Un thriller intenso y que deja pensando

Martín Kraut, guionista y director de «La dosis»

No es muy común que un joven oiga hablar con cierta frecuencia de la eutanasia en su ámbito familiar, salvo que éste forme parte del ambiente médico o jurídico, donde ese tema suele ser abordado por razones laborales o de tratamiento filosófico o científico. El guionista y director de cine Martín Kraut, quien nació y creció en un medio de parientes ligados al foro, recuerda sí que oyó hablar varias veces en su casa, cuando era chico, de esa intervención deliberada para poner fin a la vida de una persona sin perspectiva de cura. Es bueno aclarar que en nuestro país no hay norma alguna que habilite a practicar ni la eutanasia voluntaria (la que practica un médico u otra persona a un paciente que la consintió) o el suicidio voluntario (que es aquella en que ese fallecimiento se produce con asistencia aceptada de otra persona). Sí, está regulada la llamada “muerte digna”, que es el acto por el que cualquier persona mayor de edad puede disponer directivas anticipadas sobre su salud pudiendo aceptar o rechazar determinados tratamientos médicos preventivos o paliativos, y decisiones relativas a su salud. Bien: cuando Martín escuchaba estos comentarios, tal vez nunca pensó en que alguna vez filmaría una película de contornos policiales en que ese tema, que todavía está pendiente de debate en la Argentina, se abordaría.

Ese film, escrito y dirigido por Martín Kraut, es La dosis, cuyo guion fue distinguido por un jurado de Argentores como el mejor de la muestra organizada por el Octavo Festival Internacional de Cine de Puerto Madryn (MAFICI) realizado en 2021. Estrenado en el Festival Internacional de Rotterdam en enero de 2020, ese largometraje, el primero en la producción del cineasta y autor, recorrió luego otros encuentros cinematográficos en distintos países del mundo, entre ellos Estados Unidos, Canadá y Corea. Ganador con su guion del Concurso Ópera Prima del INCAA en 2017 (que lo hizo acreedor de un subsidio que utilizó para su película) y de la Beca de la Creación del Fondo Nacional de las Artes, el cineasta rodó finalmente su película en 2019, el año anterior a la aparición de la pandemia. Muy bien recibida por las críticas, que destacaron la pericia con que se movió en un género tan complejo como el thriller, si es que se lo quiere hacer bien, su difusión no se realizó en salas, como explica el entrevistado más abajo, debido a los cierres que generó la expansión de la pandemia, a pesar de lo cual logró una aceptable difusión, entre otros aspectos gracias a la muy buena acogida de la prensa y su calidad.

Escena de «La dosis», protagonizada por Carlos Portaluppi

Antes de reproducir la entrevista que le hicimos al realizador a principios de febrero pasado en su propio domicilio, le proporcionamos al lector un resumen de algunos de sus datos curriculares. Nació en 1982 en Buenos Aires. A pesar de pertenecer a una familia de juristas, sintió desde muy chico una fuerte atracción por la escritura y también por lo visual y fotográfico, tendencias que lo llevarían más tarde a volcarse a esas actividades. Luego de egresar del Colegio Nacional Buenos Aires, estudió dirección cinematográfica en la Universidad de Cine. Fue fotógrafo, camarógrafo y editor del Centro de Información Judicial entre 2008 y 2014. Allí presentó la muestra “Centros Clandestinos de detención”, retratando muchos campos de concentración nunca antes registrados. Entre 2017 y 2019 realizó de manera regular contenidos audiovisuales junto a Eduardo Carrera e hizo fotos y piezas audiovisuales para la revista Anfibia. También elaboró contenidos audiovisuales y documentales para TV y redes. Antes de rodar La dosis, filmó un corto denominado Que miren, también premiado.

¿Cuándo se produjo el estreno de La dosis en nuestro país?

En la Argentina tuvo un estreno online en octubre de 2020 debido a la pandemia de Covid 19. Y después fue a algunos otros festivales en nuestras provincias y otros países, pero en los cines no se había llegado a estrenar en una sala hasta 2022. Sin embargo, se anunció que el 17 de marzo de este año se estrenaría en el cine Gaumont, al menos durante una semana. Y estará disponible por ocho semanas en la plataforma online de Cine Ar. Curiosamente en los primeros días de febrero en que hicimos la nota, se la vio también un día en Buenos Aires en la Manzana de las Luces, en un muy lindo ciclo que se llama “Cine bajo las estrellas”. Que su estreno haya sido online puede considerarse, al menos en cierta medida, una ventaja, porque llegó en un momento en que no había películas en las salas ni productos de competencia como El hombre araña 3 o una de Ricardo Darín, que te acaparan todo el público. Es decir, fue un momento en que se veían pocas películas y eso le permitió tener una mayor difusión. También sucedió que, como resultado de eso, tuvo mucha más atención de la prensa. Y que, por tener el rasgo de ser una historia que se vio durante la pandemia, el transcurrir en un ámbito hospitalario ámbito hospitalario le dio otro estímulo. En Estados Unidos pudimos venderla a una plataforma y gracias a eso se puede hoy ver en distintos lugares. Del mismo modo, la ubicamos en una plataforma que se llama “Películas nobles”, que tiene muy buenos films. Lo positivo de todo esto es que la película, habiéndose estrenado hace dos años, puede verse todavía y sigue teniendo alguna repercusión.

Proyección de «La dosis» en la Manzana de las Luces

Algunos críticos han calificado a la película de thriller hospitalario. ¿Cómo la definirías vos?

En general, uno piensa en los géneros porque es siempre una forma de simplificar, encasillar o dividir. Y si me obligaran a hacerlo lo definiría tal vez como un thriller psicológico, porque es un trabajo que responde a algunas características importantes de ese género, pero en realidad lo más importante para mí fue contar lo que pasaba en la cabeza del protagonista. No solo estructurar una trama policial, un hecho que se cuenta de determinada manera, sino tratar de narrar la historia de un tipo que está pasando por un proceso muy personal en una etapa clave de su vida y de su trabajo, una etapa que lo somete a duras tensiones, inseguridades y presiones. No tengo dudas que ese factor fue el más me atrapó desde el momento en que me decidí a escribir.

Ese personaje se llama Marcos, que en el film protagoniza Carlos Portaluppi.

Sí, ese personaje es Marcos. Tanto él como el personaje antagonista, Gabriel, están inspirados en un episodio real. El 18 de marzo de 2012, hace diez años, los diarios de Uruguay contaron que la justicia de ese país había procesado a dos enfermeros por el homicidio de unas quince personas en un hospital y sanatorio de Montevideo, y a una enfermera acusada de complicidad con ellos. Se decía que los enfermeros aplicaban la eutanasia, en algunos casos de manera un poco dudosa y en una actitud donde se les percibía cierta competencia o vínculo particular. Historias policiales de enfermeros que terminan matando pacientes, hay varias. Yo me enteré luego que hubo un enfermero en Alemania, Niels Högel, que mató 70 pacientes. Fue el máximo asesino serial en ese país después del nazismo. Y el tipo dijo que lo hacía porque estaba aburrido y para quedar bien con los médicos que la estaban pasando muy mal con esa situación. Pero encontrar un caso en el que estuvieran vinculados dos enfermeros –y en una suerte de competencia-, era más interesante a la hora de escribir el guion, sin contar que, además de eso, cuando me enteré del tema, fue como recibir un flechazo que me impulsaba a hacerlo. Es como en el amor, uno no sabe bien por qué se enamora, tampoco sabe muy bien por qué se pone a escribir algo. En la época en que se informó del hecho, hasta el ex presidente José Mujica salió a hablar del caso y la noticia se expandió muy rápido. Así que fue fácil enterarse.

¿Los enfermeros fueron condenados?

Estuvieron en la cárcel unos años, igual que la enfermera. Luego, los tres fueron absueltos por una jueza. No se los pudo condenar, al parecer por falta suficiente de pruebas. En Uruguay se había generado una fiebre entre los familiares de los internados en el hospital donde actuaban los acusados, porque no se sabía bien si habían matado veinte o más personas. Cada familiar que por ese tiempo tuvo un allegado fallecido allí, dudaba si su pariente no había sido víctima de esos enfermeros. Y, como ellos finalmente fueron absueltos, a mí esa circunstancia me permitió, de alguna manera, liberarme y escribir mi propia historia, escribirla con una mayor libertad. En la historia real, el personaje de Gabriel, el enfermero antagonista de Marcos, era considerado como un individuo malo, maltratador. Y a mí eso no me servía. De modo que lo convertí en mi historia en un tipo seductor, encantador, vivaz, hecho que provocaba cierta inseguridad a Marcos, lo hacía sentir amenazado en su posición de enfermero principal. Esa dinámica me servía mucho más que tener a Gabriel como un tipo malo, por caracterizarlo de alguna manera.

¿Tardaste mucho en escribir el guion?

Fue un proceso muy largo, imaginate que esta historia fue en 2012 y la película se filmó en 2019. Hubo en el medio todo un tiempo de desarrollo, de talleres, hasta que en el año 2016 presentamos el guion en el concurso de ópera prima del INCA. Ganamos en 2017, y yo ahí tuve como dos años más para largarme a filmar. Aclaro que el proceso fue extenso, pero muy satisfactorio para mí. Le tengo mucho cariño a la película y, a la vez, eso no me impide una mirada muy crítica sobre mí trabajo. Digo satisfactorio, sobre todo, por lo que fue pasando.

«Fue un proceso muy largo, imaginate que esta historia fue en 2012 y la película se filmó en 2019», cuenta Kraut

¿Con quién estudiaste guion?

En su momento estudié con Mauricio Kartun. Siempre me quedó una frase de él acerca de que un escritor no es bueno por lo que escribe sino más que nada por lo que tacha. Y me parece interesante esa afirmación porque enseña a desenamorarse del material, a saber que, en el proceso de construcción del guion, hay que hacer eso: tachar y eliminar para quedarse con lo mejor. Kartun es un maestro, es alguien que, además de conocimientos, transmite pasión.

¿El personaje de Marcos fue cambiando mientras lo escribías?

Quizás a medida que escribía fui cambiando algo el tono sobre él. En el caso de una paciente mujer a la que él atendía, al principio ella está sufriendo mucho y él decide matarla para evitarle más sufrimientos. Después eso no queda tan claro. Esa mujer estaba sufriendo, pero no se puede decir que el suyo fuera uno de esos casos en que asiste la convicción absoluta de que ayudarla a morir es la decisión más humanitaria. Me servía que Marcos fuera bueno, pero no necesariamente un ángel. Hay algo de él que a mí me gusta, que es su ambigüedad, como una cierta duplicidad interior. Eso hace al personaje más rico. También hay algo que tiene que ver con algo que siento de los enfermeros y que quiero rescatar: que son a veces como el último orejón del tarro de la medicina. Todos tuvimos algún pariente enfermo y vimos como uno repara sobre todo en el doctor y en el enfermero poco y nada. La situación del enfermero es bastante descuidada. Todavía no está reconocido como una labor profesional. Mi intención no era que la película condenara a los enfermeros como asesinos, quería que quedara en claro que vivimos en un sistema médico como el capitalista donde a veces los enfermos son números y los enfermeros también, y donde estas personas, que en general son mujeres, trabajan bajo una gran presión, sin ser valoradas como se debe. Pero también había algo de la película que quería estuviera y que era como esas personas pueden llegar a ponerse en el lugar de una divinidad, porque hoy en la Argentina, conforme a la ley, “solo Dios da y quita la vida”. La eutanasia es algo que todavía ni está discutido. Fue muy loco que la película se entrenara en Rotterdam, en un país que tiene legislada la eutanasia y está en un lugar muy diferente. Y creo que, en ese sentido, la película abre un espacio para el debate sobre un tema muy importante, que es la decisión de las personas sobre su propio cuerpo.

El guionista Martín Kraut recibiendo el premio Argentores junto al Presidente de la entidad, Migual Ángel Diani; el Secretario, Guillermo Hardwick; y la Presidenta del Consejo Profesional de Cine, Graciela Maglie

¿Cómo trabajaste con los actores?

Antes del largometraje, había hecho un corto basado en un cuento de Raymond Carver. El trabajo con los actores se me da muy bien, nunca termino de entender por qué. En el caso de la película, con Carlos Portaluppi, Ignacio Rogers, el actor que hizo Gabriel, y Lorena Vega, la Noelia del film, desarrollamos una relación de trabajo muy buena. Hay un momento en que el director, no digo que deba entregar al personaje, pero sí asumir que es el actor quien le está poniendo el cuerpo a esa criatura y que no puede pedirle a él que mecanice todo lo que le va indicando. Debe incitarlo para que en algún momento se apropie del personaje. Durante ese proceso puede obviamente marcarle cosas, debatir asuntos sobre ese papel, su psicología y sus características, pero sabiendo que en determinados aspectos tiene definitivamente que ceder posiciones. Tanto Portaluppi como Rogers y Lorena Vega son grandes actores. Y destaco en especial a Carlos por ser el protagonista. Hubo pasajes en que su labor, su entrega me emocionaron realmente. Hay que ver que venía todos los días a la filmación a las siete de la mañana y luego él tenía tres veces por semana teatro, terminaba a las once de la noche y a la mañana ya estaba firme en el rodaje. La calidad de Carlos se ve en detalles tales como que, de una toma a otra, vos le pedís un cambio de ánimo, y él con un movimiento de la boca o de una ceja te lo hizo.

En una nota has dicho que él en una etapa de su vida atendió a un pariente enfermo. ¿Es así?

Sí, él tuvo una experiencia en un hospital con un pariente muy cercano. Puedo contarlo porque lo compartió conmigo. Era un hermano que, por una determinada situación, fue internado en el hospital de Clínicas y terminó falleciendo. Y él lo primero que me dijo, al hablar del tema, fue: “Yo fui como el enfermero de mi hermano durante meses. Conozco muy bien ese mundo.” Y de alguna manera vimos su trabajo como una forma de volver a transitar esa historia, porque tenía un lado muy personal. En un instante del rodaje él le estaba haciendo unos masajes en los pies a una paciente y me preguntó si no le podía hacer tal otra cosa porque era lo que le hacía a su hermano. Era un trabajo que conocía y también de mucha entrega personal. Todo eso lo valoro mucho.

Hablame un poco del corto.

Que miren, el corto, tiene como diez años, es muy anterior a la película. En parte generado cuando en 2010 viajé a Cuba a la Escuela de Cine, de visita nada más. En ese momento estaba trabajando en una agencia de noticias en fotografía y sentí que tenía que volver a encontrarme con el cine, que siempre me gustó mucho. Y al volver de Cuba estaba muy entusiasmado por el bolero y pensando en que tenía que hacer algo. Y me acordé del cuento de Carver ¿Por qué no bailas?, que ha sido siempre uno de los que más me han gustado de sus trabajos. Así que empecé a hacer una adaptación y, a diferencia de la película, el corto fue una producción totalmente independiente, que hice totalmente a pulmón, lo pagué yo. Tuvo una curiosidad muy interesante, porque esto ocurre en el ámbito de un garaje, y es muy difícil encontrar en Buenos Aires casas que tengan parques de entrada sin rejas, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos. Entonces, hice un cambio: empezamos a buscar otro lugar en un country y terminamos en Ciudad Jardín, donde encontramos un lugar de lo más casero. Y nos atrevimos a tocar en la puerta de una señora de más de noventa años, que me dijo que su hijo también se dedicaba al cine. Y que hacía la música de muchas de ellas. ¿Y cómo se llama?, le preguntamos. Gustavo Santaolalla, nos contestó. Con lo cual el corto está filmado en la casa natal de Santaolalla con Orfelia, que ya falleció y en paz descanse. Era una mujer maravillosa, a la que le gustaba, a las seis de la tarde, tomarse un whisky y fumarse su cigarrillo. Nos prestó la casa y no nos cobró ni un centavo. Y estaba muy entretenida de vernos. Y esa circunstancia me permitió contar una historia que me gusta mucho y que quizás a diferencia con el thriller tiene una cosa más intimista, de pareja, un mundo que a mí también me atrae y que en su momento me trajo muchas satisfacciones. Y también generó una relación con los actores que fue muy agradable y me emocionó especialmente la actuación de la protagonista, Julia Martínez Rubio. El guionista imagina al personaje en su cabeza de una manera y cuando el actor supera eso, es realmente extraordinario. Un gran actor es capaz de llevar a veces al personaje mucho más allá de lo que uno imaginó. Y eso asombra. Fue una experiencia fascinante.

¿Tenés algún guion en proyecto?

Sí, mi forma de hacer el duelo cuando termino una película es ponerme a escribir desde el día siguiente. Siempre he tenido el impulso de escribir, desde la infancia. Así que es algo que hago regularmente y nunca voy a dejar de hacer. En este momento tengo escritos dos guiones de largometraje, en proceso de corrección. Y en los próximos días me voy a reunir con un amigo, Héctor Rowe, que es uno de los actores de La dosis. Con él estamos escribiendo el guion de un proyecto de serie, La emboscadura. Habiendo hecho ya mi primer largometraje tengo claro ahora que quiero sí o sí filmar el segundo. No había hecho todavía mi primera película cuando me iba todas las noches a dormir preguntándome si alguna vez haría alguna, y ahora que hice una tengo todo apuntado hacia el hecho de poder filmar otra. Acá lo más difícil es la posibilidad de hacer la primera película, ahora espero que sea el comienzo de un camino, de una carrera.

¿Hay muchas dificultades hoy para poder concretar un proyecto así?

Hoy fácil no es nada. Más allá de lo críticos que somos los argentinos y de todas las dificultades que se atraviesan en el país, la existencia del Instituto Nacional del Cine sigue siendo una bendición, una entidad que estimula el cine y lo protege. Y que, en cierto modo, con su política logra que algunos proyectos salgan a flote. Hoy, además, con todo el entusiasmo que hay por las plataformas, ese hecho permite que exista una energía nueva que puede incidir en la realización de películas. Nunca es fácil, pero al mismo tiempo el hecho de haber filmado una película donde te fue más o menos bien, lo digo humildemente, te da algo para presentar y un respaldo un poco mayor para mostrar. Igual tengo una productora, Alina Films, junto a Pablo Chernov, que de hecho produjo una película Camuflaje, que ahora se estrena en Berlín. Y el tener un socio y un camarada de aventuras te hace sentir más acompañado en la travesía y te facilita la posibilidad de que se pueda hacer otra película. No es imposible, pero tampoco fácil, porque se trata de mucho dinero. Pero tengo la esperanza de que esto pueda ser el puntapié para otras experiencias fílmicas.

«Más allá de lo críticos que somos los argentinos y de todas las dificultades que se atraviesan en el país, la existencia del Instituto Nacional del Cine sigue siendo una bendición», asegura Kraut

Cuando hablas en tu currícula de que te dedicas a hacer contenidos audiovisuales, ¿a qué te referís, además de las películas?

Hago contenidos audiovisuales, más de tipo publicitario, donde hay un lado de guionista, pero no de escribir guiones. En estos días conversando con personas de una productora les decía que tengo una cuenta pendiente y es poder escribir para otros. Hasta ahora trabajé más como director, guionista y fotógrafo, que me gusta mucho, pero también me interesaría probar la experiencia de escribir en forma más profesional, porque todo es un aprendizaje. Es muy bueno escribir para uno, pero lo es también estar junto a otros con quienes poder pelotear, hacer la experiencia de escribir contenidos para otros directores. Pero hasta ahora no se dio.

¿Mostrás los guiones enseguida o esperas hasta un determinado momento?

No muestro los guiones a nadie hasta que creo que están presentables. Después, a partir de allí, valoro mucho lo que me aporta la mirada ajena. La dosis antes de llamarse así tenía como título Veinte centímetros cúbicos, que aludía a la cantidad de aire que se les inyectaba a los pacientes. Arranqué el guion con Jorge Gaggero y, cuando estaba próximo al rodaje, tuve un asesor de guion, que fue Rodrigo Moreno, y devoluciones de un amigo, Germán Servidio, que es también guionista. Y de esos encuentros solía salir hasta con cinco hojas de observaciones escritas que me podían servir. También antes de empezar el rodaje, la editora me dijo una cantidad de cosas que escuché y escribí atentamente. Y una semana antes del rodaje, en una reunión de equipo donde varias personas me decían que había una escena que no iba, que era muy complicada, finalmente la eliminé, porque me pareció que era justificado lo que planteaban. Si no quisiera que nadie me haga sugerencias y fuera todo como yo lo he escrito, sería novelista, pero cuando se trabaja en cine uno se nutre de la mirada de los demás. Es una obra colectiva, y por eso el director se llama director y no dueño. Y si bien él tiene la palabra final, sus decisiones debe tener el aporte de la mirada de los demás. Si no trabajaríamos con robots y no se trata de eso.

¿Dirigirías entonces un guion de otro?

Sí, me encantaría las dos experiencias: dirigir un guion de otro y que otro dirigiera un guion mío. En esto que nosotros hacemos están el oficio y los desafíos. Esas dos cosas son desafíos. Abordar un trabajo tratando de corporizar la mirada de otro me enriquecería y en ese sentido soy muy abierto y entregado a los desafíos.

Un western con lucha de clases incluida

Francisco Kosterlitz, guionista de «El silencio del cazador»

Marthe Robert, la prestigiosa crítica literaria francesa, decía, siguiendo a Freud, que la mayoría de las ficciones nace del deseo de abolir algún aspecto de la realidad que nos es hostil o rechazamos para construir en su lugar uno más gratificante. Aunque parece demasiado reduccionista atribuir toda la capacidad de imaginar historias o nuevos niveles o escalas de la realidad a ese solo mecanismo, es evidente que a menudo es, a través de él, que ese atributo creativo se mueve. Francisco Kosterlitz, el guionista de El silencio del cazador, la notable película argentina dirigida por Martín Desalvo, nos da un ejemplo que tal vez pueda sernos útil. El libro de este profesional para dicho film fue premiado por un jurado de Argentores, que integraron Graciela Maglie, Luisa Irene Ickowicz y Martín Salinas, como el mejor en el Séptimo Festival Internacional de Cine de las Alturas de 2021, realizado en San Salvador de Jujuy.

Francisco es suarense, o sea nació y se crio en Coronel Suárez, una ciudad ubicada en el centro-sur de la provincia de Buenos Aires, a unos 300 kilómetros de la Capital. La localidad debe su nombre al coronel argentino Manuel Isidoro Suárez, que luchó en las luchas de la independencia y que era bisabuelo de Jorge Luis Borges, quien le ha dedicado más de un poema. Nuestro guionista nos comentó en una charla que mantuvimos con él en un antiguo bar de Colegiales, que su afición por la narrativa le surgió en su pueblo, una comunidad del interior bonaerense muy inclinada, como varias otras de esa latitud, a contar historias, tal vez como decía Marthe Robert como un impulso natural a pensar otros límites, otras fronteras a una realidad que, como la diaria, suele ser muy rutinaria en esas localidades, demasiado encerrada en espacios que son difíciles de transformar.

“Coronel Suárez –nos decía en la charla- es una localidad cercana a Bahía Blanca, donde está el río Colorado y comienza la Patagonia. Ese lugar me formó mucho como narrador. En el pueblo es permanente la circulación de historias, tanto de anécdotas como de cuentos e informaciones que se transmiten oralmente y van desde el chisme elemental hasta las biografías de las personas o las recreaciones de aventuras que ya se han escuchado (y reversionado) mil veces. Todo ese material le da a la vida de esos lugares como un cierto perfil mítico. Después hay algo particular en un pueblo así y es la convivencia tan cercana entre clases sociales. Vas a la escuela con los hijos de los profesionales de clase media, de los dueños de los campos y de sus peones, de los laburantes de las fábricas, etc. A mí me interesaba que el guion de El silencio del cazador reflejara esa cuestión de la cercanía entre clases sociales y a la vez esa tensión subyacente, que amenaza con explotar en cualquier momento. A su vez, la circulación de historias de la que hablaba antes puede ser muy opresiva, porque resulta muy difícil sustraerse de la mirada del otro. Esa mirada te pone en un lugar determinado y cuesta mucho salir de ella, salvo que te rebeles o busques otros horizontes. Y quería, como digo, que eso estuviera presente. Por supuesto que el pueblo en el que transcurre la historia que cuenta el guion es más pequeño, más insular todavía que Coronel Suárez, y bueno eso cambia varios rasgos del relato.”

¿En qué localidades de Misiones se filmó la película?

En varias locaciones. Principalmente en Leandro Alem y cerca de San Ignacio, una zona con mucha selva. La locación de la estancia de los Venneck creo que está cerca de Candelaria, para el lado de Posadas. También hay una parte que se filmó en Cerro Azul. Igual la película está narrada para que no se sepa bien donde está situada. En el guion se habla de Colonia Diamante, pero en la historia nunca se menciona. La idea era que el pueblo y el parque fuesen una especie de amalgama que reflejara esta cosa fronteriza en donde se cruzan distintas culturas, nacionalidades, formas de ver el mundo. Un lugar en apariencia apacible tensionado por luchas territoriales y visiones irreconciliables. Esa creo que fue una de las primeras imágenes que nos atrajo a mí y a Martín Desalvo, el director de la película, cuando empezamos a trabajar en este proyecto: explorar que hay detrás de la postal turística de un parque natural.

¿Sentiste la vocación de escribir pronto?

Más que de escribir diría que sentí la vocación de hacer cine muy temprano, creo que a los 7 años. Ya a esa edad estaba obsesionado con ir todo al tiempo al cine o al videoclub. Muchos en la familia me miraban como diciendo “a éste ya se le va a pasar.” Pero nunca se me pasó.

Pablo Echarri interpreta a un guardaparques de Misiones en el film

¿Y qué estudiaste primero?

Primero estudié Ciencias de la Comunicación y luego hice un Máster en realización de cine. En el medio trabajé con Bruno Stagnaro, que fue quizás mi mayor escuela. Empecé como meritorio de dirección, luego fui asistente, productor, y finalmente hice investigación y guion de documentales. Fue para mí una experiencia transformadora, porque Bruno tiene una mirada y una sensibilidad que no son nada comunes, sobre todo en el trabajo con los personajes y la narrativa.

Como decís, hiciste varios trabajos con él.

Las series documentales “Escuelas Argentinas” y “Pequeños universos” fueron los principales. Eran documentales de observación. Llegar a un lugar y tener que armar una historia en pocos días con los personajes y situaciones que ofrece la realidad es un ejercicio enorme. Por eso trabajar en esos documentales fue una gran escuela de método. Desde entonces insisto mucho en la investigación previa como paso fundamental para poder meterse de lleno a escribir una historia de ficción. Ir a los lugares en los que transcurre la historia, hablar con la gente, empaparse del contexto. No es lo mismo ir a un lugar y tener una experiencia directa, que tratar de recrearla desde la distancia. También poder escuchar y estudiar el habla, eso en El silencio del cazador fue fundamental.

¿Cómo surgió la idea de El silencio del cazador?

Surgió en este mismo bar. Martín Desalvo, a quién yo había conocido también en la productora de Bruno, me contó que había visto un documental sobre un guardaparques en África, que se encontraba solo patrullando un gigantesco parque natural asediado por cazadores, y que tenía el permiso de dispararle a cualquiera. Ese fue el germen de la película. Luego empezamos a charlar y surgió la idea de llevar la historia a Misiones, de hacerla bien contemporánea. Nos interesaba explorar la complejidad y las contradicciones que pueden surgir cuando se baja todo el tema de la ecología, de la preservación del medio ambiente, bien a ras de la tierra. Esto fue hace mucho tiempo, en 2013 creo, lo cual te muestra lo que pueden llegar a ser los tiempos del cine.

Uno de los protagonistas de El silencio del cazador, Ismael Guzmán, que protagoniza Pablo Echarri, es precisamente un guardaparques en Misiones.

Así es. Enseguida decidimos viajar a Misiones y hablar con los guardaparques de primera mano. Porque nosotros teníamos una idea previa cuando fuimos allí, que luego cambió por completo. Estuvimos una semana recorriendo el Parque Provincial Salto Encantado, cerca de Aristóbolo del Valle. Hablamos en profundidad con varios guardaparques, que también nos llevaron de recorrida por el monte. Conocimos el destacamento ubicado en Cerro 5, el lugar más alejado e inhóspito del parque, en donde hacían guardias de dos semanas. Ese aspecto de la realidad de los guardaparques, que parte su vida en dos –una mitad vivida en medio de la selva, la otra en el pueblo- fue algo decisivo. Una de las cosas más llamativas que nos contaron es que los guardaparques más veteranos se iban volviendo, a medida que pasaba el tiempo, más silenciosos. Como que la selva los iba tomando y les costaba cada vez más volver al pueblo. Los más jóvenes, en cambio, querían volver al pueblo todo el tiempo. Son cosas que aprendes ahí. Nos contaban los conflictos, las presiones que había también con los colonos por una cuestión cultural ligada a la caza. También hubo luego charlas con colonos, con miembros de las comunidades mbya y con una antropóloga brillante de la Universidad Nacional de Misiones, Ana María Gorosito Kramer, que compartió sus conocimientos sobre la zona con mucha generosidad.

«Me interesaba mucho hablar sobre esta pulsión de dominio que existe en cierto tipo de masculinidad», cuenta Kosterlitz

¿Y ahí surgió el conflicto principal?

Claro. Porque desde la visión de muchos colonos de origen europeo todo eso solía ser selva virgen. Una tierra primigenia a la que ellos fueron los primeros en llegar, en abrir los primeros caminos y las primeras escuelas. El impulso “civilizatorio” digamos. Según esta visión casi mítica ellos siempre habían cazado en libertad en esa selva donde las especies eran abundantes. Ese era su lugar de pertenencia y de dominio. Y ahora, con la selva disminuida por la tala indiscriminada, el estado delimita reservas en las porciones que quedan y ya no se les permite cazar. Algo fundamental que queríamos transmitir es que todo esto de la caza es una cuestión cultural que excede lo meramente deportivo. Es casi un ritual que permite vincularse con los ancestros, con un pasado glorioso. Por eso es un conflicto imposible de resolver. Otra cosa que nos contaron durante la investigación y que fue fundamental para entender la dinámica del enfrentamiento fue que cuando cazadores y guardaparques se encontraban en la selva, podía darse una situación de “tiroteo simulado” en la que se empezaban a disparar por encima de la cabeza, como se cuenta en la película, hasta que alguien se quedaba sin balas. Y se encontraban en el pueblo y se saludaban cordialmente. Y viceversa, si se producía una disputa en el pueblo, se decían: “Bueno, esto lo resolvemos en el monte.” Esta idea me parecía fascinante: el monte como el lado B del pueblo. En el pueblo estaba la civilización, la hipocresía, la fiesta, la iglesia y arriba las tensiones, lo reprimido. La realidad era mucho más western de lo que hubiéramos podido pensar.

Kosterlitz junto al elenco de «El silencio del cazador» en Mar del Plata

¿Qué otros trabajos has hecho además de El silencio del cazador?

Como te decía, los tiempos del cine son lo que son, son muy dilatados, uno estrena cosas que escribió hace mucho tiempo. Yo ahora estoy trabajando mucho acá, también en España y en México y otros lugares. Ahora es así, la industria del cine y la televisión se volvió mucho más global en los últimos años, algo que se terminó de acelerar con la pandemia. Pero con España tengo un vínculo especial y hay varios directores y productores con los que trabajo de forma habitual. De hecho, co-escribí una película que se filmó el año pasado en el interior de Cataluña y que se estrena este año. Se llama Suro, que significa corcho en catalán. Aunque el proyecto vino de la experiencia personal del co-guionista y director vasco Mikel Gurrea, que estrenó su primer corto el año pasado en el festival de Venecia, creo que hay cierta conexión temática con El silencio del cazador, en el sentido de explorar las tensiones que se producen cuando uno se aleja de lo urbano. No quiero adelantar mucho, pero en esencia es sobre una pareja burguesa de Barcelona, bien progresista, que gracias a una herencia que recibe ella de su familia (una vieja finca de alcornoques, los árboles de cuya corteza se extrae el material con que se hacen los corchos) deciden cambiar de vida. Se mudan a esa finca con el proyecto de remodelar la casa y vivir en contacto con la naturaleza y muy pronto comienzan a surgir entre ellos tensiones y contradicciones que tienen que ver con su nueva posición de propietarios y con ciertos roles de género que comienzan a aflorar.

La cuestión del género, de la masculinidad, también está muy presente en El silencio del cazador.

Me interesaba mucho hablar sobre esta pulsión de dominio que existe en cierto tipo de masculinidad. Diría que ese es un tema fundamental de la película. Guzmán es un personaje que comienza con una visión más bien noble, de ideales, luchando contra los poderosos. Y termina siendo ganado por su orgullo, por esa obstinación de dominar y doblegar a su antagonista. En ese sentido los personajes de Guzmán y Venneck se van acercando, confundiendo, en un camino que solo puede derivar en violencia. Y aunque son personajes muy diferentes, opuestos en muchos sentidos, al final se ve cómo en realidad comparten la misma lógica.

¿Hay otros trabajos?

Sí, escribí los seis capítulos de una serie española para Movistar+ y Atresmedia, junto a una directora y guionista catalana, Clara Roquet, que acaba de ganar un Goya a la mejor directora novel por Libertad (estrenada el año pasado en Cannes). Con Clara tenemos una gran relación creativa y trabajamos mucho juntos. De hecho, estamos empezando a escribir lo que será su segunda película. Y para cerrar rápido esta enumeración te digo que estoy con dos películas en la Argentina, una es con Daniel Barone como director y se trata de un proyecto muy personal para Dani. Transcurre en el norte, en la Quebrada de Humahuaca, durante el carnaval. Y después estoy con un proyecto, que es una mezcla de terror psicológico y drama familiar, que se desarrolla en la Patagonia, y que estoy trabajando para Nicolás Gil Lavedra y Emiliano Torres, que tienen una productora juntos. También acabo de terminar la adaptación de la novela de Sergio Olguín, 1982, que co-escribí con el mismo autor.

Tu película es un western, pero tiene que ver mucho con lo social.

Sin dudas. Para nosotros el género (no solo el western, también el thriller y cierto drama de “espacios abiertos”) nos daba el andamiaje narrativo que nos permitía desplegar de forma natural los conflictos sociales, políticos y culturales que son el verdadero corazón de la historia. En concreto, esa lucha de clases tan encarnizada nos interesaba mucho. Esta dimensión suele estar ausente del cine de género norteamericano, así que en esto queríamos diferenciarnos. Diría que algunas películas me sirvieron como referencias generales. Señalaría al menos tres. La lección de piano de Jane Campion, que tiene un guion maravilloso y es una película magistral, de una sensibilidad increíble. Es un film que refleja muy bien el conflicto cultural entre los colonos que se instalan en esa isla remota de Nueva Zelanda y la cultura maorí originaria. El triángulo amoroso que hay en la película también me marcó mucho. Es una de mis películas favoritas. Después Deliverance, que acá se llamó La violencia está en nosotros, un título muy filosófico. Es una película de John Boorman, que explora de forma fascinante y moderna el tema de la “civilización” y la “barbarie”. Muestra a este grupo de amigos –personas comunes, gente “de bien”- que en un viaje de rafting a la naturaleza terminan revelando su costado salvaje, haciendo cosas que nunca habían imaginado que serían capaces de hacer, y que, terminada esa situación excepcional, retoman su vida normal, como si nada hubiera pasado. Y hay algo ahí como de pasaje, casi imperceptible, entre el bien y del mal que me resulta muy inquietante. Esto de hurgar en las distintas naturalezas que conviven en una persona fue fundamental a la hora de construir los personajes de El silencio del cazador. No queríamos hacer una película de buenos y malos, de villanos y antivillanos. Luego una película argentina que fue muy influyente es El aura, de Fabian Bielinsky, que considero una obra maestra y que también explora alguno de estos temas.

¿Cómo trabajaron el guion?

Bueno, la dinámica era: yo escribía, presentaba versiones y luego con las observaciones o correcciones de Martín abordaba otras versiones. Hice varias versiones del guion porque se trabajó durante mucho tiempo, era un proyecto de pasión de ambos, y mientras hacíamos otras cosas, íbamos trabajando, de a poco. Estuvo lindo. Y luego tuvimos una etapa de trabajo bien intenso, cuando fuimos seleccionados para participar del “Curso de desarrollo de proyectos iberoamericanos” de Proyecto Ibermedia/ Fundación Carolina, en Madrid.

Estuviste en el rodaje.

Sí, estuve durante una semana y me gustó mucho. Me gusta mucho la experiencia de rodaje, da como una sensación de vida en comunidad. Fue un rodaje de cinco semanas y media, en 2018. Se estrenó la película en el Festival de Mar del Plata del 2019 y después de hacer un recorrido por festivales internacionales, en donde recibió varios premios, vino el coronavirus. El estreno definitivo en cine se postergó hasta el 2021. En ese sentido, las funciones de Mar del Plata fueron muy lindas y a sala llena. Fue una despedida al mundo pre-pandemia.

El guion de Kosterlitz recibió el premio Argentores

¿Recibiste algún premio o mención por tu guión?

Además del premio que me otorgó Argentores, también recibí una nominación al Cóndor de Plata por Mejor Guion Original.

Sé que te han preguntado mucho sobre qué significa la aparición del tigre en el final de la película. ¿Podrías explicármelo?

Bueno, creo que aquí deberíamos poner un alerta de spoilers (risas). Es un poco un lugar común decir esto, pero creo que cuando la película está hecha el final es del espectador. Muchos me han preguntado lo mismo. Y yo quisiera que se mantuviera ese nivel de apertura en el final, que cada cual haga su interpretación de lo que le parece qué es. Igual de una forma muy personal, y solo para dar una visión, había una ironía que queríamos trabajar en este personaje, en Guzmán, y que aludía a un hecho mítico de su infancia. Los personajes de la historia están un poco anclados en el pasado. Ese tigre del que se habla es uno que en otra época el padre del polaco Venneck, el antagonista de la película, mató. Y que él, siendo chico, vio como los colonos lo bajaban muerto del monte. Ese episodio cimentó algo entre ambos personajes, que los ubicó en lugares muy distintos: uno es el hijo del que mató al último tigre (y debe de algún modo estar a la altura del legado, de ese pasado); el otro descubrió en ese momento una identificación primaria con ese animal, que fundó un poco su decisión de ser guardaparques. Entonces está esa ironía de que este animal tan añorado, que simboliza su lucha, termina siendo el vehículo de su muerte. Pero a la vez la intención era contraponer eso con cierta sensación de justicia, de reparación: Guzmán, de un modo bastante torcido, consigue al final lo que quería. Pero como dije antes, la idea es que el final admitiera múltiples lecturas, empezando por que esa imagen podría ser real o podría ser una alucinación. Otra cuestión importante es que Venneck y Guzmán son dos fuerzas antagónicas que, por su grado de obcecación, solo pueden terminar anulándose la una a la otra, aniquilándose sin más. Pero la idea era que los demás personajes tuvieran finales abiertos, que no se supiera bien que sería de sus vidas, aunque tuviéramos ciertos indicios. Por ejemplo, con Juana, el personaje de la empleada doméstica de Venneck, que se escapa y quién sabe qué es lo que le sucederá. Y especialmente con la propia Sara, la esposa de Guzmán. Yo imagino que Sara se irá a Posadas a trabajar como médica, ya que es la única persona en ese triángulo que logra trascender el conflicto, ver más allá. En Sara queríamos brindar cierta complejidad; por un lado, es capaz de ver más allá de esa lógica binaria del antagonismo, pero por el otro está inmersa en esa realidad, con el peso de los mandatos familiares y con su propia cuestión emocional que le genera contradicciones. Entonces, es un personaje que en un momento entiende que la única solución es irse de ese lugar, cambiar de contexto. Se lo propone a Guzmán y él no acepta, ni siquiera lo considera, dejando pasar la oportunidad de vivir otra vida. Esto es lo que tiene lindo el cine, que permite explorar los grises, las contradicciones.

A.C.

Las aventuras de una guionista en la TV

«La mierda siempre rueda hacia abajo”. (The Wire)

20.00 hs. Luego de 6 cafés, un sándwich al lado de la compu, 10 cigarrillos y dos Coca colas, la guionista, a quien una vez llamaron Monita indocumentada (y en esta columna la nombraremos así esperando que sea la última vez) escribe “Fin del capítulo 233”, levanta el trasero de la silla, cruje su cuello y mira por la ventana notando que hay vida exterior.

20.30 hs. Monita está bañada y bien vestida, ¡lista para salir! (bah, se sacó el pijama que tuvo todo el día).

21.00 hs. La amiga de Monita le abre la puerta de su casa y la ve desmejorada. ¿Hacés algo además de trabajar? Monita no responde porque ya está bebiendo una cervecita helada en el sillón dispuesta a relajar sus cervicales rectificadas.

21.15 hs. Monita se dispone a mojar el pancito en el tuco de su amiga cuando suena su celular. Se cayó una actriz o se emborrachó o durmió mal o algo le pasó… cuestión que no va a grabar, hay que hijuelar (reescribir algunas escenas) para sacarla del plan de mañana…. Pero, ¡ya!

21.45 hs. Mientras acomoda junto al monitor la viandita que le preparó su amiga, Monita enciende la computadora y escribe “Hijuelas Cap. 233”. Con la otra mano se abre una nueva cerveza, porque todos saben que después de las 21 se trabaja con alcohol.

23.59 hs. Monita tipea la hijuela y se pregunta: ¿hay alguien más trabajando o solo yo?

¿Cómo, por qué, cuándo Monita aceptó que trabajar así era la regla?

¡Porque esto es televisión! Si no le gusta hay una cola de dos cuadras para ocupar su lugar. El cementerio está lleno de imprescindibles. Y las excusas no se televisan. Algún culo va a sangrar. La contrataron para barrer el piso no para opinar. La vamos a poner a juntar pis. ¿Quién es? Que se baje del pony. Esto no es una obra de caridad. ¡Son todos una manga de idiotas! No puedo más. ¿Dónde está el Alplax? ¿Te consigo Rivotril?

Todos los que entramos a trabajar en televisión a inicios de los 2000 nos curtimos escuchando este tipo de frases. Los que entraron antes dicen que era peor. El maltrato fue parte del folclore de la TV. La gente sufría, lloraba, se dopada, tenía un surménage. Era así. Y te lo enseñaban ni bien ponías un pie en tu primer programa, con tu almita llena de ideas y ganas y optimismo. ¡Estabas cumpliendo el sueño de trabajar en TE-LE-VI-SIÓN! ¿Qué no estarías dispuesto a hacer? Recuerdo a un jefe de guionistas trabajando desde sus vacaciones; manejaba por la ruta mientras intentaba apagar algún incendio del “piso” y de repente el crash. Uh. ¿Qué pasó, estás bien? Choqué una moto. Bancá. Por suerte el motociclista salió entero y el escritor también. ¡Trabajar era vivir con ese estrés!

Pero el maltrato no era solo con los guionistas, no, directores y productores maltrataban a todos por igual. ¿Qué si es un niño? ¡Esto es una picadora de carne, que se curta! Y siempre en juego la estabilidad laboral y tu futuro: no te cruces mal con este que no trabajás nunca más. ¡La lista negra! Nadie sabe si era real, pero qué miedo entrar ahí.

Los usos y costumbres se refieren a “las tradiciones memorizadas y transmitidas desde generaciones ancestrales, originales, sin necesidad de un sistema de escritura”, es decir, son actitudes, frases y comportamientos, modos de actuar transmitidos de boca en boca. Formas de maltrato, para todos, todas y todes desde los inicios de la televisión. Pero, como siempre, en esto de recibir maltratos, a las mujeres no han dado un poquito más. Si calladita te ves mejor. Sos la nena del equipo, aunque tengas más de treinta años y un máster afuera del país. Vamos a hablar con tu compañero de trabajo que es hombre, con él nos entendemos mejor. Y de paso le vamos a pagar un poquito más. Nunca nadie lo dijo de este modo directo, tal vez muchos no lo van admitir, otros se acaban de enterar de que era tan así. Pero nadie lo puede refutar.

Estos eran algunos de los usos y costumbres de la televisión. Hoy, aunque no están del todo desterrados, al menos hemos empezado a denunciarlos y a llamarlos por su nombre: maltrato, “mobbing” o abuso laboral.

«No hay santos en el reino animal. Sólo desayuno y cena». (Lorne Malvo, Fargo)

Cuentan que, en una época, Alberto Migré tenía control total sobre la historia, el respeto de sus colegas y de los actores y el reconocimiento del público. Algo de aquellas viejas conquistas llegaron a disfrutar Jorge Maestro y Sergio Vainman (¡que no son uno solo, amigues, sino dos!), pero también ellos vieron el declive de esa tele donde el autor era EL AUTOR.

Hoy, el guionista no tiene el control: esa escena que te pareció medio rara de ver tal vez no la escribió, sino que la improvisó el actor o se le ocurrió al director o a alguien más. Total, seguro que algo improvisado va mejor que algo que Monita y sus secuaces pensaron por horas, días… tal vez meses. Y el público no tiene la menor idea de quién es Monita indocumentada, si la utilera de Ferro o el ser que estuvo toda la noche escribiendo esa escena que hoy lo hizo llorar, recordar, reír. Quien debía invitarla a la fiesta de presentación del programa que escribió, se olvidó. El actor nunca supo su nombre. No puede ser, pero si estuvo los últimos seis meses de su vida comiendo con la computadora, bañándose con los personajes, soñando escenas, haciendo pipí con el celular para no dejar de hablar con su compañero de equipo. Nop, tampoco saben quién es. Y a la hora de la foto y la prensa allí está, con la Coca cola otra vez en la mano, el culo gordo y sin raya -que un día de estos va a ejercitar-, viéndolo por TV. Su amada TV. Y los actores cuentan cómo es el personaje, y el director, y todos, todas y todes los que participaron, menos Monita que está en su casa pensando: vaya, qué raro, tenía la idea loca de que todo eso se me había ocurrido a mí.

Es sabido que en general el guionista no tiene tanto poder de decisión. Nos lo recuerda el viejo chiste de Hollywood: “Era una actriz tan tonta tan tonta que se acostó con el guionista para obtener el papel”. Pero hubo excepciones, como las mencionadas, y hoy aparece una luz de esperanza al final del túnel con la camiseta del showrunner en la espalda de un escritor. Una persona con la visión de una obra completa en su cabeza, nutriéndose de un equipo, por supuesto, pero evitando esos híbridos resultantes de atender a decenas de voces: “lo que haría yo, para mí, esto que vi, poné, sacá, revolvé, desarmá, rearmá… uf.” Como dijo una vez una colega: ¡escríbilo vos si tan claro lo tenés!

«No creas nada de lo que oigas y ni la mitad de lo que veas». (Tony Soprano, Los Soprano)

Todo esto te ubica en tu lugar, en tu palmera, en tu pequeño Pony dentro del mundo de la televisión. Mundo con sus propias reglas, donde también hay que aprender a distinguir qué es verdad y qué no lo es. Si te dicen que te van a volver a contactar, lo más probable es que no lo vayan a hacer. Si en un par de días no tenés respuesta -aún cuando te dijeron que era un hecho- es un no. Hasta que no firmás el contrato, nada es real. Si te llegan a invitar a la fiesta recordá: el guionista en la foto no sale, de modo que no gastes tanto en emperifollarte. Y no queda bien que te vistas de más. Pero ojo que tampoco podés ser el tío croto de la reunión, solo el que tiene mucho poder y dinero puede ir con una remerita negra y converse así nomás. Atenti al champagne gratis, a la segunda copa pisá el freno. Papelones y hablar de más solo para las stars. Si la actriz te dice que te quiere, no es cierto, apenas te acaba de conocer, solo es su forma general de hablar con todes. Y si un actor te habla más de la cuenta es porque quiere más letra, en breve te dirá: yo creo que mi personaje no… Ahí corré!

La TV puede ser como una montaña rusa de emociones y de éxito, estás en lo más alto y en dos segundos abajo otra vez. El secreto es no creérselo, ni arriba ni abajo. Nada es tan bueno ni tan malo. Ni sos el mejor guionista del mundo… ni tampoco el peor.

«La generosidad también es una forma de poder» (Frank Underwood, House of Cards)

09.00 hs Monita indocumentada va a la casa de un autor. Comienzan a trabajar.

09.45 hs. Jefe supremo de la galaxia llama a Monita para decirle: no digas que soy yo, pero andate con una excusa, te vamos a poner con otro autor.

10.15 hs. Monita, abochornada por la mentira, sube al colectivo para ir a la oficina de jefe supremo.

11.00 hs. Monita es recibida por jefe en bata amarilla, acaba de quedarse sin empleada, aún no se aseó ni se peinó y se le ocurre pedirle a Monita que le haga las tostadas mientras se va a duchar. Total, somos amigos a esta altura, ¿o no?

11.20 hs. Monita duda si hacerle el desayuno a jefe supremo de la galaxia o tirarse por la ventana del piso 16.

Pues no, no son amigos con Monita y nunca lo van a ser. Y no es tu empleada full time ni con cama adentro. Ni está a tu disposición, ni para hacerte las tostadas ni para que la lleves a comer ni para escribirte dos paginitas de una idea loca que se le ocurrió a tu primo y que seguro la va a romper (sí, cómo no). La contrataron por capítulo y eso es todo lo que le van a pagar. Ah, ¿tampoco le van a pagar el capítulo? Pero sí ya lo escribió… pero sí dijeron que… pero… Cierto, todavía no firmó el contrato porque el contador estaba quién sabe dónde y mucha plata no hay.

Hace años los canales tenían a los guionistas contratados fijos, a disposición. Desde hace unas dos décadas, cuando los canales entraron en declive y dejaron de producir para comprarle a las productoras independientes, también cambió el modo de contratación y la relación laboral. Nuevos nombres asomando al mundo del espectáculo con impronta de empresa familiar, y ese trato informal y canchero que muchas veces mezcla y confunde los tantos. Y en lugar de pagarte por tu trabajo creen, y te quieren hacer creer, que te hacen un favor al dejarte trabajar y darte una oportunidad. Favor que por supuesto un día vas a tener que devolver.

Son jefes benevolentes que te pagan lo mínimo posible porque están mal de dinero, y el negocio no rinde como esperaban, y te cuentan sus penurias económicas mientras vos esperás saber cuándo vas a cobrar para poder pagar tu alquiler. Pero como el armado del proyecto no lo pueden pagar, son tan generosos que te adelantan dinero… Y un día, sin darte cuenta cómo llegaste ahí, estás en deuda con tu “patrón”. Y encima le vas a reclamar dinero, pero si vos no sos nadie, ¿cuánto querés ganar? Además de que te pago y te doy la chance (¡aún no me pagaste Raúl!). Soy yo el que te da de comer… ¿qué más querés? Y acá arrancamos otra vez con el los voy a poner a juntar pis… que se bajen del pony y bla bla bla.

Poco a poco este tipo de relaciones se van terminando. Monita y sus secuaces se están juntando con otros secuaces más para entender que no se trabaja sin contrato previo. Que el contrato debería verlo un abogado y siempre algo hay que rever o discutir. Que el abogado de Argentores está a disposición para revisar y negociar cada contrato que firme un socio de la entidad. Que los capítulos tienen un valor local y otro en el exterior. Que, lamentablemente, afuera pagan mucho más. Que hay algunos representantes o agentes que se ocupan de mover a los autores y pelear por ellos, de modo que solo tengan que ocuparse de la parte creativa de la cuestión. Y que, sin duda, es necesario mejorar las condiciones de trabajo y de contratación.

«Os habéis esforzado y ¿para qué? Para nada. Moraleja: No os esforcéis más». (Homero Simpson)

Imaginen que van a la oficina y al cerrar el día de trabajo aparecen revisores de lo que han hecho, cada día, cuánto fue, cómo fue, nos gustó o no nos gustó. Ok, tal vez algunos jefes lo hagan. Imaginen que son muchos, a veces gente que sabe lo que quiere, a veces gente que no, a veces gente formada, que sabe de lo que habla… a veces no. Feed back por aquí, feed back por allá y a reescribir. A veces para mejor, enriqueciendo el trabajo. A veces no. Monita cuenta, en voz baja, que ha llegado a reescribir escenas porque no le gustaron a la ex esposa del productor. También ha recibido críticas y sugerencias sobre su trabajo de su tía Alicia y de la vecina del 2C.

Escribir para televisión puede ser maravilloso, pero también una tarea ardua, desgastante, muchas veces sin reconocimiento, a veces con maltratos y con miedo constante a la inestabilidad laboral. A lo largo de los años este estrés nos chupa el deseo, nos quita las ganas de escribir. Cuántos colegas hemos visto que se han retirado a hacer bricolaje, a vivir en armonía con la naturaleza o pusieron un restó. Otros, tristemente, la pasaron muy mal. Parte del curtirse en este oficio implica aprender que no se puede congeniar con todos. Parte de tu ego grande de escritor debe saber que no le vas a gustar a todos. Hay que aprender a soportar los golpes, pero también a valorarse. Quizás no era el lugar para vos, ni el equipo, ni el proyecto. Bolsito y a casa, y a seguir buscando el camino personal.

El desafío, según Monita, es seguir haciéndolo bien, ser mi mejor versión. Hacer que valga la pena. Porque siempre hay alguien otro del otro lado de la pantalla y algo va a llegar. Es como pasar de la cita de Homero a la de Walter White:

«Lo hice por mí. Me gustaba. Era bueno haciéndolo y de verdad… me sentía vivo». (Walter White, Breaking Bad)

Sin pasarse al lado oscuro de la fuerza ni cometer delitos, je.

William Goldmam (ganador de dos Oscars), cuenta en Las aventuras de un guionista en Hollywood las mil y una peripecias que ha vivido en su carrera de escritor. Entre ellas relata cómo lo terminaron por dejar afuera a la hora de llevar al cine uno de sus guiones, un proyecto sumamente personal. De manera que no es algo propio de la TV local, son modos ligados al oficio, usos y costumbres en una industria que es un negocio, y allí es donde el escritor/autor/guionista debe aprender a sobrevivir, sin perder el alma, pero sin entregar tampoco su vida y su dignidad.

Tina Fey, actriz, comediante, guionista y productora

Para cerrar un consejito de Tina Fey que Monita tiene pegado con un post it en su pizarrón: (por cierto, ¡es más fácil encontrar una aguja en un pajar que una cita de una mujer!)

“En la mayoría de los casos, ser un buen jefe significa contratar gente talentosa y dejarles el camino libre”. (Tina Fey, actriz, comediante, guionista y productora)

Laura Barneix

A medio siglo de un fenómeno popular

Alberto Migré, creador del legendario ciclo, y sus protagonistas

Hace cincuenta años dio comienzo la emisión de Rolando Rivas, taxista, telenovela argentina de infrecuente impacto popular, estético y conceptual, que fue protagonizada por Claudio García Satur, Soledad Silveyra y Nora Cárpena y creada por el inolvidable autor televisivo y radial Alberto Migré (Felipe Alberto Milletari, nacido en Buenos Aires el 12 de septiembre de 1931, fallecido el 10 de marzo de 2006), ex presidente de Argentores y un permanente defensor de los derechos autorales.

Emitida por Canal 13 en forma semanal los martes a las 22, fue, en opinión de casi todos los analistas, la telenovela más exitosa e influyente de la historia de la televisión argentina, logrando, y con creces, trascender a su propio género. El primer capítulo se emitió el 7 de marzo de 1972 y el último el 27 de diciembre de 1973. La historia de amor entre el taxista sencillo y la joven de clase alta Mónica Helguera Paz, atrajo la atención de millones de espectadores argentinos, alcanzando los ¡40 puntos! –algo casi impensado en la actualidad- en cada capítulo.

En ese tiempo, las revistas semanales de actualidad solían mostrar a las ciudades argentinas semivacías los martes por la noche, dada la masividad del envío. Algunas de sus características salientes: por primera vez los hombres formaban parte del público fiel de una telenovela, su eficaz reflejo del universo barrial porteño en general y de los taxistas en particular, su entramado ficcional sostenido en relaciones familiares realistas, de la mano de un lenguaje llano, realista, coloquial, como nunca había sucedido antes. Además, en la historia se colaban inéditas referencias a la realidad social y política que la Argentina vivía a comienzos de los años setenta.

Soledad Silveyra y Claudio García Satur, protagonistas de «Rolando Rivas, taxista»

Años más tarde, Migré explicaría así algunas de las secretas fortalezas de aquel éxito: “El 70% de la novela pasaba en la calle. Fue una revolución. Además, no había cámaras para realizar tomas exteriores de televisión. Se filmaba con cámaras de cine. Muy al final de Rolando Rivas se hicieron exteriores con las primeras cámaras de televisión que fueron llegando, que eran muy pesadas y costaban mucho. Incluso todo lo del taxi era Proyecting. No era la calle como pensaba la gente. Tenía un chroma key. Como en esa época todavía no había televisión en color, pasaba inadvertido. Cuando empezó el programa, el teleteatro estaba pasando un momento trágico. Como el radioteatro. Entonces yo fui al Canal 13 y comenté que tenía esta idea. Me dejaban hacer Rolando Rivas si yo hacía una tira. La tira duró cuatro meses y la telenovela duró cerca de dos años. Era un programa semanal, los martes y duraba dos horas al aire. Hubo una cosa muy especial y es que el teleteatro como el radioteatro se había convertido en un híbrido, porque se hablaba un poco de tú para poder exportar y todas las situaciones ocurrían en lugares que no eran nuestros. No ocurría en el café de la esquina ni en la calle de acá la vuelta. Y con Rolando uno vuelve al barrio, vuelve a lo que hizo Suar con Gasoleros veinticinco años después. Entonces la gente se sentía tan reflejada… Fue algo maravilloso.”

Rolando Rivas generó tal suceso que tuvo su versión cinematográfica en 1974 y posteriores telenovelas basadas en el nudo de su historia: en 1988, Ella contra mí, protagonizada por Gustavo Garzón y Carolina Papaleo y la segunda temporada fue protagonizada por Gustavo Garzón y Liliana Weimer. Amigo personal y colega de Migré, el autor Víctor Agú, conoce como pocos la obra global del creador de Rolando Rivas taxista y es una persona idónea para, a cincuenta años de aquel bombazo, reflexionar puntualmente con Florencio sobre aquella ficción que ha logrado permanecer en el imaginario general, casi como ninguna otra telenovela.

Guion del primer programa de «Rolando Rivas, taxista»

¿En retrospectiva, cuál fue en tu opinión, el valor central del programa, la diferencia que lo ha hecho quedar en la historia, acaso, como la ficción más influyente en la historia de los 70 años de nuestra televisión?

Desde mi mirada, lo que hizo que Rolando Rivas, taxista se convirtiera en la ficción más gravitante de los 70 años de televisión argentina fue una sumatoria de aportes creativos, comenzando por el contenido de la obra que hizo hincapié en nuestra identidad. La pintura del barrio con sus colores y olores. A eso sumaría una serie de temáticas novedosas y bien planteadas, como la desaparición y muerte de Quique, el hermano de Rolando, militante de un movimiento nacional, popular y antimperialista. La barra de amigos en el café. La familia. El valor de la amistad. El lenguaje coloquial. Realista. La historia de amor tan bien contada como la contó Alberto: ese pibe de barrio, laburante, peronista, enamorado de una chiquilina oligarca. Esos dos mundos, el de la clase media y el de la clase alta. También la lucha de los taxistas por sus derechos. El sindicato de taxistas. Y temáticas fuertes como la que incorpora en la segunda temporada, cuando entra el personaje de Natalia Riglos Arana, que interpretó Nora Cárpena y salía de la historia la primera heroína interpretada por Soledad Silveyra. Migré, lejos de matar a la heroína, lo que la hubiera convertido en víctima e impedido la aceptación de la segunda heroína, hizo lo que hoy se conoce como focus group: preguntó en el barrio, a vecinos de diferentes edades y profesiones, qué es lo que no les gustaría que le hiciera Mónica a Rolando. La mayoría contestó que lo peor sería que quedara embarazada y no quisiera tener ese hijo o no se lo cuente a Rolando. Entonces Migré no duda en escribir que quede embarazada. Pero Mónica no desea ese hijo. No se cuida haciendo reposo como se lo recomiendan los profesionales y se arroja a una piscina, nada incansablemente y pierde al hijo. Esto es lo que me contó Alberto que había escrito. Yo no recuerdo la escena. Otros cuentan que Mónica abortó sin consensuarlo con Rolando. De todos modos, logró el objetivo de que la gente no tolerara lo que hizo. Mónica después de esto se va de viaje y abandona a Rolando. Entra Natalia Riglos Arana, a la que le dicen “Tía Vinagre”. Una heroína muy particular para la época. Mujer de familia burguesa, que se fue a militar con su marido guerrillero, El Ñato Córdoba, a las Sierras Bolivianas. Tiene un hijo con él. El marido muere en combate y ella, cuya familia no aceptó nunca su decisión de vida, se va a vivir, alquilando una pieza, frente a la casa de Rolando, que es la casa de don Félix (Antuco Telesca), el padre de Teresa (Mabel Landó), quién fuera la novia del barrio del Rolo. Estamos hablando de los 70. Una heroína aborta. Otra es viuda de un guerrillero y heroína que es madre, cuando en general eran vírgenes. Otro de los grandes aportes para que se convirtiera en novela icónica fueron los personajes que subían al taxi, entre ellos Nélida Lobato, Aníbal Troilo, D´Arienzo y el mismo Migré en el último capítulo. A estos contenidos debemos sumar un elenco destacado. Actores talentosísimos, que dieron vida con profundidad a esos personajes. En los roles protagónicos fue un gran trabajo de Claudio y Solita y de Nora a posteriori. En las dos temporadas las parejas generaron empatía. Un equipo de producción inteligente y eficaz, conducido por Diana Álvarez en la primera temporada. No sé quién estuvo al frente en la segunda temporada. Iluminación de excelencia. Y cámaras muy solventes. El vestuario era perfecto y todos estaban muy bien maquillados. La música: otro punto a destacar es el tango de Picky Taboada que cantaba Carlos Paiva. La balada de Juan Marcelo. Creo que había un tema de Tony Vilar, también. Después usaba Juegos Prohibidos por la orquesta de Frank Pourcel. Y música clásica, que siempre ponía Migré. La dirección de Roberto Denis, uno de los grandes directores de nuestra televisión, le dio ese toque mágico a los planos. Denis contó esta historia maravillosamente bien. Además, en los diferentes capítulos, Migré recomendaba obras de teatro que estaban en cartel, películas, libros. Los personajes hablaban de situaciones actuales, hechos políticos, deportivos, policiales. A propósito de Quique, el hermano de Rolando que asesinaron, cuando empieza la segunda temporada, Rolo va a entrar a la casa y escucha un grito de Natalia (la nueva heroína) llamando a su hijo: ¡Quiqueeeeeee! El Rolo gira impactado. Y esa es la primera vez que el galán y la heroína se miran. Y, por último, entre tantos aportes que hubo para conseguir el éxito, destaco que por primera vez se sacaron las cámaras a la calle para hacer exteriores en una telenovela.

El autor Víctor Agú, amigo personal y colega de Alberto Migré

¿Migré tenía plena conciencia de lo que estaba creando, de lo que cambiaba con este programa, de lo que estaba aportando con el ciclo a la ficción nacional o sólo consideraba un éxito más en su carrera?

Rolando Rivas no fue un éxito hasta después del tercer mes de emisión, pero Migré seguía apostando al ciclo convencido que lo sería. Es más, pidió que sólo le pagaran los aranceles de Argentores, pero no el contrato y que ese dinero se utilizara para la producción, pero que no levantaran el ciclo. Primero le llevó la idea a Alejandro Romay, indiscutido hacedor de éxitos. Y don Alejandro le dijo, ¡pero qué locura!, cómo se le ocurre pensar que un hombre manejando un taxi va a ser un éxito. ¡No se puede hacer una novela adentro de un taxi! Una tarde, Migré y Satur salían de Radio Nacional y un tachero, por Maipú y Lavalle le grita: ¡Chau Rolo! Migré le dice a Satur: ¡va a ser un éxito. Démosle un tiempito y esta novela es un éxito. Estaba convencido de que el público iba a quedar cautivado con la historia.

Examinemos un capítulo: ¿cuántas páginas tenía, cómo eran sus indicaciones al director y a los actores, con cuánta antelación entregaba el material, tenía previamente la gran historia en su cabeza o la iba modificando a medida que se iba emitiendo?

La cantidad de páginas por capítulo variaban acorde a las escenas, con más o menos tempos. Promedio: 45 a 50 páginas oficio. Cinco cortes comerciales marcados por el autor. Si se pasaba de tiempo, no había problema. No le cortaban texto. El primer capítulo tiene 53 páginas, 7 de ellas –reitero: páginas tamaño oficio- son un monólogo de Claudio García Satur. En ese primer capítulo actúa Marcelo Marcote, que luego hará otro personaje en la segunda temporada, como Quique, el hijo de Natalia Riglos Arana (Nora Cárpena). Migré terminaba de ver el capítulo al aire, hablaba por teléfono hasta la madrugada con sus amigos, con actores, con el director. Luego se preparaba unos mates y empezaba a escribir el próximo, el capítulo que se iba a grabar días después. Tenía en su cabeza la idea general de la novela, pero iba armando cada capítulo acorde a lo que veía en el anterior, a lo que le daba uno u otro actor, a lo que escuchaba que le gustaba más a la gente. Nunca trabajó con escaletas. De pronto una trama pequeña se convertía en una subtrama muy interesante y de larga continuidad. Igual ocurría con los personajes. A veces un actor iba a hacer un capítulo y terminaba haciendo 10 o 20. O era contratado por el canal. Además, trabajaba, especialmente en esta novela, con la actualidad. Migré nunca entregó los libros con tiempo. Un par de novelas se grabaron con libros recibidos en el día. Incluso llegó a mandar el segundo bloque mientras grababan el primero. El tercero lo recibían cuando terminaban de grabar el segundo… y así. Su letra no era fácil de estudiar para los actores, pero tenía una música y una poesía deliciosas. Y acotaciones muy precisas que en algunos casos tienen más de una página, dónde sólo hay descripción de planos, de escenografía, utilería, vestuario y después comienza el diálogo. En otros casos, hay extensas y claras indicaciones a los actores. Tomé una fortuitamente y en un texto de media página que dice el personaje de Rolando, le pide a Satur: 1) Hablale a ese frente de la casa como a una persona; 2) Ahora decí esta línea algo forzado; 3) Luego le pide que lo diga: En disimulo; 4) Después: Ligá rápido como contestando a lo anterior, pero siempre nublado de emoción; 5) Vacilá antes de decirlo; 6) Carraspeá a boca cerrada; 7) Sonríe estúpidamente; 8) Sonríe corto; 9) Risita nerviosa, más larga, 9) ¡De pronto, observa!, 9) Más alto. Todo esto a la derecha junto al diálogo. Y a la izquierda le escribe media página sobre cómo debe mirar, cuándo se debe tocar el pelo y de qué manera: le pide “de nuca a cuello, como si quisiera darse vuelta y no se atreviera, pero lo hace por fin y se enfrenta a lo que ve”. También le pide que se calle con cierta vergüenza, que sonría aturdido, que achique los ojos, después le pide que los abra como descubriendo peligro. Le pide al director, todo esto en la misma escena, que haga “avanzar lentón al actor, como hacia una madre o una novia con la que no se ve desde hace mucho tiempo hasta que de pronto la emoción lo precipita a un abrazo inexplicable, raro, con palmoteo. Es la ridícula y extraña sensación que resuelve un hombre abrazando una casa” (SIC). Todo en media página. Y claro, decir la letra.

Hay coincidencia en que un secreto del éxito fue el haber provocado que multitud de hombres se acercara por primera vez a una telenovela. ¿Cuál fue la razón?

Los hombres veían la novela por la barra, el barrio, los personajes invitados. Y porque la historia era fantástica. Las subtramas cautivaban tanto como el eje. Además, la novela tenía como título el nombre de un hombre, lo que ya había sucedido con Nino, protagonizada por Enzo Viena, que también fue mirada por muchos hombres. Ya desde el comienzo de la novela, cuando Claudio les habla a distintas clases de público, entre ellos se dirige a los hombres. La parada de taxi que muestra cuando empieza el capítulo, es aparentemente un mundo de hombres. Luego sorprende al incorporar a Magoya (Beba Bidart) y a Felisa (Elsa Piuselli). También fue audaz para la época mostrar taxistas mujeres. Luego Satur mira a cámara y le pide a una nena que no cambie de canal. Le dice: “pará un cachito. Dame tiempo. Esto te puede gustar”. Luego le habla a una abuela y le dice que se suba a sus cuatro ruedas que le dé la oportunidad de llevarla a pasear como a una novia. Y después le habla a las madres y después a los padres, al hombre. Le dice: *Hola viejo (SONRÍE) No ”enchinche”. Viejo así…cariñosamente. Viejo como quién dice: padre. (UNA NOTA LE VIBRA ADENTRO DE ÉL) ¿Sabe?…yo… padre no digo hace tiempo…un rato largo….y.. cuando no lo dije más era así (SEÑA CON LA MANO DE ALTURA DE UN NIÑO) imagínese. Será por esta cuestión que me va a importar mucho también su compañía, su ternura, su “amistá”: (SONRÍE ALEGRE) Así me gusta, se puso el pijama. Y después le pide que no bostece… “Aquí le habla al hombre. Lo invita a ver una novela en familia. Después se dirige a los pibes y pibas de 20 años y los invita a quedarse en la casa y verlo. Les cuenta que no tiene la pinta de Delon ni la labia de Fernando Bravo, pero les dice que tal vez les resulte pintoresco o simpático. Así que les pide que se queden a mirarlo. Habla de su cicatriz, de su diente encimado, de una peca en la espalda y un lunar en el codo. Y la música también le habla a los hombres y Rolo lo dice de entrada: “vos no sabés muchacho lo que se juna guiando un tacho”. Cuando apela al padre, es cuando creo que los hombres empiezan a ver Rolando Rivas.

Sin dudas que la química entre los protagonistas ayudó al éxito. ¿Fue Migré el que eligió a la pareja Satur-Silveyra?

Migré eligió primero a otra pareja. Luego se decidió por Claudio García Satur, con quién se reunía para charlar largas horas sobre la trama, antes de que tuvieran la certeza de hacer la novela. A Solita la eligió el Canal. Migré primero se resistió porque le parecía demasiado joven. Terminó aceptando la propuesta del canal. Y quedó fascinado con el trabajo de Soledad, que sin dudarlo fue impecable. De hecho, la química entre Soledad y Claudio fue fundamental para construir el éxito. Del mismo modo la pareja de Claudio con Nora, también sumamente empática.

«La química entre Soledad y Claudio fue fundamental para construir el éxito», asegura Agú

¿Qué opinión personal tenía Migré de su labor creativa en este programa, en relación con otras ficciones suyas de gran éxito, anteriores y posteriores?

Migré no consideró nunca a Rolando Rivas, taxista como la mejor novela que escribió. Me contaba que cuando terminó el primer capítulo, sonó el teléfono. Era Nené Cascallar. Nené le dijo: “Usted acaba de revolucionar la telenovela argentina. Rolando Rivas es un antes y un después en la televisión. Usted la va a recordar como la mejor novela que escribió”. Sin embargo, a él le gustó mucho Dos a quererse y Piel naranja. Amaba esas dos novelas. También hablaba con mucho amor de Pobre diabla, novela de la que aún hoy se transmiten versiones por el mundo. De todos modos, terminó reconociendo tiempo después del llamado de Cascallar, que sí, que había revolucionado incluso la manera de contar sobre todo por la presencia de la calle y la realidad atravesando la ficción.

Ahora, 50 años, más tarde, ¿cómo percibís el hecho estético de Rolando Rivas?

Hoy se cuenta de otra manera. Las escenas son más breves. El ritmo es diferente y ni hablar el lenguaje. Pero la relación con lo cotidiano en muchas telenovelas sigue estando presente. La estética de Rolando Rivas, taxista, sobre todo teniendo en cuenta la época, fue maravillosa. Hoy se cuenta con más posibilidades técnicas, más juegos de cámaras, otras herramientas para la edición.

Te pregunto sobre tu visión como espectador. En aquellos 1972 y 1973, ¿veías el programa?

Yo vivía en un pueblo. Era un chico. En mi casa no había televisión. Veía Rolando Rivas en la casa de mi abuela, donde la imagen por momentos se perdía y sólo se escuchaba. La novela, pese a ser un pibe, me estremecía. Era en blanco y negro y yo veía colores. Olía al barrio, a las milanesas de Noemí (María Elena Sagrera). Sentía que del televisor salía olor. En el primer capítulo creo que fue, que un hombre pasa y le da la mano a Satur y yo pensé: qué bueno, se puede tocar a los personajes. Después supe por Migré qué hacía eso, como la caricia de una mujer a la espalda de Arnaldo André, para que el televidente sintiera que los podía tocar, que eran de carne y hueso. La novela me despertó fantasías. Empecé a armar historias. También me disparó la idea de ser actor y de escribir melodrama. Le escribí a Migré a Canal 13. Le expresaba mi admiración y le decía que pese a la situación económica de mi familia y a vivir en Hersilia, en la provincia de Santa Fe, un pueblo tan distante de Buenos Aires, algún día iba a visitar la gran ciudad y lo iba a encontrar para agradecerle por tanta emoción. Migré guardó esa carta. Le sorprendió la manera en que estaba redactada. La leímos cuando hicimos el primer programa que escribimos en coautoría para la Argentina.

Leonardo Coire


De Migré a Rolando

Tres décadas más tarde de aquel fenomenal éxito, Migré escribió una sentida “carta” destinada a su gran creación ficcional: el personaje del taxista Rolando Rivas. Aquí reproducimos su texto original:

Carta de Migré a Rolando

Querido amigo: Han pasado 30 años desde que dejamos de “tratarnos”.

Cómo se pianta la vida. A veces me parece que fue ayer, otras un siglo. Te rescata del olvido el afecto de las gentes para las que fuiste un ídolo. Me preguntaron por vos como por alguien de sus familias. ¿Estarías hoy en Plaza de Mayo cantando con bronca y fervor las estrofas del Himno en un acto piquetero? ¿O enfrentando a un grupo que en señal de protesta le cerró el paso a tu taxi perjudicando tu trabajo? ¿Seguirás manejando un taxi? ¿Convivirás con tu segunda mujer, Natalia? ¿Hubo otro hijo además del Quique al que adoptaste como propio? Cuántos interrogantes. ¿Qué fue de tu hermana Noemí? ¿Del Juanjo y la Nené? ¿Qué de la simpática barra del café de Boedo y San Juan con Magoya como capitana y Cortito como mascota?

¿En 30 años habrás cambiado de convicciones, proyectos? ¿Ideales? Fuiste un tipo derecho. Bueno a carta cabal, generoso, simpático, solidario.

“Un chabón poco frecuente” te definirían hoy.

Yo sigo opinando: un mirlo blanco.

Seguramente en aquél diciembre del 73 cuando se jugó tu suerte en la ficción y te fuiste rumbo al último viaje, Satur y yo cometimos un error al decidir retirar de la circulación tu taxi. Temimos que el público se cansara de tus historias cotidianas, simples, de tus altibajos emocionales, de tus andanzas laborales y personales. Preferimos que se te extrañara a que colmaras la paciencia del teleespectador.

Y nos equivocamos, porque la vida se repite siempre, aunque las circunstancias parezcan distintas. Y FUNDAMENTALMENTE porque un éxito no se mata.

Hoy con el pelo blanco, acaso a punto de jubilarte, hoy con otro fracaso sentimental a cuestas, con tus aciertos y virtudes seguirías siendo un prototipo de este atormentado Bs. As. O bien pudo ocurrir que esta ciudad, rota en pedazos, quebrara tu vida en un viaje. Un asalto. Un tiro. Eliminar al personaje para que el continuador de la historia fuese un hijo de aquél Rolando y aquélla Natalia que heredaron el taxi.

Vanidosamente se me ocurre que el tuyo es un laburo apasionante, un cabal espejo de las vivencias del país, un argumento rico, interminable, cuyos vericuetos no tienen por qué perder vigencia.

¿Pero, para qué hablar? de lo que no fue! Tu ausencia agigantó el recuerdo, te hizo mejor de lo que fuiste. Que se te extrañe y me lo repitan a diario demuestra que saber poner punto final A TIEMPO también es una virtud. No me siento capaz de explicar un éxito, sigue pareciéndome un imponderable, un misterio que trasciende a un buen libro, una buena realización e interpretaciones notables. No estaría mal, hoy, encontrar a un cómplice para el desafío de resucitar hechos y palabras capaces de entretener, conmover, atrapar como supiste hacerlo junto a tu grupo familiar y tus amigos. El público celebra siempre ser partícipe de una historia creíble como lo fue “tu” historia.

Estés donde estés, cualquiera haya sido tu destino, recibí un abrazo entrañable, Rolando Rivas (taxista,) de tu incondicional amigo.

Alberto Migré


El autor, en pocas palabras

Alberto Migré fue autor y productor de varias de las telenovelas y radioteatros más exitosos del medio. Fue el hijo mimado de una familia de piamonteses. Alberto pasó una infancia agradable, rodeado de libros de historia y filosofía, -una pasión de su madre-, y bajo la influencia emprendedora de su padre, quienes le dieron una educación adecuada la cual le fue muy útil al momento de iniciar su vida profesional. Al comienzo de su carrera literaria, por aviso de sus colegas y mentores, decidió cambiar su nombre de nacimiento “Felipe Alberto Milletari Miagro” y adoptar el seudónimo de “Alberto Migré” adoptando su segundo nombre y un derivado piamontés del apellido de su madre “Miagro”. Comenzó su carrera en radio, donde intervino en numerosos y exitosos radioteatros; debutó como autor a los 15 años de edad, con una obra en Radio Libertad interpretada por Chela Ruiz y Horacio Delfino. Seguiría activo en este medio hasta su muerte. Cobró enorme popularidad en los años sesenta, con otros consagrados autores del género teleteatral como Abel Santa Cruz, Nené Cascallar y Alma Bressan. Entre los mayores éxitos de su carrera (más de 700 libretos) se destacaron, además de los mencionados Rolando Rivas, taxista y Pobre diabla, Piel naranja o Una voz en el teléfono. Durante sus últimos años Migré fue presidente de Argentores. En 2001 fue nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. A los 74 años falleció de un paro cardíaco mientras dormía, en Buenos Aires.

¿Una nueva dimensión para las ficciones?

Mark Zuckerberg, creador de Facebook y dueño de Instagram, WhatsApp y Oculus

Mucho se ha hablado en estos meses sobre este tema luego que Mark Zuckerberg, creador de Facebook y dueño de Instagram, WhatsApp y Oculus, anunciara su nueva unidad de negocios que, según él, reemplazaría a las plataformas y redes existentes. Tal es así que sus productos los rebautizará con el nombre de “META”. Pues bien, vamos hablar de qué se trata todo esto y qué importancia tiene para los creadores de contenido.

¿Qué es el Metaverso? Recuerdo que en mis clases de guion y narrativa en Argentores, desde hace varios años ya, hablaba del Metaverso (de hecho, este tema esta incluso en el libro Enjoy sobre diseño y guion de videojuegos que escribimos junto a Roberto De Matteo allá por 2015). Sí, ¡fuimos precursores en el tema! Conceptualmente no es algo nuevo, pero sí es algo que está siendo lanzado, renovado y mejorado; ya que la tecnología avanza sin detenerse y esto ahora se empieza a tomar como una herramienta más cercana y cotidiana.

EL CONCEPTO

Al concepto Metaverso se lo conocía en el ambiente de las aplicaciones multimedia y videojuegos como universo ICP, siglas que significan Interacción, Corporeidad y Persistencia. Entiendo que se preguntarán: ¿y esto qué significa? Paso a explicar: Interacción porque en ese universo se interactúa en diferentes niveles, hay una experiencia que va más allá de la mera observación. Corporeidad, porque uno está sumergido dentro de un ambiente con leyes físicas realistas, y persistencia, porque es un mundo conectado en forma continua, que “persiste” aunque nosotros no estemos conectados. Es decir, uno ingresa a ese nueva “dimensión” que funciona las 24 horas (como los videojuegos en línea).

Ramiro San Honorio dictando clases en Argentores

Este universo IPC estaba compuesto por distintos mundos (mundos espejos, virtuales, aumentados, etc.), vinculados a la tecnología multimedia como realidad virtual, aumentada, mixta, inteligencia artificial, y los life logins (datos de la realidad procesador por AI y diversos softwares). Es decir, un universo vinculado a la tecnología inmersiva (virtual) e interactiva. En simples palabras, el Metaverso se puede definir como un medio tridimensional (por ahora animado en 3D), donde las personas interactúan social y económicamente como avatares (personajes con identidad digital) en un ciberespacio, que actúa como una metáfora del mundo real, pero sin sus limitaciones físicas o económicas.

Este último punto es importante, porque el primer paso que se está dando es en la comercialización de “lugares virtuales” y de “mercado financiero en criptomonedas” (Criptos y Blockchain). El mercado de las criptomonedas encajan perfectamente en este universo. Permite crear una economía digital con diferentes tipos de tokens de utilidad y coleccionables virtuales (NFT) que también están de moda.

El concepto “metaverso” fue acuñado por el autor estadounidense Neal Stephenson, en su novela Snow Crash (1992), donde describe un espacio virtual colectivo compatible y convergente con la “realidad real”. El metaverso de Stephenson se despliega como un entorno urbano desarrollado a lo largo de una única carretera que rodea un planeta. Los usuarios acceden a través de gafas en terminales personales o públicas, y aparecen como avatares, que recorren el planeta a pie o en vehículo. Para comprender mejor este universo, pueden indagar sobre una plataforma interactiva precursora del metaverso como “Second Life”, una plataforma social en línea desarrollada por Linden Lab hace casi dos décadas, en la cual las personas creaban representaciones digitales de ellos mismos para socializar con otros. En este espacio virtual, los usuarios podían comprar y construir propiedades para enriquecer su vida virtual.

EL MUNDO VITUAL

En la revista Florencio, ya abarcamos en varias oportunidades el tema de los guiones interactivos, la realidad virtual, mixta y aumentada. Todo esto orbita y vive en este ámbito del Metaverso. Recordemos que la narrativa interactiva rompe los paradigmas de la narrativa clásica, e incluso varios teóricos, afirman que hay nuevos parámetros estructurales. Y en cierto modo, eso es así, ya que el punto de vista ya no es de un protagonista, sino que el usuario/espectador se convierte en ese protagonista y de hecho la interacción hace que intervengan muchos usuarios dentro de una misma experiencia con distintos enfoques y tramas a elegir.

Quienes experimentan películas o series en la realidad virtual o ficciones en realidad aumentada entenderán el nivel de interactividad que señalo.

ALCANCES DEL «META»

Hoy el metaverso propone o mejor dicho coloca su foco en dos principales campos: la publicidad y el ambiente laboral. ¿Cómo es esto? El primer paso que se está dando en este entorno virtual es el de ofrecer lugares virtuales para reuniones y ambientes de trabajo. Es decir, ya no asistir a una oficina real sino asistir a una oficina virtual, o un espacio que funcione como tal. La pandemia no fue ajena a este proceso, diríamos, como ya también abordamos el tema, el virus aceleró muchos procesos tecnológicos y hábitos sociales en relación a estos.

Daré un ejemplo: yo podría ser el propietario de un castillo medieval en una pradera llena de cultivos florales, y con mi avatar invitar al resto de los colegas, avatares conectados a recorrer el lugar, sentarnos en un parque en un día soleado y comenzar una reunión laboral de forma online. ¿Pero eso es tipo reuniones conectadas por zoom, meets o teams? No, lejos de serlo. Porque aquí la experiencia es 100% virtual e inmersiva, con un alto grado de interacción. Se busca “la experiencia” de estar en ese universo y de crear “universos propios”. Un detalle a tener en cuenta son los procesos creativos y de diseño. Tanto de avatares y lugares son otra de las herramientas interactivas.  Cada usuario se conecta también a crear y elegir su mundo ideal, sin límites.

En el tema publicidad, fueron las marcas las primeras en avanzar sobre el Metaverso. Al igual que en el filme “Ready Player One” escrita por Ernest Cline y luego película adaptada por Steven Spielberg, el mundo abre un portal a la virtualidad de manera tal que la realidad y lo virtual se conectan para generar un vínculo de negocios. Hoy en día, se busca que la gente conecte con las marcas de forma emocional a un nivel cada vez más profundo, y lograr eso sea posible viviendo una experiencia interactiva. Las marcas “personalizan” el mensaje y perfeccionan su nivel de pertenencia logrando captar al usuario/avatar en los mundos virtuales. Un sinfín de opciones y alternativas se abren a la hora que una marca se vincule con los usuarios en este nuevo mundo, como también era reflejado en el relato de Philips Dick, Blade Runner.

¿FICCIONES EN LA META?

Y ahora, una pregunta que atraviesa la industria audiovisual: ¿y las ficciones? Como ya sabemos, la idea de este universo está dentro del concepto “mundos interactivos”, entre ellos el “mundo espejo” que compone al ICP (Metaverso), denominados así, porque son mundos que toman elementos de la realidad (Oculus quest, HoloLens, GPS, Google maps/earth), como fieles ejemplos a este tipo de conceptos tecnológicos). La intención de ser un fiel reflejo expansivo de la realidad es el objetivo principal y por ende en este mundo no hay dudas que las historias de VR/MR (realidad virtual y mixta) y películas/series interactivas serán parte de este universo. La industria del entretenimiento replicada también en el universo virtual es otro de los proyectos que prometen activar.

Comenzado este 2022, con una persistente pandemia que nos ofrece un variado menú de cepas y variantes del virus Covid Sars, el primero de los pasos ya fue dado, pero atención, falta mucho por descubrir y también por entender. Entiéndase que el Metaverso está en activo desarrollo, si bien la empresa “Meta” puso el tema en los titulares, el mundo virtual en donde muchos aspectos del mundo físico puedan estar conectados al mundo digital al 100%, aún no existe (aún, en tecnología, es una de las palabras que pueden durar poco tiempo).

Ramiro San Honorio

Se lanzó la sexta edición del Certamen Nacional de Obras de Teatro de Humor

El Delegado Cultural de Argentores para La Pampa, Omar Lopardo (centro), junto a autoridades de Santa Rosa durante el lanzamiento del certamen

El pasado viernes 25 de marzo se lanzó la sexta edición del Certamen Nacional de Obras de Teatro de Humor – Fiesta del Cigomático Mayor, que cuenta con el auspicio de Argentores y es organizado por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Santa Rosa (La Pampa) y la Fundación SOLARYS. La convocatoria cuenta además con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro (Delegación La Pampa) y la Cooperativa Popular de Electricidad.

El certamen contará una vez más con la coordinación general del dramaturgo y Delegado Cultural de Argentores para La Pampa, Omar Lopardo y un jurado compuesto por la profesora Dora Battistón, por la fundación SOLARYS y el director teatral Alejandro Arias, en representación de la Secretaría de Cultura y Educación.

El evento, que se desarrolla a lo largo del año, prevé el concurso de obras de humor (entre el 1 de abril y el 25 de mayo próximos), la premiación de seis obras del género, la publicación de las mismas y la representación de éstas por elencos provinciales y elencos invitados, planificado para noviembre de 2022.

Las 3 primeras obras, recibirán un premio económico de $40.000, $30.000 y $20.000, respectivamente.

Lopardo destacó que “este concurso ha tomado una gran relevancia a nivel nacional, por lo que más autores y autoras buscan participar del mismo”.

Las bases del concurso se pueden descargar pulsando el siguiente enlace:

BASES DEL CERTAMEN NACIONAL DE OBRAS DE HUMOR
FIESTA DEL CIGOMÁTICO MAYOR VI.


30 de marzo de 2022

¡La Cultura es un derecho constitucional, sin asignaciones directas a la Cultura no ha pluralidad ni diversidad social!

Comunicado de la Multisectorial Audiovisual exigiendo la restitución de las asignaciones directas a la Cultura y la Comunicación

El artículo 75 inciso 19 de la Constitución Nacional obliga al congreso a promover y defender el espacio audiovisual nacional en los siguientes términos: “Dictar leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre creación y circulación de las obras del autor, el patrimonio artístico y los espacios culturales y audiovisuales”.

En diciembre de 2017, los y las Legisladores Nacionales impulsaron y votaron la modificación de los impuestos destinados a financiar el cine, el teatro, la música, la TV comunitaria, la radio y Televisión Argentina RTA y las bibliotecas populares. Por eso, en diciembre de 2022, los organismos culturales encargados de fomentar la diversidad cultural, se quedarán sin recursos económicos (Ley N. 27.432).

La Multisectorial Audiovisual viene advirtiendo desde febrero de 2017, cuando alertamos que el informe de la consultora FIEL en informe del mismo año, propuso en página Nº 44 la desaparición de: “el impuesto a los servicios de Comunicación Audiovisual que tiene alícuotas variables por actividad” –artículo 94 a 97– de la Ley de SCA, algo que pareció pasar desapercibido por los y las legisladoras a la hora de votar la Ley Nº 27.432 “PACTO FISCAL”, lo que nos llevó a este límite angustiante y desalentador de todo el sector cultural argentino.

Exigimos a los y las legisladores del CONGRESO DE LA NACIÓN, PRONTO TRATAMIENTO Y RESTITUCIÓN DE LAS ASIGNACIONES DIRECTAS PARA LA CULTURA Y LA COMUNICACIÓN, sin ellos, estamos predestinados a la marginalidad y el más penoso de los silencios culturales.

Multisectorial por el Trabajo, la Ficción
y la Industria Audiovisual Nacional


17 de marzo de 2022

El oficio de escribir: entre la literatura y el guion

Entrevista a Julia Scarone: “Para escribir audiovisual hay que quitarse un montón de mañas y aprender un lenguaje nuevo”

¿Qué significa escribir para el nuevo espectador? ¿Por qué es importante desarrollar el proyecto antes de escribir un guion? ¿Se puede diferenciar a aquellos que escriben literatura de aquellos que escriben audiovisual? Estos son algunos de los temas abordados durante a entrevista que Argentores le realizó a Julia Scarone en el marco del ciclo “Obra en construcción”.

Autora (Cine, TV y OTT) – Pitching Coach – Docente Universitaria. Julia Scarone es Licenciada en Diseño y Producción de Imagen. Trabaja en el equipo de desarrollo de Pampa Films. Entre su recorrido profesional se destaca haber sido autora para cadenas internacionales, como Sony Entertainment Television y Turner; y para nacionales como TELEFE, TV PÚBLICA y Pol-ka. Es tutora de proyectos en el Bolivia Lab y en el Mendoza Film Lab. Actualmente, escribe Revelados en Blanco y Negro, una serie producida por la productora Arco Libre. Coordina y es docente de la “Diplomatura en Pitching y Desarrollo de Proyectos Audiovisuales” en la Universidad Nacional de Villa María y es titular de Guion en la Universidad Nacional de La Matanza.

¿Cuál es la diferencia entre escribir literatura y escribir audiovisual?

Hay algo que suele suceder muy frecuentemente y es que mucha gente que escribe literatura, que escribe novelas, por ejemplo, en algún momento se tira a la escritura audiovisual. Al revés también sucede y suele tener mejores resultados. Nosotros venimos de un linaje, por decirlo de alguna manera, de aprendizaje literario. Desde que somos muy chiquitos nos enseñan a escribir de una manera literaria; complejizamos la gramática, la ordenamos, utilizamos fórmulas que nada tiene que ver con el lenguaje audiovisual, como ser el uso de aposiciones, gerundios, etc. Además, lo que tiene la escritura literaria es que te hace reflexionar pero no te hace ver la historia. Nosotros trabajamos con el arte de la lectura que se puede ver. O sea, es una lectura que, por excelencia, tiene que ser simple y tiene que ser visual. Parece una tontería, pero no lo es. Hoy leía un audiovisual que decía algo así como: “Y de repente encontró a su tío sumido en un sueño eterno”. Esto no lo puedo ver. Quien lee para audiovisual tiene que poder avanzar en la narración y no nos puede pasar lo que suele suceder con los libros de texto, que hay que volver hacia atrás. ¿Viste que hay novelas que de repente tiene narraciones muy largas y entonces nos pasa que llegamos al final y decimos “¿Cómo empezó esto? ¿De qué venía hablando? Bueno, esto no puede pasar en audiovisual. En cambio: “Juan se levanta de la cama. Va hacia la cocina. Agarra el libro”. Todo eso lo estoy viendo en el momento y también lo estoy comprendiendo muy fácilmente. La literatura lo que nos hace es imaginar a través de la reflexión. Entonces, cuando dice que encontró a su tío sumido en un sueño profundo lo que yo tengo que reflexionar es que lo que me quiere decir el escritor es que el hombre está muerto. En audiovisual es “encontró a su tío muerto”: Entonces, lo que hago con la escritura audiovisual, separándola y diferenciándola de la literatura, es quitarle la poética y bajarla a un plano más simple, y que además permita la visualidad. Si alguien lee una sinopsis que no puede ver, probablemente se disperse, la encuentre difícil y no vea el conflicto. Para escribir audiovisual hay que quitarse un montón de mañas y aprender un lenguaje nuevo. El arte de escribir lo audiovisual es simplificar la escritura. Otra cosa que se ve mucho, y que también tiene que ver con la cuestión literaria, es que se escribe en tiempo pasado. La escritura audiovisual se escribe en presente.

Escena de la miniserie «Revelados en Blanco y Negro»

A la hora de enseñar, ¿dónde enfatizás más los posibles errores que suelen repetirse?

Justamente esto que te decía recién, incluso en el segundo año de guion se van colando algunos verbos en pasado. La película sucede aquí y ahora, nosotros decimos que es un eterno presente porque lo que estás viendo, está sucediendo. La escena que acabás de ver es pasado y lo que todavía no viste, futuro. Entonces en términos literales, la película está sucediendo en el presente, por eso se escribe en presente. Mucho “piensa”, “siente”, cosas que no se pueden ver, acciones, se arrastran mucho. Y hay algo a lo que le doy mucha importancia cuando enseño, viste que hay gente que se inventa sus teorías y yo no soy la excepción a la regla, me inventé una teoría: la teoría de los dos cascabeles. Son para mí los cascabeles más importantes que tenés que tener en cuenta a la hora de escribir un audiovisual. Funciona de la siguiente manera: si esto fuese por ejemplo, haciendo una analogía con historias de zombies, de repente viene una tropa que se mueve del punto A al punto B, una tropa de humanos que se mueve y a la noche tiene que descansar en un claro del bosque, lo que hacen para protegerse de los zombies es poner como un perímetro de una soga o lo que sea con latas y si algún zombie intenta pasar por ahí se lleva puesta una lata por delante, hace ruido y ¡pum! alerta. Bueno, mi teoría funciona de la misma manera pero con dos cascabeles: uno es el storyline y el otro es el tema de mi historia. Son como las dos grandes guías de cualquier historia audiovisual que lo que hace es guiarte para que no te vayas por las ramas y para que tu historia sea orgánica y tenga unidad conceptual y narrativa. El tema es tener en cuenta de qué quiero hablar yo, qué mensaje quiero dejar, qué quiero decir con esta película. Eso va a determinar absolutamente todo el carácter de tu historia. Por otro lado, está el storyline que responde a quién es mi personaje, qué es lo que tiene que hacer y si finalmente lo va a lograr o no. Esos dos cascabeles deberían sonar cuando te vas por las ramas por un lado o cuando te vas por las ramas por el otro. Esos son algunos de los errores que se producen más frecuentemente porque no le dan pelota ni al storyline ni al tema. Entonces cuesta que incorporen eso como una guía, normalmente es como teorizar… Cuando tienen que usarlo, hacen agua. Para mí es como lo más importante, en términos de escritura lo que dije antes y en términos de diseño lo que estoy diciendo ahora.

¿Qué pensás de la realización del punteo antes de ir a la escaleta?

Ese proceso previo es muy importante. Al momento de escribir el guion solamente me tengo preocupar por diseñar una escena que la rompa y escribir unos diálogos que estén buenísimos. No me tengo que preocupar por arreglar al personaje, no me tengo que preocupar por elegir hacia dónde va la trama o por el punto de giro. Todo eso está previamente diseñado en el desarrollo. Muchos eligen sentarse a escribir el guión y para mí eso es un error garrafal porque se van por las ramas, porque hay escenas que no sabés para qué están, porque no hay unidad conceptual, porque no hay una narrativa orgánica. Entonces el desarrollo para mí es súper importante como para llegar armados al guion. Ahora, del punteo que vos me hablás para mí está dentro obviamente del desarrollo de una historia, la parte previa, y tiene lugar en donde vos necesitás que tenga lugar. Ese punteo es más para destrabar tu creatividad. A mí me sirve muchísimo. Y acá hay que ver qué le sirve a cada uno, hacer un punteo previo a cada instancia del desarrollo. Previo al storyline, previo al tema, previo a la sinopsis, previo al tratamiento, donde sea que yo lo necesite. El punteo me sirve para destrabarme creativamente porque siento que no tengo compromiso (con el punteo), que tiro por tirar. Siento que si lo pongo en la compu tiene que tener un orden, una lógica, una cronología, una forma. En cambio, el punteo me da libertad, entonces para mí es recontra válido en términos creativos.

Cuando se escribe ¿también hay que tener en cuenta posibilidades en la producción? Por ejemplo, tener en cuenta que hay muchas escenas de noche y es costoso?

El último proyecto que escribí fue un gran desafío porque son tres historias diferentes por cada capítulo. Son veinticuatro historias de amor. Entonces nos pasaba que, al ser veinticuatro historias, tenía que haber veinticuatro elencos protagónicos. No es como en una novela que tenés cuatro protagónicos y el resto del elenco en relación a ese estándar, sino que teníamos que tener pocos personajes por historia porque todos eran protagónicos. Entonces teníamos dos o tres personajes por historia. Eso fue un gran desafío, un requerimiento de producción súper lógico porque sino era muy pretencioso y costoso. Pero de repente necesitábamos que nuestros dos personajes o alguno de ellos hablara con un tercero que no existía. Y ahí, creatividad al 100%. Entonces empecé a pensar opciones, desde que habla consigo mismo en el espejo hasta que se graba en una bitácora para dársela a su psiquiatra… Cuando tenés necesidades de producción, creativamente es maravilloso para mí. Ok, yo quiero cien caballos, pero no los tengo, ¿cómo hago desde la narrativa para creer que sí los tengo? Ahí están las posibilidades de creatividad.

Cuando tenés que ser pedagógica en el abordaje del teaser, ¿cómo lo planteas?

Te da la posibilidad de trabajar con el impacto sin involucrarte demasiado narrativamente y dramáticamente con la historia. Entonces, hay como una regla de oro y sobre todo ahora en la era del streaming que hay contenido a rolete, el primer minuto tenés que captar la atención del espectador. Y para mí, una manera súper práctica de hacerlo es con un buen teaser. Me acuerdo patente los teaser de Breaking Bad cuando aparecía el osito ensangrentado flotando en la pileta y yo me preguntaba a dónde iban a ir con todo eso. Los teasers son una herramienta recontra útil en estos tiempos en donde el espectador tiene la atención de un mosquito, o sea porque en el teaser generás impacto, generás que se involucre rápidamente con la historia y ya lo tenés casi conquistado. Obviamente que después tenés que sostener, pero si lográs un buen teaser, seguramente todo lo que venga después va a ser muy bueno porque no es fácil hacer un buen teaser.

Escribir para el nuevo espectador. ¿Qué significa eso?

Con el cambio de paradigma que se viene dando hace doce años, más o menos, en los países latinoamericanos, en los anglosajones desde antes, que es cuando se empezó a migrar hacia las plataformas, conjuntamente se cambió de un espectador que le decían lo que tenía que ver y a qué hora, a un espectador que hace su propia programación desde la cama, desde una compu, desde un celular, desde un bondi, en el momento en el que se le da la gana y pone y saca lo que se le da la gana. Nos encontramos con un espectador bombardeado de contenidos, que está súper entrenado en el lenguaje audiovisual y que hasta maneja cierto lenguaje técnico. Cuando hablan de ritmo o de empatía con el personaje son espectadores muy curiosos, también pueden hablar con un poco más de técnica, entonces son más exigentes. Antes por ahí sólo querían entretenerse, ver algo que está bueno y que sea de calidad, entonces frente a ese paradigma tuvimos que pensar en ese nuevo espectador. Además de ser más exigente, es independiente, te abandona si a los dos minutos de la peli no lo entretuvo. Cuando empezás a ver y si no te atrapó a los tres minutos, lo sacás. Entonces, el desafío para mí es tener un producto bueno, a nivel de entretenimiento, a nivel comercial, porque viste que en un momento estuvieron medio peleados la comercialidad y el arte, y que por el otro lado sea de una calidad artística impecable.

«Hoy nos encontramos con un espectador bombardeado de contenidos, que está súper entrenado en el lenguaje audiovisual», asegura Julia

¿Esto se relaciona con qué pensar a la hora de crear un producto?

Sí, totalmente. Ahora digamos hay un par de factores más sobre los cuales pensar que tienen que ver con el estilo de cada cadena. Tenés un Netflix que busca masividad y volumen de contenidos. De repente vas a Netflix con alguna peli más tranqui, no de tanta calidad artística, y también podés tener un Breaking Bad y romperla. Netflix busca volumen. Después tenés HBO que no solamente busca calidad desde el punto de vista interpretativo y artístico. Cada uno tiene su línea editorial. Hoy por hoy sí hay algo que hay que barajar y pensar es dónde voy a llevar el producto. No creo que sea el espíritu que tenga que tener la serie; vos no te podés mover desde el punto de vista de la escritura sólo porque querés escribir para HBO o Netflix, no puede ser sólo esa tu guía. Lo más importante es lo que tenés para decir y tener un producto genuino, verdadero, pero sí hay una arista que hoy por hoy se baraja que tiene que ver con la línea editorial de la cadena en donde yo creo que podría llegar a entrar mi producto. Eso también hay que barajarlo desde el punto de vista de pensar los contenidos.

¿Cómo se vende el producto?

En general, internacionalmente, la gran manifestación de la venta de un producto es el pitch. Vos tenés dos posibilidades: una gráfica escrita y una oral. Hay algo que es como la carpeta de venta de tu proyecto, entonces le presentás a alguien de una cadena tu proyecto escrito, que es algo muy cortito con longline, el desarrollo de los personajes, sinopsis, referencias de tu historia, algunas gráficas pero es como tu historia condensada en la instancia de desarrollo. Por otro lado, si eso funciona, te pueden llamar a un pitch oral que es básicamente la presentación de tu proyecto. También puede ser a la inversa, que después del pitch oral te pidan el escrito. Pero el pitch es la gran herramienta de venta de cualquier proyecto audiovisual. El pitch tiene una estructura, está bastante banalizado, y en realidad tiene un montón de cuestiones neurocientíficas por detrás y de comunicación no verbal. Es una disciplina que también se estudia mucho o debería estudiarse para por lo menos que tengas buenas posibilidades de éxito, pero la venta viene por ese lado.

A qué se le está prestando más atención cuando llegan los proyectos

La originalidad se pondera mucho. Con la pandemia consumimos tanto y de repente la línea del gusto de cada uno se fue expandiendo. De repente yo arranqué todas las películas de terror habidas y por haber y hoy por hoy estoy consumiendo comedias, en realidad podría haberte dicho dos años atrás que había un gran auge de la ciencia ficción y del terror. Hoy por hoy, está todo ahí, y ya esto es una apreciación personal, quizá, las historias muy dramáticas, le cuesten un poquito más al espectador. Dramáticas digamos con tragedia. Me parece que venimos de un momento tan álgido que me parece que un poco nos alejamos de eso. De hecho creo que hace dos años no veo las películas nominadas a los Oscar porque la mayoría son dramáticas.

¿Qué papel cumplen las nuevas tecnologías?

Hace poco me contaron de una serie que se grabó en 360° y la persona que me lo contaba me decía que nunca había visto algo así, que fue una experiencia alucinante. En términos de producción, que sé muy poco, creo que no es tan rentable, me da esa impresión. Yo diría, a priori, hablando un poco desde el desconocimiento y tocando un poco de oído, que por ejemplo tratar de hacer una película interactiva a la usanza de los videojuegos, es decir interactiva en serio que cada una de las decisiones que tomes te lleve a un camino distinto y así se arme un árbol de decisiones, sale carísimo, no sé qué tan rentable es cómo modelo de producción. Sí está empezando a pasar que la interactividad se está dando desde otros lugares. Por ejemplo, desde las redes sociales, crearles perfiles a los personajes, las cápsulas que son como complementarias, cápsulas que amplíen el universo que sean de fácil acceso y se desprendan de un modelo de producción rentable. Los Spin-off tienen algo de interactividad porque el espectador está eligiendo ampliar el universo de la historia, conocer más de ese universo. Pero en términos puros y duros, sigue siendo la tecnología tradicional el modelo de producción más rentable.De todas maneras creo que en otros países, los anglosajones sobre todo, en los que los modelos de producción sí permiten ciertas cuestiones, la interactividad es lo que se viene, sin duda.

Odisea en el espacio

Entrevista a Julia Tagger: “¿Alguien querrá ayudarnos a cambiar el mundo?”

Cuando se desea algo lo suficiente como para no dejarse caer frente a las adversidades, tarde o temprano tiene que materializarse el sueño. La comunidad artística está plagada de anécdotas en torno a las imposibilidades. Esta entrevista a Julia Tagger, realizada en el marco de la sección “Obra en construcción”, es pedagógicamente estimulante en este sentido, pensando en las jóvenes y los jóvenes realizadores que tienen en mente un proyecto renovador. La realidad inmersiva, su paso por el Planetario de Buenos Aires y una obra que finalmente fue reconocida en el mundo, son algunos de los temas por los que transita esta entrevista realizada por ARGENTORES.

Julia Tagger es directora, guionista y productora audiovisual especializada en animación, con 20 años de experiencia en proyectos nacionales e internacionales. Trabajó como directora creativa para el Planetario de Buenos Aires, donde fundó programas de género para adolescentes. Creó el taller de animación fulldome que dictó en la Universidad del Cine. Produjo y dirigió el film de animación inmersiva Solarians, premiado con el Grand Prix en el Festival de Visualización Científica de Tokio. En 2021 ganó un concurso del INCAA y dirigió Caso #100 una pequeña comedia dramática sobre el encierro del 2020.

¿Cómo surgió tu relación con el Planetario?

En realidad, generé la relación con el Planetario porque había hecho un trabajo fulldome durante 2016 para Tucumán como Directora de animación y Production designer. Empiezo porque hago este trabajo para el Bicentenario de Argentina en donde me piden que haga una película contando los hitos más importantes que sucedieron en la historia argentina durante los últimos 200 años en formato fulldome. Entre otras cosas, tenía que recrear la historia el 25 de mayo, lo que se había vivido en esa espera fuera del Cabildo, y pasar por un montón de instancias históricas hasta llegar al presente. Era la primera vez que trabajaba con animación inmersiva. Es increíble la sensación, al sentarte y estar reclinado abrazada por una pantalla semiesférica, estás inmerso en algo que te envuelve y te da la sensación de estar en ese lugar. Es un viaje sensorial. Fueron 500.000 personas a ver la película del Bicentenario. La emoción era enorme al ver a la gente haciendo fila y esperando el momento de entrar al domo. Pasaron 500.000 personas de todas las edades. En un momento, en la oscuridad del domo recuerdo había una escena que empezaba con efecto de lluvia, era el inicio de la escena de la revolución de mayo. Tormenta, relámpagos… en ese instante todos los espectadores levantaron la cabeza y suspiraron en voz alta haciendo un ruidito: aaaaaaah todos al mismo tiempo… como si estuvieran sintiendo la lluvia en la cara, fascinados por el efecto visual. Estaban hipnotizados, creían realmente que estaban dentro de la escena. Eran protagonistas asombrados presentes en la revolución de hace 200 años. Ese instante fue el plot twist en donde mi vida cambió para siempre y decidí que lo único que quería hacer era fulldome.

La realidad inmersiva…

Si, exacto. Es difícil de relatar si no lo vivís. Es una mix entre una coreografía cinematográfica, con una puesta en escena teatral y la sensación de un juego en un parque de diversiones, como Italpark. Construir la estrategia de la ilusión a través del domo utilizando como un portal que nos puede conectar con un espacio al que es imposible de acceder. Tenía mi Manifiesto Inmersivo con un montón de reglas para poder teletransportarte a cada escena. Lo que más me divertía era llevar al espectador a través de las escalas del universo a través del domo 4k como en un único plano secuencia. Después tenía el enorme deseo de trabajar con constelaciones que respetaran la diversidad de género. Soy muy enemiga de Orión que es la constelación que domina todos los cielos y la leyenda dice que es un abusador pero te sentás en cualquier planetario del mundo y tac! Aparece ahí en el medio del cielo. Esto está plasmado en mi próximo proyecto. Me di el lujo de trabajar con 13 constelaciones zodiacales que representaban diversidad. La sensación del domo… es intransferible. Es como contar lo que sentí cuando me subí al Matterhorn en Italpark. ¿Crees que nos abrirán el domo para ir a ver Solarians? ¿Habrá alguien leyendo esta nota que nos pueda ayudar?

¿Cómo surge tu trabajo con el Planetario?

Cuando volví de ese festival, me quedé pensando ¿ahora qué hago? Necesito mi domo! Acá en Buenos Aires tenemos dos: El Planetario Galileo Galilei y el Planetario de La Plata. Hice research, investigué, armé una propuesta y a los 6 meses estaba trabajando en el Planetario de Buenos Aires como Directora Creativa. Pase muchísimas horas en el domo estudiando todas las películas archivadas. Creo que vi más de cien películas … llegaba a mi casa de trabajar y seguía estudiando astronomía. Vi todo lo que existía. Empecé a estudiar Física del espacio, leí muchos libros, vi todo lo que había online y empecé a conectarme con científicos. Al mismo tiempo armaba escaletas con ideas y corregía el manifiesto inmersivo, sumaba reglas, por ejemplo: no hacer cortes, que la pantalla esté un 90% oscura y que solo tenga un 10% de luz y color… Me desesperaba ver las rayas blancas del domo porque te hacían perder la ilusión.

¿Tenías anteriormente una afición por el universo astronómico?

En ese momento me siento hipnotizada por las estrellas y las constelaciones, los planetas y las escalas cuando empiezo a estudiar por mi cuenta. Me obsesioné por poder transmitir estos conocimientos de una manera asombrosa y divertida sin infantilizar el contenido. Siempre hubo cosas que me interesaban y me llamaban la atención pero no las había estudiado antes. Me movilizaba trabajar para que se dictara Astronomía en la escuela Primaria y en la Secundaria. Si no tuviste esas materias es muy difícil que se te ocurra estudiar física del espacio en la Universidad. Sentía que el Planetario era un lugar en donde yo te podría transmitir lo que me parecía más asombroso de la Astronomía en lo que dura un cortometraje. Motivar a las niñas y niños que venían de las escuelas y mostrarles que tenían la opción de ser científicos. Quería mostrarles a niñas, niños y adolescentes que la astronomía es increíble. Con una película de animación inmersiva de diez minutos te voy a mostrar todo lo que hay más allá del cielo sin hablarte de números, de distancias ni darte un montón de información que es imposible de asimilar y resulta abrumadora. Mi plan era activar la emoción de los espectadores hablándoles a través de las imágenes con respeto. Cuando vos tenías seis o siete años seguramente fuiste al Planetario y viste por primera vez en tu vida la cantidad de estrellas que hay en el hemisferio Sur, y que no podes ver a la noche por la ventana por la contaminación visual de la ciudad. En el centro del domo hay un aparato que se llama Megastar, que te permite verlas y es lo más alucinante del Planetario. El Megastar es un aparato japonés, que cuando se apagan las luces y tus ojos se acostumbraron a la oscuridad por unos minutos, vas a poder descubrir la semiesfera cubierta por las estrellas del hemisferio sur brillando en la cúpula del domo. Esa sensación, en ese momento es inexplicable y genera una conexión emocional que te une al planetario para siempre. Eso es lo que te conecta emocionalmente por el resto de tu vida con el Planetario. Esto es algo que vos descubriste ahí en la primaria y es maravilloso, imborrable.

Un fragmento de «Solarians»


¿El proceso creativo comenzó con las escaletas?

Sí, en las escaletas ponía los objetos astronómicos que me parecían más asombrosos y que eran las que iban a querer contar, el sistema solar de forma inmersiva, los anillos de Saturno formados por piedras de roca y hielo, el cinturón de asteroides, las ondas gravitacionales generadas por la colisión de dos agujeros negros, el multiverse. En una reunión, un científico, me decía que en diez minutos no podía contar sesenta objetos astronómicos, que podía contar dos. Y yo decía “No, dos es muy aburrido… ¿Sabías que en el espacio hay 3 millones de galaxias? Pum! ¡Es una locura! ¿cómo hago? Empecé a trabajar con un amigo pero nos decían que todo lo que hiciéramos tenía que tener estricto rigor científico, nada de fantasía… Entonces volví a sumergirme en la investigación de física del espacio, ver lo que funcionaba y lo que no. Armamos a partir de ahí un guion que se llama “Solarix” y que ya fue traducido a japonés y hubo reuniones en Tokio con empresas que construyen planetarios. A partir de ahora comienza otra historia.

El presupuesto…

Exacto. Apenas supe que no podía contar con el Planetario, comencé a buscar sponsors. Voy a todas las empresas del país en 2017, que me recibían y les gustaba mucho el proyecto. Consigo que Fibertel me de seis millones de pesos para hacer la película pero por razones burocráticas con el Gobierno de la Ciudad no se logra llevar a cabo. Mario Pergolini, tiene registrada la palabra: planetario y es fanático de los domos, él estaba interesado, iba a ser el productor de Solarians, armé el equipo de animación de Argentina, científicos argentinos de NASA, Gabriela González, una científica argentina directora del equipo que descubrió las ondas gravitacionales y ganaron el Nóbel. Todos leyendo el guión, corrigiendo. Cuando se cae lo de Fibertel , pensé que no podía rendirme, ya no había vuelta atrás. No podía renunciar al proyecto después de todo lo que había logrado. Yo sentía que todo lo que había planeado iba a funcionar, estaba segura.Me ofrecieron participar en un concurso de CONICET sobre Ciencia, Tecnología y Turismo. Armé una carpeta gigante y gané el concurso. Pero tampoco pude concretar que se me asignara el presupuesto del premio que había ganado! Y tuve que empezar de cero. No pensaba rendirme.

¿Cuánto tiempo había pasado para entonces?

Habían pasado tres años de desarrollo y búsqueda de financiación. Un día pido una reunión con el funcionario a cargo del Planetario. Hablamos de la película y de cómo podía hacerla y otra vez la cuestión de la falta de presupuesto. En una segunda reunión le planteo que todas las Universidades de Buenos Aires querían hacer el proyecto con sus estudiantes de animación, y que yo sólo necesitaba un convenio marco. Aparentemente firmar un convenio marco con cada Universidad era mucho trabajo. Me propusieron firmar un solo convenio marco. Fue con la Universidad del Cine y se firmó el convenio. Hice una convocatoria para ver quiénes querían participar, se anotaron 400 personas y en una noche tuve que elegir 22 estudiantes de animación que obtuvieron la beca en la FUC. El equipo de Solarians fue pensado teniendo en cuenta la igualdad de género. En cuatro días teníamos el programa, y al mes estábamos dentro del laboratorio de animación empezando la pre-producción. Me daban dos pruebas en el domo del Planetario, nada más. Finalmente, hice la película. La estreno el 11 de diciembre de 2019 con 40 grados de calor, sala llena… las únicas dos funciones. La cola era enorme, la gente entraba al domo con Andrómeda de Gorillaz y Here comes the sun de Los Beatles… era mi sueño. El domo estaba lleno de niñas, niños, adolescentes y gente de todas las edades. Cuando termina Solarians comparto como fue el armado de la producción del proyecto y al finalizar abro el micrófono para que los espectadores puedan compartir su experiencia con la peli, para que cuenten qué sintieron, tener una devolución. Una chica de Alemania contó que había llorado desde el principio hasta el final, un niño de 9 años hablaba de los agujeros negros como si fuera del equipo de Maldacena, una niña dijo que quería ser científica. A la salida me dicen que una señora que tenía muletas y era de Chaco me abrazó y me dijo que se había conectado con su hija. Fue muy emocionante. Esa misma noche me cuentan que no van a programar el corto en el Planetario porque es muy largo. Diez minutos dura. Ese mes renuncié al Planetario. A pesar de que donamos el corto al Planetario no lo quieren programar porque es ¨muy largo¨.

¿Y qué hiciste con el cortometraje?

En enero del 2020 seguimos trabajando en Solarians, y lo mandé a Japón a un festival con el que venía conversando todos esos años. Ahí hay un festival de visualización científica que se hace en un Planetario en Tokio, donde participan científicos de todo el mundo y gente de la NASA. En febrero del 2020 ganamos con Solarians los dos premios más importantes del festival: el Grand Prix y el Audience Choice Award. Fui muy feliz en Japón y me hice muchos amigos. El corto lo mandé a todos los festivales fulldome y participó de la selección oficial en los domos de los planetarios de: Australia, Estados Unidos, Alemania, República Checa, Minsk, Portugal, Colombia y Canadá. El próximo estreno iba a ser en Saint Petersburg pero quedó en suspenso. Solarians es amigo de los planetarios de todo el mundo y me gustaría que fuera programado en Buenos Aires y en La Plata.

¿Qué reflexión final te dejó, qué aprendizaje en lo personal te dejó toda esta travesía?

Cuando estaba en Japón sentí que respetaban el trabajo y que todo el esfuerzo tenía sentido. Terminé haciendo una película que era imposible de hacer y fue como saltar volcanes. Agradezco la ayuda a los que participaron y le pusieron amor al proyecto como Clara Ríos Serrano que animó constelaciones, Juan Pablo Boraso que me ayudó a terminar el corto y fue un pilar al final del proceso, Pablo Crespo que compuso la música que interpretaron orquesta y coros como el de la soprano Mariana Carnovali y Fran Bendomir que hizo la voces de los Solarians del multiverse. Gabriela Gonzalez y las científicas expertas en Supernovas y Sistema Solar de CONICET UBA por las charlas. A Raúl Romero de NASA por su apoyo y por invitar a todo el equipo a comer pizza. Ojalá espacios como estos nos acerquen a alguien que nos permita volver a ver Solarians en el domo.¿Alguien querrá ayudarnos a cambiar el mundo?


Día Internacional de la Mujer


SER MUJER HOY

Hoy ser mujer es estar frente al desafío diario de realizar una tarea imprescindible: romper los moldes establecidos, trascender los límites impuestos por el patriarcado, abrir caminos, ensanchar cabezas, hacer de la sororidad una red amorosa y efectiva, construir modos de relación que eliminen la violencia contra la mujer y hacer de la vida un acto de creación permanente para dar a luz un mundo nuevo.

Adela Basch – Consejo de Teatro –
Comisión de Género de Argentores


SER AUTORA

Cuando comencé a escribir no soñaba con cambiar el mundo. Vivía en estado de zozobra, de incertidumbre, ¿valía la pena intentarlo, pelear contra los mandatos establecidos para una mujer y quemarme los ojos una y otra vez? ¿Estaría haciendo lo correcto? ¿Valía la pena indignarme cuando hablaban de que el mío no era género para la escritura? Con timidez, como la mayoría de nosotras, fui escribiendo obra tras obra, sin bajar los brazos. Entonces un día, tras el estreno en el Teatro del Pueblo de El tapadito, una obra para dos mujeres, la enorme actriz Ana María Casó salió de la función y me besó en la manos: “Qué suerte que ahora hay textos de mujeres que podemos interpretar”, me dijo, emocionada. Ahora hay textos de autoras por todas partes, para el teatro, el cine, la radio, la televisión; autoras escribiendo músicas y escribiendo coreografías. Ahora comprendo que la zozobra fue el modo en que las mujeres cambiamos el mundo, y que la incertidumbre, para mí, y para todas, debe convertirse en certidumbre, porque los sueños se están convirtiendo en una realidad.

Patricia Suárez – Junta Fiscalizadora –
Comisión de Género de Argentores


PONER PALABRAS E IMÁGENES AL DESEO DE JUSTICIA

Con voces y palabras acalladas por siglos de dominación, de a poco pero con gran contundencia hasta el presente, las mujeres hicimos tronar nuestro rechazo a la subordinación y a las violencias con las que somete el patriarcado. Todas somos tributarias de las que nos precedieron en ese camino hacia una equidad de género aún no lograda y todas honramos en este día a las mártires de Nueva York de aquel 8 de marzo de 1908. Como autoras audiovisuales, celebramos nuestro trabajo que nos habilita a poner palabras e imágenes a esos deseos, anhelos y reclamos de justicia silenciados que son también los nuestros como mujeres.

Consejo de Cine –
Comisión de Género de Argentores


LA MUJER CONTADA POR LA MUJER

Madres, hijas, esposas, fortineras, artistas, maestras, mártires, visionarias. Mujeres de la choza y del palacio, de la libertad o de la esclavitud, de las ollas y la ciencia. Nos revelan su destino, nos reclaman el ritual de la memoria, y nosotras, mujeres de la palabra, somos sus intérpretes, sus traductoras más fieles. La mujer contada por la mujer eriza la sensibilidad y se abre en verdades que nacen desde lo más intangible de la historia del género. Y si de todas las formas posibles una autora elige sólo acordes, efectos y voces para expresarse, entonces la filigrana del texto se vuelve aún más sutil, y al mismo tiempo, más contundente. Este 8 de Marzo abrazamos a las mujeres. Y a las autoras de radio. Y a la Radio, que también es mujer.

Consejo Profesional de Radio –
Comisión de Género de Argentores


PIENSO, LUEGO SOY MUJER

Nosotras no festejamos el día de la Mujer. Nunca, y menos esta semana en que un grupo de seis hombres abusó de una de nosotras con una impunidad brutal. No queremos un día de la mujer. Queremos que vuelvan a vivir todas las mujeres que fueron víctimas de violencia de género. Queremos el relato de cómo hubieran sido sus vidas. Queremos el cuento y la narración que les arrebataron. Queremos que recuperen la voz y la palabra todas aquellas, que aún con vida, siguen siendo silenciadas en tantos ámbitos, que tienen que pedir permiso o trazar estrategias para expresar su pensamiento. Queremos que lo que pensamos no tenga que ser intervenido, consensuado o tamizado por los hombres para habilitarnos. Queremos el relato de la libertad, no del miedo, queremos dejar de estar agazapadas para no contar lo que realmente queremos contar.

Consejo de TV –
Comisión de Género de Argentores


8 de marzo de 2022

Rolando Rivas, taxista: hace 50 años comenzaba un fenómeno sin igual

Soledad Silveyra y Claudio García Satur

Hoy, 7 de marzo, hace cincuenta años, se emitía el primer capítulo de Rolando Rivas, taxista, telenovela argentina de infrecuente impacto popular, estético y conceptual, protagonizada por Claudio García Satur, Soledad Silveyra y Nora Cárpena, creada por el inolvidable autor televisivo y radial Alberto Migré (Felipe Alberto Milletari, nacido en Buenos Aires el 12 de septiembre de 1931, fallecido el 10 de marzo de 2006), quien fuese presidente de Argentores y un permanente defensor de los derechos autorales.

Puesta al aire por Canal 13 en forma semanal los martes a las 22, fue, en opinión de gran parte de los analistas del medio, la telenovela más exitosa e influyente de la historia de la televisión argentina, logrando, y con creces, trascender a su propio género. El primer capítulo se emitió el 7 de marzo de 1972 y el último el 27 de diciembre de 1973.

Alberto Migré, creador de una historia inolvidable

La historia de amor entre el taxista sencillo y la joven de clase alta Mónica Helguera Paz, atrajo la atención de millones de espectadores argentinos, alcanzando los 40 puntos –algo casi impensado en la actualidad- en cada capítulo.

Algunas de sus características salientes: por primera vez los hombres formaban parte del público fiel de una telenovela, su eficaz reflejo del universo barrial porteño en general y de los taxistas en particular, su entramado ficcional sostenido en relaciones familiares realistas, de la mano de un lenguaje llano, realista, coloquial, como nunca había sucedido antes.

Además, en la historia se colaban inéditas referencias a la realidad social y política que la Argentina vivía a comienzos de los años setenta.


7 de marzo de 2022