara, uno de los más recientes, ficcionaba en trece capítulos hechos históricos donde dos figuras relevantes del pasado argentino se enfrentaban (el general Mitre y el mariscal Solano López; Alberdi y Sarmiento; Facundo Quiroga y el general Paz, tras la batalla de Oncativo; Lavalle y San Martín después del fusilamiento de Dorrego y otros) para discutir los dilemas básicos de la historia, esos dilemas que todavía resuenan en el presente porque, en muchos casos, no se han resuelto y ondean como asignaturas pendientes de la sociedad argentina. Cernadas ha admitido siempre que dos ejes preferentes de su producción han sido la comedia social dramática y la historia.
En el caso de este último género afirmó que ha tratado siempre de desacartonar la historia, liberarla del hieratismo del bronce o la versión rosada del Billiken, para introducirse en la creación de personajes de carne y hueso. “Una versión más franca de la historia permite mirar mejor el presente, captar con más precisión donde están los renuncios y donde no, las posturas éticas o los intereses que las desplazan”, nos dijo. Y añadió: “Para mí la historia era una materia cotidiana, no porque la leyera en los libros, que también lo hice bajo la inspiración de mi tía, sino porque estaba muy presente en mi familia. Sobre todo en la casa de mi abuelo paterno, Cernadas. Para las fiestas patrias recuerdo que me disfrazaban de gaucho mazorquero y me ponían un cuchillo a la espalda, pero con la recomendación de tener cuidado con él porque había sido de Liniers. O advertirme que no debía tratar mal el mate que me alcanzaban porque era de Rosas. Eso hizo que me interesara la historia y me zambullera en ella. Eran elementos que estaban en mi memoria y quería profundizarlos.”
“Mostrar cómo eran de verdad los héroes requiere investigar bien la historia, sin prejuicios. A Belgrano había que tenerle las riendas porque no sabía andar a caballo y al primer cañonazo se caía al suelo. Y no era bueno que el general se cayera en medio de la batalla -nos ilustró citando un ejemplo-. Hay muchos episodios de esa naturaleza que me interesó siempre explorar. Además, descubrir la manera en que las pasiones pueden enfrentar a los hombres haciéndolos olvidar incluso de sus lazos parentales o afectivos. En plena guerra civil, Lavalle sabía que Rosas se encontraba en una de sus estancias, próxima al lugar en el que había acampado. Y va solo hacia esa estancia, entra y les pregunta a los sirvientes por Rosas. Le contestan que está afuera y que volverá en un rato. Y Lavalle les dice que irá a dormir un rato en el dormitorio del dueño de casa y que lo levanten con un mate. Y el que lo levanta con un mate es precisamente Juan Manuel. Es que eran primos hermanos.”
Cernadas contó que uno de sus grandes amigos fue el historiador Fermín Chavez, al que respetaba mucho, aunque a veces discrepara con algunas de sus posiciones. Y tener una amistad así le daba mucha seguridad y fluidez en el trato con la historia. Respecto de la presencia de los grandes temas históricos en su familia, recordó otra anécdota muy ilustrativa: “Me acuerdo que tendría unos cinco años cinco años, así que sería allá por la mitad de la década de los cuarenta, en la casa de mi abuelo se ponía una mesa enorme para que se sentaran a comer en ella los integrantes de una parentela nutrida. Es que él tenía hijos de tres matrimonios. Y en un lugar frente a la mesa se colocaba un cartel muy grande que decía: ‘Prohibido hablar de política’. Y yo después me dije que esa advertencia debía ser, debido a la época, por las polémicas entre peronistas y antiperonistas. No, era de los unitarios y federales de los que no se podía hablar. Porque los familiares de mi madre, de apellido Lamadrid, eran unitarios y parientes de ese general. Y los de mi padre eran rosistas. Era la proyección de las sombras de los antepasados sobre el presente de esos seres. Y se reprochaban muertes.”
Respecto a cómo hacía para definir los rasgos del espíritu de cada uno de esos personajes, Cernadas explicó: “Siempre fui un estudioso de filosofía y uno de mis autores preferidos ha sido Soren Kierkegaard, que pasa por ser el creador del existencialismo. Él dice que es en el momento de la decisión, aquel en que se debe optar por lo que se hará, el que define la personalidad de un hombre o una mujer. Uno muestra allí quién es. Yo me basé mucho en esa reflexión de Kierkegard, que me ayudó para hacer mis interpretaciones históricas, para tener una visión más profunda de los personajes, porque allí, en los hechos, en las decisiones que toman, está condensada la verdad de lo que son las personas. Fue como una luz para comprender la historia y penetrar incluso en aquello que no podía entender. La decisión es la expresión del espíritu, ahí está el espíritu todo. Cualquiera puede decir lo que quiera de sí mismo, los hechos son, sin embargo, los que deciden y muestran quiénes somos. Por eso Kierkegard decía, y eso me inquieta mucho, que la última pregunta que se nos hará en el más allá es: ¿Quién sos? Y frente a esa pregunta, no importa si has sido médico, futbolista o partero. Lo importante es lo que hiciste en base a tus decisiones. Es terrible. Eso me sirvió mucho para escribir sobre la muerte de Chilavert, cuando la mata Urquiza.”
¿Por qué le sirvió?, le preguntamos. “Porque el hecho de vivir una situación límite y tener que decidir sobre ella definía quién era Urquiza –respondió-. Cosa que a mí, de grande incluso, me extrañaba. ¿Por qué Encarnación Ezcurra, mujer de Rosas, muere en brazos de Mariquita de Thompson, que era su enemiga acérrima. La realidad las unió y pensaban distinto. Y Urquiza lo tiene muerto a Chilavert en el patio. El triunfa en Caseros y se instala en la casa de Rosas. Decide parar allí y fusilar a Chilavert y lo tienen muerto en el patio cubierto con un poncho. Y viene Sarmiento de Europa que es aliado de él y le pregunta dónde está Chilavert y Urquiza le contesta: ‘No conozco a ningún Chilavert’. Y lo tiene allí, es uno de los primeros desaparecidos. Estas son cosas que habitualmente no trascienden de la historia.”
El entrevistado reconoce que éste es un tiempo de mucho interés por la historia, a diferencia de otras décadas. Y que él lo ha comprobado dando clases en el ISER, en Confert, la universidad y otros lugares donde enseña. “Yo doy clases de dramaturgia o guión de televisión, pero como saben que soy el autor de Yo fui testigo y otras series, los estudiantes me preguntan mucho sobre el tema histórico y me hacen hablar hasta por los codos”, contó.
Respecto al peor defecto de un guionista televisivo, Cernadas dejó bien en claro cuál es su criterio: “Yo leí mucho a Federico García Lorca, porque entre otras cosas me gustaba escribir poesía. Y el gran vate español decía algo que comparto en su totalidad: que los dos peores pecados de un autor de teatro –y esto se aplica tanto a la televisión como al cine- es aburrir al espectador y convertir al lugar donde se representa en un templo del arte de perder tiempo.”
El autor nació en la ciudad de Buenos Aires, el 26 de octubre de 1940. Tenía 76 años de edad, 53 años de socio y revestía carácter de Socio Activo. Actualmente era suplente 1º del Vicepresidente 2º de Argentores. De su producción autoral recordamos entre otras obras:
En teatro:
Kaput en 6 tiempos (con Pedro Rey Leal)
Porque tango
Viva (con Ricardo Halac)
En radio:
Ocurre todos los días
Cinco minutos para agradar o morder
Libros de Hoy
Nuestra Escena
En cine:
Los pasajeros del Jardín (con Silvina Bullrich y Alejandro Doria)
Los miedos (con Alejandro Doria)
En televisión:
Un joven Millonario
Don Bueno
Identidad
Compromiso (con Ricardo Halac)
Yo fui testigo (con Ricardo Halac)
Contracara (con María Herminia Avellaneda y Jacobo Langsner)
Jaque a la vida
Hotel familiar
Vamos a casa
Dentro del ciclo Nosotros y los miedos: El miedo a la locura, Miedo a la verdad, El miedo a volver, El miedo a los demás, El miedo a dar, Miedo a decidir.
La extorsión (dentro del ciclo Crímenes de amor)
PREMIOS:
Premio Argentores Cine 1980 por Los miedos
Premio de Honor Televisión ARGENTORES (2013)
Fotos: Magdalena Viggiani.
10 / Ago / 2017