La presidenta de RTA, Rosario Lufrano; el Presidente de Argentores, Miguel Ángel Diani; y el secretario de nuestra entidad, Guillermo Hardwick
Argentores acaba de firmar un convenio de colaboración con Radio y Televisión Argentina (RTA) que permitirá compartir recursos humanos, técnicos, económicos y financieros para realizar coproducciones de contenido audiovisuales.
La presidenta de RTA, Rosario Lufrano; el Presidente de la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores), Miguel Ángel Diani; y el secretario de nuestra entidad, Guillermo Hardwick; rubricaron el entendimiento que posibilitará realizar espacios de difusión y promoción de actividades artísticas y culturales con criterio plural y federal e intercambiar contenidos audiovisuales, informó un comunicado.
Tras la firma del convenio, la Presidenta de RTA, Rosario Lufrano, y el Presidente de Argentores, Miguel Ángel Diani, hicieron declaraciones sobre la importancia del acuerdo.
Tras la firma del convenio, Miguel Ángel Diani sostuvo que “Argentores este año está cumpliendo 112 años de existencia y para nosotros hacer un convenio con RTA es muy importante. Debemos destacar este proyecto inicial para radio con unitarios que reflejen momentos históricos que se hayan vivido en el país, desarrollados por autores y artistas argentinos. El apoyo de RTA a los guionistas argentinos es muy importante para Argentores”. El Presidente de nuestra entidad adelantó también que la intención es «abrir este acuerdo a futuras propuestas en las que se incluya también a la televisión».
«La colaboración comenzará con un proyecto para Radio Nacional con ideas de los guionistas que pueden convertirse en documentales o radioteatros», amplió Rosario Lufrano.
Entrevista a Sol Pérez, autora y docente que aborda el desafío de crear guiones para nuevos medios
El Consejo Interdisciplinario de Nuevas Tecnologías de Argentores continúa su serie de entrevistas dedicadas a las nuevas narrativas con la guionista y docente Sol Pérez, quien aborda el desafío de crear contenidos para el entorno de la Realidad Virtual.
El Consejo Interdisciplinario de Nuevas Tecnologías de Argentores continúa su serie de entrevistas dedicadas a las nuevas narrativas con la guionista y docente Sol Pérez, quien aborda el desafío de crear contenidos para el entorno de la Realidad Virtual.
Sol Pérez es Licenciada y Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Es egresada de la carrera de Guion Cinematográfico de la E.N.E.R.C (Escuela Nacional de Realización y Experimentación Cinematográfica) y de Dramaturgia de la E.A.D (Escuela de Arte Dramático).
Ha escrito el guion cinematográfico “En tránsito”, ganador de una Mención de Honor en el concurso del Fondo Nacional de las Artes. Escribió el guion cinematográfico del largometraje “Tarata” con el director peruano Fabrizio Aguilar estrenado en Perú en septiembre de 2009. Por Tarata fue becada por la Fundación Carolina y Casa de las Américas en la Clínica de Guiones, IV Curso de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos con una estadía en Madrid en el contexto de una clínica de guion. El guion de Tarata fue premiado por: Fonds Sud Cinema de Francia, Vision Sud Est de Suiza, Cnac de Venezuela, Conacine de Perú y Global Film Iniciative de USA.
Ha escrito y dirigido la obra “Sobre llovido, mojado” en el marco del espectáculo Bestiario Grimm y ha escrito y dirigido “La emisaria” en el proyecto La ira de Dios. Ambas estrenadas en el Centro Cultural Ricardo Rojas.
Ha publicado en España “Tan intertextual que te desmayás” (novela dialogada) en 2013 por Ediciones Contrabando.
En 2016 con su proyecto Miss X fue seleccionada para la instancia de Pitching en el concurso FOX PRODUCCIONES ORIGINALES.
En 2018 escribió el guion del cortometraje inmersivo 360 “Punto de partida” el cual dirigió y se estrenó en el FICMAI (Festival de Cine Internacional de Maipú) en 2018. Dirigió y escribió el corto inmersivo “El destino transposición” del cuento del mismo nombre de Lucy Maud Montgomery.
También escribió el proyecto “Un país hecho de cuentos” formato de serie cuyo piloto es de una transposición de “A la deriva”, de Horacio Quiroga, a un entorno inmersivo 360 que está en estado de pre producción.
Es profesora titular de la materia Guion I en el ciclo polivalente de todas las especialidades de la E.N.E.R.C (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica) dependiente del I.N.C.A.A (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales).
Con profundo pesar despedimos a la actriz y guionista Henny Trayles quien falleció este jueves 17 de febrero en la provincia de San Luis. Desde Argentores enviamos nuestras condolencias a sus familiares y seres cercanos en este momento de profundo dolor.
Henny Trayles había nacido en Hamburgo, Alemania, en 1937, más tarde adoptó la ciudadanía uruguaya para finalmente radicarse en Argentina. Su nombre de nacimiento era Henny Trylesinski y había comenzado su carrera artística a la corta edad de 4 años, como niña prodigio, estudiando baile clásico, piano, arte dramático, acrobacia y participando en festivales para bailar, recitar, actuar y zapatear.
Desde 1955 a 1962 actuó en el teatro independiente, interviniendo en varias obras de repertorio como Los Cuernos de Don Friolera (Valle Inclán), Lisistrata (Aristófanes), La Fierecilla Domada (Shakespeare), Doña Rosita la Soltera (García Lorca) y La Estrella de Sevilla (Lope de Vega), entre muchas otras.
En 1962 se sumó al inolvidable programa humorístico uruguayo Telecataplum, con el que más tarde llegó a la Argentina. Después vinieron otros recordados programas como Jaujarana, Hupumorpo, Comicolor, Calabromas, Mi Cuñado, Verano del ’98, Infieles, Costumbres argentinas, La niñera, Floricienta, Hechizada, Buenos vecinos, Graduados y Todos contra Juan, entre otros.
En nuestro país, al tiempo que brillaba en televisión, desde fines de los años 60 actuó en unipersonales como Agripita contra todos, o el café concert Cómo ser una Idishe Mame, adaptación de la obra de Dan Greenburg. En teatro también se destacó en Cuando Harry conoció a Sally, Mamá, La jaula de las locas, ¿Me permite una sonrisa?, Si no fuera por esto, 101 dálmatas, Floricienta, Madre coraje, Traylesnik y El Chucho, entre otras obras. También actuó en dos revistas musicales: “Caracol Col Col” y “Caracol ’91”
El cine también la tuvo como protagonista en films como Suspiros del corazón, Disputas en la cama, Jacinta Pichimahuida se enamora, Yo también tengo fiaca, Gran Valor, Samy y yo, Rompecabezas y Floricienta, entre otros títulos.
Ha dado conferencias, talleres, seminarios de sanación por la risa y obtuvo el Premio Konex como actriz cómica en 1981.
Se celebra en Argentina en honor a la fecha de nacimiento del icónico bailarín y coreógrafo Jorge Donn
Hoy, 28 de febrero, se celebra en Argentina el Día del Bailarín y la Bailarina, en honor a la fecha de nacimiento del bailarín y coreógrafo argentino Jorge Donn, icónico artista que revolucionó las artes contemporáneas. Desde Argentores deseamos saludar en este día a todos los creadores y creadoras del mundo de la danza en nuestro país.
Nacido en El Palomar, Buenos Aires, en 1947 y fallecido en Lausana, Suiza, en 1992, Donn estudió danza clásica con María Fux en la Escuela del Teatro Colón y con tan sólo 15 años debutó en la compañía de Maurice Béjart en Bruselas. Muchas obras de Béjart fueron creadas especialmente para él: Bhakti (1968), Nijinski, clown de Dios (1971), Golestan: el jardín de las rosas (1973), Lo que el amor me dice (1974), Nuestro Fausto (1975), Leda (1978), y Adagietto (1981), entre otras.
Desde 1976, Donn fue director artístico del Ballet del Siglo XX. En 1979, fue galardonado con el Dance Magazine Award. En 1988, formó su propia compañía L’Europa Ballet que existió corto tiempo y, en 1989, fue nominado por la fundación Konex como uno de los mejores bailarines. Bailó con Maya Plisetkaya y participó de la película Los Unos y los Otros, de Claude Lelouch.
Falleció el 30 de noviembre de 1992, en Lausana y fue homenajeado por muchos coreógrafos: Maurice Béjart con su Ballet por la Vida; Denys Ganio con Tango una rosa para Jorge Donn y Grazia Galante, con Masticando Sueños.
Se ha dicho en numerosas oportunidades que Donn puso en el mapa a nuestro país en las artes en movimiento y que abrió el camino del mundo a Julio Bocca, Maximiliano Guerra y Paloma Herrera, entre otros.
A partir fines de los sesenta desde New York al Bolshoi todos cayeron rendidos ante su talento.
“Bailar es soñar con los pies”, repetía siempre quien se hizo notablemente popular con el Bolero de Ravel incluido en la película francesa Los unos y los otros.
Falleció el locutor Enrique “Quique” Matavós, un referente de la radio en nuestro país, una de las voces que marcó un quiebre en las FM, por los años 80, con el nacimiento de Radio Horizonte, junto a Martin Wullich y Mario Mazzone. Desde Argentores lo despedimos y enviamos nuestras condolencias a sus familiares y amigos.
Quique marcó el inicio de FM Horizonte pero también dejó su huella en emisoras como Oasis, Identidad 92.1, R80FM y, en los últimos años, en Radio Cultura 97.9, entre otras.
Además de ser una voz emblemática en la radiofonía argentina, Quique Matavós era un fanático de Racing Club y fue la voz del estadio de la entidad de Avellaneda. Además, un gran amante de los discos, fue organizador de la feria «Vinilos Mix», donde coleccionistas intercambiaban vinilos difíciles de hallar.
Desde Radio Horizonte los despidieron con las siguientes palabras: “Se van con él, inolvidables momentos de radio, salidas y amigos. Nos deja la magia de su voz y su inefable alegría para seguir manteniendo viva la llama de esta que siempre consideró su propia casa”.
Entrevista a Jorge «Chacho» Marzetti, creador de El vagabundo de las estrellas, un clásico de Radio Nacional Córdoba
El vagabundo de las estrellas es el programa hecho de literatura y música que, desde hace más de veinte años, pone al aire Jorge “Chacho” Marzetti por Radio Nacional Córdoba. Lector incansable, su relación con la radio comienza desde muy niño y es el punto de partida de esta entrevista realizada por ARGENTORES en el marco de “Obra en construcción” donde también recorremos parte de su carrera profesional, sus referentes, su concepción de la vida y el arte.
“La radio es toda mi vida. Mi madre puso la cuna debajo de la radio eléctrica. Era una radio que tenía efectos psicodélicos, porque como era valvular tenía lámparas. Atrás tenía un cartón prensado con agujeritos y por ahí salía la luz de la lamparitas junto a la luz valvular. Creo que yo me extasiaba mirando las lucecitas y escuchando radio. Me acunó la radio. Un día, mi padre, en una ceremonia bautismal, un domingo o debía ser un feriado porque Marthineitz estaba los viernes, me dijo: “Vení vamos a hacer algo”. Estábamos solos los dos, yo tenía siete u ocho años y escuchamos juntos a Hugo Guerrero Marthineitz y su El show del minuto. Aquel Marthineitz del año 68 era increíble, no era el que después conocimos. Yo tuve el gusto de trabajar con él en Radio Nacional. Era grosso. Quedé flasheado para siempre. Después en la adolescencia no hice otra cosa que escucharlo, estuviera donde estuviera, sea a la noche o a la tarde”.
¿Por qué te llamó tanto la atención?
Porque era un brujo de la radio. La radio es seducción, y prácticas hechiceras y mágicas. Esa es la radio que caducó, que prácticamente ya no existe más. Yo la ejerzo todavía, aunque estoy a punto de jubilarme, seguramente dentro de dos años. Es una clase de radio que se está acabando. No quiero agrandarme ni ponerme a su altura, quiero decir que soy un mal aprendiz o un mediocre aprendiz de aquello que fue memorable, y eso lo hizo el Negro Marthineitz.
¿Cómo era un programa de Marthineitz en esa época?
Era la libertad total, cinco horas unipersonales. Tenía a tres o cuatro trabajando, los llamaba secretarios o algo así, le transcribían los llamados. Él fue quien metió al oyente dentro de la radio. Telefonema, le llamaba, porque a todo le ponía nombre. Y hablaba con el oyente, discutía con ellos. Era una libertad total en el sentido que no sabías qué te iba a deparar. Con el Negro Marthineitz, en la época de El show del minuto y de Reencuentro, prendías la radio a las dos de la tarde y no sabías qué iba a pasar ahí. Podía ser un hombre caliente que iba a despotricar contra el mundo, podía ser amable y hacer jazz, y leerte una novela completa en dos semanas. Él decidía todo. Hacía una tanda comercial, había muchos auspiciantes. Cinco horas duraba el programa, ¡cinco horas! Por ejemplo, en la primera hora no ponía ningún anuncio, y después se pasaba la tercera hora leyendo y repitiendo los anuncios. Todo en vivo y se duplicaba y triplicaba la voz porque ponía grabaciones de él mismo. Con él aprendí -o copié- el arte de la repetición que es la base de la publicidad, pero él lo aplicaba para su programa de radio. Te enganchaba con una frase y repetía sin cesar cual si fuera un estribillo. ¿Cuál es el fenómeno que hace que una canción se cante? El estribillo, la repetición ¿Cuál es la base que hace que un producto se venda? La repetición. Eso lo aprendí de él, se lo copié, se hizo carne en mí y no hago más que practicarlo desde que empecé a hacer uso de mi libertad en radio, que comenzó en la Ciudad de Buenos Aires y terminó sucediendo en Nacional Córdoba a partir del ‘98.
¿Qué recordás de la época de radio en tu casa?
Me armé el micrófono, hacía programas. El micrófono lo colgaba de una caña y estaba hecho con papel y cartón. Fue el mejor micrófono que tuve en mi vida. Era una repetición del viejo modelo del micrófono RSA. Leía en el micrófono los dos libritos y la revista Gente. También tenía dos radios eléctricas. Ponía las radios para poder tener música en un determinado momento y leía, luego levantaba el volumen y aparecía la música. Creo que en aquellos primeros años hice mis mejores programas de radio. Mi vida profesional no fue otra cosa que seguir la infancia. Nací en Pigüé, Provincia de Buenos Aires. En aquel entonces había unos doce mil habitantes. Aquel pueblo tuvo una desquería que también vendía algunos libritos magistrales que compré siendo adolescente. Ahora bien, ¿cómo llegaban hasta allá? No tengo idea. Tenían muy buen gusto a pesar de los pocos libros y discos que vendían. Mi primer libro me lo dio mi abuela que no tenía una biblioteca, era una abuela como todas, pariente lejana de María Elena Walsh. En el año 48, María Elena Walsh edita su primer libro Otoño imperdonable y se lo hace llegar a mi abuela, que me lo regala. Yo tendría diez años, no entendí nada de ese libro. La mayoría de la literatura pasa por mi voz, no quiere decir que yo entienda, quiere decir que yo soy como un instrumento. Después mi abuela me regaló una maravilla, un librito pequeñito del tamaño de la palma de una mano, Residencia en la tierra de Pablo Neruda, el libro más oscuro y difícil de todos lo que escribió. El libro tenía ilustraciones en blanco y en negro de Carlos Alonso, que en aquel entonces debía ser muy joven. Me iba a un rincón de la casa y me pasaba el tiempo leyendo esos libros maravillosos aunque no entendiera nada.
Es decir que la radio está en vos desde siempre
Sí, desde siempre, tanto la radio como la literatura. Esos dos libritos en un principio Porque un día, gracias a Marthineitz, me enteré de la existencia de Palabras, la gran obra poética de Jacques Prevert. Recuerdo también que mi padre compraba semanalmente la revista Gente. La revista siempre fue de derecha, tema aparte, pero en ese entonces tuvo por ejemplo un reportaje a todo color y de varias páginas a un ocultado de la literatura argentina, me refiero a Juan L. Ortiz.
Hace un momento decías que hay una clase de radio que está desapareciendo
Hubo una época en que la radio más popular era la Rivadavia, con Fontana, Carrizo, Larrea. La escuchaban almaceneros, camioneros, taxistas, verduleros, la escuchaba todo el mundo. A donde fueras estaba esa radio. En hora pico, Antonio Carrizo hizo durante una semana o dos reportajes de una hora a Borges. Calculá el nivel cultural que tenía esa radio. Mirá si ahora le van a dedicar dos semanas al Borges de la época. No sucede más. La radio se volvió periodismo, reportaje, nota y opinión. El mundo se volvió opinión y la radio se volvió opinión. Se acabó el arte en la radio y el pase cultural. Hemos perdido el pase. Nadie pasa el conocimiento acumulado a lo largo de la vida a las nuevas generaciones. Yo mínimamente lo hago, porque estamos hablando de programas “de culto”, es decir que escuchan pocos. A esos pocos yo les paso todo lo que aprendí, por eso mi programa es cultural.
¿Cómo surge la idea primera del “Vagabundo de las estrellas”?
Tengo que ser absolutamente sincero. Siendo adolescente, entré a trabajar en la radio de mi pueblo y ahí hacía programas de Rock Nacional con Spinetta, por ejemplo, que hacía poco había sacado “Pescado Rabioso”, o con “Sui Generis” y “La Máquina de Hacer Pájaros”, o el primer Pappo. Hacía programas con esa música y con los pocos libros que tenía, y es lo mismo que hago hoy. Eso lo hice en Pigüé y después me fui a Buenos Aires a estudiar Locución. Después de recibirme, y a partir del único concurso que di en mi vida, entré a lo que entonces era ATC como locutor de cabina. Fui locutor de ATC durante todo el año 81 y 82. Después viajé a España, allá estuve cinco años, donde me nutrí muchísimo de radio y de literatura. Un día escuché al único que fue superador de Marthineitz, el “Loco de la Colina”, me refiero a Jesús Quinteros. Las madrugadas con él en España era algo imparable, lo mejor que escuché en mi vida.
Años más tarde regresaste a Buenos Aires
Sí, y entonces ingreso a Radio Nacional como locutor de informativos. En ese momento tenía devastadoras depresiones porque ya se me acumulaba mucha literatura. Estaba en dos mundos: el mundo de la literatura y el de la radio, que era limitadísimo. No tengo nada contra eso, pero simplemente no podía yo ejercer en ese mundo. Julio Marbiz pasó a ser director de la radio y echó como al ochenta por ciento del personal. Mis amigos eran gente pensante, gente sensible, los echó y a mí me dejó y los perdí a todos porque me acusaban de haberme vendido al enemigo. La radio me costó todos mis amigos. Me quedé trabajando en la radio en el mismo programa que te estoy diciendo, con toda la literatura pero ejerciendo la noticia. Un día Márbiz me pregunta si me gusta Marthineitz y yo le digo que le debo todo a él, que es mi ídolo, y me dice: “Bueno, si usted quiere mañana se lo traigo y ven qué pueden hacer juntos”.
Imagino que no lo podías creer…
Al principio pensé que era un chiste. Bueno, la cuestión es que hicimos juntos El panorama de la noche durante un año más o menos. ¡Qué maravilloso! Toqué el cielo con las manos. Fue como jugar al lado de Maradona. Divino, nos llevábamos, hicimos cada cosa… Cosas re locas, a nivel artístico. Él pidió en el estudio de Radio Nacional de AM, que es un estudio como una caja de zapatos, los cables para que en cualquier punto del estudio pudiéramos usar los auriculares. Micrófono de pie, uno para cada uno. Yo a Marthineitz lo conocía de memoria. Le conocía los tiempos por haberlo escuchado toda la vida, entonces escribía las noticias para su modo. Entonces, yo escribía y el Negro y yo, leíamos una noticia cada uno. Un día, aprovechando el largo de los auriculares, inició la noticia en el primer plano del micrófono. Leía en primer plano y yo, que conocía sus modos y sus tiempos de lectura, leía allá lejos, me iba acercando al micrófono despacio, leyendo, con papelito en mano, y el Negro se iba alejando. Parecía un arte de magia. Nadie entendía cómo una noticia que empezó leyéndola él, terminaba leyéndola yo.
¿Qué otros proyectos siguieron luego de ese año de trabajo con Marthineitz?
Me ofrecen El panorama de la mañana. Pero antes de aceptar me voy de vacaciones a España por un mes. Quería aprovechar y escuchar cómo se hacía radio allá por la mañana. Vivía de depresión en depresión por esta vida equivocada que tenía, por un lado la literatura, lo emocionante, lo que a mí me gustaba y, por el otro, el trabajo que estaba haciendo. Y vuelvo a escuchar El loco de la colina y me dije que yo podía escribir algo así. Me propuse hacerlo a las seis de la mañana con la noticia del día. En las radios de España, todas incluían por la mañana a las radios de las distintas regiones. Salía cada una de su comunidad autónoma. Entonces, cuando regresé de las vacaciones, le mostré a Marbiz y le dije que seguía en la radio si me dejaba hacer lo que tenía pensado. Y le pedí establecer contacto en vivo con otras radios nacionales, que había como cuarenta. Me las arreglé. Y terminamos sacando veinte radios nacionales por la mañana y yo empecé a escribir dos o tres carillas y abarcaba los primeros quince minutos del programa. Me llegaban repercusiones de todo el país.
¿Cómo abordabas las temáticas en la escritura?
Para escribir me basaba en el hecho del día. Te doy un ejemplo de miles, pensá que fueron tres años de lunes a sábado, de algo que pasó en un campeonato de fútbol en una copa olímpica, creo, en Estados Unidos, no recuerdo bien. Perdió Argentina la final con Nigeria y los chicos despreciaron las medallas y las tiraron al suelo. Entonces yo hice un programa sobre la plata y lo que significaba. Compré toda clase de libros, de meteorología, teología, de todo lo que se te ocurra para poder informar. Trabajé sobre lo que costaba la plata americana, todo lo que había ocurrido en el Potosí, para decir que no podemos despreciar una medalla de plata. Me iba a las antípodas para no hablar del plano político. Cuestión que, como te dije antes, hubo mucha repercusión en el interior del país y en Buenos Aires tuve un hada protectora: Tita Merello. Me regaló el tornillo de Quinquela, una carta y una foto que tengo acá en la cocina a la cual le enciendo una vela día por medio. Vivo agradecido a ella, que le habló a Marbiz y le dijo: “Ojo con este chico,vale oro, pagale, pagale más a ese chico”. Por hacer aquello obtuve un amor en Córdoba por el cual me vine a vivir y un programa de trasnoche de 0 a 3. Y ahí empecé a ejercer la total libertad, despacito, despacito, libertad musical, literaria, hasta el día de hoy. Esa es toda mi historia.
¿Cómo hacías al principio El vagabundo de las estrellas?
Al principio era terrible. Se llamaba La torre de los náufragos. El nombre fue cambiando pero era lo mismo siempre. Al principio había mucho folclore porque era una radio que difundía ese género musical. Me acuerdo de que traje a Córdoba cuarenta disquitos desde Buenos Aires, una colección de Folclore que había editado Hernán Rapela no sé si para la Revista Perfil, no recuerdo, y salían los discos cada semana, y me compré todos. Esa era mi disquería en Córdoba de folclore. Por aquel entonces yo no leía por radio, desde Pigüé lo había abandonado y habían pasado muchos años. Llegué a Córdoba y escribía por horas para el programa.Una introducción, dos páginas, después escribía otra página, después escribía fragmentitos para dar pie a los distintos temas musicales, imitaba lo que había escuchado en El loco de la colina, hasta que empecé a leer autores y cada vez escribí menos, hasta llegar a esta instancia que no escribí nunca más y que lo que hago es leer. A esta altura ya leí cuarenta y tres novelas y unos setecientos cuentos, quisiera llegar a los mil. Yo quiero que mis oyentes se vaya a dormir con algo hermoso.A esa hora quiero el mundo de los sueños, el mundo del arte. Yo los acompaño a dormir con lo mejor que he recaudado en mi vida, tanto de la música como de la literatura universal.
Acompañar a dormir como en la infancia. Recuperás un ritual muy primitivo en la oralidad y es un acto de amor al mismo tiempo
Está genial, volvemos a la infancia. Es cierto, le estamos contando un cuento al oyente a la noche. Se ponen en escena las infancias, la mía y la de lo oyentes
El 18 de diciembre de 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 13 de febrero como el Día Mundial de la Radio, en conmemoración del día en que se estableció la Radio de las Naciones Unidas en 1946.
No obstante esta resolución, en nuestro país también se recuerda otro día trascendental para la radiofonía ya que en 1934, durante el primer Congreso Internacional de Radio, los representantes de cuarenta países declararon Día Mundial de la Radio al 27 de Agosto, fecha de la primera transmisión radial de la historia desde la terraza del Teatro Coliseo de Buenos Aires, en el año 1920.
La radio, es un medio de comunicación único para celebrar la diversidad humana y constituye una plataforma de notable gravitación además de ser, todavía en la actualidad, el medio de comunicación más usado en todo el mundo.
«Esta capacidad de llegar al mayor número de público posible la convierte en una herramienta indispensable para dar forma a la experiencia de la sociedad en la diversidad, y en el escenario perfecto para que todas las voces se expresen libremente, se sientan representadas y puedan ser escuchadas», ha recalcado la ONU en referencia a la necesidad de reconocer la relevancia de la radio como medio de comunicación básico e indispensable.
El guionista, crítico e historiador teatral Pedro Espinosa falleció en la ciudad de Buenos Aires a los 90 años. Desde Argentores despedimos con profundo pesar a quien fuera nuestro socio por más de cuarenta años y enviamos nuestras condolencias a sus familiares y amigos en este doloroso momento. Su velatorio tendrá lugar este jueves 3 de febrero de 11 a 12 en Av. Congreso 5252.
Pedro Espinosa ha publicado artículos en revistas especializadas como Talía y Teatro XX, y fue vicepresidente de la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral (AINCRIT) entre 2010 y 2012. Fue autor de los libros Efemérides del teatro nacional, edición del Instituto Nacional de Estudios de Teatro – INET (1986) y Los porfiados actores de Rojas, crónica histórica del Teatro Libre Florencio Sánchez, de la ciudad de Rojas, Provincia de Buenos Aires (2000). Además, fue convocado en numerosas oportunidades como jurado por entidades como el Instituto Nacional del Teatro, entre otras.
Como autor, fue coguionista del film Perros de la calle, junto a Enrique Medina y Teo Kofman, por el que recibió las distinciones Cóndor de Plata, Premio Argentores y Premio Nacional.
Se desempeñó también como docente de Historia del Teatro en diversos ámbitos, como la Escuela de Teatro de Buenos Aires, el IUNA y el Profesorado en Teatro -sede Gualeguaychú- de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, donde fue distinguido como Profesor Destacado en 2011.
Además, brindó charlas y conferencias sobre teatro en diversos países como Chile, Brasil, Uruguay, Francia, Alemania, Rusia, Suiza, España e Italia.
Fue distinguido con el Reconocimiento Haroldo Conti del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti y la Asociación Argentina de Actores «por su aporte al teatro independiente nacional» en las jornadas de Homenaje al Teatro Independiente, en agosto de 2012.
El reconocido coreógrafo Ariel Pastocchi fue distinguido con el Premio Estrella de Mar 2022 que se llevó a cabo el pasado 7 de febrero en el Paseo Peatonal Victoria Ocampo, en Playa Grande, Mar del Plata.
Ariel Pastocchi
Un artista multifacético, así se lo podría definir a Ariel Pastocchi. Coreógrafo, actor, director artístico, autor, bailarín y docente en las disciplinas de Jazz y Theater Dance. El pasado 7 de febrero fue galardonado con el premio Estrella de Mar 2022, por su labor coreográfico en “Los 80, están de vuelta”, obra en la también es parte del elenco.
Destacado Bailarín y Coreógrafo, Ariel Pastocchi se formó en Ballet con Carmelo Scaramocino, Rubén Chayan y Luis Baldasarre; en Jazz con Moira Chapman, Ruben Cuello, Elizabeth de Chapeaurouge, Adolfo Colque, Laura Roatta, Willy Arrollo de España y Freddi Moore, Richard Pierlon y Michele Assaf de EE.UU. En Tap con Bebe Labougle y Elizabeth de Chapeaurouge. Contemporáneo con Miguel Robles, Estela Maris Siroli y por una beca otorgada por EE.UU con Donald Mac Kayne. Sus estudios de Canto los realizó con Liliana Parafioriti y Mirta Arrua Lichi. En teatro con Jorge Amendaburu y Tango con Roberto Vernes y Luis Iannone.Formó parte de varias compañías reconocidas como “New Ballet” dirigida por Elizabeth de Chapeaurouge, “Dancer´s” dirigida por Adolfo Colque y “The Goleen Ballet” dirigida por Anahí Ramos desempeñando el rol de Coreógrafo. Realizó diversos tours internacionales y musicales para ciclos televisivos como así también eventos y convenciones para varias marcas y empresas nacionales e extranjeras. Se destacó como Coreógrafo en “Bailando por un Sueño”, resultando ganador en el II y V. En 2014 participó como Coach de la primera bailarina Eleonora Cassano en Bailando por un Sueño y como coreógrafo de Flor de la V en Brillantísima tiene una Flor.
Entre algunos de sus trabajos más destacados cabe mencionar las obras: “Peter Pan” (Actor), “Houdini, una ilusión musical” (Bailarín), “Revivamos el concert” (Bailarín), “Ella” (Bailarín, Coros), “El Joven Frankenstein” (Actor), “Swing Time” (Intérprete) “Sorpresas” (Asistente coreográfico), “El mundo de Stefy y vos: El Carrusel Mágico” (Coreógrafo) “Mimicha y Mini: Una Aventura Ecológica” (Coreógrafo), “León Rey de la selva” (director coreográfico), “El Ciclo de la Vida” (Director Coreográfico) “Cocodrilo, circo y varieté”, obra por la que obtuvo su primera Estrella de Mar en 2018, en el rubro coreografía, y “La jaula de las locas” (Actor). Durante esta entrevista exclusiva para ARGENTORES, conversamos con Ariel Pastocchi sobre la significancia personal del premio, sus comienzos y el recorrido transitado durante su carrera.
Los reconocimientos tienen un fuerte poder evocativo. ¿En qué pensaste cuando fuiste galardonado con el premio Estrella de Mar?
Este año es muy especial para mí. El deseo de ganar era para dedicárselo a mi madre, que la perdí hace cuatro meses por el COVID. Mi madre me acompañó siempre, estaba en primera fila en cada estreno. Recuerdo que el momento en que me llegó la noticia de que estaba nominado, lo primero que pensé fue: “Ojalá gane este premio para dedicárselo a ella”. Mi mamá hacía danzas españolas de chica. En ese momento era otra mentalidad, no hacían una carrera. Ella escuchaba música y se ponía a bailar. Siempre me apoyó. Por supuesto, después aparece en la mente una película de tus comienzos, el esfuerzo, la lucha que llevás a cabo por tu carrera. Es una proyección que pasa muy rápido en ese momento. Pienso que este premio es un mimo porque realmente es una carrera que cuesta, tenés que estudiar, estar al tanto de las cosas nuevas y, al mismo tiempo, estar feliz de poder hacer lo que amás. Desde chico quería ser coreógrafo. Ahora tengo cincuenta y cuatro años, y lo estoy haciendo.
«El deseo de ganar era para dedicárselo a mi madre, que la perdí hace cuatro meses por el COVID», aseguro Ariel Pastocchi
¿Ese comienzo a qué edad surge?
Yo empecé a los diecisiete años, acá en Mar del Plata. Soy marplatense. Recuerdo que todo comenzó como un juego entre una prima y yo. Ella era bailarina y armábamos coreografías, también bailábamos en boliches. Un día me descubrió Liliana Nuño que después trabajó muchos años en Buenos Aires, en el Teatro San Martín. Ahora vive en la India y se dedica al yoga. Fue Liliana quien me recomendó una escuela y ahí comenzó todo profesionalmente, quiero decir que me empecé a formar. Siempre quise ser bailarín.
Es fascinante que todo haya comenzado como un juego
La verdad es que sí. Con mi prima nos encontrábamos en la cocina de casa y armábamos coreografías. También en ese momento estaba en auge Madonna y bailábamos en la calle. Mi hermano hacía break y también se enganchó. Se juntaba gente en las plazas, nos poníamos vinchas, toda la moda del momento, entre los años 70 y 80.
¿Te proyectabas a vos mismo en el lugar que estás ahora?
Me proyectaba sólo en la dimensión de esos juegos. Me refiero otra vez al principio. Estaba fascinado con las películas de aquella época. Y para mí nuestros juegos eran como una película, no tenía idea que iba a terminar siendo lo que soy. Después se fue dando todo. Soy un agradecido de la profesión.
Se fue dando como consecuencia de mucho esfuerzo…
Sí, obvio. Uno tiene que estudiar mucho y trabajar con el cuerpo, lleva años.
Esos años de formación no sólo fueron en Argentina sino también en Estados Unidos, por ejemplo. ¿En qué momento se comienza a ordenar tu carrera profesional?
En Mar del Plata tomé muchas clases de baile. Un día decidí audicionar y me eligieron. De pronto sentí esa sensación hermosa de estar arriba de un escenario y tuve que plantearme la decisión de viajar a Buenos Aires para dedicarme a esto. Una temporada entré al elenco de Julio Sabala que es un imitador que vivía en Miami y España, él hacía temporada en Mar del Plata. Cuando terminamos, nos propusieron hacer una gira por cinco meses en Centroamérica y Estados Unidos. Yo tenía el pasaje de vuelta Buenos Aires-Mar del Plata, fijate. Un día, conversando con el elenco, que éramos seis bailarines marplatenses, tomamos la decisión de quedarnos a probar en Buenos Aires. Y nos fue bien a los seis. Quedé en un programa de Alejandro Romay, después me fui a una gira. Ahí tenía veintitrés años. Después llegaron otros programas de televisión con Jorge Ginzburg, Susana Giménez, Nicolás Repetto, por nombrarte algunos. Llegó la posibilidad de hacer revista, comedias y bueno… Ahí dije es esto lo que quiero, acá me quedo.
Ariel con su premio Estrella de Mar
En el contexto cultural actual, ¿pensás que sería más difícil comenzar tu carrera?
En ese sentido yo siempre pienso que comencé en el momento correcto porque terminaba una temporada y enseguida audicionaba otra. Había mucho trabajo, tanto en teatro como en televisión. Hice La Bella y Bestia, Chicago, entre otras. La misma empresa traía obras, y en todas había bailarines. Hoy en día es más difícil. Hay pocas obras con bailarines. Después de esta pandemia todo está mucho más pobre. Creo que gracias al Bailando hay más varones tomando clases desde chicos.
Los diez años en Bailando fueron una especie de bisagra en tu vida, ¿no?
El Bailando me abrió muchas puertas, se conoció mi nombre, mi trabajo, fue una ventana porque me vio todo el mundo. Hoy en día hago seminarios y todos se acuerdan de mí por el programa. Me hizo conocer como coreógrafo y como maestro. Antes del programa tanto los nombres de los bailarines como de los coreógrafos pasaban casi desapercibidos.
LOS OCHENTA ESTÁN DE VUELTA El revival, o el escapismo (según se lo quiera ver) comienza con un logrado popurrí a puro ritmo y precisión, que incluye temas de A-Ha, Los Twist, los films Fama y Flashdance, hits de ABBA, Raúl Porchetto, Boy George y The Culture Club, Lionel Ritchie, Valeria Lynch, Las Primas, Viuda e Hijas de Roque Enrol, Charly García, Loco Mía, Sandra Mihanovich, Soda Stereo y Los Abuelos de la Nada. A este primer cuadro grupal le siguen varios momentos solistas de Cecilia Milone, que deslumbra como siempre con su gran voz (aunque a veces exagere en potencia) y su capacidad interpretativa; y de Nito Artaza, con su efectiva rutina de chistes revisteriles y una galería de imitaciones que, a tono con la época, incluye, por ejemplo, a los ex Presidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem (sin dudas su mayor logro en el espectáculo).
En Los 80 están de vuelta también hay espacio para recordar a los programas de aquel entonces, con breves fragmentos de sketches de Matrimonios y algo más, No toca botón, Calabromas, Las gatitas y ratones de Porcel, Monumental Moria y los diversos ciclos de Tato Bores. En el cuadro de “La Tota y la Porota” (que protagonizaban Jorge Porcel y Jorge Luz), se destaca visiblemente Gustavo Monje como contrapunto de Artaza.
Otro hallazgo, que se presume de cosecha propia, es el cancionero de temas patrios que logra total adhesión en la platea. Lo mismo, más tarde, que el homenaje bailado a Diego Armando Maradona (inspirado en la final del Mundial ‘86), todo un hallazgo, que encabeza LeFer Ibarra; y el tributo a Raffaella Carrà.
Libro: Cecilia Milone y Nito Artaza. Idea y dirección general: Cecilia Milone. Elenco: Nito Artaza, Cecilia Milone, Gustavo Monje, Nando José, Vicky Dolan, Gero Arias, Belén Di Giorgio, Estefanía Pastocchi, Ariel Pastocchi y LeFer Ibarra. Dirección musical: Gustavo Calabrese. Coreografía: Ariel Pastocchi. Escenografía: Daniel Feijoo. Luces: Yonatán González. Vestuario: Diego Moyano.
¿Cómo surge para vos el proyecto de “Los 80, están de vuelta”?
Hace ya cuatro años que trabajo con Cecilia Milone, que es la directora y creadora del espectáculo. Ella me llamó para ser coreógrafo en Las jaulas de las locas. En una reunión, hablando del proyecto, me dijo que me quería también en el elenco. Yo hacía diez años no estaba en el escenario, pero dije que sí enseguida. Cecilia armó un equipo creativo maravilloso y nos pusimos a trabajar en esta obra. Antes te contaba que todo comenzó como un juego con mi prima, y de algún modo fue como volver a esa época. Cuando me llegó la música de Queen We are the champions ya me imaginé la coreografía. Entonces fue más fácil la parte creativa. Me venían los pasos, las vinchas, todo lo de esa época, lo agiorné un poco a lo que es esta época pero intenté mantener su espíritu. Cecilia tenía muy en claro la coreografía de Maradona en el 86 y quería hacerla tipo ballet. Yo siento que en mis coreografías trabajo con la técnica de la danza, cosa que se está perdiendo mucho hoy en día. Hoy se trabaja mucho con lo urbano, es el paso más dibujado, sin desmerecer, pero se está perdiendo la técnica. Creo que en mis coreografías intento conservar eso. Por eso digo que el ballet que tengo en esta obra son chicos que toman clases de todo, desde clásico y jazz a urbano. A mí me gusta lucirme con eso y que conectemos con la gente desde el escenario. Eso se transmite también y se siente. Un pudo haber tenido un mal día,pero cuando comienza la función se olvida de todo. El escenario cura.
«Yo siento que en mis coreografías trabajo con la técnica de la danza, cosa que se está perdiendo mucho hoy en día», asegura Ariel
Fueron distinguidos María Carreras, Ariel Pastocchi y Juan Eduardo Spano. Además, Argentores reconoció a Agustín Busefi y la Escuela Municipal de Danzas Norma Fontenla
En la tradicional ceremonia de premiación de la temporada teatral marplatense realizada este 7 de febrero fueron premiados los autores María Carreras, Ariel Pastocchi y Juan Eduardo Spano en dramaturgia, coreografía y música original, respectivamente. Argentores felicita a los premiados por su trabajo y la distinción.
La autora María Carreras recibió el premio al “Autor/a Nacional”, con su obra Agua, diario de viajeras. La distinción fue otorgada por el jurado de Argentores integrado por Patricia Suárez, Lucia Laragione y Cecilia Propato. En esta terna también fueron nominados Cristina Strifezza, por su obra Legítima indefensa, y Raúl Garavaglia por Pasado, presente, pasión: Pasolini.
Momento de la premiación a «Autor/a Nacional», María Carreras, por su obra «Agua, diario de Viajeras»
Por parte, Ariel Pastocchi fue distinguido por su labor en la obra “Los 80, están de vuelta”. En la misma categoría fueron ternados también Gonzalo Matías Jaime por “Malevo, espíritu indomable” y Marcelo Hernández y Leandro Angelo por “Celebrando la revista”.
Ariel Pastocchi y la emoción en el momento de la entrega del premio Estrella de Mar en la noche del teatro en la Ciudad de Mar del Plata
Finalmente, en la categoría “Música Original”, obtuvo el premio Estrella de Mar 2022 Juan Eduardo Spano por su labor en “Lacrima (Rapsodia para un infante)”. También habían sido nominados en este rubro Daniel Vila y Leandro Angelo por “Celebrando la revista” y Facundo Salas por “La Meca”
Juan Eduardo Spano obtuvo el premio por su labor en «Lacrima (Rapsodia para un infante)» que se presentó este verano en Mar del Plata. Aquí compartimos el momento del anuncio del ganador
DISTINCIONES ESPECIALES DE ARGENTORES
En ese marco, la entidad entregó dos distinciones especiales. Una para Agustín Busefi y la segunda para la Escuela Municipal de Danzas Norma Fontenla.
Agustín Busefi con la distinción especial entregada por Argentores en Mar del Plata
Agustín Busefi es dramaturgo, actor y director, autor de más de 30 obras estrenadas, entre las que se encuentran «La fe del gorrión”, “Tita, un sentimiento popular” y “Walt Whitman, en tiempos sin poesía”. Fue creador junto a la actriz y cantante Analía Caviglia del prolífico grupo de teatro “Desde la verdad”, con el que viene desarrollando desde hace décadas una intensa y reconocida labor en la ciudad de Mar del Plata, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y diversas provincias de nuestro país. Su talento fue reconocido también en la Casa Argentina en París, varios teatro de La Habana y de Maracay, en Venezuela.
“Argentores tiene el placer de distinguir a Agustín Busefi por su extensa y rica trayectoria, estimado socio de nuestra entidad desde hace 54 años”, aseguró el Delegado Cultural de Argentores de la Costa Atlántica, José “Toti” Gallo, responsable de entregar las distinciones en la ceremonia del lunes.
La profesora Miriam Berrios, de la Escuela Municipal de Danzas Norma Fontenla, recibió la placa de Argentores
Por otra parte, Argentores tuvo la alegría de distinguir a la Escuela Municipal de Danza Norma Fontenla, institución que tiene un rol invalorable en el desarrollo de la danza en la ciudad de Mar del Plata. Fue creada el 1º de julio de 1968 y desde sus orígenes ha brindado la posibilidad de acercar la danza a toda la comunidad marplatense. Con una matrícula de 500 alumnos, acompañados por un cuerpo docente de excelencia, los ingresantes se entregan con pasión a su formación en este bello lenguaje del arte que es la danza. Así, desde su creación, la Escuela ha sido una fuente inagotable de bailarines, docentes y coreógrafos que no solo se destacan y comparten su talento con la comunidad marplatense a través de los ballets de cámara, clásico y contemporáneo, sino que también muchos de ellos se han transformado en destacadas figuras de la danza a nivel nacional e internacional. La placa fue recibida por la profesora Miriam Berrios.
El ciclo radial “Autores en línea”, que se emite todos los miércoles, de 15 a 16 por “La RZ radio online”, presentó una entrevista al autor y Delegado Cultural de Argentores en Catamarca Lucas Salas.
«Autores en línea”, conducido por Alejandra Boada y Raúl Martorel, es un ciclo dedicado a la actividad autoral en nuestro país en las áreas de cine, teatro, radio, televisión y nuevas tecnologías.